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Desmitificando el discurso de Stiglitz

A pesar de haber acumulado un historial marcado por pronósticos dudosos y análisis erróneos, Joseph Stiglitz sigue siendo muy considerado entre las élites de los medios de comunicación, incluido Paul Krugman del New York Times, quien lo llama “un economista increíblemente grande”. Y Stiglitz sigue siendo influyente en los círculos políticos.

Pero, ¿cómo podría un economista con su presunta sofisticación respaldar públicamente las políticas desastrosas de Hugo Chávez? Recordemos que, en 2006, el economista ganador del Premio Nobel Joseph Stiglitz elogió las políticas económicas de Hugo Chávez.

  • El presidente venezolano dirigió uno de los “gobiernos de izquierda” en América Latina que fueron injustamente “castigados por ser populistas”, escribió Stiglitz.
  • De hecho, también elogió que el gobierno de Chávez se proponga “brindar beneficios de educación y salud a los pobres y luchar por políticas económicas que no solo generen un mayor crecimiento, sino que también aseguren que los frutos del crecimiento se compartan más ampliamente”.
  • Continuó repitiendo sus elogios en el 2007, en un foro de mercados emergentes en Caracas, patrocinado por el Banco de Venezuela. La tasa de crecimiento económico de la nación fue “muy impresionante”, señaló y agregó que “el presidente Hugo Chávez parece haber tenido éxito en brindar salud y educación a las personas de los barrios pobres de Caracas”.

Desde la perspectiva de Stiglitz, los mercados están plagados de fallas en el procesamiento y la transmisión de información y los gobiernos debe estar listo para corregir estas fallas. No es raro escuchar que Stiglitz hable de haber “socavado” las teorías de libre mercado de Adam Smith, afirmando que la “mano invisible” de Smith no existía o se había “paralizado”. De hecho, su enfoque favorece al gobierno. Este contexto ayuda a explicar su respaldo a Chávez.

Como destacó Stiglitz en su conferencia Nobel, “se requiere una competencia perfecta para que los mercados sean eficientes”. Tenía razón en que, al desafiar la idea de mercados perfectamente competitivos, la economía de la información significaba un cambio de paradigma. Pero la teoría de la competencia perfecta es tan abstracta que solo los economistas cegados por sus propias pruebas matemáticas podrían suscribirse a ella. Cualquier institución creada y dirigida por seres humanos imperfectos está destinada a fallar.

Entonces, ¿cuál es la credibilidad de Stiglitz? Irse en contra del modelo capitalista no es la manera de generar riqueza en el mundo.

  • El capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios.
  • Ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

Recordemos que, en los últimos 40 años:

  • Se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,600 millones de habitantes (el 50% de la humanidad) y,
  • Hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes
  • Mayor esperanza de vida
  • Mejor alimentación y
  • Mejor salud.

Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza. Como afirmó Xavier Sala-i-Martín, “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”.

En Lampadia somos tercos defensores de la economía de mercado y el libre comercio. Hemos insistido innumerables veces que el capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios, ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

Líneas abajo compartimos un artículo que explica a más detalle las fallas del pensamiento de Stiglitz y esperamos aclare que el capitalismo todavía es el modelo económico que mejor funciona en el mundo y en nuestra sociedad:

Lo siento, Stiglitz: lo que está mal es el socialismo, no el capitalismo

Mises Wire
Willian L. Anderson, profesor de Economía en la Universidad Estatal de Frostburg en Maryland
14 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Desde que ganó el Premio Nobel en “Ciencia Económica” en 2001, Joseph Stiglitz ha sido una banda de un solo hombre para la defensa del crecimiento del estado. Después del 11 de septiembre, por ejemplo, solicitó la formación de una agencia federal para brindar seguridad a los pasajeros de las aerolíneas, que según él enviaría una “señal” de calidad. (Stiglitz ganó su premio por “probar” que los mercados libres son “ineficientes” y siempre dan resultados menos que óptimos debido a información asimétrica. Solo el gobierno en manos de gente realmente inteligente como Stiglitz puede dirigir la producción y el intercambio de manera consistente hacia resultados eficientes y “justos”.

Hace más de una década, Stiglitz prodigó elogios al gobierno socialista del difunto Hugo Chávez en Venezuela, declarando:

El presidente venezolano, Hugo Chávez, parece haber tenido éxito en llevar la salud y la educación a la gente de los barrios pobres de Caracas, a aquellos que anteriormente vieron pocos beneficios de la riqueza petrolera del país.

Continuó afirmando que las políticas de Chávez de expropiar la estructura de capital de las compañías petroleras privadas en Venezuela daría lugar a una distribución más “igualitaria” de la riqueza, algo que él cree que es deseable en todas partes. Curiosamente, dado que el “experimento” socialista de Venezuela fue al sur, completo con hiperinflación y una de las peores crisis financieras y económicas jamás vista en el hemisferio occidental, Stiglitz ha permanecido en silencio, al menos cuando se trata de explicar por qué el llamado milagro económico en Venezuela era insostenible.

Aunque Stiglitz ya no elogia al prodigioso socialismo venezolano, apenas guarda silencio sobre su creencia de que solo el poder estatal ampliado puede “salvar” a la economía de los Estados Unidos de la autodestrucción. En un artículo reciente en Scientific American, declara que “La economía estadounidense está dañada”.

Aquellos que conocen las declaraciones públicas de Stiglitz, Paul Krugman y otros en el campo de “los mercados son internamente destructivos”, nada de lo que escribe Stiglitz en el artículo es sorprendente. En realidad, es puro Stiglitz tenerlo en Scientific American, ya que puede decir que está involucrado en el discurso científico, algo que puede probar con muchas ecuaciones matemáticas que “prueban” que los mercados libres son malos:

Desde la perspectiva de Stiglitz, los mercados están plagados de fallas en el procesamiento y la transmisión de información, y el gobierno debe estar listo para corregir estas fallas. En su conferencia Nobel, Stiglitz habló de haber “socavado” las teorías de libre mercado de Adam Smith, afirmando que la “mano invisible” de Smith no existía o se había vuelto “paralizada”. Señaló que los principales debates políticos de las dos últimas décadas han tendido a centrarse en la “eficiencia de la economía de mercado” y en la “relación apropiada entre el mercado y el gobierno”. Su enfoque favorecía al gobierno.

Además, declaró en su conferencia de Nobel que “se requiere una competencia perfecta para que los mercados sean eficientes” (cursiva suya). Para los economistas austriacos, su declaración plantea la pregunta de por qué debemos asumir que los gobiernos de alguna manera poseen la información necesaria para producir resultados “eficientes” en los intercambios económicos, pero Stiglitz nunca ha tratado de ir allí. Simplemente asume la superioridad gubernamental con respecto a la información y luego se ejecuta con esa suposición.

El último artículo de Stiglitz establece el tema según el cual los mercados producen desigualdad de manera sistemática, y que con el tiempo nos enfrentamos a la situación en la que solo unas pocas personas privilegiadas se benefician del sistema capitalista mientras que la gran mayoría se desliza hacia el abismo económico. El escribe:

En su célebre tratado del 2013 Capital en el siglo XXI, el economista francés Thomas Piketty cambia la mirada hacia los capitalistas. Sugiere que los pocos que poseen gran parte del capital de un país ahorran tanto que, dado el rendimiento estable y alto del capital (en relación con la tasa de crecimiento de la economía), su participación en el ingreso nacional ha aumentado. Su teoría, sin embargo, ha sido cuestionada en muchas bases. Por ejemplo, la tasa de ahorro de incluso los ricos en los Estados Unidos es tan baja, en comparación con los ricos en otros países, que el aumento de la desigualdad debería ser menor aquí, no mayor. 

Una teoría alternativa es mucho más acorde con los hechos. Desde mediados de la década de 1970, las reglas del juego económico han sido reescritas, tanto a nivel mundial como nacional, de manera que beneficien a los ricos y perjudiquen al resto. Y se han reescrito aún más en esta dirección perversa en los EEUU, a pesar de que, en otros países desarrollados, las reglas en los EEUU ya eran menos favorables para los trabajadores. Desde esta perspectiva, aumentar la desigualdad es una cuestión de elección: una consecuencia de nuestras políticas, leyes y regulaciones.

En EEUU, el poder de mercado de las grandes corporaciones, que en principio era mayor que en la mayoría de los otros países avanzados, ha aumentado incluso más que en otros lugares. Por otro lado, el poder de mercado de los trabajadores, que comenzó menor que en la mayoría de los otros países avanzados, ha caído más que en otros lugares. Esto no solo se debe al cambio a una economía del sector de servicios, se debe a las reglas de juego amañadas, reglas establecidas en un sistema político que está a su vez amañado por la burla electoral, la supresión de votantes y la influencia del dinero. Se ha formado un espiral vicioso: la desigualdad económica se traduce en desigualdad política, lo que conduce a reglas que favorecen a los ricos, lo que a su vez refuerza la desigualdad económica.

Todo esto se traduce en lo que él llama un “circuito de retroalimentación” que se traduce en una espiral descendente. Debemos asumir que el crecimiento en la desigualdad de ingresos crecerá hasta que estemos en el estado marxiano de “ejército de reserva de desempleados”, o al menos un ejército de reserva de personas que no pueden encontrar trabajo que les permita mantenerse a sí mismos.

Al igual que muchos otros que han afirmado que el capitalismo está destruyendo a la clase media, Stiglitz recurre a las políticas creadas durante la Gran Depresión y después de la Segunda Guerra Mundial para la salvación, considerando el período desde 1930 hasta finales de los 50 como una supuesta era dorada de prosperidad. El escribe:

Después del New Deal de la década de 1930, la desigualdad estadounidense entró en declive. En la década de 1950, la desigualdad había retrocedido hasta tal punto que otro premio Nobel de economía, Simon Kuznets, formuló lo que se conoció como la ley de Kuznets. En las primeras etapas de desarrollo, a medida que algunas partes de un país aprovechan nuevas oportunidades, las desigualdades crecen, postuló; en las etapas posteriores, se encogen. La teoría encaja con los datos, pero luego, a principios de la década de 1980, la tendencia se invirtió bruscamente.

Para revertir esta tendencia de aumento de la desigualdad y el aumento de la pobreza, Stiglitz exige un retorno a las políticas de la era de la Depresión con altos impuestos marginales y el uso de la estructura regulatoria para recrear los cárteles financieros y comerciales construidos por las regulaciones del New Deal que dominaron la producción y las finanzas estadounidenses, y el transporte en ese momento. De hecho, aparte de las leyes contra la discriminación que ahora forman parte del panorama legal moderno, Stiglitz cree que la única esperanza para nuestro futuro es regresar al pasado:

  • …necesitamos impuestos más progresivos y educación pública de alta calidad financiada por el gobierno federal, incluido el acceso asequible a las universidades para todos, sin requerir a préstamos ruinosos.
  • Necesitamos leyes modernas sobre la competencia para hacer frente a los problemas planteados por el poder del mercado del siglo XXI y una aplicación más estricta de las leyes que tenemos.
  • Necesitamos leyes laborales que protejan a los trabajadores y sus derechos a sindicalizarse.
  • Necesitamos leyes de gobierno corporativo que frenen los salarios exorbitantes otorgados a los jefes ejecutivos, y
  • Necesitamos regulaciones financieras más estrictas que impidan que los bancos se involucren en las prácticas de explotación que se han convertido en su sello distintivo.
  • Necesitamos una mejor aplicación de las leyes contra la discriminación: es inconcebible que las mujeres y las minorías reciban un pago de una mera fracción de lo que reciben sus homólogos de raza blanca.
  • También necesitamos leyes de herencia más sensatas que reduzcan la transmisión intergeneracional de ventajas y desventajas.

Desafiando la lógica de Stiglitz

Stiglitz casi no es el único economista moderno que quiere que la economía estadounidense se reestructure para parecerse a cómo se veía en 1939. Paul Krugman muchas veces pidió un “Nuevo New Deal” y en realidad afirma que la clase media de los Estados Unidos ni siquiera existió hasta que el presidente Franklin D. Roosevelt lo creó con sus políticas.

Al leer el discurso “necesitamos” de Stiglitz, está claro que él ve la economía como mecanicista y determinista. El capital tendrá rendimientos crecientes porque, bueno, el capital tiene rendimientos crecientes, lo que significa que, con el tiempo, el capital aumentará los ingresos de sus propietarios y todos los demás se volverán más pobres. De hecho, a medida que se revisa todo el artículo, se puede concluir que cree, como Marx, un sistema de mercado es inestable internamente y que siempre implosionará porque algunas personas verán aumentar sus ingresos, pero solo a expensas de las masas, que verán disminuir sus ingresos.

De hecho, si uno sigue a Stiglitz a sus conclusiones lógicas, debería asumir que la economía de los Estados Unidos es una trampa de explotación y miseria para los trabajadores estadounidenses, ya que trabajan más horas y observan cómo se escapa su nivel de vida. El escribe:

Al igual que Krugman, Stiglitz usa una serie de estadísticas y gráficos para “probar” que, antes de que Ronald Reagan y Margaret Thatcher tomaran el poder, las economías estadounidense y británica estaban integradas en la “igualdad” y la prosperidad. Sin embargo, por alguna razón desconocida, las ideas de mercado libre surgieron repentinamente de la nada para influir en los políticos para crear un nuevo sistema económico que deshiciera la cuidadosa economía estructurada posterior al New Deal que había creado a la clase media estadounidense y los había llevado a la pobreza.

Hay un problema con el análisis de Stiglitz: está equivocado teórica y empíricamente. Primero, la década de 1970 fue una década de inflación y declive económico tanto en los Estados Unidos como en Gran Bretaña. En los EEUU, la economía osciló entre el auge inflacionario (con una inflación que llegó a más del 10 por ciento) y los derrumbes devastadores, incluida la recesión de 1974-75, y en Gran Bretaña, la situación fue aún peor, como se demostró en un broadcast de “60 minutos” “¿Habrá siempre una Inglaterra?” [En Gran Bretaña, los añós 70 terminaron con el llamado ‘winter of discontent’ (invierno del descontento) y solicitudes de financiamiento al FMI].

Lo triste es que Stiglitz está tratando de afirmar que los estadounidenses estaban mejor económicamente en 1980 de lo que están ahora, lo que solo puede significar que cree que los estadounidenses tenían un mejor nivel de vida hace 40 años que hoy. Sin embargo, como señaló Philip Brewer, es fácil confundir algo como la igualdad de ingresos con niveles de vida más altos. La llamada Edad de Oro de la década de 1950 fue una época en que un tercio de los estadounidenses vivían en la pobreza. Escribe Brewer:

En las décadas de 1950 y 1960, un hombre trabajador podía mantener a una familia con un nivel de vida de clase media con un solo ingreso. Podría sorprenderle saber que una persona que trabaja a tiempo completo, incluso con un salario mínimo, aún puede apoyar a una familia de cuatro personas con ese nivel de vida. Hoy en día lo llamamos “vivir en la pobreza”. 

En teoría, Stiglitz sostiene que, con el tiempo, los propietarios del capital y recursos reciben rendimientos crecientes del capital, lo que tiene el efecto de aumentar el ingreso de los propietarios con el tiempo, pero solo a expensas de todos los demás. Por lo tanto, en su opinión, el capital es el culpable, y como una economía acumula cantidades crecientes de capital, la desigualdad de ingresos y la pobreza siguen lógicamente. Él cree que la única forma de revertir esta tendencia es que el estado confisque enormes cantidades de ingresos de los propietarios de capital y recursos y los transfiera a personas de bajos ingresos a través de pagos de asistencia social o la disponibilidad de servicios gubernamentales.

