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Argentina y Venezuela a la cabeza

Argentina y Venezuela a la cabeza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Según el Índice Mundial de Miseria, Venezuela figura en el primer lugar, como el país más miserable del mundo, y Argentina en el séptimo puesto. Ambos países extraordinariamente ricos, pero que han caído en las garras del socialismo, que en los dos casos, ha sido especialmente dañino.

El caso venezolano tiene ya 22 años de una forzada aplicación del llamado socialismo del siglo xxi, que solo ha traído empobrecimiento, corrupción y pérdida de soberanía en manos de los agentes cubanos.

Como vemos en el siguiente cuadro, la pobreza afecta a más del 96% de los venezolanos, y la pobreza extrema al 79%. Su riqueza ha sido dilapidada en un profundo fango de corrupción. Chávez, quien encontró la producción petrolera en 3.5 millones de barriles por día, ofreció llevarla a 5 millones, pero terminó reduciéndola a 350,000 barriles diarios.

Esta situación de pobreza y la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela fueron originadas por la aplicación del socialismo del siglo xxi.

La tragedia de Argentina data de mucho tiempo atrás. Resulta que desde el gobierno peronista de mediados del siglo pasado, luego de optar por una suerte de populismo y socialismo nacionalista, Argentina interrumpió su desarrollo y cayó de su posición de privilegio como uno de los países más ricos del mundo, a lo que es hoy día, un país que a pesar de sus riquezas naturales, no puede dar un buen estándar de vida a su población.

En el siguiente gráfico podemos ver que hacia 1947, Argentina tenía un PBI per cápita que lo ubicaba como el sexto del mundo; pero desde entonces cayó sin parar, a su pobre nivel actual cercano al puesto número 75.

Así tenemos que dos de los países más ricos de América Latina, por obra y gracia de sus malas políticas públicas, se distinguen como los países más miserables del mundo.

Ellos aplicaron políticas como las que hoy tiene Perú Libre en su plan de gobierno. No permitamos que el Perú se vuelva a acercar a ese socialismo que solo destruye. Necesitamos políticas públicas que construyan, que sumen. Los peruanos queremos prosperidad para todos. Lampadia

Aleteia
Macky Arenas
01/05/21

Es triste el dato en el caso de estos dos países, uno petrolero que nadó en la abundancia y el otro que figura entre los diez países con más riquezas naturales

 

RONALDO SCHEMIDT – AFP.jpg

Lo publica The National Revue y se elabora en la Universidad de Baltimore –Maryland- en Estados Unidos, donde su director, Steve Hanke es profesor de economía e investigador. Se llama Índice de Miseria. Se llama Misery Index -de Hanke- y acaba de conocerse su edición 2021.

Venezuela aparece en primer lugar y Argentina en el séptimo. Dos países que hasta hace poco eran prósperos debido al petrolero, el uno, y a la excelente ganadería y demás recursos el otro. Brasil está en el puesto 11, Uruguay en el 33, Colombia en el 35 y Chile en el 75.

Entre los 10 primeros en desdicha se ubican, detrás de Venezuela y en este orden: Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam, Libia, Irán, Argelia y Madagascar. En estos países se comprende, pues muchos de ellos están afectados por graves conflictos tanto bélicos como civiles. En el caso del Líbano, agravado por la inesperada explosión que los sumió en un desbarajuste mayúsculo.

Oportunidades perdidas y gobiernos erráticos

Pero Venezuela y Argentina, con riquezas y recursos, no obstante, acumulan oportunidades perdidas y gobiernos erráticos en el manejo de sus políticas públicas. Son países, ambos, cuyos gobernantes no leen las condiciones del entorno lo cual es esenciales para un proceso sólido de toma de decisiones. No descomprimen al Estado, no dejan respirar a la economía y sus medidas responden más a criterios ideológicos que a las demandas reales del país o a las normas del funcionamiento económico. La incertidumbre es el resultado, lo que genera desinversión y desencadena todos los vicios que conducen…a los primeros puestos en los índices de miseria.

El mito de Sísifo

Argentina tiene la crisis del peso y una seguidilla de crisis económicas acumuladas desde 1876 hasta el 2019. La inflación de marzo en Argentina registró su nivel más alto desde el 2018. Los colapsos de la moneda, las altas tasas de interés y ahora el desempleo agrega carga en sus alforjas.

Hace poco, el diario El País publicaba un reportaje donde recordaba que “desde hace un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo, ha experimentado una inflación anual media del 105% y ha tenido que cambiar cinco veces de moneda. Hoy es el principal deudor del Fondo Monetario y sufre una de las contracciones más graves de América por la pandemia”. Y se preguntaba: “¿Dónde anida la maldición de la economía argentina?”.

Primero, en habituarse a la quiebra y la recuperación, al «declive relativo», a no resolver el tema de fondo sino ir arreando con lo que viene. “Como vaya viniendo vamos viendo”, es un refrán muy latinoamericano. Improvisación versus continuidad y seriedad. Pero los países siguen funcionando. Entran en caos, pero no se acaban, no se borran del mapa. Pero, como Sísifo, están condenados a vidas sin sentido, a subir cuestas a diario rodando la misma piedra.

En segundo lugar hay razones para el cerco inflacionario, como que su economía está poco conectada con el comercio internacional aparte de que, en opinión de expertos, el país no logra superar la contradicción histórica entre las necesidades de su agricultura y su industria. Eso tan atávico de proteger lo propio y confiarse en que «somos más baratos» ha perjudicado mucho al crecimiento y solidez de las economías latinoamericanas.

Nuestras políticas macroeconómicas son inconsistentes, altamente dependientes de las divisas y, por tanto, de las oscilaciones del comercio global, con las dificultades que ello conlleva.

Con respecto a Argentina, dijo Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía Política para el Desarrollo en la Universidad de Oxford: “Es una suma de crisis. Se crean espacios de tranquilidad, pero no se resuelven nunca los problemas estructurales. Las crisis regresan porque nunca se fueron”.

Países en donde las sociedades, más que las economías, son las que parecen estar enfermas. Tal vez echan mano del más despreciable de los recursos: vivir culpando al gobierno anterior de todos los males.

Vale para Argentina, pero también para Venezuela.

Primer lugar en miseria

Venezuela, de nuevo, ocupa el primer lugar en los rankings de miseria de Hanke, teniendo en cuenta las cifras de desempleo, inflación, crecimiento real del PIB y tasa de crédito bancarias, todos índices claves de la economía para poner cara a cara miseria y felicidad en un país.

