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Más Estado y más libertad económica

Más Estado y más libertad económica

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Hugo Neira ha hecho notar que la lucha contra el coronavirus ha restablecido el Estado, la autoridad. Los gobiernos -algunos- han vuelto a gobernar, con toda la dificultad que ello entraña en país de alta informalidad como el nuestro. Las medidas que se adoptan para paliar la crisis suponen mayor intervención estatal.

Pero a esa lúcida observación hay que agregar otra: que la recuperación de la economía luego de que quede devastada por la reclusión generalizada, exigirá restablecer mayores grados de libertad económica de los que teníamos hasta la declaratoria de inmovilidad.

Más Estado y más libertad económica a la vez.

No son contradictorios. El Estado ha reaparecido precisamente para defender la vida de los ciudadanos frente a un enemigo común. El Estado existe para garantizar la vida, la seguridad y la libertad de los ciudadanos. Un acuerdo de mutua protección. Si suprime temporalmente algunas libertades, es para asegurar la vida. El problema ocurre cuando suprime o interfiere ciertas libertades -la económica entre ellas- de manera permanente. Allí contradice su razón de ser. Se vuelve enemigo.

Desde el punto económico, la cuarentena no es otra cosa que la supresión temporal absoluta de la libertad económica. Simplemente se ordena la parálisis de la actividad, salvo en sectores esenciales. Se detiene la producción, se interrumpe el intercambio. Lo mismo ocurre a nivel internacional.

Terminada la cuarentena, o los periodos de cuarentena que haya, se restablece el normal funcionamiento de la actividad económica. Los bienes y servicios vuelven a producirse y circular. Pero si queremos que la economía se recupere más rápidamente y se mantenga creciendo luego a tasas altas, se tendría que restablecer no el status anterior, sino un grado de libertad económica mucho más avanzado.

Fibrosis económica

Porque, sin necesidad de virus, gobiernos y congresos sucesivos han ido recortando la libertad económica en nuestro país. Nuestra economía ha estado infestada por otra clase de virus, el de la sobreregulación, que terminó produciendo algo muy cercano a la fibrosis económica, en algunos sectores más que en otros. Y la altísima informalidad no ha sido sino la reacción inmunológica ante ese virus: los anticuerpos que nuestra sociedad desarrolla ante la inundación asfixiante de normas y regulaciones.

Restablecer la libertad económica permitirá crecer y permitirá reducir la informalidad.

La sobreregulación es la razón por la que tenemos una miríada de micro y pequeñas empresas mayormente informales, impotentes frente a las exigencias de la formalidad, aplastadas por regulaciones que no las dejan crecer, y por eso es que tenemos relativamente muy pocas empresas medianas. Tenemos casi tres veces mas trabajadores en las empresas grandes que en las medianas. Lo que debería ser una pirámide, como en cualquier país del mundo, es un reloj de arena. Y eso se debe a que las empresas pequeñas mueren cuando llegan a un tamaño mediano, porque no pueden cargar con el peso de las regulaciones laborales, de salud y seguridad, ambientales, sectoriales, municipales y tributarias que las asfixian. Necesitan dedicar una proporción muy grande de empleados a lidiar con su cumplimiento, algo que no pueden pagar. Nadie puede cumplir con 1,400 páginas de normas laborales, por ejemplo.

Se nota en este momento, cuando se requiere precisamente celeridad en las adquisiciones esenciales para combatir la epidemia. El IPE reporta que la producción de alcohol y las importaciones de algunos productos relacionados están trabadas en el registro sanitario que emite Digemid, prototipo de sobre regulación (INFORME IPE, Impacto del coronavirus en la economía peruana MARZO 2020).

Es un milagro como las empresas industriales pueden competir con los pies amarrados contra importaciones de productos asiáticos. En algunos casos no pueden y deben cerrar. La producción industrial está en crisis desde hace algunos años, y no por la apertura económica que, al contrario, la reestructuró y la relanzó, la hizo crecer a tasas altas durante muchos años, y la volvió parcialmente exportadora, sino por la maraña regulatoria que le consume crecientemente demasiados recursos.

Si queremos desarrollar y devolverle dinamismo a nuestra industria, debemos comenzar por liberarla de ataduras y permitirle operar con niveles de libertad económica mucho mayores, para bien del país, de la generación de empleo formal y bien remunerado para los peruanos, y para incrementar los ingresos fiscales.

El caso de la minería es pasmoso. En los últimos 15 años ha visto aumentar el número de normas en nada menos que 22 veces según información del BCRP, y debe tramitar permisos y licencias ya no solo ante el ministerio de Energía y Minas como era antes, sino en el MINAM, el MINAGRI, PRODUCE, MINCUL, ANA, SERFOR, SERNAMP y otras dependencias. Cualquier proyecto debe pasar cuatro consultas previas, la primera de ellas para explorar, antes de saber siquiera si hay mineral y por algo que no causa impacto alguno. El resultado es la caída en las exploraciones y en la inversión futura y una pérdida de 10 puestos en el ranking del Instituto Fraser.