Si Stiglitz tiene razón, sería la primera vez en la historia registrada que la acumulación de capital obtenida a través de un sistema de pérdidas y ganancias sería responsable de disminuir el estándar general de vida en una economía. Además, Stiglitz parece ignorar el rol económico del capital: aumentar la oferta de bienes y servicios en una economía. Al observar solo los ingresos que ganan los propietarios de capital y al no entender la importancia económica real de la acumulación de capital, Stiglitz se queda con la aplicación de un análisis marxista en el que los “ricos” ganan una mayor proporción de ingresos, dejando a todos los demás con una menor participación en los ingresos: el resultado es un “exceso” general de bienes que no se pueden vender, lo que lleva a un número creciente de despidos, desempleo y un colapso económico final. Lo que los economistas de Jean Baptiste le dicen a Ludwig von Mises, y, debo agregar, el registro histórico, han desacreditado sus argumentos para evitar que Stiglitz los repita.

Al publicar su artículo en Scientific American y expresar su análisis en el lenguaje de la ciencia, Stiglitz quiere que creamos que sus puntos de vista son sistemáticos y tienen el aura de la inevitabilidad, como si estuviera describiendo los resultados de la Ley de Gravedad. En realidad, Stiglitz simplemente repite las falacias de Thomas Malthus, Karl Marx y John Maynard Keynes y presenta una visión rígida, mecanicista y absolutamente falsa de cómo funciona una economía.

A lo largo de la historia, hemos visto cómo el socialismo hace retroceder una economía, ya se trate de las prácticas de la antigua USSR, la China de Mao, Cuba y ahora Venezuela. No pudo comprender cómo se derrumbaría el “milagro socialista” de Venezuela, y ahora intelectualmente no puede y no está dispuesto a comprometerse con la verdad de por qué el deterioro de una economía socialista se traduce en riqueza para unos pocos y pobreza real para las masas. En otras palabras, no puede comprender por qué la economía socialista está amañada. Lampadia




Radicales e Inversión

Radicales e Inversión

Camilo Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Las recientes elecciones regionales han dado como resultado la victoria de algunos candidatos que generan profundas incertidumbres para el sector privado. Este ha sido el caso con las victorias de Zenón Cuevas en Moquegua, Walter Aduviri en Puno y Vladimir Cerrón en Junín.

Hay quienes consideran que el preocuparse por estas victorias es un acto de desprecio colonial a los electores y que en verdad al ser estas (Moquegua, Junín y Puno) regiones con pujantes economías informales estas victorias no implican problemas para la inversión privada ni para la sostenibilidad política de un modelo de desarrollo sustentado en el mercado. Un ejemplo de esta postura es el articulo “¡Ay, los cholos antisistema!” de Juan Carlos Tafur[i].

Sin embargo, la victoria de lideres ideológicamente hostiles a la inversión tiene consecuencias políticas y sociales relevantes, mas allá del malestar que podría generar entre las elites limeñas. La victoria de presidentes regionales con ideologías antisistema implica un conjunto de riesgos para las actividades productivas en su región y también para la sostenibilidad del modelo de libre mercado.

Los efectos negativos de la presencia de esas autoridades en gobiernos regionales, provinciales y distritales son diversos. En forma breve podemos mencionar:

  1. Uso de la representatividad del gobierno regional contra proyectos de inversión minera e hidro-energética. Los gobernadores regionales, al ser los representantes electos de la región, asumen un rol de representación política de la población regional. Esta representación les facilita presentarse a los medios e instituciones como canalizadores de la voluntad de la población de su región o provincia.
  2. Soporte logístico con fondos del gobierno regional o provincial para realización de movilizaciones hostiles a los proyectos de inversión.
  3. Contratación masiva de activistas políticos antisistema dentro del gobierno regional o provincial. Es común que incorporen como personal de confianza a activistas políticos radicales que podrán ahora dedicar una mayor parte de su tiempo al activismo político puesto que sus ingresos pasaran a ser cubiertos por la planilla del gobierno regional. Estos activistas, además de ser remunerados en muchas ocasiones, dispondrán del soporte logístico requerido para sus acciones políticas como transporte, hospedaje y locales a ser financiados por el gobierno regional. Esos activistas, al hablar a la población, lo hacen con el título de representantes elegidos y no como simples ciudadanos.
  4. Instrumentalización ideologizada de las instituciones del gobierno regional hacia fines anti inversión. Los gobiernos regionales pueden realizar diversas acciones que brindan soporte discursivo al activismo anti-inversión aun si no tienen carácter mandatorio. Ejemplos de estas medidas son las ordenanzas regionales declarando inviables a proyectos de inversión o generando medidas de ordenamiento territorial que refuerzan sus narrativas y que, de aplicarse paralizarían los proyectos de inversión.
  5. Envía una poderosa señal a los lideres locales. Puesto que esto señala a autoridades y activistas locales que el realizar acciones y asumir posturas radicales hacia las inversiones es una estrategia exitosa de posicionamiento político. Con ello múltiples lideres están incentivados a propiciar la conflictividad puesto que en la misma ven una oportunidad para impulsar sus carreras políticas.

Seria un error homogenizar a estos actores hostiles al mercado tanto Aduviri, como Cuevas o Cerrón, tienen diferencias ideológicas, de praxis y capacidades políticas. Es en función a esas características especificas que se puede hacer un análisis efectivo de las consecuencias de estas victorias electorales.

Para poder visualizar estas características hemos elaborado un cuadro en el que se puede ver la posición de estos tres lideres políticos en un conjunto de características clave.

 Estas son:

  1. Pos-extractivismo: Medida en la cual se tiene una ideología hostil a la extracción de materias primas y se subscribe un ideario de “alternativas” al desarrollo.
  2. Anticapitalismo: Esto es la oposición a un sistema de libre mercado con propiedad privada y apertura a los productos e inversiones extranjeras.
  3. Identitario: Por ello nos referimos la medida en la cual el proyecto político hace uso de un discurso de identidad. El valor ser mayor conforme en mayor medida se posicione en actor político en función a una identidad especifica. En un continuo que va desde una posición internacionalista, a una nacionalista, pasando por un proponer un Estado Plurinacional y terminando con la exaltación a un grupo étnico especifico.
  4. Articulación Nacional: Con ello los referimos al grado en el cual este gobernador electo tiene alianzas con otros actores políticos fuera de su región y dispone de recursos políticos para desplegar un proyecto nacional. La afiliación a un partido nacional o disponer de una inscripción electoral incrementan la Articulación Nacional.
  5. Perturbación Institucional: Por esto no referimos a la medida en la cual este actor político canaliza la disputa política al interior de las instituciones del Estado o muestra una disposición a medias fuera de la misma tales como la movilización callejera o inclusive acciones violentas. El valor de esta variable será mayor conforme se haya visto una mayor disposición del actor a hacer uso de acciones extra institucionales.

En base a estas variables hemos planteado un diagrama que permite observar el perfil político de los 3 gobernadores electos previamente mencionados. Hemos adicionado a Tierra y Libertad, como referencia por ser el más anti-minero de los radicales. Esta gráfica nos permite observar las diferencias existentes entre ellos y no incurrir en el error de definirlos dentro de una categoría homogénea de “radicales”.

Como se puede observar Walter Aduviri, de Puno, destaca por su énfasis en el discurso identitario. Ha pasado del nacionalismo aymara e impulsar la vigencia de un Estado Plurinacional, influenciado probablemente por la experiencia boliviana. También hace referencias frecuentes a la Pachamama lo que le hacer al Pos-extractivismo, pero sin ser un seguidor pleno de esta ideología. Zenón Cuevas, de Moquegua, es cercano al Partido Comunista del Perú “Patria Roja”, lo que trae elementos anti-capitalistas y le brinda cierta articulación nacional. Él ha impulsado movilizaciones en el caso del Moqueguazo, por otro lado, su discurso no apela a un componente identitario ni pos-extractivista. Vladimir Cerrón, de Junín, destaca por su aversión al modelo de desarrollo capitalista, en el que fue bien instruido tras 11 años en la Cuba castrista, posee una inscripción nacional para su partido “Perú Libre”, aunque no ha destacado por impulsar movilizaciones masivas o violentas.

Conocer las semejanzas y diferencias entre estas distintas fuerzas permite predecir su conducta ante tópicos políticos concretos (minería, regionalismo, constitución, uso de violencia, etc.) y facilita el esfuerzo por mitigar las consecuencias desestabilizadoras de su accionar en los próximos años. Lampadia

 




La democracia brasileña en riesgo

La democracia brasileña en riesgo

Parece que la ola populista sigue avanzando, Jair Bolsonaro, el principal candidato presidencial en Brasil, es conocido como el “Donald Trump de Brasil” algo que, lejos de incomodarle, se jacta diciendo que “Trump es un ejemplo para mí”. Jair Bolsonaro es un candidato de extrema derecha que pone en riesgo la democracia en Brasil.

Bolsonaro es un exmilitar de extrema derecha con un discurso machista y antisistema, que promete mano dura contra la inseguridad. Bolsonaro, a quien llaman “el Mito”, hoy por hoy es uno de los políticos más populares en Brasil. Con más de cuatro millones de seguidores en Facebook, a menudo es abordado por sus fans para hacerse “selfies”. Sus opiniones y medidas se confunden con las de su principal asesor económico, Paulo Guedes, educado en la Universidad de Chicago, un bastión de ideas de libre mercado, que favorece la privatización de todas las empresas estatales de Brasil y la simplificación “brutal” de los impuestos.

Pero también se le conoce por sus opiniones “polémicas”. Como cuando afirmó que “la única razón por la que no violó” a una congresista fue “porque ella no se lo merecía” o cuando declaró que la homosexualidad se debe a “no haber recibido suficientes palizas”. Ya antes habíamos anunciado en Lampadia su peligroso ascenso en las encuestas: ¿Del populismo de izquierda al populismo de derecha?.

Ahora, recuperándose en un hospital, después de un atentado contra su vida, el “Trump brasileño” subió cuatro puntos porcentuales en las encuestas. Que un candidato como Bolsonaro haya logrado ascender hasta el primer lugar en las encuestas se explica por el daño que ha causado la recesión provocada por las políticas económicas del PT, que ha fragmentado a un país que podría terminar apoyándolo, especialmente después del ataque que recibió con un cuchillo en una manifestación de campaña.

Y es que el PT, dirigido por Lula, el principal símbolo del populismo latinoamericano moderno, montó un mecanismo muy efectivo de expansión política regional corrupta que ha dejado a Brasil con dos décadas perdidas. Ahora, los países latinoamericanos tardarán muchos años para resolver los problemas generados y pagar los costos en destrucción política, económica e institucional provocada por el PT y Lula en toda la región. Lula, pues ha sido uno de los elementos más perniciosos de la política regional. Gobernó el país durante cuatro períodos, dos directamente y otros dos a través de Dilma Rousseff (quién no pudo terminar el último mandato), y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental. Ver en Lampadia: La peor Red de corrupción latinoamericana.

Como explicamos anteriormente, uno de los factores de la interrupción nuestro desarrollo es producto de los escandalosos niveles de corrupción diseñados y ejecutados por el ‘putch’ imperialista de la izquierda brasileña, comandada por el ‘gran Lula da Silva’ y sus socios del chavismo y del castrismo. Ver en Lampadia: Brasil corrompe política y negocios – Y nosotros disparamos fuera del objetivo.

Bolsonaro representa una nueva marca de populismo en América Latina, una que regresa a sus orígenes populistas en todo el mundo. El ascenso de Bolsonaro debe servir como un recordatorio de que estamos experimentando una crisis de democracia en todo el mundo, una que no se limita al triunfo o al surgimiento de la extrema derecha en Europa.

Brasil, con sus 200 millones de habitantes, a diferencia del Perú, tiene una cierta capacidad de jugar a políticas internas para manejar, o más bien, pretender manejar, su desarrollo. Así lo hizo Lula, que desestabilizó la Iniciativa de las Américas, de mediados de los años 90, optando por una economía cerrada; igual que con la creación del Foro de Sao Paulo, junto con Fidel Castro, optando por un socialismo decimonónico.

Líneas abajo, compartimos un último artículo de The Economist sobre las elecciones brasileñas que, al igual del resto de sus reportes sobre Latinoamérica, está teñido de una visión un poco ‘caviar’; pero que, de todas maneras, nos permite analizar la política brasileña y sus impactos en la región. Lampadia

Ver artículo líneas abajo:

Elecciones presidenciales en Brasil
Jair Bolsonaro, la amenaza más reciente de América Latina

Sería un presidente desastroso

20 de setiembre, 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

“Dios es brasilero”, es un dicho popular que se convirtió en el título de una conocida película. La belleza, la riqueza natural y la música de Brasil a menudo hacen que parezca un país especialmente bendecido. Pero, en estos días, los brasileros deben preguntarse si, al igual que en la película, la deidad se ha ido de vacaciones. Su economía es un desastre, las finanzas públicas están bajo presión y la política está completamente podrida. El crimen callejero también está aumentando. En el ránking de las 20 ciudades más violentas del mundo, siete de ellas son brasileras.

Las elecciones nacionales del próximo mes le dan a Brasil la oportunidad de comenzar de nuevo. Sin embargo, si es que (parece demasiado posible) la victoria es para Jair Bolsonaro, un populista de derecha, corren el riesgo a empeorar las cosas. Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messias, o “Mesías”, promete la salvación; la realidad es que él es una amenaza para Brasil y América Latina.

Bolsonaro es el último de una larga lista de populistas, desde Donald Trump en Estados Unidos, hasta Rodrigo Duterte en Filipinas y una coalición de izquierda-derecha que presenta a Matteo Salvini en Italia. En América Latina, Andrés Manuel López Obrador, un agitador de izquierda, asumirá su cargo en México en diciembre. Bolsonaro sería una adición particularmente desagradable al club. Si ganase, podría poner en riesgo la propia supervivencia de la democracia en el país más grande de América Latina.

Amargura brasileña

Una economía fallida es una y, en Brasil, el fracaso ha sido catastrófico.

  • En la peor recesión de su historia, el PBI per cápita se redujo en un 10% en el período de 2014-16 y aún no se ha recuperado.
  • La tasa de desempleo es de 12%.
  • El olor a conveniencias de élite y corrupción es otro agravio y en Brasil es un gran problema.
  • Las investigaciones conocidas como Lava Jato han desacreditado a toda la clase política.
  • Decenas de políticos están bajo investigación.
  • Michel Temer, que se convirtió en el presidente de Brasil en 2016 después de que su predecesora, Dilma Rousseff, fuera acusada por cargos no relacionados, ha evitado el juicio de la corte suprema solo porque el Congreso votó por perdonarlo. Luiz Inácio Lula da Silva, otro ex presidente, fue encarcelado por corrupción y descalificado para participar en las elecciones.
  • Los brasileños les dicen a los encuestadores que las palabras que mejor resumen a su país son “corrupción”, “vergüenza” y “decepción”.

Bolsonaro ha utilizado su furia de una manera brillante. Hasta antes de los escándalos de Lava Jato, era un congresista de siete períodos del estado de Río de Janeiro. Tiene una larga historia de ser groseramente ofensivo. Dijo que no violaría a una congresista porque era “muy fea”; dijo que preferiría un hijo muerto a uno gay; y sugirió que las personas que viven en asentamientos fundados por esclavos fugados son gordos y perezosos. De alguna manera, esa disposición a romper tabúes se está tomando como evidencia de que él es diferente de los hacks políticos tradicionales en la ciudad capital, Brasilia.