Curiosamente es Cuba el país mejor posicionado de la región, seguido por Ecuador, Chile y México. Y la explicación está en que lo que se indica es la coyuntura y no la estructura, y lo que se toma es la tasa de desempleo y no la de pobreza, la variación del PBI y no la competitividad o solidez de una economía. Así, con un “Índice de Miseria” de 3.827,6 puntos, Venezuela encabeza, dejando muy atrás a los que siguen debido a una tasa de inflación de 3.713% (en 2019 había sido de 7.374%), de interés del 33,1%, de desempleo del 50,3% (más del doble que en 2019) y una caída del PBI per cápita del 30,9 por ciento.

Desde la medición presentada en 2019, Venezuela, donde los ciudadanos protestan contra la falta de servicios básicos como la electricidad, gas y agua, encabezaba la lista de los países más desdichados. La nación sudamericana ocupa el primer lugar entre los países más miserables del mundo, liderando el Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI) como el país más miserable del mundo en 2020, un título que se le ha asignado desde hace cinco años.

Mario A. Torres-cc

Las siete plagas

Ciertamente, podríamos apelar al simbolismo bíblico de las siete plagas, o más. Venezuela no sólo tiene inflación, escasez, crisis de efectivo, destrucción del aparato productivo y desmantelamiento de las industrias básicas, sino restricciones bancarias en el exterior, acreedores al acecho, despilfarro de los dineros públicos y una corrupción voraz junto a una severa crisis inmobiliaria.

El gobierno, en lugar de revisar sus políticas y evaluar seriamente los daños, sólo alega que los problemas son el resultado de una “guerra económica contra Venezuela”; pero lo cierto es que la gobernanza antidemocrática, la corrupción y la mala gestión de la economía son las causas principales de la crisis. La desinversión, por ejemplo, se acentuó debido a la hostilidad de Maduro contra las empresas extranjeras, lo que produjo un éxodo corporativo. Pepsi, General Motors y United Airlines fueron algunas de las empresas pioneras en mermar su presencia o salir de todo del país. Luego, siguieron otras, y otras, y otras.

De hecho, desde 2013 existe una crisis económica en Venezuela, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las expropiaciones, las restricciones del control de cambio de la moneda y la corrupción, entre otros. Desde entonces, se ha producido una aguda y sostenida recesión económica que ha sido una de las más largas en la historia económica del país, al igual que más de dos años de hiperinflación.

El resultado es el caos

Venezuela es hoy un pandemónium. Un ejecutivo extranjero indicaba que “para mantenerse a flote, Maduro aumentó el salario mínimo varias veces. Esta estrategia proporciona un poco de alivio a corto plazo para los pobres, pero los expertos sostienen que a largo plazo ha terminado por crear más dolor a través de una moneda sin valor”. En esa horca caudina, el mandante venezolano optó por pagar las deudas a China y Rusia, dejando de lado los acuciantes problemas de las mayorías como el acceso a alimentos y medicinas.

Además de ello, ha negado sistemáticamente la posibilidad de entrada de ayuda humanitaria y ahora se muestran reticentes, con terquedad digna de mejores causas, a distribuir vacunas de manera equitativa. Sólo quienes están registrados en el sistema de discriminación que han impuesto están siendo llamados a recibir las dosis.

Pobre país rico

En líneas generales, estos datos del Índice de Miseria, coinciden con las cifras de la más reciente y prestigiosa Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -Encovi-, cuya sola existencia representa un esfuerzo mancomunado de distintas universidades venezolanas -entre las cuales está la Católica Andrés Bello dirigida por los jesuitas- por documentar los indicadores que nos permitan saber cómo va cambiando la vida de los venezolanos. Ya sabemos que durante 20 años en Venezuela el poder ha sido opaco. La ausencia de transparencia es una constante adosada a su proceder, más cuando se trata de datos que visibilicen su incompetencia.

Ver en Lampadia: El desastre del socialismo del siglo XXI – La ominosa pobreza en Venezuela.

“La encuesta ha demostrado –se lee en la reseña de Equipo Cinco8- que Venezuela es ahora parte de ese club de países de la antigua órbita soviética o de África donde la población se encoge a causa de la emigración. El estudio pone en evidencia que el número de familias venezolanas que no pueden pagar un estándar de vida básico ha ido creciendo desde 2012, dos años antes de que el país entrara en recesión y mucho antes de que llegaran las sanciones internacionales contra Maduro y su régimen”.

Pobreza estructural

Justo antes de que la pandemia se declarara, documentaron que había en Venezuela 639.000 niños con desnutrición crónica. Y una conclusión escalofriante: Si la comida que hay en Venezuela se repartiera por igual entre todos sus habitantes, igual estos estarían desnutridos pues existe un crecimiento generalizado y estructural de la pobreza. El promedio de desnutrición infantil en el país empuja hacia abajo el promedio latinoamericano.

Han establecido que ser pobre no solo implica que tú y tu familia no tienen plata suficiente para comer, sino también que las condiciones en que viven no son las que deben ser. Y eso es lo que pasa con, al menos, 6 de cada 10 familias venezolanas. Otro número que ha ido subiendo desde 2014, y que hoy es parte de los indicadores que muestran a Venezuela como el país más pobre en América Latina y el Caribe. Es decir, íbamos directo al último puesto, lo que comprensiblemente hoy ha colocado a Venezuela en el primero de miseria y desdicha. Lampadia




La moribunda democracia de Venezuela

La moribunda democracia de Venezuela

A continuación compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se resume de forma muy ilustrativa cómo la dictadura de Nicolás Maduro ha ido vulnerando de forma sostenida y persistente la democracia en Venezuela, desde que se asentó en el poder allá por el año 2013. Ello a través del progresivo copamiento de diversas instituciones que son fundamentales para contrapesar el poder político como lo son el poder legislativo y judicial.

Lo que es peor, en los últimos meses y a pesar de la designación de Guaidó como verdadero presidente de Venezuela, se ha hecho evidente la clara debilidad, aunque muy bien intencionadas, iniciativas diplomáticas para darle solución a tal crisis humanitaria que sume en la pobreza y la miseria a nuestros hermanos del norte.