La minería puede ser la gran palanca del desarrollo nacional y regional e incluso de la diversificación productiva, sobre todo si se impulsara el cluster minero-industrial apoyado por la CAF en el sur del país. Sería clave para la una recuperación acelerada luego de la emergencia. Pero eso requiere aliviar la carga regulatoria en ese sector, más aún cuando los precios de los minerales vienen cayendo como consecuencia de la pandemia y de la crisis china. El precio del cobre se ha desplomado un 21% en apenas dos meses y medio, desde comienzos de año.

Para no hablar de los hidrocarburos, un sector con mucho potencial, frenado por contribuciones y regulaciones absurdas.

No es casualidad el exitoso crecimiento acelerado y sostenido del sector agroexportador. Goza de regulaciones laborales y tributarias mucho mas flexibles y menos onerosas, sin dejar de reconocer derechos laborales a los trabajadores. Es el único sector donde la economía nacional ha logrado formalizar a un contingente muy numeroso de trabajadores. Ese es un ejemplo para el resto de la economía.

La recuperación nacional luego del pozo económico en el que vamos a caer luego de las cuarentenas que tengamos que sufrir, requerirá tomar decisiones que permitan salir de la pobreza en la que habremos recaído lo más rápidamente posible, para inaugurar una nueva era de crecimiento. Pero para ello la palabra mágica es libertad económica. Lampadia




¿Cómo logró crecer el Perú y qué nos falta?

¿Cómo logró crecer el Perú y qué nos falta?

¡Cuidemos los pilares de nuestra economía y empujemos juntos las reformas pendientes!

Líneas abajo presentamos un video del IPE que explica la gran recuperación de nuestra economía durante la primera década del nuevo siglo y lo que necesitamos emprender para no seguir perdiendo oportunidades de desarrollo, como estamos haciendo desde el 2011.

Lampadia

 




El mayor enemigo de los pobres

Con la constitución del 93 ya no hicimos déficit fiscal, es decir el gobierno ya no podía gasta más de lo que recibía como ingresos y ya no podía ordenar al BCR imprimir más y más billetes sin un respaldo. Ahora ya me conoces, soy chiquito otra vez, solo mido 2.5% al año.




Remozar el capitalismo peruano

Remozar el capitalismo peruano

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Es cierto que el capitalismo tiene que ser renovado, revisado. Pero no en el sentido que usualmente se propone.

Piero Ghezzi escribe, por ejemplo, en Gestión (6-12-19) que “hay una contradicción entre el liberalismo político y el liberalismo económico. El liberalismo político tiene como objetivo fundamental la igualdad de oportunidades. Pero el liberalismo económico actual, ese que pide que el Estado apenas regule, no genera por sí solo la igualdad de oportunidades que el liberalismo político pregona. Y ha devenido, a menudo, en mercantilismo y capitalismo clientelista. Por eso, debemos revisar el liberalismo económico actual: el capitalismo de libre mercado”.

En realidad, es al revés: allí donde hay mercantilismo y capitalismo clientelista, es que se ha interferido el libre mercado para introducir ventajas rentistas para algunos en desmedro del resto. Esa era la esencia del modelo proteccionista e intervencionista anterior, donde los ingresos de las empresas dependían más de alguna ventaja otorgada por el gobierno que de la preferencia de los consumidores en un mercado de libre competencia.

Lo que ha pasado en nuestro país es que la libertad económica introducida a partir de los 90 ha sido crecientemente intervenida y trabada por sobre-regulaciones que han restablecido una suerte de intervencionismo de baja intensidad. Esto ha ocurrido en todos los sectores de la economía y en el trabajo.

La consecuencia de eso es que no solo se ahoga la iniciativa individual, se inhibe la inversión y se asfixia el crecimiento principalmente de las empresas pequeñas y medianas, sino que se produce algo aún más perverso: cada regulación es precisamente una protección potencial a un grupo en desmedro de otro. Por lo general, favorece a las empresas grandes que pueden afrontar el costo de cumplir con las exigencias. Favorecen la monopolización del mercado.

Y favorecen algo más perverso aun: la informalidad de la economía y del trabajo, que es la mayor injusticia estructural del país, y que agrava nuestro dualismo económico. Entonces, si queremos evitar que el Estado sea la jungla en la que intereses particulares o de grupo luchen por obtener ventajas o protegerse de las ventajas de otros, pues debe restablecerse la libertad económica y facilitar reglas de juego simples que permitan la incorporación de todos al crecimiento formal. Que la economía de mercado sea para todos, efectivamente. Romper las barreras que impiden el acceso.