Para los brasileños, desesperados por deshacerse de los políticos corruptos y traficantes de drogas asesinos, Bolsonaro se presenta como un sheriff sensato. Cristiano evangélico, mezcla el conservadurismo social con el liberalismo económico, al cual se ha convertido recientemente. Su principal asesor económico es Paulo Guedes, educado en la Universidad de Chicago, un bastión de ideas de libre mercado. Favorece la privatización de todas las empresas estatales de Brasil y la simplificación “brutal” de los impuestos. Bolsonaro propone recortar el número de ministerios de 29 a 15 y poner a generales a cargo de algunos de ellos.

Su fórmula le está ganando votos de apoyo. Las encuestas le dan el 28% [a la fecha, obtiene 30% según Ipobe y 17 según Folha, y definitivamente ganaría en la segunda vuelta] de los votos y es el claro favorito en la primera ronda de las elecciones del 7 de octubre. Este mes fue apuñalado en el estómago en una manifestación, lo que lo llevó al hospital. Eso solo lo hizo más popular y lo protegió de un examen más minucioso por parte de los medios y sus oponentes. Si se enfrenta a Fernando Haddad, el candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de Lula en la segunda vuelta a fin de mes, muchos votantes de la clase media y alta, que culpan a Lula y al PT por los problemas de Brasil, podrían terminar votando por él.

La tentación de Pinochet

Los votantes no deben ser engañados. Además de su visión social antiliberal, Bolsonaro tiene una preocupante admiración por la dictadura. Dedicó su voto a acusar a Rousseff, la comandante de una unidad responsable de 500 casos de tortura y 40 asesinatos bajo el régimen militar, que gobernó Brasil de 1964 a 1985. El compañero de lista de Bolsonaro es Hamilton Mourão, un general retirado que, el año pasado, mientras vestía uniforme, pensó que el ejército podría intervenir para resolver los problemas de Brasil. La respuesta de Bolsonaro al crimen es, en efecto, matar a más delincuentes, aunque, en 2016, la policía mató a más de 4,000 personas.

América Latina ha experimentado antes con la mezcla de políticas autoritarias y economía liberal. Augusto Pinochet, un brutal gobernante de Chile entre 1973 y 1990, fue asesorado por los “Chicago Boys” del libre mercado. Ayudaron a sentar las bases para la relativa prosperidad de hoy en Chile, pero a un terrible costo humano y social. Los brasileños tienen un fatalismo sobre la corrupción, resumido en la frase “rouba, mas faz” (“roba, pero actúa”). No deberían enamorarse de Bolsonaro, cuya máxima podría ser “torturaron, pero actuaron”. América Latina ha conocido todo tipo de hombres fuertes, la mayoría de ellos terribles. Para pruebas recientes, solo observemos los desastres de Venezuela y Nicaragua.

Bolsonaro podría no ser capaz de convertir su populismo en una dictadura de estilo Pinochet, incluso si quisiera. Pero la democracia de Brasil todavía es joven. Incluso un coqueteo con el autoritarismo es preocupante. Todos los presidentes brasileños necesitan una coalición en el Congreso para aprobar legislación. Bolsonaro tiene pocos amigos políticos. Para gobernar, podría verse obligado a degradar aún más la política, lo que podría allanar el camino para alguien aún peor.

En lugar de caer en las vanas promesas de un político peligroso con la esperanza de que pueda resolver todos sus problemas, los brasileños deberían darse cuenta de que la tarea de sanar su democracia y reformar su economía no será ni fácil ni rápida. Se han logrado algunos avances, como la prohibición de donaciones corporativas a fiestas y la congelación del gasto federal. Se necesitan muchas más reformas. Bolsonaro no es el hombre para lograrlo. Lampadia




En defensa de las ideas de la libertad

Con motivo de su 175 aniversario, The Economist publicó un ensayo titulado “The Economist cumple 175 años: Un manifiesto para renovar el liberalismo”. Su editorial y un importante ensayo evalúan la salud del liberalismo clásico: un compromiso con el respeto cívico universal, los mercados abiertos y la fe en el progreso humano incentivada por el debate y la reforma.

El análisis describe cómo The Economist se ha comprometido con los valores liberales clásicos del siglo XIX desde el principio: “En septiembre de 1843 James Wilson, un fabricante de sombreros de Escocia fundó este periódico. Su propósito era simple: defender el libre comercio, los mercados libres y la gobernanza”.

En el mundo hay pocas publicaciones comprometidas con un conjunto de ideas y que sepan defenderlas en todas circunstancias como The Economist. Para lograrlo y mantenerse como una fuente seria de información, han logrado un esquema editorial muy valioso: saben distinguir opinión, análisis e información, sin perder profundidad en los tres aspectos.

La publicación explica cómo estos valores liberales han ayudado a las sociedades modernas a prosperar: “Las principales causas liberales de libertad individual, libre comercio y libre mercado han sido el motor más poderoso para crear prosperidad en toda la historia. El respeto del liberalismo por diversas opiniones y formas de vida ha reducido lejos de muchos prejuicios: contra las minorías religiosas y étnicas, contra la desigualdad de género y la discriminación”.

Y, sin embargo, el ensayo y el editorial argumentan que, 175 años después de la fundación de The Economist, el liberalismo está en problemas. “Europa y Estados Unidos están sumidos en una rebelión popular contra las elites liberales, que se consideran egoístas e incapaces, o no quieren, resolver los problemas de la gente común”, dice el editorial. “En otras partes, un giro de 25 años hacia la democracia y los mercados abiertos se ha revertido, incluso cuando China, que pronto será la economía más grande del mundo, muestra que las dictaduras pueden prosperar”.

Señalan cómo el liberalismo comenzó como una visión del mundo insatisfecha e inconforme. Sin embargo, en las últimas décadas, a medida que los liberales se han sentido cómodos con el poder, han perdido el hambre de reformas.

En su ensayo se establece cómo debe cambiar el liberalismo. “El contrato social y las normas geopolíticas que sustentan las democracias liberales y el orden mundial que los sustenta no se construyeron para este siglo. La geografía y la tecnología han producido nuevas concentraciones de poder económico. Tanto el mundo desarrollado como el mundo en desarrollo necesitan nuevas ideas para el futuro. La apatía estadounidense y el ascenso de China requieren un replanteamiento del orden mundial, sobre todo para que se preserven los enormes beneficios que ha proporcionado el libre comercio”.

Tanto el editorial como el ensayo terminan con un llamado a la acción. Los valores liberales que The Economist ha defendido durante mucho tiempo siguen siendo el mejor camino hacia la prosperidad y la libertad en el siglo XXI. Los liberales necesitan salirse de su zona de confort y redescubrir sus ganas de reformar.

El ensayo de The Economist es parte de la iniciativa de The Economist’s Open Future que anunciamos hace varios meses en Lampadia: La batalla por el mejor espacio para la prosperidad, donde celebramos esta iniciativa editorial que tiene como objetivo rediseñar el argumento de los principios fundacionales de The Economist del liberalismo británico clásico que están siendo desafiados desde la derecha y la izquierda, en el actual clima político de populismo y autoritarismo.

Y es que nuestra misión en Lampadia es defender la economía de mercado, la inversión privada, el desarrollo y la modernidad, además promovemos el Estado de Derecho y la meritocracia en el Estado. Por lo tanto, apoyamos e incentivamos campañas como estas porque creemos que es fundamental para recuperar un espacio que fomente e incentive el libre comercio y la globalización como el espacio fundamental para generar prosperidad.

Líneas abajo compartimos la editorial de The Economist:

The Economist cumple 175 años
Un manifiesto para renovar el liberalismo

El éxito convirtió a los liberales en una elite complaciente. Necesitan reavivar su deseo de radicalismo

13 de setiembre, 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

El liberalismo creó el mundo moderno, pero el mundo moderno se está poniendo en contra. Europa y EEUU están sumidas en una rebelión popular contra las elites liberales, a quienes se les consideran interesadas, incapaces o no dispuestas a resolver los problemas de la gente común. En muchos lugares, un camino de 25 años hacia la libertad y los mercados abiertos ha dado un giro inesperado y se ha revertido, incluso cuando China, que pronto será la economía más grande del mundo, demuestra que las dictaduras también pueden prosperar.

Para The Economist esto es profundamente preocupante. Fuimos creados hace 175 años para hacer campaña por el liberalismo, no el “progresismo” izquierdista de los campus universitarios estadounidenses o el “ultraliberalismo” justificado por los comentaristas franceses, sino un compromiso universal con la dignidad individual, mercados abiertos, gobierno limitado y una fe en el progreso humano inducido por debates y reformas.

Nuestros fundadores se sorprenderían de cómo la vida de hoy se compara con la pobreza y la miseria de la década de 1840.

  • La esperanza de vida mundial en los últimos 175 años ha aumentado de poco menos de 30 años a más de 70 años.
  • La proporción de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza extrema ha disminuido de 80% a 8% y el número absoluto se ha reducido a la mitad, incluso considerando que el número de vidas por encima de la línea de pobreza extrema ha aumentado de aproximadamente 100 millones a más de 6,500 millones.
  • Las tasas de alfabetización han aumentado más de cinco veces, a más del 80%.
  • Los derechos civiles y el estado de derecho son incomparablemente más sólidos que hace unas pocas décadas.
  • En muchos países, las personas ahora son libres de elegir cómo vivir y con quién.

Todo esto no es solo el trabajo de los liberales, obviamente. Pero a medida que el fascismo, el comunismo y la autarquía fracasaron en el transcurso de los siglos XIX y XX, las sociedades liberales han prosperado. De un modo u otro, la democracia liberal llegó a dominar Occidente y desde allí comenzó a extenderse por todo el mundo.

Laureles, pero sin descanso

Sin embargo, las filosofías políticas no pueden vivir basadas en sus glorias pasadas: también deben prometer un mejor futuro. Y, aquí, la democracia liberal enfrenta un desafío inminente. Los votantes occidentales han comenzado a dudar si es que el sistema funciona para ellos o si es justo en primer lugar. En las encuestas del año pasado, solo el 36% de los alemanes, el 24% de los canadienses y el 9% de los franceses pensaban que la próxima generación estaría mejor que sus padres. Solo un tercio de los estadounidenses menores de 35 años afirmaron que es vital que vivan en una democracia; la participación de ciudadanos que recibiría con beneplácito el gobierno militar creció de 7% en 1995 a 18% el año pasado. A nivel mundial, según Freedom House, una ONG, las libertades civiles y los derechos políticos han disminuido en los últimos 12 años: en 2017, 71 países perdieron terreno, mientras que solo 35 lograron avances.

Contra esta corriente, The Economist todavía cree en el poder de la idea liberal. En los últimos seis meses, hemos celebrado nuestro 175 aniversario con artículos, debates, podcasts y videos que exploran cómo responder a las críticas del liberalismo. En esta ocasión, publicamos un ensayo (ver su índice líneas abajo), que es un manifiesto para un renacimiento liberal: un liberalismo para el pueblo.

Nuestro ensayo establece cómo el estado puede trabajar más en pro de los ciudadanos mediante las reformas en impuestos, bienestar, educación e inmigración. La economía debe ser liberada del creciente poder de los monopolios corporativos y las restricciones de planificación que excluyen a las personas de las ciudades más prósperas. E instamos a Occidente a apuntalar el orden mundial liberal a través de un poder militar mejorado y alianzas revigorizadas.

Todas estas políticas están diseñadas para lidiar con el problema central del liberalismo. En su momento de triunfo después del colapso de la Unión Soviética, perdió de vista sus propios valores esenciales. Es con ellos que debe comenzar el renacimiento liberal.

El liberalismo surgió a fines del siglo XVIII como respuesta a la agitación provocada por la independencia de EEUU, la revolución en Francia y la transformación de la industria y el comercio. Los revolucionarios insisten en que, para construir un mundo mejor, primero tienes que aplastar al que está frente a ti. Por el contrario, los conservadores desconfían de todas las pretensiones revolucionarias de la verdad universal. Buscan preservar lo que es mejor en la sociedad manejando el cambio, usualmente bajo una clase dominante o un líder autoritario que “sabe más que el resto”.

Un motor de cambio

Los verdaderos liberales sostienen que las sociedades pueden cambiar gradualmente para mejor y de abajo hacia arriba.

  • Difieren de los revolucionarios porque rechazan la idea de que los individuos deben ser obligados a aceptar las creencias de los demás.
  • Difieren de los conservadores porque afirman que la aristocracia y la jerarquía (de hecho, todas las concentraciones de poder) tienden a convertirse en fuentes de opresión.

Entonces, el liberalismo comenzó como una visión del mundo llena de inconformismo y agitación. Sin embargo, en las últimas décadas, los liberales se han sentido demasiado cómodos con el poder. Como resultado, han perdido su hambre de reformas. La élite liberal gobernante se dice a sí misma que preside una meritocracia saludable y que se han ganado sus privilegios. La realidad no es tan clara.

En el mejor de los casos, el espíritu competitivo de la meritocracia ha creado una prosperidad extraordinaria y una gran cantidad de nuevas ideas. En nombre de la eficiencia y la libertad económica, los gobiernos han abierto los mercados a la competencia. La raza, el género y la sexualidad son cada vez menos una barrera para el avance. La globalización ha sacado a cientos de millones de personas en los mercados emergentes de la pobreza.

Sin embargo, los gobernantes liberales, a menudo se han protegido de los vientos de la destrucción creativa.

  • Las profesiones ‘más seguras’ como el derecho están protegidas por regulaciones fatuas.
  • Los profesores universitarios disfrutan de la propiedad de cátedra incluso mientras predican las virtudes de la sociedad abierta.
  • Los financieros se salvaron de lo peor de la crisis financiera cuando sus empleadores fueron rescatados con dinero de los contribuyentes.
  • La globalización estaba destinada a crear ganancias suficientes para ayudar a los perdedores, pero muy pocos de ellos han visto las recompensas.

De muchas maneras, la meritocracia liberal es cerrada y autosuficiente. Un estudio reciente descubrió que, enntre 1999-2013, las universidades más prestigiosas de Estados Unidos admitieron a más estudiantes del 1% de hogares con más altos ingresos que del 50% inferior. En 1980-2015, las tasas universitarias en Estados Unidos aumentaron 17 veces más rápido que los ingresos medios. Las 50 áreas urbanas más grandes contienen el 7% de la población mundial y producen el 40% de su output. Pero las restricciones de planificación aislaron a muchos, especialmente a los jóvenes.

Los gobernantes liberales se han involucrado tanto en preservar el statu quo que se han olvidado de cómo es el radicalismo. Recordemos cómo, en su campaña para convertirse en presidenta de Estados Unidos, Hillary Clinton ocultó su falta de grandes ideas detrás de una lluvia de ideas pequeñas. Los candidatos para convertirse en el líder del Partido Laborista en Gran Bretaña en 2015 perdieron contra Jeremy Corbyn, no porque sea un deslumbrante talento político sino porque los demás eran indistinguibles. Los tecnócratas liberales idean interminables e ingeniosas soluciones políticas, pero permanecen visiblemente distantes de las personas a las que se supone deben ayudar. Esto crea dos clases: los que toman acción y los que deberían, los pensadores y las personas en las que deberíamos pensar, los formuladores de políticas y los que las acatan.

Los fundamentos de la libertad

Los liberales han olvidado que su idea fundacional es el respeto cívico por todos. Nuestro editorial centenario, escrito en 1943 mientras que aumentaba la guerra contra el fascismo, estableció esto en dos principios complementarios.