En ese sentido, creemos necesario insistir en la necesidad de inducir un corte del abastecimiento de petróleo a través de un bloque naval hacia Cuba, principal fuente de poder del nefasto régimen de Maduro y además de legitimidad del apoyo militar interno (ver Lampadia: ¿Cómo parar el régimen de Maduro?). La otra vía posible sería que las mismas fuerzas armadas derroquen al dictador, pero al parecer este camino es aún lejano y más peligroso dado que al interior de ellas se ha producido un cisma, acaparando una mayoría a favor de Maduro. Esperamos que la mencionada propuesta del bloqueo naval pueda ser sopesada por las autoridades de los otros países de la región y, de ser posible, ser implementada a la brevedad. Todo sea para darle fin a una crisis tan compleja que ha llegado a un punto de inhumanidad latente por parte del régimen. Lampadia

Un intento burdo de sofocar lo que queda de la democracia en Venezuela

Los matones de Nicolás Maduro bloquean a los miembros del parlamento

The Economist
11 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

El domingo 5 de enero, Juan Guaidó se encontró sentado inestablemente sobre las rejas ornamentadas de hierro forjado fuera de la asamblea nacional de Venezuela, siendo rechazado por los escudos antidisturbios de la Guardia Nacional. Como Guaidó es el orador de la asamblea y debía ser reelegido para el cargo ese día, la imagen lo decía todo sobre el asalto a los últimos vestigios de la democracia de Venezuela por parte del régimen de Nicolás Maduro, que gobierna como dictador. Subrayó que un año después de que Guaidó se proclamara “presidente interino” del país, con el argumento de que la elección de Maduro para un segundo mandato fue fraudulenta, tiene legitimidad pero no poder. Y sugirió que Maduro no tiene interés en negociar una solución para la larga agonía de Venezuela.

En diciembre de 2015, la oposición triunfó en una elección legislativa, la última competencia justa que el país ha visto. Obtuvo 112 de los 167 escaños en la asamblea, una mayoría de dos tercios y, por lo tanto, suficiente para cambiar la constitución y nombrar nuevas autoridades judiciales y electorales. El régimen de Maduro entró en acción. La corte suprema títere prohibió a tres legisladores de la oposición tomar sus escaños. En 2017, el régimen estableció una “asamblea constituyente” paralela de leales, que sella sus acciones. Los tribunales han despojado a 29 parlamentarios de la oposición de su inmunidad. Dos están en la cárcel. La mayoría del resto están en el exilio, ya sea en el extranjero o en embajadas extranjeras.

En las últimas semanas, los miembros de la oposición se quejaron de las ofertas gubernamentales de sobornos para cambiar de bando. En diciembre, la oposición suspendió a diez de sus legisladores que habían presionado a los fiscales en los EEUU, Colombia y Bélgica en nombre de empresarios colombianos que son compinches de Maduro y que supuestamente se han beneficiado corruptamente de los contratos para importar alimentos para distribuirlos al gobierno.

Sin embargo, las amenazas y los sobornos no produjeron suficientes deserciones. El 5 de enero, solo 12 renegados se unieron a legisladores progubernamentales para proclamar a Luis Parra como el nuevo orador, pero sin conteo de votos. Parra, antes poco conocido, estaba entre los diez legisladores suspendidos por la oposición. Los 63 miembros presentes fueron menos que el quórum de 84. Horas después, Guaidó fue reelegido por 100 miembros en una sesión celebrada en las oficinas de El Nacional, un periódico de la oposición (los votantes incluyeron legisladores en el exilio). El 7 de enero, Guaidó y sus seguidores lograron ignorar a la policía y entraron al edificio del parlamento. Con la electricidad cortada, repitieron los juramentos, reclamando una victoria simbólica.

EEUU, la Unión Europea y Grupo de  Lima, las democracias latinoamericanas más Canadá, han reiterado su apoyo a Guaidó. Más sorprendentemente, los gobiernos de izquierda en Argentina y México que reconocen a Maduro condenaron la acción de su régimen.

Muchos analistas en Caracas esperaban que Maduro espere las elecciones parlamentarias previstas para este año para tomar el control de la legislatura a través de un concurso fraudulento. Entonces, ¿por qué trató de forzar las cosas, a un costo en términos de propaganda? Una hipótesis es que el gobierno, que está sujeto a sanciones estadounidenses radicales, está desesperado por cambiar la ley para permitir que las compañías rusas y chinas dirijan la industria petrolera (Rusia reconoció a Parra como el orador). Pero esto ya está sucediendo de facto, y cualquier cambio legal de este tipo sería cuestionable.

El motivo puede ser llevar a Guaidó al exilio. Las figuras más radicales de la oposición (la mayoría de las cuales están a salvo en el extranjero) también quieren esto, porque temen que la única forma de sobrevivir dentro de Venezuela es hacer tratos. Según Datanálisis, un encuestador, la popularidad de Guaidó ha caído del 61% en febrero al 43%, debido a la frustración de que no haya podido expulsar a Maduro. Pero sigue siendo el político más popular de Venezuela. Si se va, corre el riesgo de ser irrelevante.

Maduro ha resistido las sanciones y los esfuerzos de Guaidó para alejar al ejército de su régimen. Unos 5 millones de venezolanos han huido del país y millones más son pobres y tienen hambre. La economía se ha contraído en un asombroso 70% desde que Maduro asumió el cargo en 2013. Pero ayudado por Cuba y Rusia, arrastrando la dolarización y el levantamiento de los precios socialistas y los controles de cambio, está logrando una precaria semi-estabilidad. “Es supervivencia en lugar de recuperación”, dice Phil Gunson, quien trabaja en Caracas para Crisis Group, una ONG. “La supervivencia es absolutamente todo para ellos”. Guaidó también ha sobrevivido a su última pelea con el régimen. La recuperación de Venezuela se producirá solo si la presión externa obliga al régimen a negociar los términos de su retirada. Lampadia




El socialismo del siglo XXI tornó riqueza en miseria

El socialismo del siglo XXI tornó riqueza en miseria

“Según el Índice Anual de Miseria, Siria, desgarrada por una guerra civil genocida, es el segundo lugar más infeliz del mundo. ¿El primero? Venezuela. Así es, el socialismo y la corrupción crearon una situación más miserable que la de Siria donde se han asesinado a más de 500,000 personas.”

Steve Hanke

Por tercer año consecutivo, Venezuela es la nación más miserable del mundo, según el análisis publicado por el Índice anual de Miseria del think tank Cato Institute, que clasifica a las naciones según los datos del Economist Intelligence Unit (EIU). Los rankings, compilados por el profesor Steve H. Hanke de la Universidad Johns Hopkins, siguen una fórmula simple: La “miseria” de una nación se puede calcular sumando la tasa de desempleo, la tasa de interés y la tasa de inflación, menos la variación porcentual anual del PBI real per cápita.

De esta manera, se puede determinar cómo le está yendo a un ciudadano promedio de un país. Bloomberg lleva años retomando esta fórmula y aplicándola a las principales economías del mundo, con la premisa de que cuando más alta es la inflación y mayor desempleo, más miserable es un país. “La mejor manera de garantizar la felicidad es crecer económicamente, pero eso no es fácil con una alta inflación y desempleo”, afirma Steve Hanke.

La globalización y la economía de mercado han traído muchísimos beneficios. Han integrado efectivamente los mercados globales y ha producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, con una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de personas y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Ver en Lampadia: 7 ensayos sobre la prosperidad

Sin embargo, esta historia no representa la realidad de todos los países del mundo. Muchos de ellos, teniendo la capacidad de ser parte de del avance de la prosperidad, tomaron otro camino e hicieron miserables a sus pueblos.

El ejemplo más clamoroso de esta suerte de ‘crimen de lesa política’ es el de Venezuela, que ha destruido su capacidad de crear riqueza y hoy se arrastra en una inicua crisis humanitaria, creada a pulso por las políticas socialistas, acompañadas por procesos de corrupción extremos, incluyendo el narcotráfico.

Otro ejemplo de lo que no hay que hacer, lo atestiguan, desde América Latina, Brasil y Argentina (tercero y cuarto en el índice de miseria, respectivamente). Ambos países cayeron en manos de políticos soberbios, equivocados y corruptos, que gobernaron con la misma ideología del socialismo venezolano. Además, teniendo ambos condiciones naturales para ser ricos.

En verdad es increíble que los tres países más ricos de América Latina (excluyendo a México), ocupen los peores lugares de miseria en el mundo, junto con Siria, afectada por una violencia genocida.

Los tres países fueron destrozados por gobiernos orientados a implantar una ideología, en vez de desarrollar sus pueblos. La dictadura chavista en Venezuela, la soberbia aislacionista del izquierdismo de Lula en Brasil, y el izquierdismo corrupto de los Kirchner en Argentina, han hecho más daño que el peor cataclismo que podría imaginarse. En nombre de los pobres, han hecho miserables a sus pueblos.

Ahora bien, ¿cómo podemos evaluar a nuestros políticos de las izquierdas, que siguen pensando implantar en el Perú, las políticas que hicieron miserables a Venezuela, Brasil y Argentina, y que siguen apapachando a esos líderes equivocados y corruptos que destrozaron sus países?

¿Cómo puede ser, que, en días tan aciagos para nuestra patria, los medios televisivos, fundamentalmente RPP y Canal N, nos endilguen todos los días a los representantes de esas izquierdas, como si fueran los referentes que marcan el camino hacia una luz al final del túnel?

Manejar un medio de comunicación es un privilegio que conlleva grandes responsabilidades.

¿Qué esperan los directivos de estos medios para asumir su rol social?

¿O lo único que importa es la caja registradora? 

A continuación, compartimos la publicación de Hanke sobre los países más miserables del 2017:

Índice Anual de Miseria de Hanke: Los países más miserables (y más felices) del mundo

Por Steve Hanke
Forbes
28 de febrero de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Foto de VCG / VCG.
Fuente: Getty Images

La condición humana habita un vasto continuo entre “miserable” y “feliz”. En la esfera de la economía, la miseria tiende a fluir desde alta inflación, elevados costos de los préstamos y el desempleo. La forma más segura de mitigar esa miseria: el crecimiento económico. En igualdad de condiciones, la felicidad tiende a florecer cuando el crecimiento es fuerte, la inflación y las tasas de interés son bajas y los empleos son abundantes.

Muchos países miden e informan estas métricas económicas regularmente. Al compararlos, nación por nación, podemos analizar mucho sobre en qué parte del mundo la gente está triste o feliz.

¿Consideraríamos que Estados Unidos es más o menos miserable que otros países? Para responder a esta pregunta, actualizo las mediciones anuales del Índice de miseria.

El primer índice de miseria fue construido por el economista Art Okun en la década de 1960 como una forma de proporcionar al presidente Lyndon Johnson una imagen sencilla de la economía. Ese índice de miseria original era solo una suma simple de la tasa de inflación anual de una nación y su tasa de desempleo. El índice ha sido modificado varias veces, primero por Robert Barro de Harvard y luego por mí mismo.

Mi índice de miseria modificado es la suma de las tasas de desempleo, inflación y el costo de los préstamos bancarios, menos el cambio porcentual en el PBI real per cápita. Las lecturas más altas en los primeros tres elementos son “malas” y hacen que la gente se sienta más miserable. Estos se compensan con “lo feliz/bueno” (crecimiento del PBI per cápita), que se resta de la suma de los “males”. Un puntaje más alto del Índice de Miseria refleja un nivel más alto de “miseria”, y es una medida suficientemente simple que hasta un presidente sin tiempo para extensas sesiones informativas económicas, puede entenderlo de un vistazo.

En la tabla adjunta, se pueden encontrar las clasificaciones del Índice de Miseria para las 98 naciones que informan datos relevantes de manera oportuna. Para coherencia y comparabilidad, todos los datos provienen de la Unidad de Inteligencia de The Economist.

Comencemos con el país más miserable y subamos hacia los más felices. Si le damos la vuelta, obtenemos un índice de felicidad.

Venezuela tiene el glorioso título del país más miserable en 2017, como lo hizo en 2016 y 2015. Los fracasos del estado petrolero corrupto y socialista del presidente Nicolás Maduro han sido bien documentados el año pasado, incluso por mis mediciones de la hiperinflación venezolana. Venezuela no solo es el país más miserable del mundo, sino que su puntaje en el índice ha aumentado dramáticamente desde 2016.

Siria mantiene el rango de la segunda nación más miserable, y la razón no es difícil de descubrir. De hecho, Siria ha estado en medio de una brutal guerra civil durante casi siete años. ¿Necesito decir más?

Brasil se mantiene en el tercer lugar por segundo año consecutivo. Como me explicó una vez mi amigo Roberto Campos, el difunto economista, diplomático y político brasileño, durante una visita a Brasilia: la Constitución brasileña es tan gruesa como la guía telefónica de la ciudad de Nueva York. El presidente Michel Temer ha intentado reducir la ola de obligaciones del gobierno. Pero hasta la fecha, sus intentos de frenar el mayor pasivo no financiado del país, el sistema de pensiones, han quedado en nada. El sistema de pensiones en bancarrota no es, por supuesto, el único problema que enfrenta Brasil. La corrupción, por ejemplo, sigue siendo un problema endémico.