  • El primero es la libertad: que “no solo es justo y sabio, sino también rentable… dejar que las personas hagan lo que quieren”.
  • El segundo es el interés común: “la sociedad humana… puede ser una asociación para el bienestar de todos”.

La meritocracia liberal de hoy se siente incómoda con esa definición inclusiva de libertad. La clase dominante vive en una burbuja. Van a las mismas universidades, se casan, viven en las mismas calles y trabajan en las mismas oficinas. Alejados del poder, se espera que la mayoría de la gente se contente con la creciente prosperidad material. Sin embargo, en medio del estancamiento de la productividad y la austeridad fiscal que siguió a la crisis financiera de 2008, incluso esta promesa se ha roto.

Esa es una de las razones por las cuales se está desgastando la lealtad a los principales partidos políticos. Los conservadores británicos, quizás el partido más exitoso de la historia, ahora recauda más dinero de las voluntades de los muertos que de los regalos de los vivos. En la primera elección en la Alemania unificada, en 1990, los partidos tradicionales ganaron más del 80% de los votos; la última encuesta les da solo un 45%, en comparación con un total de 41.5% para la extrema derecha, la extrema izquierda y los Greens.

En cambio, las personas se están moviendo hacia identidades grupales definidas por raza, religión o sexualidad. Como resultado, ese segundo principio, el interés común, se ha fragmentado. La política de identidad es una respuesta válida a la discriminación, pero, a medida que las identidades se multiplican, la política de cada grupo colisiona con la política de todos los demás. En lugar de generar compromisos útiles, el debate se convierte en un ejercicio de indignación tribal. Los líderes de la derecha, en particular, explotan la inseguridad engendrada por la inmigración como una forma de aumentar votos. Y usan argumentos presumidos de izquierda como la corrección política para alimentar la sensación de desprecio de sus votantes. El resultado es una grave polarización. A veces eso lleva a la parálisis, a veces a la tiranía. En el peor de los casos, envalentona a los autoritarios de extrema derecha.

Los liberales también están perdiendo el argumento en la geopolítica. El liberalismo se extendió en los siglos XIX y XX en el contexto de la hegemonía naval británica y, más tarde, del ascenso económico y militar de Estados Unidos. Hoy, en cambio, la retirada de la democracia liberal está teniendo lugar mientras Rusia busca ser el saboteador y China afirma su creciente poder global. Sin embargo, en lugar de defender el sistema de alianzas e instituciones liberales que crearon después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos ha estado descuidándolo, e incluso, bajo el presidente Donald Trump, atacándolo.

Este impulso de retroceder se basa en una idea errónea. Como señala el historiador Robert Kagan, Estados Unidos no pasó del aislacionismo entre guerras al compromiso de la posguerra para contener a la Unión Soviética, como a menudo se supone. En realidad, después de haber visto cómo el caos de los años veinte y treinta engendró el fascismo y el bolchevismo, sus hombres de Estado de la posguerra concluyeron que un mundo sin líderes era una amenaza. En palabras de Dean Acheson, un secretario de Estado, Estados Unidos ya no podía sentarse “en el salón con una escopeta cargada esperando”.

De ello se desprende que la implosión de la Unión Soviética en 1991 no hizo que, de repente, EEUU sea seguro. Si las ideas liberales no apuntalan el mundo, la geopolítica corre el riesgo de convertirse en la lucha de equilibrio de poder o una esfera de lucha de influencias como con la que enfrentaron los estadistas europeos en el siglo XIX. Eso culminó en los fangosos campos de batalla de Flandes. Incluso si la paz de hoy se mantiene, el liberalismo sufrirá a medida que los crecientes temores de enemigos extranjeros lleven a la gente a los brazos de populistas.

Es el momento de una reinvención liberal. Los liberales necesitan pasar menos tiempo descartando a sus críticos como tontos e intolerantes y más arreglando lo que está mal. El verdadero espíritu del liberalismo no es auto-conservador, sino radical y disruptivo. The Economist se fundó para hacer campaña por la derogación de las Leyes de Maíz, que aplicaban impuestos a las importaciones de grano en la Gran Bretaña victoriana. Hoy eso suena cómicamente de pequeño calibre. Pero en la década de 1840, el 60% de los ingresos de los trabajadores de las fábricas se destinaban a la alimentación, un tercio de los cuales se destinaban al pan. Fuimos creados para tomar la parte de los pobres en contra de la nobleza que cultiva maíz. Hoy, en esa misma visión, los liberales deben ponerse de parte de un precariado que lucha contra los patricios.

Los liberales deben enfrentar los desafíos de hoy con vigor. Si prevalecen, será porque sus ideas no tienen igual por su capacidad de difundir la libertad y la prosperidad.

  • Deben redescubrir su creencia en la dignidad individual y la autosuficiencia, poniendo freno a sus propios privilegios.
  • Deben dejar de burlarse del nacionalismo, sino reclamarlo por sí mismos y llenarlo con su propia marca de orgullo cívico inclusivo.
  • En lugar de otorgar poder en ministerios centralizados y tecnocracias irresponsables, deberían delegarlo en regiones y municipios.
  • En lugar de tratar a la geopolítica como una lucha de suma cero entre las grandes potencias, Estados Unidos debe recurrir a la tríada auto-reforzada de su poderío militar, sus valores y sus aliados.

Los mejores liberales siempre han sido pragmáticos y adaptables. Antes de la primera guerra mundial, Theodore Roosevelt se enfrentó a los barones-ladrones que dirigían los grandes monopolios de Estados Unidos. Aunque muchos de los primeros liberales temieron el dominio de la mafia, adoptaron la democracia. Después de la Depresión en la década de 1930, reconocieron que el gobierno tiene un rol limitado en la gestión de la economía. En parte con el fin de eliminar el fascismo y el comunismo después de la segunda guerra mundial, los liberales diseñaron el estado de bienestar.

Los liberales deben enfrentar los desafíos de hoy con el mismo vigor. Si prevalecen, será porque sus ideas no tienen rival por su capacidad de diseminar la libertad y la prosperidad. Los liberales deben tomar las críticas y darle la bienvenida al debate como una fuente del nuevo pensamiento que reavivará su movimiento. Deben ser audaces e impacientes por las reformas. Los jóvenes, especialmente, tienen todo un mundo que exigir.

Cuando The Economist se fundó hace 175 años, nuestro primer editor, James Wilson, prometió “una severa contienda entre la inteligencia, que apunta adelante, y una ignorancia tímida y sin valor que obstaculiza nuestro progreso”. Renovamos nuestro compromiso con esa promesa. Y les pedimos a los liberales de todo el mundo que se unan a nosotros.

Componentes de manifiesto de The Economist

  1. Reinventando el liberalismo para el siglo XXI
  2. Mercados libres y más

  3. Inmigración en sociedades abiertas
  4. El nuevo contrato social

  5. Un orden mundial liberal por el que pelear
  6. Una llamada a las armas

Lampadia




¿Quiénes son los Hortelanos y los Republicanos en el Perú?

Deja mucho que desear que autos proclamados intelectuales y politólogos planteen falsas dicotomías para generar argumentos efectistas y populistas.

Camilo Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

“Desde que la democracia volvió al Perú en el 2000, solo hemos tenido dos proyectos políticos. Por proyecto político aludo a un horizonte programático claro para el país, abiertamente defendido desde el poder. Uno es el republicanismo que promovió Valentín Paniagua en su breve gobierno de transición; el otro, el hortelanismo modernizador que encontró en Alan García su articulador más fino. No hay más. […] Es decir, el hortelanismo, con el apoyo entusiasta de nuestros líderes políticos, tecnocráticos, empresariales y opinantes, ofreció riqueza sin ley. Y eso logramos. Estamos cosechando lo que sembramos.”
Alberto Vergara en “¿Hortelanos o republicanos?”.

La propagación de audios que visibilizan el profundo grado de corrupción y tráfico de influencias imperante en el poder judicial ha generado un clima político con sentido de urgencia en la sociedad respecto a la necesidad de reformar los poderes del Estado. Junto con ello, se ha producido un mayor interés entre líderes de opinión intelectuales y comunicadores respecto al porqué del precario desarrollo institucional del país.

En un sector de la intelectualidad y líderes de opinión se pretende vender la idea según la cual, en el Perú, las elites se han preocupado por mantener el libre mercado y la confianza de los inversionistas a consta del desarrollo institucional.

  • Se afirma que las políticas públicas del Perú en buena medida han sido determinadas por una elite económica únicamente preocupada por la defensa del modelo de libre mercado y que ha desatendido profundamente el desarrollo institucional.
  • Esta elite tendría como representación de su ideología el artículo “El Perro del Hortelano” de Alan García[1].
  • Según esa corriente intelectual, sectores conservadores se opondrían a reformas institucionales claves para la sociedad por temor a que las perturbaciones que se derivaran de estas pudieran afectar la calidad del ambiente de negocios.
  • Frente a estos sectores conservadores “hortelanistas” se encontraría un sector “Republicano” que si bien busca mantener los pilares básicos del modelo de mercado sí se encontraría dispuesto a llevar a cabo reformas institucionalistas y que es impulsado en mayor medida por valores que por sus intereses económicos.
  • La tragedia del Perú actual consistiría en lo infructuoso de los triunfos electorales del sector “Republicano”.
  • Estos triunfos se manifestarían en las dos derrotas en segunda vuelta de Keiko Fujimori en las que los sectores ciudadanos preocupados por la honestidad y vigencia de la democracia fueron decisivos.
  • Un artículo representativo de esta visión es el artículo de Alberto Vergara “¿Hortelanos o republicanos?”[2].

Esta es, a primera vista, una narrativa atractiva, en especial si uno es un líder opinión o intelectual, de izquierda o centro izquierda. Encaja con las actitudes anti empresariales de dichos sectores en los que una supuesta clase dominante necesita de instituciones injustas para poder sostener su aprovechamiento sobre el resto de la sociedad. No obstante, pese a su atractivo emocional la evidencia no sostiene varias de las creencias en que se basa este relato.

En este texto, cuestionamos dos puntos de esta narrativa.

  • Por un lado, la existencia de una disyuntiva entre profundización del modelo de mercado y desarrollo institucional.
  • Por otro la existencia misma de un sector “Republicano” con el interés, el enfoque y la capacidad para generar mejoras sostenidas en la institucionalidad peruana.

Para ello hacemos uso de estadísticas[3] respecto a nivel de desarrollo institucional acopiadas por el Banco Mundial dentro del programa ‘World Governance Indicators’. En este programa se agregan diversos indicadores de calidad de institucional. Los aspectos a ser monitoreados son los siguientes:

  • Expresión y Rendición de Cuentas (VA)
  • Estabilidad Política y Ausencia de Violencia/Terrorismo (PS)
  • Efectividad del Gobierno (GE)
  • Calidad Regulatoria (RQ)
  • Imperio de la Ley (RL)
  • Control de la Corrupción (CC).

Estos indicadores son mostrados mediante percentiles, así cuando un país se encuentra en el percentil 70% en Efectividad de Gobierno, ello significa que el 70% de los países están por debajo del país mencionado en este indicador. Ello significa que a mayor valor del percentil mayor desarrollo institucional tendrá el país. Se hace uso de percentiles para que así sea posible agregar diversos indicadores ubicados en múltiples escalas.

A esta información de institucionalidad le hemos agregado el indicador de Libertad Económica del Cato Institute (EF), ello con el fin de ver la relación existente entre libre mercado y desarrollo institucional. Para los últimos gobiernos hemos dado los valores para cada uno de estos aspectos al final de su mandato.

Se puede observar que la entrada de Paniagua generó un cambio claro hacia un régimen con mayor libertad de expresión y rendición de cuentas como lo manifiesta el incremento en el valor de VA (17.91), también se dio una mejora significativa, aunque no tan alta en el Imperio de la Ley (8.91). Es digno de mención lo elevado, relativamente, de los niveles de Efectividad de Gobierno durante la época de Fujimori, lo cual explicaría en parte la importancia política del fujimorismo después del año 2000. También es notable que el gobierno del “mal menor” de Ollanta Humala muestre indicadores de corrupción más elevados que aquellos de Fujimori al final de su régimen. Es llamativo, también, que la Libertad Económica no haya tenido fluctuaciones muy abruptas a lo largo del tiempo, aunque las opciones apoyadas por la derecha tienden a mostrar niveles más altos que aquellos apoyados por la izquierda, lo que muestra cierto nivel de coherencia ideológica entre las políticas públicas y el alineamiento de las fuerzas políticas. De ahí que, a pesar de lo que se diga en muchas ocasiones, la ideología del gobernante sí importa, en cierta medida, para las políticas económicas en el Perú.

Esta tabla nos señala los cambios en los indicadores de institucionalidad en comparación a los gobernantes previos. Alberto Fujimori ha sido retirado de la muestra puesto que no existen indicadores previos a su gobierno a los cuales referirse. También se ha generado un indicador de “Efecto Institucional Neto” que refleja la suma de los cambios en los diversos indicadores durante el periodo.

Los resultados entran en claro contraste con las teorías de Vergara y las impresiones de múltiples líderes de opinión de izquierda. El gobierno, “Hortelanista” por excelencia de Alan García resultó ser aquel en que más mejoro la Libertad Económica (EF), lo que es coincidente con su imagen de derechista. Sin embargo, resultó también ser aquel en la que los indicadores en gobernanza tuvieron una mayor mejora en promedio, es decir aquel del que hay mayor evidencia de un progreso institucional (Efecto Institucional Neto). En el campo de la corrupción, si bien con los niveles altos de corrupción históricos del Perú, el gobierno de García mostro avances anticorrupción muy cercanos a los de Paniagua. A su vez los gobiernos electos en coaliciones políticas de calificados de “Republicanos” como Toledo y Humala mostraron retrocesos en los niveles de CC. El caso de Humala es llamativo puesto que llevo los indicadores de Control de Corrupción a los niveles más bajos alguna vez medidos y se dio un deterioro mayor que todos los avances registrados desde la caída de Fujimori.

Un análisis de correlación entre el indicador de Libertad Económica y el Efecto Institucional Neto muestra que el caso peruano no existe una correlación significativa con Control de la Corrupción (CC), el Imperio de la Ley (RL) o la Estabilidad Política (PS). Estos aspectos de la calidad institucional de un país parecen ser independientes de que tan a favor del libre mercado sea el Perú.

Los únicos casos en los que se encuentran niveles de asociación relevantes positivos es en el caso de Rendición de Cuentas (VA), Efectividad de Gobierno (GE) y Calidad Regulatoria (RQ). Es decir, en el Perú, la libertad económica se encuentra asociada a mejoras a los indicadores de calidad institucional o no tiene relación respecto a ellos.

Se puede considerar que la data peruana no es suficiente para arribar a conclusiones definitivas. Sin embargo, es mejor fundamentar posiciones respecto a algún grado de evidencia que respecto a antipatías o simpatías políticas, por más populares que sean en un determinado sector social.

Queda bastante claro, por la información mostrada, que no existe un sector “Republicano” que haya sido capaz de ejecutar reformas anti corrupción efectivas. En todo caso creer que entregar el control de la reforma judicial a sectores que se proclaman abanderados de la anticorrupción llevaría a resultados positivos es algo que choca contra la experiencia.

La evidencia mostrada parece indicar que cuando los sectores asociados al término “caviar” detentan un mayor control sobre las instituciones lo que se da es un retroceso en la capacidad de la sociedad para controlar la corrupción. Además, la Efectividad del Gobierno, imprescindible para una redistribución social efectiva, también se ve socavada. Además, las mejoras dadas durante el gobierno de Paniagua no se deberían a la existencia de acciones de un sector “Republicano” con “horizonte programático” sino seria resultado natural de la reinstauración del equilibrio de poderes tras la salida de un régimen autoritario y con corrupción generalizada, algo que se hubiera dado bajo casi cualquier gobernante en transición.

Sin embargo, hay quienes han estudiado, mediante métodos estadísticos solidos, la relación entre corrupción, crecimiento económico y libre mercado. Y las conclusiones de sus estudios no concuerdan con las premisas que han encontrado una voz florida en Vergara.

En el artículo “¿Hortelanos o republicanos?” el autor afirma: “Entonces, ¿por qué en estas últimas dos décadas hemos crecido económicamente mientras la vida pública se pudre por los cuatro costados? Porque como mandaba el catecismo, la inversión era “lo único” que nos haría progresar. Por gracia divina modernizadora, ella se convertiría en mejores instituciones. O, como repetía Jaime de Althaus en su libro del 2011 (¡citando a un marxista!): Sin burguesía no hay democracia. Ese es el corazón del mito hortelano.”

Pero resulta que hay evidencia de que el crecimiento económico sí genera, por si mismo, un mejor control de la corrupción.

  • En un estudio[4] titulado “El Crecimiento Económico Reduce la Corrupción?” se muestra como el crecimiento causa una reducción en el porcentaje que los sobornos representan de los ingresos las empresas.
  • Así mismo, en “Las Reformas de Mercado Brindan a las Reformas Anticorrupción una Mayor Fuerza: La Evidencia China”[5], se señala que la liberalización económica genera un incremento en los sectores de la elite deseosos de reformas anticorrupción.

Los estudios citados concluyen que el liberalismo económico genera una correlación de fuerzas sociales y políticas más hostiles a la corrupción.

Esto no implica que no habría que luchar contra la corrupción y que la misma no sea una tara para el desarrollo social y económico del país. Pero lo que queremos afirmar es que no existe una disyuntiva entre desarrollo institucional y liberalismo económico y que inclusive la evidencia señala que de darse una asociación esta seria de signo contrario.
En los años 80s la inestabilidad macroeconómica y el fenómeno terrorista impulsaron por parte de la sociedad la generación de reformas y propuestas respecto a cómo responder a semejantes desafíos. De las reacciones de la sociedad a esos dos fenómenos, influenció la naturaleza de las respuestas en políticas públicas que posteriormente se implantaron y que dinamizaron la economía del Perú y la expansión de la clase media.

El reto que enfrenta el Perú actual es la construcción de instituciones políticas sólidas que no se dediquen a utilizar el poder el Estado para canalizar riqueza a actores privados y a grupos privilegiados de la burocracia. De las ideas predominantes en la sociedad al momento de realizar las reformas dependerá el tipo de instituciones que definirán por décadas el tipo de proceso de desarrollo que seguirá el país. Por ello es necesario que las ideas al respecto se fundamenten en evidencias y no en las antipatías y simpatías políticas. Lampadia

 

[4] Bai, Jie, Seema Jayachandran, Edmund J Malesky, and Benjamin A Olken (2013), “Does Economic Growth Reduce Corruption? Theory and Evidence from Vietnam.” National Bureau of Economic Research Working Paper 19483.




¿Una Cuba reformada o reempaquetada?

La Cuba socialista está planeando una serie de cambios que ellos afirman son “potencialmente trascendentales”, con una nueva constitución establecida para reconocer el libre mercado y la propiedad privada, mientras divide los poderes políticos entre un presidente y un primer ministro. Pero, cabe la duda de si es verdad todos estos cambios y cuáles serán sus límites.

En una reforma de la constitución de 1976, se afirma que los medios fundamentales de producción seguirán bajo control central, pero la inversión extranjera será reconocida como un estímulo importante para el desarrollo, según un informe del periódico Granma. Sin embargo, se aclara que el Partido Comunista seguirá siendo “la fuerza líder superior de la sociedad y del estado” y no dice nada sobre cómo funcionará el cargo de primer ministro o quién lo ocupará.

El ex gobernante cubano Raúl Castro, el gobernante Miguel Díaz-Canel y el segundo secretario del gobernante Partido
Comunista de Cuba, José Ramón Machado Ventura, en la plenaria del primer período ordinario de sesiones de la IX
Legislatura de la Asamblea Nacional el sábado 21 de julio de 2018, en La Habana (Cuba).

Fuente: EFE

La verdad es la nueva Constitución no es más que un engaño, pues reafirma “el papel rector del Partido Comunista de Cuba como fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”. Como afirma Ian Vásquez en Reforma constitucional cubana, ja, ja, ja, “De ninguna manera se abandona el modelo. Lo que importa es la política del régimen y eso no ha cambiado. Siempre ha hecho lo menos posible en términos de reforma para poder mantener el control. Mientras que dice asegurar un papel al mercado, por ejemplo, el régimen ha restringido todavía más al ya pequeño sector privado. Recientemente, anunció más impuestos y regulaciones, la reducción de actividades en las que puede participar el sector privado y la limitación a solo un negocio por empresario.”

El sector privado

El proyecto de Constitución “añade el reconocimiento del papel del mercado y de nuevas formas de propiedad, entre ellas la privada”, señaló un resumen del texto publicado en el diario oficial Granma. Ello permitirá la legalización de la pequeña y mediana empresa. Asimismo, agregó, admite “la importancia de la inversión extranjera para el desarrollo económico del país”.

La autorización para que las personas trabajen en el sector privado fue una medida que casi fue suspendida. Ahora se va a reanudar, pero bajo estrictas regulaciones que parecen enfocarse más en controlar y restringir el sector privado emergente que en estimular la inversión y la creación de empleos, más preocupados por limitar la acumulación de riqueza que por aliviar la pobreza.

El pequeño sector privado de la isla ahora emplea a aproximadamente el 13 % de la fuerza laboral cubana. El sector privado creció dramáticamente en los últimos años, para incluir a casi 600,000 propietarios y empleados por cifras oficiales, con muchos cubanos más emprendedores trabajando informalmente.

Los nuevos controles requerirán que los dueños de negocios utilicen una cuenta bancaria para registrar todas las operaciones, pagar impuestos y demostrar que sus suministros se obtienen legalmente. Además, las licencias comerciales están limitadas a una por persona, para evitar la acumulación de riqueza personal, todo parte de planes para “actualizar” el modelo económico de la isla.

En contraste, el sector estatal se estancó y se descapitalizó aún más. De hecho, muchas empresas privadas comenzaron a competir con éxito contra entidades estatales, especialmente en restaurantes, bares y discotecas, hoteles, construcción y transporte. Los salarios pagados por las empresas privadas rentables a menudo superaban los salarios pagados a funcionarios del gobierno.

Las extensas regulaciones que entran en vigencia en diciembre son excesivamente burocráticas. Aprovechando una multitud de ministerios, los comités interinstitucionales nacionales, provinciales y municipales ahora estarán facultados para autorizar, inspeccionar e informar periódicamente a las empresas privadas bajo sus jurisdicciones. Las regulaciones están repletas de requisitos de rendimiento asombrosamente específicos e innumerables infracciones legales que parecen diseñadas para permitir a los funcionarios del gobierno una amplia discriminación para imponer fuertes multas (o extorsionar sobornos), suspender licencias e incluso apoderarse de propiedades.

Según unos informes de McKinsey, algunas de estas regulaciones son:

  • Las guarderías deben asignar al menos dos metros cuadrados por niño, no tener más de seis niños por asistente
  • Los taxistas privados deben documentar que están comprando combustible en las gasolineras del gobierno, en lugar de comprar en el mercado negro.
  • Los funcionarios locales pueden denegar nuevas licencias basadas en “análisis previos”, incluso si el plan de negocios propuesto cumple con todas las especificaciones y pueden fijar los precios “cuando las condiciones lo justifiquen”.

Las regulaciones podrían ayudar a proteger a las empresas estatales de la competencia privada no deseada. Las autoridades cubanas han manifestado reiteradamente su interés en atraer inversión extranjera para compensar los cada vez menores ahorros internos. Sin embargo, es probable que los inversionistas extranjeros consideren que estas nuevas reglamentaciones son indicativas de una hostilidad hacia la empresa privada en general. Los inversionistas extranjeros también notarán que el gobierno cubano es bastante capaz de alterar precipitadamente las reglas del juego.

Las nuevas regulaciones dejan una cosa muy clara: el gobierno cubano, las empresas estatales y el gobernante Partido Comunista de Cuba no quieren arriesgarse a una competencia mayor para sus propios intereses. Lampadia




El Estado del Bienestar necesita modernizarse

El mundo ha evolucionado de manera drástica en las últimas décadas. Los cambios económicos y sociales impulsados por las nuevas tecnologías, el comercio, la demografía o la migración influyen en los resultados de las políticas públicas, incluidas las que afectan a la relación de los estados con sus poblaciones y los servicios públicos, que deben adaptarse a esas evoluciones ajustando sus políticas e innovando nuevas formas de lograr los objetivos.

La economía de bienestar es conocida como un enfoque de izquierda, pero, en realidad, nació gracias al liberalismo clásico en el Reino Unido. El objetivo era brindar seguridad a las personas para que puedan seguir la vida que eligieron. Como afirma The Economist, “Los reformadores liberales creían que, al asegurar a las personas contra algunos riesgos de ‘destrucción creativa’ o externalidades, los estados de bienestar reforzarían el apoyo democrático al libre mercado”.

Hoy hay muchas variedades de estados de bienestar. Líneas abajo presentamos el artículo líder de The Economist al respecto, y en el siguiente enlace, el análisis en profundidad de la revista: “El ‘estado de bienestar’ necesita una actualización”. Ambos  nos explican las connotaciones actuales en las sociedades modernas. Un tema clave es la relación o balance entre el gasto en bienestar y con la reducción de la pobreza y los incentivos para el trabajo, ‘el trilema’. A medida que los países se vuelven más ricos, el gasto público aumenta como porcentaje del PBI, pero no necesariamente la perc epción de sus beneficios, como se puede ver líneas abajo:

La verdad es que el gasto en “protección social” (pensiones, prestaciones y similares) en el club de países de la OCDE ha aumentado del 5% en la década de 1960 al 15% en 1980 al 21% en 2016.

En definitiva, en relación al Estado del Bienestar se necesita una modernización y adaptación de las ideas socialdemócratas, que vaya más allá del mantenimiento del nivel de gasto público, y se enfoque mucho más en la calidad, progresividad e impacto del mismo. En este sentido, las reformas adoptadas por los países escandinavos pueden servir de guía para marcar el camino.

Para entender más el tema, compartimos líneas abajo otro artículo de The Economist:

Regresando a lo básico
El capitalismo necesita un ‘estado de bienestar’ para sobrevivir

Pero el ‘bienestar’ debe reformarse para enfrentar el envejecimiento y la inmigración

The Economist
12 de julio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

En las mitologías de izquierda y derecha, el ‘estado de bienestar’ es creado por el socialismo. Sin embargo, la tradición intelectual que más lo ha alimentado es el liberalismo. El arquitecto de su versión británica, William Beveridge, no quería usar el poder del estado por sí mismo. El objetivo era brindar seguridad a las personas para que puedan seguir la vida que eligieron.

Los reformadores liberales creían que, al asegurar a las personas contra algunos riesgos de ‘destrucción creativa’, los estados de bienestar reforzarían el apoyo democrático al libre mercado.

Desde que Beveridge publicó su informe seminal en 1942, los ‘estados de bienestar’ se han extendido, se han hecho más grandes, más complejos y, a menudo, menos populares. Este cambio tiene muchas causas. Pero una es que muchas veces se han alejado de los principios liberales que los sostenían. Son estos principios los que deben reafirmarse.

A medida que los países se vuelven más ricos, tienden a gastar una mayor proporción del ingreso nacional en servicios públicos y beneficios. El gasto en “protección social”, como las pensiones, el seguro de desempleo y la asistencia para los desempleados ha aumentado de un promedio de alrededor del 5% del PBI en los países ricos en 1960 al 20% en la actualidad. Si se incluye el gasto en salud y educación, la cifra casi se duplica. Para algunos, el nivel tan alto de estos estados de bienestar es razón suficiente para una reforma.

Pero lo que hace el ‘estado de bienestar’ es quizás más importante que su tamaño. Debe permitir que las personas tomen sus propias decisiones, ya sea mediante el apoyo a los padres de familia para reinsertarse al trabajo como en Escandinavia, ayudas presupuestales para personas con discapacidades como en Inglaterra, o ‘cuentas de aprendizaje’ al estilo de Singapur para que los desempleados puedan adquirir nuevas habilidades.

Todos necesitan lo suficiente para continuar sus vidas. Muchos de los que abandonan el mercado de trabajo o que trabajan en la ‘economía gig’ (en trabajos temporales de corto plazo) luchan por salir adelante. Y muy a menudo, la ayuda para los pobres se presenta de manera cruel, ineficiente, paternalista o compleja. En algunos países ricos, los desempleados enfrentan tasas impositivas marginales superiores al 80% cuando comienzan un trabajo, debido a la pérdida de beneficios.

Cualquier reforma del ‘bienestar’ implica la búsqueda de balances entre el costo del plan y sus efectos sobre la pobreza y los incentivos para trabajar. Ningún esquema es perfecto. Pero una buena base es el impuesto negativo sobre la renta, que subsidia a los trabajadores por debajo de un cierto umbral de ingresos, mientras grava a los que ganan por encima. El impuesto a la renta negativo se puede combinar con un ingreso mínimo para todos. Es una forma relativamente simple y eficiente de enfocarse en la pobreza mientras se mantienen los incentivos para trabajar, siempre y cuando la tasa de impuestos no sea demasiado alta.

La reforma, sin embargo, también requiere asumir dos desafíos que no le causaron mucha preocupación a Beveridge:

  • El primero es el envejecimiento.

Se prevé que, en los países ricos, la proporción de personas en edad laboral, en relación a los jubilados, disminuya de cuatro a uno en 2015, a dos a uno en 2050. Y a medida que los países se vuelven más longevos, el gasto social se concentrará hacia los ancianos. Para mitigar la creciente desigualdad intergeneracional, tendría sentido recortar los beneficios más cómodos para los ancianos y elevar constantemente las edades de jubilación.

  • El segundo desafío es la inmigración.

En toda Europa, el “chauvinismo del bienestar” está en aumento. Se respalda un estado de bienestar generoso para las personas más pobres, pero no para los inmigrantes. Los populistas argumentan que, si los inmigrantes de países pobres inmigran libremente a los ricos, arruinarán el estado de bienestar. Otros argumentan que las políticas liberales de migración dependen de frenar el acceso a la misma: construir un muro alrededor del estado de bienestar, no el país. Las encuestas sugieren que pocos europeos nativos quieren privar a los recién llegados del acceso inmediato a la atención médica y las escuelas para sus hijos. Pero algunas restricciones en los beneficios monetarios, como las que ya existen en Estados Unidos y Dinamarca, pueden ser necesarias.

Los liberales como Beveridge se dieron cuenta, de que la mejor manera de asegurar el apoyo al libre mercado, es incorporar más personas en el. El ‘estado de bienestar’ debe verse como algo más que proporcionar zapatos y sopa para los pobres y seguridad en la vejez. En una sociedad democrática, también es crucial para soporte del capitalismo. Lampadia




Otra mirada al mito de la desigualdad

Tras el ascenso en la tendencia populista en el mundo, es oportuno examinar nuevamente los vínculos entre el populismo y el malestar socioeconómico. El motivo del aumento de la tendencia populista se ha atribuido en gran parte al supuesto aumento de la desigualdad que se habría producido en los países más ricos, especialmente en EEUU.