Argentina ha mejorado su clasificación (y puntaje de índice) en 2017, pasando del segundo al cuarto país más miserable del mundo. Pero hasta que baje la inflación, el presidente Mauricio Macri tendrá dificultades, como lo hizo el presidente Carlos Menem hasta el 1 de abril de 1991, cuando presentó el Sistema de Convertibilidad de Argentina, que vinculaba el peso con el dólar.

Egipto ocupó el quinto lugar más miserable, una muesca menor que en 2016. Pero, el puntaje del Índice de Miseria de Egipto en realidad aumentó, una mala señal. El gobierno militar-socialista del presidente Abdel Fattah el-Sisi continúa causando miseria. Además de los problemas que acompañan a cualquier sistema de tipo socialista en el que el ejército desempeña un papel decisivo, la libra egipcia sigue siendo el talón de Aquiles del país. La única solución a este problema es la adopción de una caja de conversión, en la que la libra se convertiría en un clon de una moneda de anclaje, como el euro o el dólar de EEUU.

Los países menos miserables

Pasemos al otro extremo de la tabla, donde residen los países menos miserables. Allí encontramos a China gobernando como el país “más feliz” del mundo. En esto el presidente Xi Jinping tiene algunos derechos de fanfarronear.

Para los Estados Unidos: su puntaje ha mejorado un poco, pasando de 9.4 en 2016 a 8.2 en 2017. Sin embargo, en lo que respecta a la felicidad, Estados Unidos no es el primero sino el número 30, detrás de otros 29 países en la lista de la felicidad.

Escrito por Steve H. Hanke de la Universidad Johns Hopkins. Su cuenta en Twitter: @Steve_Hanke.

Lampadia




La democracia y el capitalismo crearon un nuevo mundo

La prosperidad es un logro muy reciente que distingue a las últimas 10 o 20 generaciones de todos sus antepasados. Según un reciente artículo de Our World In Data, “en 2000, el PBI promedio 30 veces el promedio del pasado [antes del año 1800]”.

Con una perspectiva histórica, a pesar de todos los problemas, sociales y económicos, que tenemos en la actualidad, con una población global mayor a los 7,000 millones de personas, no debemos perder de vista los grandes logros que ha conseguido la humanidad en los últimos años. La verdad es que los procesos económicos y sociales del mundo van sólidamente hacia la prosperidad. Jamás hemos estado tan bien.

La pobreza ha disminuido a mil millones de personas y se estima que en 20 años debe desaparecer. Ha crecido la esperanza de vida y han mejorado la alimentación y la salud, gracias a la globalización y a la consiguiente incorporación de muchos países a la economía de mercado, empezando por China y ahora India. Así lo demuestran Hans Rosling (Hans Rosling y Ola Rosling: Como no ser ignorantes del mundo), Bill Gates (El mundo ha mejorado y seguirá mejorando) y Xavier Sala i Martín (El Capitalismo Reduce la Pobreza en el Mundo y Sala i Martin calatea a Thomas Piketty)  entre otros.

Algo que no aborda el artículo citado es el origen de este proceso de crecimiento exponencial. Este análisis será motivo de otro ensayo, sin embargo, si uno se pregunta cuales fueron los cambios que dieron origen a este gran salto en la calidad de vida de tantas personas, no podemos dejar de identificar en su base, la ruptura de ese maligno binomio élite-siervo que caracterizó procesos de concentración inmensos, tanto de riqueza como de conocimiento y acceso a la tecnología. Una vez que se rompieron las ‘relaciones de dependencia social’ entre reyes y papas con los pobladores, los ciudadanos comunes y corrientes pudieron innovar, crear y acumular riqueza y, dar origen al capitalismo, que junto con la democracia, crearon la base de las sociedades modernas.

En Lampadia consideramos ilustrativo e importante compartir el artículo de Max Roser para tener una visión histórica sobre el gran progreso económico y social de la humanidad. Este  enfoque contradice al pertinaz y pernicioso negativismo con el que una buena parte del establishment político, académico y mediático devalúa la realidad.

No debemos dejar de lado el eco de los grandes procesos históricos y el fomento de una mejor educación cívica. Como afirmó Matt Ridley, en su reciente libro: The Evolution of Everything (La evolución de todo), en el que nos dice: “No puedo reconciliar en mi mente esta extraña yuxtaposición de optimismo y pesimismo. En un mundo que nos da una oferta inagotable de malas noticias, las vidas de las personas mejoran y mejoran”. Ver en Lampadia: Mayor bienestar con malas noticias.

Tenemos muchos problemas en la humanidad y en nuestro país, pero no hay nada más pernicioso que las agendas de los negacionistas. La historia debe verse como un proceso de suma, que ha venido prosperando con los años. Todavía hay mucho por hacer, pero debemos construir sobre lo avanzado. Lampadia

Crecimiento económico en el largo plazo

Max Roser

Publicado en Our World In Data

2016

Traducido y glosado por Lampadia

Desde la perspectiva de largo plazo de la historia social, sabemos que la prosperidad económica y el crecimiento económico duradero son logros muy recientes para la humanidad. En esta publicación vamos a ver cuál es la situación actual y también se estudiará la desigualdad entre diferentes regiones – tanto en lo que respecta a la desigualdad en términos de  prosperidad, como en cuanto a los desiguales puntos de partida para salir de la pobreza, del pasado ‘pre-crecimiento’.

La prosperidad económica se mide a través de crecimiento del producto bruto interno (PBI) per cápita, el valor de todos los bienes y servicios producidos por un país en un año, dividido por la población del país. El crecimiento económico es la medida de la variación del PBI de un año al siguiente. Desde una perspectiva de largo plazo de la historia social, el  crecimiento económico es una excepción absoluta.1

Crecimiento del PBI per cápita en el mundo desde el año 1 DC

Hay muchas reconstrucciones del PBI per cápita en los últimos siglos; aquí me centraré en las reconstrucciones del economista británico Angus Maddison.