Efectivamente muchos economistas del mainstream (EEUU), han sustentado un proceso de concentración de riqueza que se habría dado con el estancamiento de los ingresos de la clase media y baja. Como vamos a volver a ver, también hay estudios muy serios que sustentan algo muy diferente. Sin embargo la imagen de la desigualdad es hoy día, en la mente de los estadounidenses, una realidad que ha desencadenado procesos sociales y políticos muy importantes. 

Como hemos publicado anteriormente en Lampadia, The Economist reportó en marzo pasado un análisis que trae conclusiones muy novedosas, titulado: Los estadounidenses son más ricos de lo que eran en la década de 1970 – Pero, ¿por cuánto?, que dice:

La economía de EEUU ha crecido enormemente durante las últimas cuatro décadas, pero no todos sus trabajadores han cosechado los frutos. Tal vez la estadística más citada para demostrar cuán desiguales han sido las ganancias es el ingreso familiar promedio. Las estadísticas oficiales de la Oficina del Censo muestran que este número se mantuvo estable durante 40 años. Sin embargo, un análisis reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) descubrió que en realidad aumentó en un 51% entre 1979 y 2014. ¿Por qué es que las cifras de la CBO son mucho más alentadoras?

Ver en Lampadia: El mensaje del Perú en la Cumbre de las Américas: Retomemos el libre comercio, donde planteamos: Terminemos de romper el mito de la desigualdad que ‘justifica’ el populismo anti libre comercio y anti globalización de los países más ricos.

Como muestra el cuadro de The Economist, el supuesto estancamiento de la clase media de EEUU, no era tal, era producto de mediciones defectuosas, pues en vez del estancamiento de ingresos desde 1979 a la actualidad, lo que se ha dado es un incremento del orden de 51%.

Recomendamos revisar la publicación citada líneas arriba, que muestra en detallle cada uno de los ajustes que explican la conclusión que muestra el cuadro.

Es lamentable que la aparente desigualdad de EEUU, se haya generalizado y llevado a un supuesto fenómeno global de desigualdad en el mundo. Esto ha permitido que se vayan construyendo mitos que son aprovechados por los políticos populistas, que están desestabilizando el mundo de nuestros días. Inclusive, los mensajes pastorales del Papa Francisco, asumen que la globalización, el libre mercado y la economía de mercado, han sido perjudiciales a los más pobres, cuando la realidad, como lo demuestran Hans Rosling y Stephen Pinker, entre otros pocos investigadores serios, es todo lo contrario.

La verdad, como hemos explicado anteriormente es que, durante las últimas décadas, en los países emergentes, se ha producido un aumento sustancial del bienestar y la desigualdad se ha reducido dramáticamente. Ver en Lampadia: 7 ensayos sobre la prosperidad (Nuestra visión de futuro debe partir desde la realidad), Las dos caras de la desigualdad en el mundo y Contundente reducción de la desigualdad.

El populismo se vuelve atractivo para las personas cuando existe la percepción de que las instituciones políticas tradicionales no han logrado cumplir la promesa de mejorar su calidad de vida. Esta percepción se amplifica cuando la mayoría ve que una pequeña clase de élite se está haciendo más rica mientras sus ingresos se estancan o aumentan a tasas muy bajas.

Contrariamente a la prédica de los nuevos líderes del populismo, la desigualdad se ha producido en buena medida por la pérdida de empleos manufactureros, que no se debe a la globalización ni al comercio internacional. Según los últimos análisis, la pérdida de empleos se debe hasta en un 80% a la automatización (robots e inteligencia artificial).

Además, si uno quisiera (tal vez) culpar a alguien, sería más lógico culpar a China (que están haciéndolo). Donald Trump ya inició la imposición de acciones comerciales y regulatorias que, lamentablemente, ha iniciado una ‘guerra comercial’. La disculpa es justamente China, el éxito de China y sus impactos, reales y aparentes, en la economía de EEUU.

Esperamos que pronto disminuya el aprovechamiento político y mediático de un tema tan sensible como la desigualdad y, por supuesto, la peligrosa ola populista, que ya ha afectado la política de países muy importantes para la salud de la economía global.

“¿Han notado que siempre llaman ‘élite’ a los otros? ¡La Élite! ¿Por qué son élite? Yo tengo un mucho mejor departamento que ellos.
Soy más listo que ellos. Soy más rico que ellos. Yo soy presidente, y ellos no”. 

Cómo podemos ver, Trump, uno de los tres autócratas que gobiernan los países más grandes (Putin, Xi Jinping y Trump), sigue aprovechando el descontento de los estadounidenses y presentándose como una combinación de facista y populista. Veamos una publicación de Project Syndicate, que es muy representativa del ambiente político actual. Lampadia

Furia en los Estados Unidos

Andrew Sheng, Xiao Geng
Project Syndicate
25 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Muchos culpan a la extrema derecha de la rebelión populista de hoy en el mundo occidental, la cual ha ganado votos al afirmar que está respondiendo a las quejas de la clase trabajadora, mientras aviva el miedo y promueve la polarización. Pero, al culpar a los líderes que han aprovechado la ira popular, muchos pasan por alto el poder de esa ira en sí, ahora dirigida a las élites cuya riqueza se ha disparado en los últimos 30 años, mientras que la de las clases media y trabajadora ha permanecido estancada.

Dos análisis recientes llegan al corazón de los problemas en juego, particularmente en Estados Unidos, pero también en el resto del mundo. En su nuevo libro, Tailspin, el periodista Steven Brill argumenta que las instituciones de Estados Unidos ya no son aptas para su propósito, ya que protegen solo a unos pocos y dejan al resto vulnerable al comportamiento predatorio en nombre del libre mercado. Según Brill, este es un resultado de la meritocracia de EEUU: los mejores y más brillantes tuvieron la oportunidad de escalar a la cima, pero luego se llevaron la escalera al capturar las instituciones democráticas y las utilizaron para atrincherarse privilegios especiales para ellos.

El autor Matthew Stewart está de acuerdo, argumentando que “la clase meritocrática ha dominado el viejo truco de consolidar la riqueza y pasar el privilegio a expensas de los hijos de otras personas”. Stewart muestra que, a mediados de la década de 1980, la participación de la riqueza estadounidense mantenida por el 90% más pobre de la población alcanzó un máximo del 35%; tres décadas más tarde, poseían solo el 20%, y casi todo lo que perdieron iba al primer 0.1% de la población. El 9.9% entre estos dos grupos – lo que Stewart llama la “nueva aristocracia estadounidense” – comprende lo que solía llamarse la clase media. En 1963, el 90% habría tenido que aumentar su riqueza seis veces para alcanzar el nivel del 9.9%; para el 2010, necesitarían 25 veces su riqueza para alcanzar ese nivel.

Gran parte de la población de EEUU está trabajando más que nunca, pero ha sufrido un descenso en los niveles de vida, agravada por los altos niveles de deuda de los hogares y, en muchos casos, la falta de seguro de salud. El 10% superior tiene fácil acceso a la educación superior que les permitirá a sus hijos tener los mismos privilegios que ellos; el 90% más bajo debe trabajar mucho más duro para cubrir los altos costos y, por lo general, se gradúa con una fuerte carga de deuda. El 10% superior recibe atención médica de primer nivel; el 90% más bajo a menudo no tiene acceso a ello, o debe pagar un precio excepcionalmente alto.

Se supone que los impuestos nivelan el campo de juego. Pero, desde hace tiempo en EEUU, los republicanos presionan para que bajen los impuestos a los ricos, argumentando que la reducción de las tasas impositivas marginales promoverá la inversión, el empleo y el crecimiento económico, lo que hará que la riqueza “gotee” hacia el resto de la sociedad. De hecho, los recortes de impuestos para los ricos simplemente afianzan aún más sus ventajas, lo que agrava la desigualdad.

Para empeorar las cosas, los pobres pagan más impuestos indirectos (en tierra, bienes raíces y bienes de consumo), y el 20% más pobre de la población estadounidense paga más del doble de lo que paga el 1% superior en impuestos estatales. A esto se suman los desafíos planteados por la automatización y la robotización, por no mencionar los desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos, y no es difícil ver por qué tanta gente está tan furiosa.

Según Stewart, el 9.9% es “el personal que maneja la máquina que canaliza los recursos del 90% al 0.1%”, tomando alegremente su “parte del botín”. Pero la desigualdad que genera esta máquina puede tener serias consecuencias, ya que estimula el descontento social y, como estamos viendo hoy en los Estados Unidos, una política errática. Como argumenta el historiador austríaco Walter Scheidel, la desigualdad históricamente ha sido contrarrestada a través de la guerra, la revolución, el colapso del Estado o desastres naturales.

Evitar un evento tan dramático requeriría que el 10% hiciera un trabajo mucho mejor al avanzar los intereses del 90%, en términos de ingresos, riqueza, bienestar y oportunidades. Sin embargo, una combinación de miopía económica y polarización política ha llevado a muchos a tratar de desviar la ira popular hacia los inmigrantes, China y el comercio (incluso con aliados cercanos). Como resultado, todo el mundo está atrapado en una creciente guerra proteccionista que nadie ganará.

Es cierto que, históricamente, las contradicciones y desequilibrios internos a menudo han llevado al conflicto interestatal. Pero eso no es inevitable. Más bien, el resultado depende de la calidad del liderazgo. En Estados Unidos, por ejemplo, George Washington, Abraham Lincoln y Franklin D. Roosevelt lograron fortalecer su país porque reconocieron la necesidad de abordar las divisiones internas a la luz de los valores centrales, la posición global y los objetivos a largo plazo de Estados Unidos.

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha abusado de la ira popular para promover sus propios intereses. Pero él no creó esa ira; las élites estadounidenses han pasado décadas haciendo eso, creando las condiciones para que surja una figura como Trump. Ahora que Trump está a cargo, las condiciones del 90% se deteriorarán aún más. Su enfoque del comercio, en particular, no solo no ayudará a las personas que pretende representar; también destruirá el sentido de equidad y administración que históricamente ha unido a las masas con sus líderes.

Culpar a los de afuera es políticamente conveniente. Pero la única forma de “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande” es abordando sus injusticias internas. Ningún arancel de importación o muro fronterizo puede hacer eso. Lampadia




AdP por el ALCA

AdP por el ALCA

La Alianza del Pacífico debería proponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La guerra comercial desatada por el presidente norteamericano Donald Trump contra la China, Europa, Canadá y otros países está ya en su tercera ronda de retaliaciones. Lo último ha sido la amenaza de Trump de imponer un arancel de 20% al ingreso de automóviles europeos, luego de que entraran en vigencia aranceles impuestos por la UE a varios productos norteamericanos.

El problema es que una caída en el comercio global, que termine afectando el crecimiento de la China y del propio Estados Unidos, tendrá como consecuencia la reducción del potencial de nuestro país. El tema es preocupante y, el Perú desperdició la Cumbre de las Américas realizada el 13 y 14 de abril en Lima para formular ante la delegación norteamericana un alegato en defensa del libre comercio mundial en aras del interés de todos los pueblos y también de los mismos Estados Unidos, algo que Lampadia reclamó en varios artículos.

“Ojo con el neo imperialismo brasileño y madrina de los países del Alba. Recordemos su complot contra el libre mercado desde la convocatoria de  Estados Unidos en Miami para la primera reunión del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en diciembre de 1994 así como la penetración de sus compañías privadas más emblemáticas”. Lampadia, 9 de junio, 2014

Pero todavía estamos a tiempo de hacer un planteamiento interesante en esa línea. Recordemos, en efecto, que el tema central de la Cumbre de Lima fue la corrupción, específicamente la “Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción”. Concluyó en una declaración que contenía 57 iniciativas que los gobiernos debían poner en marcha para combatir la corrupción. Pero nadie vio la relación entre el crecimiento exponencial de la corrupción en nuestros países, inducida principalmente por el Estado y las empresas brasileras y por el mercantilista “socialismo del siglo XXI”, y el aborto de la propuesta del ex presidente George H. Bush de formar una Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA), rechazada precisamente por el Brasil a favor de su proyecto de expansión económica y política en América Latina.

Quien sí lo hizo fue Francisco Tudela en un artículo publicado el 16 de abril en El Comercio. El recuerda que la I Cumbre de las Américas fue convocada entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994, en Miami, EEUU, con dos objetivos clarísimos para el futuro: conservar y fortalecer la democracia representativa en el hemisferio occidental y concluir las negociaciones para establecer un área de libre comercio en la integridad de las Américas, para el 2005.

Pero lo que ocurrió fue que en la Cumbre de las Américas llevada a cabo en Mar del Plata el 2005, los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, y de la Argentina, Néstor Kirchner, desviaron deliberadamente la agenda de la cumbre. “Kirchner alegó que el tema del ALCA no estaba en la agenda; Lula… atacó el concepto mismo del ALCA, proponiendo el proteccionismo como una defensa contra el “neoliberalismo”. Tabaré Vázquez, el presidente uruguayo, los secundó. El resto, por ignorancia, frivolidad o complicidad, avaló el secuestro de la cumbre”.

Por supuesto, nunca más volvió a plantearse el tema del fortalecimiento de la democracia representativa ni mucho menos el de la integración económica de toda la región a través de un área de libre comercio de las Américas. Antes bien, señala Tudela, “Los adalides del “socialismo del siglo XXI”, por el contrario, sentaron las bases para la geopolítica del mercantilismo socialista, que generó intencionalmente la peor crisis de corrupción en la historia de América Latina”. Y concluye que, con el conjunto completo de medidas anticorrupción contenidas en el Compromiso de Lima, “estamos combatiendo los efectos de la geopolítica del mercantilismo socialista y no la causa conceptual de la gigantesca crisis de corrupción que vivimos”.

El ALBA frenó el ALCA

La causa es obvia: haber abandonado el proyecto de fortalecer la democracia representativa en el continente y de crear una Área de Libre Comercio de las Américas, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en favor del proyecto geopolítico brasilero o de lo que Tudela llama la “geopolítica del mercantilismo socialista”. La corrupción era el arma de penetración de la expansión política y económica brasilera.

Lo increíble –agregamos nosotros- es que el presidente Trump coincide póstumamente con la “geopolítica del mercantilismo socialista” no solo al no plantear ni por asomo volver a la idea del ALCA sino, por el contrario, al torpedear el único proyecto que pudo avanzar en esa línea que es el NAFTA, y al levantar barreras proteccionistas para proteger su mercado.

Como sabemos, el proteccionismo es el instrumento del mercantilismo para favorecer con medidas artificiales los ingresos rentistas de los grupos de trabajadores y empresas protegidos. El problema es que esa política termina siendo un boomerang, porque encarece los productos para los consumidores y reduce la competitividad de la economía. El proteccionismo mercantilista siempre termina cavando su propia tumba. Trump, a pesar de tener una balanza de servicios ampliamente favorable, por mejorar la balanza comercial bilateral en el corto plazo con algunos países, está matando el largo plazo. Lampadia ha desarrollado ampliamente este tema.    

Por eso, a fin de contrarrestar de una manera inteligente la suicida estrategia anti-global de Trump, deberían ser nuestros países –ya no Estados Unidos- quienes propongamos retomar la propuesta del ALCA. Podría hacerlo la Alianza del Pacífico, recogiendo los mismos argumentos que desarrolló el presidente Bush –republicano como Trump- para sustentar su propuesta en la I Cumbre de las Américas. El presidente del Perú debería proponerles esta iniciativa a los presidentes de la Alianza del Pacífico.

El comercio no es un juego de suma cero. Ha llevado y lleva al crecimiento mundial como nunca ha ocurrido en la historia. Y es la gran oportunidad para un país como el Perú. Lampadia




Los Enemigos de la Modernidad y la Minería en el Perú

Camilo Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Este artículo analiza a las corrientes de opinión que rechazan la modernidad. Para ello, presento el análisis de James Lindsey y Helen Pluck, y explico como esas corrientes se manifiestan en Perú. La preocupación que busco abordar es la misma que motivó Steven Pinker a escribir su libro “Enlightenment Now”, el ascenso de fuerzas promotoras del pasado.

1. Los Enemigos de la Modernidad

James Lindsey y Helen Pluckrose en su ensayo titulado “Un Manifiesto Contra Los Enemigos de la Modernidad”[i] comentan un preocupante fenómeno que se ha incubado por décadas y que de manera creciente representa una amenaza al potencial de mejora del bienestar de la humanidad. Ellos se refieren al papel intelectual, cada vez más relevante, que están asumiendo los “Los enemigos de la Modernidad”, refiriéndose así a una alianza tácita entre los sectores Pos Modernos y Pre Modernos hostiles a los principios que han permitido las mejoras en la calidad de vida de la humanidad desde los inicios de la Ilustración, tales como la ciencia, el predominio de la razón, la democracia, el imperio de la ley, etc.

Los autores afirman: “La Modernidad, en términos de la visión y valores que nos sacaron del feudalismo de la Edad Media y nos ha llevado la relativa riqueza y confort que disfrutamos hoy en día (y que se está extendiendo rápidamente alrededor del mundo) está bajo amenaza desde ambos extremos del espectro político”.

Para ellos, los Enemigos de la Modernidad han conseguido incidir de manera efectiva sobre el debate político a pesar de ser muy minoritarios: “De manera colectiva, estos dos grupos representan un ethos que los abarca a ambos. Ambos son anti modernistas, y son enemigos de la modernidad. Tratados como una entidad única ellos forman una minoría relativamente pequeña, intrínsecamente dividida, pero alarmantemente poderosa”

Cada una tiene interés en debilitar la modernidad y en especial los valores que la sostienen, aunque por motivos distintos. Ellos afirman: “La izquierda progresista no se ha alineado con la Modernidad, sino con el postmodernismo, el cual rechaza la verdad objetiva como una fantasía soñada por inocentes y/o pensadores intolerantes (arrogantes) de la Ilustración, que subestimaron las consecuencias colaterales del progreso de la Modernidad. La derecha regresiva[ii], por el contrario, impulsa la idea, que no es más que un gran engaño, que las grandes complejidades de la sociedad moderna pueden funcionar sin la complicada infraestructura necesaria para que funcione una sociedad moderna. Ambos son un rechazo directo al compromiso de la Ilustración con la verdad.”

En el caso de las posturas postmodernas el ensayo afirma: “Si se va por el camino de la izquierda, se podrá encontrar la objetable noción que la verdad está “situada” por la identidad. Lo que lleva a la falaz creencia que la verdad es relativa respecto a cualquier marco cultural que uno tenga, excepto si se considera que esta cultura ha dominado injustamente en el pasado, en cuyo caso todo lo que considere como verdad debe ser refutado en principio.”

Según los autores, en el lado derecho del espectro político también hay quienes han hecho un giro hacia lo pre-moderno: “Girando a la derecha se da el mismo desencanto. Aquí la verdad no es muy diferente, aunque ellos no podrían llamarla “situada” (aunque lo sea). Es la clase de ‘Verdad’ que es ‘obvia’ para todos y demasiado simplista para ser verdad, y está situada en la experiencia diaria de las personas comunes. Esta ‘Verdad’ surge de una amalgama de la divinización de la experiencia diaria y el consenso local respecto a los textos ancestrales preferidos por Dios”

Lindsay y Pluckrose explican cómo la Modernidad esta sufriendo un ataque en tenaza. Por ejemplo: se afirma que un hombre heterosexual no puede opinar sobre el aborto u otros temas de Género puesto que tiene antes que “revisar su privilegio” y escuchar callado las versiones de aquellos a quienes su identidad como grupo oprimido le ponen más alto dentro de la “jerarquía de la opresión” de la cual surge la validez de las opiniones. Para ellos las actuales élites forman parte de un sistema opresor en diversos ejes y sostienen al “capitalismo heteropatriarcal y colonial”.

Por otro lado, el ensayo señala que la derecha pre-moderna es escéptica del método científico y de las trasformaciones sociales que desencadena el cambio tecnológico. Un ejemplo de estas posturas pre-modernas está en los sectores religiosos opuestos al uso de vacunas o que consideran que la Tierra tiene menos de diez mil años de antigüedad. En ambos casos se tiene una profunda desconfianza respecto a la ciencia y las elites tecnocráticas que han sido empoderadas por poseer dicho conocimiento científico. Ambos polos conceptuales generan islas epistémicas [iii].

2. Los Enemigos de la Modernidad en El Perú

Las propuestas de Lindsay y Pluckrose podrían ser consideradas como algo ajenas a la realidad peruana, pero no es así. Por el lado izquierdo se percibe la penetración de ideas postmodernas y conceptos originados por los intelectuales europeos y americanos que van paulatinamente avanzando en sectores de la “inteligentisia”[iv] de la izquierda peruana. Es en temas de género donde estas ideas han tenido una difusión y accionar más visible, sin embargo, no ha sido el único aspecto, a nivel de intelectuales y activistas, nuevos “ejes de opresión” están siendo formulados y visibilizados mediante el “giro de-colonial” y el “pos-extractivismo”.

En el Perú y en América Latina no existe un movimiento religioso o nacionalista comparables en influencia y visibilidad a lo que ocurre en el occidente desarrollado. Si bien existen posturas y movimientos conservadores sumamente influyentes, los mismos no se caracterizan precisamente por una hostilidad anti científica o anti intelectual, como la derecha en los Estados Unidos. Sin embargo, es posible identificar sectores pre-modernos -fundamentados en la tradición- en poblaciones rurales e indígenas al interior del país.

Creemos que en el caso peruano el movimiento social anti-minero es la manifestación más notoria de la alianza de conveniencia entre los sectores pre-modernos y postmodernos. Esa alianza está permitiendo que sectores rurales tradicionales (en zonas mineras o petroleras) puedan ser movilizados contra el capitalismo de mercado.

En el Perú, la izquierda de origen marxista, que se estructura sobre reivindicaciones de clase y económicas, ha sufrido golpes sumamente severos. El accionar violento y totalitario de Sendero Luminoso estigmatizó la simbología y el discurso de todo el movimiento. Además, el colapso político y moral del Partido de los Trabajadores en Brasil y la crisis en Venezuela han descalificado los referentes programáticos de la izquierda.

El eje de opresión “burguesía frente a proletariado” que es el punto de énfasis de análisis marxista clásico ha perdido poder de convocatoria entre los intelectuales y activistas. Esto abre el espacio para la lucha contra los otros sistemas considerados como opresivos tales como patriarcado, el extractivismo y las estructuras coloniales de poder.

El giro hacia la posmodernidad se ha sido influenciado por las nuevas formas de acceso a los fondos de la cooperación internacional, que hoy priorizan causas como el feminismo y el ecologismo. Las fuentes marxistas se han debilitado y solo las causas financiadas pueden sostener activistas a tiempo completo produciendo y difundiendo ideas.

En los Estados Unidos y Europa, los sectores externos a la modernidad occidental han sido, en gran medida, absorbidos o desplazados. En los EEUU hay una hegemonía demográfica total de los occidentales y los nativos fueron confinados en reservaciones. En Europa solo quedan algunas pocas áreas indígenas como los Sami en el extremo norte de Escandinavia. En América Latina, por el contrario, hay amplios sectores de la población indígena que habitan extensos territorios. Para los postmodernos estos indígenas tienen una alta importancia ideológica. Ellos, en gran medida, sustituyen las clases revolucionarias de los marxistas.

Algunos sectores de estos indígenas, o supuestos indígenas, son considerados como ajenos al Occidente. Para los postmodernos, esos indígenas son oprimidos y hay que defenderlos frente al capitalismo neoliberal. Hay, además, una idealización de las sociedades indígenas a las que se les considera practicantes del “Buen Vivir” y detentores de un sistema de valores alternativo al materialismo de la modernidad.[v] También consideran que los indígenas son intrínsecamente alineados con el cuidado del medio ambiente y con una concepción radicalmente distinta de la relación entre el hombre y la naturaleza.

Para los postmodernos latinoamericanos la población rural, son una fuente de saberes alternativos a los del Occidente opresor. Son estos saberes, en especial los referentes a la organización de la vida social, los que llevan a considerar a la población rural, la indígena en especial, como el origen de nuevas utopías.  Para ellos, los indígenas son el laboratorio para explorar alternativas al desarrollo y forjar el “hombre nuevo” que el izquierdismo tradicional no fue capaz de crear. La modernización de las sociedades indígenas implica un “etnocidio” y la eliminación de sociedades alternativas al capitalismo de mercado. Por lo tanto, la modernización no debe ser buscada, sino evitada.

Esta exaltación de los sectores pre-modernos de las sociedades latinoamericanos por los activistas e intelectuales postmodernos, es una postura intelectual que paulatinamente ha ido avanzando entre los intelectuales de la izquierda latinoamericana. El caso mas representativo es el del portugués Boaventura de Souza Santos, el principal impulsor de la justicia intercultural. Él propone que las comunidades indígenas tengan un sistema de administración de justicia separado que se fundamente en sus prácticas tradicionales. Afirma que las epistemologías dependen de las culturas y defiende las “Epistemologías del Sur” que considera que los conocimientos tradicionales indígenas tienen la misma validez que el conocimiento científico y que pensar lo contrario es ejercer “racismo epistémico” contra los indígenas.

 Posmodernos, Pre-modernos y Minería.

Para la izquierda posmoderna, la hostilidad hacia la minería se deriva con facilidad de su ideología. Desde su punto de vista la minería moderna, en especial aquella a gran escala, merece rechazo por múltiples motivos, pues activa varios de los ejes de opresión que disparan su indignación moral:

  • La minería moderna de gran escala, implica modificaciones significativas en un entorno natural que se considera de valor intrínseco. Es una violación de los “derechos de la naturaleza” mas allá de sus efectos sobre el bienestar de las personas.
  • Afecta el estilo de vida de las poblaciones tradicionales, destruye las “semillas de utopías”. Integra en el capitalismo a poblaciones que ellos consideraban que tienen un estilo de vida alternativo y moralmente superior al materialismo neoliberal.
  • Genera ingresos fiscales que permiten disimular las limitaciones del capitalismo extractivo. Con ello, se impide la toma de conciencia sobre la “crisis de régimen” y evita la movilización social para impulsar una sociedad basada en el “buen vivir”.
  • La minería tiende a dar más trabajo a hombres que a mujeres, por ello se considera que incrementa el poder relativo de los hombres al interior de las familias, consolidando las prácticas patriarcales.
  • Se encuentra asociada a conflictos sociales (que los posmodernos impulsan y fomentan). Los enfrentamientos con las fuerzas del orden representan, para ellos, violencia estructural destinada a despojar a las poblaciones de sus territorios.

Para los sectores pre-modernos rurales la minería moderna también implica un conjunto de amenazas (reales o no) que despiertan temores e incentivan a la movilización social:

  • La minería cambia la estructura del poder tradicional. Las élites tradicionales se sienten relativamente desplazadas por los sectores económicos asociados a la minería, pero mantienen su arraigo social y su capacidad discursiva, permitiendo que se vuelvan importantes líderes de opinión en sus comunidades.
  • Las operaciones mineras perturban el estilo de vida tradicional: numerosos hombres solteros con ingresos, vías de comunicación modernas, la monetización de la economía, la creación de bares y burdeles, un menor respeto de los jóvenes a los mayores, e incremento del crimen. Todos estos cambios son normales en un proceso de urbanización, pero en las áreas mineras se dan en forma muy acelerada.
  • La llegada de la modernidad implica un proceso de descalificación de los saberes tradicionales. La medicina moderna descalifica la practicas de los curanderos locales. Se incentiva a las mujeres a dar a luz en instituciones médicas y no con parteras. Los ingenieros de la mina afirman que el agua surge principalmente de la lluvia y no emerge de las montañas, o que se puede saber si el agua esta contaminada mediante test químicos. Muchos sienten que hay un desprecio hacia el conocimiento tradicional cuyo manejo implicaba prestigio al interior de su grupo social.
  • La minería crea nuevas rutas de capitalización que, en poco tiempo, genera toda una capa de nuevos ricos, descalificando las actividades tradicionales que antes eran referencia de prestigio. Esos ejemplos de éxito se vuelven referentes para las nuevas generaciones, precipitando el cambio cultural local.

La Convergencia Pre y Posmoderna del Pensamiento Anti-minero.

El accionar anti-minero alinea a los sectores pre-modernos y posmodernos. Los sectores pre-modernos sirven como masa en las movilizaciones en contra de la inversión minera y los posmodernos brindan soporte discursivo y mediático a los manifestantes justificando su accionar ante la sociedad.

Los posmodernos despliegan campañas de revalorización de las practicas pre-científicas, como en el artículo de Lampadia Oscurantismo Pos-Extractivista[vi]. ONGs anti-mineras como Grufides, Cooperaccion, Servindi y PDTG fomentan el uso de la orina como medicina y la atención por parteras, o que se puede utilizar la posición del nido de los pájaros para pronosticar el clima del próximo año. Ello sin contar la falacia máxima de los anti-mineros, el mito de las cabeceras de cuenca, que hace sinergia con la creencia sobre el origen subterráneo del agua, y presentan la creencia en animales “señaleros” como indicador de contaminación como “otros saberes”.

Por un lado, los pre-modernos tienen creencias pre-científicas que dificultan la comprensión de los avances técnicos de las operaciones mineras en el cuidado ambiental, mientras que los posmodernos promueven el uso extremo del principio precautorio. En múltiples ocasiones Marco Arana ha afirmado que un reservorio jamás podrá reemplazar a una laguna, puesto que seria como “cortarse un brazo para ponerse una prótesis” o que “el hombre no puede reemplazar lo que Dios ha creado”.

Los argumentos basados en la ciencia son descalificados atacando al mensajero del argumento (“trabajó para empresas mineras”) o considerando que es discriminación creer a ingenieros occidentales y no a quienes tienen siglos de conexión con sus territorios. La penetración de lo pre-moderno incluye a lo programático. Ello se percibe en “Nueva Minería Exige Debate Nacional”[vii] firmado por las principales fuerzas políticas de izquierda en el país. (La propuesta del pos-extractivismo hecha a Humala). En ese documento se afirma: “Asegurar la participación de las poblaciones y la incorporación de los saberes locales en los procesos de zonificación y ordenamiento territorial…” Es decir, el uso de creencias pre-científicas en la determinación de zonas de exclusión para actividades extractivas.

La izquierda posmoderna prefiere relativizar los casos en los que los sectores pre-modernos tienen patrones de conducta que atentan contra los valores defendidos públicamente por dicha izquierda. Evitan comentar las golpizas por parte de rondas urbanas a trabajadoras sexuales, la represión violenta de la disidencia al interior de las comunidades, la realización de sexo con menores de edad por parte de los “apus” tribales, expulsión de las minorías sexuales de las comunidades, etc. Para la izquierda posmoderna, denunciar estos actos implicaría enfrentarse a los grupos oprimidos que ellos afirman defender de los grupos hegemónicos.