El siguiente gráfico muestra las reconstrucciones de Maddison para las  principales regiones del mundo2:

PBI Real (absoluto) grandes regiones del mundo en 1990 $ internacionales, 1-2008 DC – Max Roser

Los datos de Maddison confirman lo que hemos aprendido desde la perspectiva de muy largo plazo: antes del inicio del crecimiento económico moderno, todas las regiones del mundo eran extremadamente pobres. Pero también se han obtenido importantes conocimientos gracias a la data de Maddison: Los puntos de partida del crecimiento económico son muy diferentes de una región a otra. Hasta el año 1000, el mundo era igual de pobre, pero nos enteramos de que ya en el año 1500 Europa Occidental había logrado cierta limitada prosperidad económica; hacia  principios del siglo 19 la región pudo aumentar poco a poco la riqueza económica. Pero la riqueza disfrutada en esa época sigue siendo incomparablemente más baja que la de Europa a comienzos del siglo 21. A partir de 772 $ internacionales en 1500, se duplicó hasta 1820, ¡pero desde entonces ha aumentado más de 12 veces! 3

En 1700, los “vástagos occidentales de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y EEUU eran tan pobres como cualquier región a excepción de Europa Occidental. Sin embargo, a pesar de que tenían un retraso en el inicio del  proceso de dejar atrás la pobreza, éstos alcanzaron rápidamente a Europa Occidental y lo superaron en 1900.

A menudo el progreso crea desigualdad entre las regiones, ya que no  sucede igual de rápido en todas partes, pero si comparamos la prosperidad económica de todas las regiones en 2003 con cualquier época anterior, vemos que todas las regiones son hoy más ricas individualmente que nunca en su historia. Aunque algunas regiones son más productivas que otras, cada región está mejor que nunca antes – mucho mejor.

002

Después de mirar la pobreza de más de un millón de años atrás, surge la pregunta: ¿por qué el crecimiento económico no ocurrió antes? ¿Por qué se mantuvieron nuestros antepasados en la pobreza durante milenios? Para responder a esta pregunta, es útil observar un solo país. 

Desde los últimos milenios hasta ahora

Los datos sobre el crecimiento económico se publican ahora rutinariamente en las oficinas de estadística, pero los investigadores han tenido que reconstruir la productividad económica del pasado. Estas reconstrucciones son, sin duda, muy inciertas. Sin embargo, es absolutamente claro que en comparación al crecimiento prolongado de la productividad económica en los últimos siglos, la productividad fue siempre muy baja: La diferencia de la prosperidad es mucho mayor que la incertidumbre de los valores exactos.

He incluido una reconstrucción del PBI per cápita en el muy largo plazo: los últimos 1’002,000 (un millón dos mil) años. El economista J. Bradford DeLong ha construido los datos visualizados en este gráfico interactivo.

No es fácil mostrar más de 1 millón de años en el eje X de un solo gráfico cuando toda la acción sucede en el último par de siglos. Si yo hubiera elegido darle a cada año el mismo espacio, el eje del gráfico tendría simplemente este aspecto: ˩, prácticamente un ángulo recto.

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Por esta razón decidí darle un espaciamiento muy desigual a los años,  ciertamente una manera no tan precisa de mostrar estos datos.

Lo que aprendemos de esta tabla es que, en promedio, la gente del pasado era muchas veces más pobre que en la actualidad. Para todos los miles y miles de años antes de 1800, el PBI promedio per cápita era inferior a US$ 200 (1,990 dólares Internacionales).6 La prosperidad es un logro muy reciente que distingue de todos sus antepasados a las últimas 10 o 20 generaciones. En 2000, el PBI promedio fue de $ 6539 – más de 30 veces el promedio del pasado.

Los últimos 2000 años

De los datos mencionados previamente, sabemos que con respecto al crecimiento económico, toda ‘la acción’ sucedió muy recientemente. Es cierto que en la era pre-crecimiento algunas personas estaban muy bien colocadas – pero esto fue una élite muy pequeña, de los líderes tribales a los faraones, los reyes y papas. Sin embargo, las personas promedio estaban mucho peor en estas desiguales sociedades.

La miseria del hombre común sólo cambió con el inicio del crecimiento económico. El momento en que ocurrió este cambio se representa en el siguiente gráfico – esta vez de nuevo en un eje de tiempo regular. La prosperidad económica sólo ha sido posible en el transcurso del último 

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milenio – en realidad sólo en el último par de cientos de años. De hecho, se logró sobre todo durante la segunda mitad de los últimos cien años. 7

El crecimiento del PBI desde 1500

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Fuentes:

He recogido todas las fuentes de datos en “Our World in Data’’.

Notas de pie de página:

  1. Estos datos están disponibles en la página web del Proyecto Madison. Los datos construidos por el propio Maddison también están disponibles en línea en su página web personal.
     
  2. La data ha sido tomada de “Las estadísticas sobre la población mundial, el PBI y el PBI per cápita, 1-2008 AD” disponible en línea en el Centro de Crecimiento y Desarrollo Groningen aquí.

Este es un proyecto fundado por el historiador económico Angus Maddison y ha sido actualizado más adelante.

El PBI per cápita se mide en dólares Internacionales de 1990 de Geary-Khamis.

Los “derivados occidentales” son Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos.

  1. De acuerdo con los datos de Maddison, el PBI per cápita de Europa Occidental era de $772 Int. en 1500. $1572 Int. en 1820 y $19,912 Int. en 2003.
     
  2. Estos datos se toman a las estadísticas históricas de Angus Maddison Estadísticas en el Centro de Crecimiento y Desarrollo Groningen aquí.

Los países se muestran con sus fronteras actuales.

Para Rusia moderna, la data antes de 1990 incluye el total de URSS. ‘Indonesia’ incluye a Timor hasta 1999.

  1. DeLong (1998) – Las estimaciones del PBI mundial, un millón aC – se encuentran en línea aquí. El gráfico muestra la serie ‘preferida’ de Bradford.
     
  2. La moneda se explica aquí.
     
  3. La fuente es el blog Visualización Económica – aquí.

Hay otra entrada en el blog de Visualización Económica donde la autora, Catalina Mulbrandon, compara el crecimiento del PBI mundial con el de Estados Unidos.

Los gráficos están bajo la licencia de Creative Commons por el autor original.

Los datos sobre la población y el PBI promedio mundial per cápita son de Angus Maddison. Su trabajo continúa en el Proyecto Maddison, donde la data actualizada está disponible en línea.

  1. Estos datos han sido tomados del conjunto de datos por el Proyecto Maddison, que está disponible a través del Proyecto CLIO Infra aquí.

Esta base de datos trabaja en la investigación de Angus Maddison. La base de datos y el documento complementario – Tornillo y van Zanden (2013) – son un producto del proyecto Maddison y es en parte una revisión de la obra anterior. Las fuentes están muy bien documentadas en la página web del proyecto CLIO.

Ver: Jutta Perno y Jan van Luiten Zanden (2013) – La primera actualización del Proyecto Maddison – Nueva estimación de crecimiento antes de 1820. Publicado en enero de 2013 y en línea aquí.

  1. Esto está tomado del blog de Visualización Económica en línea aquí.

Los gráficos están bajo licencia de Creative Commons BY-NC.

  1. Estos datos se toma del conjunto de datos por el Proyecto Maddison que está en línea aquí.

El PBI per cápita es expresado en dólares Internacionales de 1990 de Geary-Khamis para ajustarse a los cambios de precios en el tiempo y las diferencias de precios entre países.

  1. Estos datos se toma del conjunto de datos por el Proyecto Maddison que está en línea aquí.

El PBI per cápita es expresado en dólares Internacionales de 1990 de Geary-Khamis para ajustarse a los cambios de precios en el tiempo y las diferencias de precios entre países y regiones del mundo. 




Perú: Crecimiento disminuye la Desigualdad

Perú: Crecimiento disminuye la Desigualdad

En los últimos años, especialmente luego de la crisis económica del 2008, diversos analistas debaten sobre el crecimiento y la desigualdad. Muchos de ellos intentan mostrar a estos dos fenómenos como contrapuestos. Es decir que a mayor crecimiento se genera una mayor desigualdad. Sumándose a esta corriente, recientemente, el columnista de la República, Mirko Lauer escribió un artículo al que tituló con sensacionalismo: “Los ricos nos impiden crecer más”

En él señala: “Un estudio del FMI [elaborado por algunos funcionarios] emitido este lunes [15 de junio] sostiene que el aumento de la fortuna de los ricos debilita el crecimiento de la economía en un país. (…) a contrapelo de la teoría del chorreo (…). Al no chorrear, el mayor enriquecimiento en la cumbre aumenta todavía más la desigualdad en una economía. El informe FMI para discusión… va más allá de un saludo a la pura justicia distributiva y plantea, con cifras en la mano, que además de no haber chorreo, esta ausencia es nociva para el crecimiento de la economía en su conjunto. En tal medida la desigualdad creciente debe ser vista como un factor de crisis”.

Este informe no representa la posición oficial del FMI, sin embargo, sí es cierto es que el Fondo viene discutiendo estos temas de un tiempo atrás.

 

 

Además del citado informe, el 2014, el Fondo ha publicado dos estudios sobre la desigualdad. En ambos documentos, deja en claro que no recomienda políticas redistributivas. En el informe titulado “La redistribución, desigualdad y crecimiento” se indica: “El Fondo ha sido con razón cauteloso acerca de recomendar el uso de políticas redistributivas ya que dichas políticas pueden en sí mismas reducir la eficiencia económica y rebajar las perspectivas de crecimiento sostenido”.  Asimismo en el paper llamado “Política Fiscal y Desigualdad” se afirma: “es necesario identificar los instrumentos fiscales que permitan alcanzar los objetivos de distribución a un costo mínimo para la eficiencia económica”, es decir no impedir el crecimiento.

Como hemos señalado, la preocupación que existe en los países occidentales, para entender el origen de la crisis del 2008 y la creciente desigualdad de los países ricos, así como el descontento consiguiente con sus líderes y las estructuras de la economía de mercado. Algo que por supuesto no ocurre en los países emergentes y, en especial, en los del Asia en dónde, salvo algunas excepciones, las naciones no dejan de crecer reduciendo la pobreza y expandiendo a su clase media, generando así un bienestar impensado tan solo unas décadas atrás para cientos de millones de personas. El liderazgo de China e India ha permitido el surgimiento de una clase media de más de 2,500 millones de personas. Ver en Lampadia: El próximo gran salto adelante de la humanidad – Hacia el final de la pobreza (The Economist).

Perdiendo de vista esta perspectiva, arrecian los embates contra el capitalismo y renacen posturas populistas que empiezan a despertar desprevenidas simpatías en Europa. Sin tomar en cuenta la historia del populismo en América Latina y su nueva versión que está desquiciando aVenezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia yBrasil.

Como advierte bien el economista de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín: “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”. Algo que corroboran Bill Gates y Hans Rosling (Ver en Lampadia: Bill Gates y Hans Rosling debaten el fin de la pobreza extrema).

En el caso concreto del Perú habría que recordar lo que señala el Banco Mundial sobre nuestro proceso de crecimiento de la última década: “Uno de los rasgos más importantes del crecimiento en el Perú es que es de amplia base. En tal sentido, aunque se mantiene elevada la desigualdad de ingresos, esta, medida por el Coeficiente Gini, ha declinado de 0.49 en el 2004 a 0.44 en el 2013”.

Por su lado el BID ha afirmado sobre el crecimiento peruano, que “este ha sido ‘pro-pobre’ y ‘pro-clase media’”, lo que confirma la singularidad de nuestro proceso de crecimiento alto con reducción de la desigualdad, no usual en la historia económica de otros países. Por lo tanto, un proceso claramente virtuoso.

En el Perú, como indican estas cifras, el crecimiento ha reducido la desigualdad. Y no por chorreo precisamente, como se nos quiere hacer creer, sino por un proceso más complejo, como el de los ‘manantes’ (Ver en Lampadia: No es chorreo son manantes).

En un reciente artículo Richard Webb nos recordaba que “nunca antes el Perú había conocido una sostenida expansión económica que resultara más favorable para los pobres que para los ricos. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), durante el último quinquenio el ingreso promedio del quinto más pobre en la escala de familias aumentó 34%, mientras que el del quinto más rico aumentó 8%. Y desde hace 25 años los ingresos rurales crecen más rápido que los urbanos”.

A nivel de deciles, este fenómeno es más claro aún:

 

 

Además, Webb también señala, que se ha incrementado nuestro capital humano, algo fundamental para combatir la desigualdad: “el analfabetismo se ha reducido de 13% a 4% de la población adulta y la proporción con estudios superiores se ha elevado de 20% a 31%”.

Todas estas cifras son una demostración que el Perú ha recorrido la senda correcta al enfocarnos en el crecimiento que nos ha llevó a reducir la pobreza, incrementar la clase media y mejorar la calidad de vida de nuestra población (ver en Lampadia: Las cifras de la prosperidad y El libro blanco de la clase media).