Conclusión.

Se está dando una batalla contra la modernidad por parte de dos sectores de la sociedad, los pre-modernos y los posmodernos. El foco de este ataque es la concepción respecto a qué es conocimiento válido y cómo se construye esta validez (la epistemología). En el primer mundo los sectores pre-modernos se articulan políticamente en la derecha y los posmodernos en la izquierda del espectro político. En el Perú, el sector indígena constituye el polo pre-moderno, haciendo que los dos polos conceptuales estén en el campo de la izquierda. El activismo anti-minero es el área en la que esta convergencia se hace más evidente.

Los sectores pre-modernos brindan a los posmodernos la masa de gente que se puede movilizar contra sus enemigos ideológicos y la gran minería transnacional. También permiten a los posmodernos presentarse como defensores de un sector oprimido. Ello es importante para construir prestigio social y para facilitar el acceso a recursos de la cooperación internacional. El activismo de los sectores pre-modernos (campesinos e indígenas) alimenta la esperanza de que existen alternativas al capitalismo de mercado y que hay sectores sociales que aspiran estructurar su estilo de vida según modalidades comunitarias pre-modernas.

Los sectores pre-modernos reciben presencia mediática para la difusión de sus causas, soporte discursivo que permite generar empatía con la opinión pública urbana, y soporte técnico y legal en apoyo de sus movilizaciones. Como se puede apreciar, los criterios que fundamentan la convergencia de los pre-modernos son más pragmáticos que en el caso de los posmodernos.

El futuro del bienestar de la población peruana va depender de los resultados de ese conflicto con los enemigos de la modernidad. Sin embargo, en la sociedad peruana, son pocos los que tienen clara la necesidad de defender los principios de la Ilustración, la minería moderna y el libre mercado. Lampadia

[ii] Regressive Right: Se compone de los aspectos más negativos de las opiniones políticas de extrema derecha, menosprecia el pensamiento crítico en favor del pensamiento dogmático.

[iii] Las islas epistémicas son áres cognitivas cerradas con sistemas de creencias y de métodos para conocer distintos del resto de la sociedad.

[iv] Élite intelectual del sector.

[v] La calificación de materialista a la modernidad busca descalificar el bienestar que trae la modernidad para ofrecer otra forma de entender lo que es calidad de vida.




Macron y Merkel se unen para reformar la zona euro

Emmanuel Macron, el nuevo líder del mundo libre, que rompió la política tradicional anti-globalización francesa, va ahora por más. Se proyecta hacia la modernización de la Unión Europea (UE), logrando el apoyo de Angela Merkel y sorprendiendo, nuevamente, a cuanto conservador se pone al frente.

No perdamos de vista a Macron, el espacio de globalización y libre comercio, esenciales para el Perú, dependen, en buena medida de la visión y tenacidad de las ‘Marchas’ de Macron.

Durante su primer año en el cargo, el presidente francés, Emmanuel Macron, delineó una serie de propuestas para reformar las instituciones europeas; ahora está lanzando una campaña para armar un paquete de propuestas de reforma de la Unión Europea. A pesar de todas las dificultades, se ha adherido a una filosofía coherente de cómo debería funcionar la política en el siglo XXI.

El presidente francés Emmanuel Macron ha planeado lanzar una nueva campaña política a nivel europeo. Aunque el lanzamiento oficial ahora se ha pospuesto, el último proyecto de Macron sigue siendo central para su presidencia y para su concepción del poder. “La Grande Marche pour l’Europe” de Macron imitará el programa que derrocó a los partidos políticos dominantes de Francia y transformó su partido ‘La République En Marche!’ en una fuerza política en 2017. En el transcurso de seis semanas, enviará a diez ministros y 200 parlamentarios para estudiar las opiniones de los franceses sobre Europa y los asuntos europeos. Los resultados luego serán considerados en el desarrollo de una plataforma que pueda vencer a los partidos populistas en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019.

Macron ha persuadido a todos los demás estados miembros de la UE (con la excepción de Hungría y el Reino Unido) a realizar consultas públicas similares, que espera sientan las bases para las reformas a nivel de la UE. Del mismo modo, la visión de Macron para Europa parece reconciliar lo irreconciliable: su plan apunta tanto preservar la soberanía de los estados miembros como a profundizar la integración de la unión. Institucionalmente, esto significa apoyar a los organismos supranacionales y, a la vez, permitir una mayor flexibilidad en áreas donde los gobiernos nacionales, en lugar de Bruselas, están mejor posicionados para resolver problemas.

En cuanto a la política de defensa, Macron quiere trabajar dentro de los tratados existentes de la UE, y apoya las propuestas para un acuerdo de Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) y un Fondo Europeo de Defensa. Pero también espera ir más allá de los marcos actuales de la UE e incluso de la OTAN para establecer una Iniciativa de Intervención Europea (EII), que operaría junto con las fuerzas expedicionarias británicas, estadounidenses y otras aliadas.

En cuanto a la migración, Macron quiere asegurar las fronteras exteriores de Europa y garantizar que la carga de acoger a los refugiados se comparta en toda la UE. En el corto plazo, él está presionando para un acuerdo entre los estados miembros sobre las cuotas de refugiados. Pero, a la larga, apoya una mayor armonización de los sistemas de asilo, o incluso la creación de una agencia central de asilo de la UE.

Macron también espera reconciliar ideas opuestas con respecto al euro. Mientras impulsa las reformas dentro de Francia que reducirán los riesgos de contagio financiero, también está pidiendo un presupuesto común de la eurozona y un ministerio de finanzas para hacer que la unión monetaria sea más resistente a los shocks futuros.

Más allá de estas áreas, Macron quiere impulsar la innovación en el ámbito digital, al establecer una versión europea de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, quiere proteger la soberanía nacional en la era digital a través de regulaciones y un enfoque fiscal común.

¿Qué piensa Angela Merkel de todo esto?

Angela Merkel se reunión con Emmanuel Macron este jueves pasado, y ambos han asumido en Berlín el reto limar sus diferencias y presentar un proyecto común al resto de socios comunitarios en temas como la unión monetaria, la unión bancaria, emigración, asilo, relaciones exteriores, defensa y mercado digital.

Los dos se proponen, además, profundizar su relación bilateral con una revisión del Tratado del Elíseo que sirva de base para una integración más profunda de los socios europeos que lo deseen en materias como impuestos de empresas o política de asilo. “El trabajo no falta, pero la voluntad tampoco”, ha asegurado Macron momentos antes de iniciar la primera de las reuniones que mantendrá con Merkel para llegar al prometido acuerdo entre Berlín y París. “De aquí al mes de junio tomaremos decisiones importantes para preparar las respuestas a los grande desafíos de Europa”, ha corroborado la canciller.

Los líderes observan el modelo de Humboldt Forum, un antiguo palacio convertido en museo
(Foto: bundeskanzlerin.de)

Merkel se mostró convencida de que el nuevo impulso es imprescindible porque la paz lograda desde 1945 ya no basta para justificar ante las nuevas generaciones la estructura de la UE. “Esta refundación, esta reorganización, debe ir más allá de la paz”, señaló la canciller. “Debemos demostrar que se puede lograr la prosperidad”.

Aún queda mucho por ver, pero ya está claro que Macron, junto con Merkel, han aportado un nuevo tipo de pensamiento a la política europea. En nuestra opinión, la soberanía en Europa solo puede ejercerse efectivamente a nivel del conjunto, de la UE. Lampadia




El bienestar se crea en el Mercado

“A medida que los ricos se vuelven más ricos, los pobres se vuelven más ricos”

“La cualidad que hace único al capitalismo es que estructura los incentivos para que la forma de triunfar sea ofreciendo un servicio a las personas que nos rodean.
En todos los demás sistemas, mejoras solo sobornando o apoyando a los que están en el poder: comisarios, reyes o dictadores.
Pero bajo un sistema de libre mercado, se obtienen beneficios al ofrecerles a los consumidores algo que desean”.

Daniel HannanPrager University

En Lampadia somos tercos defensores de la economía de mercado y el libre comercio. Hemos insistido innumerables veces que el capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios, ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

También hemos presentado los datos de Hans Rosling, que demuestran que en los últimos 40 años, en los que se ha duplicado la población mundial, se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza. Xavier Sala-i-Martín, afirma que “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”. El mundo es hoy un mejor lugar para vivir que hace 50, 30 y 20 años. La pobreza ha disminuido a menos del 10% de la población, y se estima que en 20 años debe desaparecer.

El pensamiento de 7 optimistas informados’, demuestra que el mundo es un mejor lugar para vivir. Ver en Lampadia: 7 Ensayos sobre la Prosperidad, donde destacamos los mensajes de Steven Pinker, Jordan Peterson, Bill & Melinda Gates, Hans Rosling, Xavier Sala-i-Martín, Peter Diamandis y Niall Ferguson.

Ahora, queremos compartir con nuestros lectores un video de Daniel Hannan, un político británico nacido en el Perú (cerca a Lima donde su familia tenía una empresa algodonera), que además es miembro del Parlamento Europeo, representando South East England por el Partido Conservador, y secretario general de la Aliance de European Conservatives and Reformists.

Quizás por haber nacido en el Perú, Hannan describe con cercanía, cómo la globalización y el libre comercio han ayudado a países emergentes como el Perú y Colombia (que menciona en el video) a salir adelante y a emprender su desarrollo como naciones, creando más riqueza para todos, especialmente para los más pobres, quienes están saliendo de su situación de pobreza y entrando a la cada vez más creciente clase media.

Líneas abajo compartimos el video y su transcripción, que explican de una manera sencilla y clara cómo el capitalismo ha ayudado a los ricos a ser más ricos y también a los pobres a que salgan adelante, y por qué es el modelo económico que mejor funciona en el mundo y en nuestra sociedad:

VIDEO: “A medida que los ricos se vuelven más ricos, los pobres se vuelven más ricos”

Daniel Hannan
Transcripción
Prager University
9 de abril de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“Los ricos se están haciendo más ricos y los pobres se están volviendo más pobres”.
“El 1 % de las personas en el planeta tiene la mitad de la riqueza”.
“Las corporaciones occidentales están saqueando a los países en desarrollo”.
“El capitalismo está en las últimas”.

¿De Verdad?

  • La verdad es que la desigualdad global está cayendo.
  • Sí, los ricos se están volviendo más ricos, pero los pobres se están volviendo más ricos más rápido.

¿Y qué está impulsando ese proceso?

El mercado.

Miremos los indicadores más básicos:

  • Alfabetización
  • Longevidad
  • Mortalidad infantil
  • Ingesta de calorías
  • Estatura

Cada vez más personas salen de la pobreza

Pienso en los cambios que yo he pasado en mi vida.

  • Cuando nací, en 1971, un trabajador estadounidense tenía que ahorrar un mes de salario para poder pagar un televisor. Ahora, solo toma dos días.
  • En 1971, menos de la mitad de las niñas de todo el mundo completaban su educación primaria. Ahora, esta cifra es de más del 90 %.
  • En 1971, un automóvil sin moverse emitía más contaminación que un automóvil en la actualidad que se mueve a toda velocidad.

Y, si vamos un poco más atrás…

  • En el siglo XVII, el hombre más poderoso del mundo fue Luis XIV de Francia. Cada noche, le preparaban más de 40 platos para su cena y elegía el que le apeteciera.
  • Pensémoslo: una recepcionista de hoy puede parar en una tienda de camino a casa y tener solo una opción que no solo es más amplia que la del rey, sino una más fresca y más sana.

Todos vivimos mejor que Louis XIV.

¿Qué ha causado ese milagro?

  • No es un programa de desarrollo de las Naciones Unidas.
  • No es ningún plan de ayuda gubernamental.

Lo que lo causó fue el mercado.

Las caídas más rápidas en las cifras de la pobreza están ocurriendo en países que se están uniendo al sistema de comercio global. Si comparamos las tasas de crecimiento:

  • En Colombia, un país con libre comercio, y Venezuela, un país proteccionista;
  • En Vietnam con libre comercio y el proteccionista Laos;
  • Bangladesh con libre comercio y el proteccionista Pakistán.

Es la misma historia todo el tiempo.

China después de 1979, India después de 1991.

Eliminan las barreras al comercio:

  • Los precios bajan
  • Su gente ya no tiene que trabajar cada hora solo para comprar alimentos y productos básicos.
  • Tienen tiempo para inventar, fabricar y comprar y vender otras cosas.
  • Toda la economía es estimulada.
  • La pobreza cae.

OK, podríamos decir, entonces que tal vez el capitalismo funciona; tal vez la gente está mejor.

Pero, ¿no hay un costo?

  • ¿No nos hace más materialistas?
  • ¿No nos vuelve más codiciosos?

Si por “avaricia” nos referimos a un deseo de riqueza material, eso es parte de la condición humana.

Está en nuestro ADN o, dicho de otra manera, está en nuestra naturaleza.

Bajo cualquier sistema: socialismo, comunismo, fascismo, monarquía absoluta, teocracia, la gente quiere más cosas.

La cualidad que hace único al capitalismo es que estructura los incentivos para que la forma de triunfar -la manera de ser “avaro”, si insistimos en usar ese término- sea ofreciendo un servicio a las personas que nos rodean.

En todos los demás sistemas, mejoras solo sobornando o apoyando a los que están en el poder: comisarios, reyes o dictadores.

Pero bajo un sistema de libre mercado, se obtienen beneficios al ofrecerles a los consumidores algo que desean.

Como dijo el economista Joseph Schumpeter, el logro del capitalismo no es proporcionar más medias de seda a las princesas, sino ponerlas al alcance de la vendedora de la tienda.

Entonces, ¿por qué no la vemos?

¿Por qué los jóvenes idealistas y bien intencionados se oponen al libre comercio y la liberalización del mercado, pensando que están defendiendo a las personas más pobres del planeta, cuando de hecho están haciendo lo contrario?

Una gran parte de la respuesta es estética.

Como escribió el novelista victoriano Anthony Trollope: “La pobreza, para ser escénica, debería ser rural”.

Crecí en Lima, Perú, que en aquellos días estaba rodeada de barrios marginales conocidos como las barriadas.

Los visitantes occidentales venían y visitaban Machu Picchu y luego preguntarban con desconcierto por qué la gente emigraría de los Andes a los barrios marginales.

¿Por qué cambiaron el aire limpio y el paisaje de montañas por alcantarillas y humos de tráfico?

Es una pregunta de primer mundo.

  • Ningún peruano necesitó preguntar por qué dejarían un lugar sin electricidad, sin escuelas, sin clínicas y sin trabajos.
  • Esos barrios, esas barriadas, para la mayoría de sus residentes, son transitorios.
  • Son lugares concurridos, zumbando con empresas, y la gente en ellos, siente que están subiendo.

Si queremos ayudar a esas personas, lo mejor que podemos hacer es dejar que nos vendan sus cosas.

El capitalismo ha logrado cosas que antes se atribuían a dioses y magos.

  • Está aboliendo el hambre y la enfermedad.
  • Ha llevado a un enriquecimiento sin precedentes que es el hecho central de nuestras vidas.

El hecho de que estemos viendo este video es suficiente para saber eso.

Ahora, dejemos que funcione su magia en el resto del mundo.

Soy Daniel Hannan de la Universidad de Prager.

Lampadia