Está claro que el crecimiento no es suficiente para superarla pobreza, en especial la extrema. Nadie puede ser indiferente ante la situación de gente que vive enen condiciones de miseria. Para cumplir con este objetivo son necesaria políticas específicas que permitan que este sector de la población, por las condiciones en las que se encuentra, salga de esa estanciarápido y de forma sostenida. El enfoque, en este caso debe ser traer a los pobres ala economía de  mercado. Eso es, precisamente, lo que ha hecho China y lo que ha venido ocurriendo en el Perú, como demuestra Webb en su libro Conexión y Despegue Rural.

Para lograr que este proceso se mantenga y se fortalezca se necesita además de un Estado fuerte que pueda tener funcionarios bien calificados y remunerados hasta en el distrito más alejado del país. Es decir una burocracia meritocrática capaz de enfrentar este y otros retos de manera eficiente y eficaz (ver en Lampadia: Instalemos un Estado Meritocrático en el Perú). Así mismo, no se puede lograr un desarrollo duradero sin reformas profundas de nuestras instituciones y de la calidad de los servicios públicos.

Las experiencias de nuestro país, por más de cincuenta años, nos exigen hacer análisis profundos, con contexto histórico y encontrar nuestros caminos sin que los contaminemos por realidades ajenas y afanes políticos. Lampadia




Alivio y superación de la Pobreza (separando la paja del trigo)

Alivio y superación de la Pobreza (separando la paja del trigo)

Agustín Laje, Director del Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (LIBRE), en su artículo ¿Por qué hay tantos niños ricos de izquierda?, sostiene que el joven que ha aprendido a vivir mediante el esfuerzo de otros (sus padres), quiere lo mismo para los demás. Un buen sentimiento, pero completamente errado pues sus padres jamás hubieran mantenido a un completo desconocido que no integre su grupo familiar.

Agrega que el joven que vive de la redistribución de la riqueza que efectúan sus padres en su favor, “ha aprendido de forma inconsciente a concebir la economía como una torta dada que debe ser repartida, cuando lo cierto es que en la economía la torta no está ni dada (debe producirse) ni puede ser repartida por una figura paternalista sin que ello ponga en peligro los propios incentivos que llevaron a crear dicha torta”.

 

 

Laje señala, además, que “lo que no entiende el niño rico de izquierda, es que los peores totalitarismos que ha vivido la humanidad han sido consecuencia precisamente de querer hacer de la sociedad moderna una ‘gran familia’ y del Estado un ‘buen padre’”.

Lo mismo sucede cuando un buen ser humano es conmovido por una desgracia individual, a la que se reacciona con los mejores sentimientos y brinda algún tipo de apoyo o ayuda, que luego se proyecta a la necesidad de apoyar inmediatamente a todos los que tengan problemas similares. Así, nace el asistencialismo en una concepción que puede llevar a pensar que hay que distribuir la “torta”. Una suerte de modelo mental ‘Ganar-Perder’, determinista, que implica que la riqueza existe per se y no es creada. Cuando contrariamente, el modelo ‘Ganar-Ganar’ es el mejor para lograr la prosperidad de los ‘más’.

Así ha pasado precisamente con la humanidad, que ha tenido un crecimiento exponencial de bienestar, ingresos y trabajo, durante los últimos 200 años.  

 

El mismo tipo de pensamiento, se introduce ‘osmóticamente’ en muchos religiosos que por su sagrada función conviven con la miseria física de muchos seres humanos, a quienes dedican su vida, ayudando de la manera que un alma sola puede hacer, de uno en uno. De esta vivencia, vemos muchas veces que con el corazón en la mano, se proponen acciones sociales imbuidas de la misma concepción asistencialista.

Está muy claro que la miseria no puede ser dejada de pasar y que debe ayudarse a soportar la pobreza extrema, tanto por parte del Estado, como de las empresas e individuos con mayores capacidades, pero eso no debe llevarnos a confundir la necesidad de diseñar políticas públicas que permitan eliminar la pobreza en forma sostenible, mediante los mismos procedimientos que aplicaron los países que ya lo lograron: buena educación, acceso a buenos servicios públicos, disposición de infraestructuras que faciliten sus labores y calidad de vida e, inversión e innovación que permitan la creación de empleo de calidad para el sustento de vidas dignas.

Los países que todavía mantenemos altos niveles de pobreza, corremos el riesgo de caer en políticas que confunden los planos individuales con los sociales. Y peor aún, el mayor riesgo, históricamente comprobado, el del populismo. Aquella prédica que se cuela por todas las ranuras sentimentales y promueve falsas esperanzas.

Por esa razón es que una sociedad, una nación que quiera emprender un camino sólido hacia la prosperidad, necesita buenos líderes. Estos, nos parecerán, duros, algunas veces, pero todos sabemos que el camino al bienestar tiene siempre luces y escollos, requiere una buena dosis de persistencia y el sacrificio de la gratificación inmediata, por el bienestar futuro.  

Laje explica que: “En primer lugar, debe decirse que los principios de justicia socialista basados en la necesidad (“de cada uno según su capacidad a cada uno según su necesidad” decía Marx), resultan apropiados para regir órdenes sociales micro, tales como la familia o el grupo de amigos en las sociedades modernas. En efecto, hace justicia la madre que da a sus hijos según sus necesidades y urgencias, y no según otros criterios como podría ser el mérito. ¿Acaso consideraríamos justo que el padre de familia evalúe el mérito de sus hijos, por ejemplo, en la escuela, a la hora de decidir si suministrarles o no alimento?”

“Ahora bien, si intentáramos aplicar hasta las últimas consecuencias el principio de la necesidad como criterio de justicia en un orden extenso, sólo una situación de incompleta injusticia e ineficiencia podría derivarse de tal cosa. El legítimo altruismo familiar devendría en ilegítimo saqueo social por parte de una autoridad planificadora que acabaría a la postre con toda libertad individual y hundiría a la sociedad en el hambre y la miseria (el genocidio soviético y el genocidio maoísta son sólo dos ejemplos históricos de lo dicho)”.

Recomendamos leer el artículo de Laje. Es muy importante entender porque el sentido común puede a veces llevarnos a proyectar nuestro pequeño espacio de experiencia personal para sustentar la construcción de trampas sociales y políticas que al final hacen más difícil la superación de la pobreza. Reflexionemos sobre los peligros del asistencialismo desaprensivo y del populismo. Estamos entrando en un nuevo proceso electoral, tengamos muy presente que, lo que tenemos o queremos para nuestro hogar, no se puede lograr del mismo modo para el conjunto de la sociedad. Lampadia