De esa manera habrá más ingresos fiscales –porque habrá más empresas ganando más- para tener mejores servicios públicos. Libertad económica y redistribución por medio de buenos servicios sociales: esa es la fórmula y el principal ajuste que hay que hacer al modelo.

Piero Ghezzi propone otro, que también es positivo, pero complementario al anterior. El describe el dualismo económico como un dualismo productivo-tecnológico, donde un pequeño grupo de empresas modernas de alta productividad y tecnología convive con una miríada de empresas pequeñas informales y de baja productividad. Propone entonces políticas productivistas que, mediante colaboración público-privada, pongan en valor los sectores con potencial, fortalezcan los actuales e incluyan a las mypes en las cadenas de valor formales.

De acuerdo. Pero es una solución complementaria a las reformas económicas y laborales que permitan la inclusión económica, pues la causa de ese dualismo está en el elevadísimo costo de la formalidad antes que en la debilidad de las “políticas productivistas”.

En realidad, su propuesta es puro sentido común, siempre y cuando se tenga la disciplina liberal suficiente para no inventar sectores rentables sostenidos en beneficios legales.

Allí está pendiente todavía la discusión sobre los beneficios tributarios. Parece claro que el éxito espectacular de la agroexportación moderna fue facilitado más por el flexible régimen laboral que por la menor tasa de impuesto a la renta.

La experiencia de las mesas ejecutivas es buena –aunque aún no terminan de dar frutos– y deberían servir no solo para los “nuevos motores” sino para el más potente de todos, medio apagado: la minería. Y es increíble que el Estado peruano no priorice un programa agresivo de transferencia tecnológica a la economía campesina andina con metodologías probadas como las de Sierra Productiva, que transformarían esa economía en muy poco tiempo. 

Pero una vez que estos campesinos andinos se hayan convertido, gracias a esas intervenciones, en empresarios conectados al mercado, y tengan que formalizarse para crecer e incorporarse en cadenas formales, se toparán nuevamente con el muro si es que el régimen especial laboral agrario se vuelve a cargar de costos no salariales y rigideces de algún tipo.

Y si es que no se aligera en general el peso regulatorio en el país. ¿En qué quedaron los Análisis de Calidad Regulatoria (ACR) y de Impacto Regulatorio (RIA) que la PCM estaba realizando para restablecer la libertad económica, para que los trámites y normas que existentes y las que se den sean aquellas que realmente se justifiquen, que no generan más costos que beneficios y que no beneficien a nadie en perjuicio de otros? ¿El futuro Congreso fiscalizará el avance de ese programa? ¿Qué pasa que el gobierno no saca mediante decretos de urgencia las reformas de productividad contenidas en el Plan Nacional de Competitividad que el propio gobierno aprobó?

El capitalismo peruano necesita ser remozado. Permitirle volver a respirar para que vuelva a generar crecimiento y redistribución. Lampadia




Yo sí lo hubiera hecho

Yo sí lo hubiera hecho

Fausto Salinas Lovón
Exclusivo para Lampadia

Luego de que el banquero Dionisio Romero Paoletti revelara que aportó 3´650,000 dólares de su dinero a la campaña presidencial de Keiko Fujimori el 2011 para impedir que el chavismo llegara al poder en nuestro país y otros empresarios revelaran aportes económicos menores para esa campaña y para la defensa del modelo económico vigente, se han escuchado comentarios de diverso tipo.

Para la izquierda, como era de esperarse, estos aportes eran el precio que pagaban los ricos para comprar leyes, políticas y prebendas.

Para los “políticamente correctos”, esos que se ubican en los lugares comunes que construye la media, son razón suficiente para retirar sus ahorros del BCP, compartir posts sobre el tema o hacer cruzadas morales contra los productos de las empresas involucradas.

Para los juristas, se tratan de aportes de campaña simplemente, usuales en todas las campañas políticas, que no estaban prohibidos por la legislación electoral de ese momento y cuya omisión en el registro electoral del partido beneficiado, constituye una infracción electoral susceptible de sanción administrativa. Hoy en día, aportes de este tipo tienen otro tratamiento legal y podrían ser considerados como delito.

Sin embargo, lo que más llama la atención es la posición de algunos otros empresarios y en particular de la actual presidenta de Confiep, para quien los empresarios que han hecho estos aportes “debieran dar un paso al costado”.

No señora León, los empresarios que aportaron para una opción política contraria al chavismo y los empresarios que aportaron a la CONFIEP para que esta defienda en el 2010 la libre empresa, el estado de derecho, la libertad económica y en general el modelo económico que ha permitido reducir la pobreza mejor que nunca en la historia del Perú, impulsar el crecimiento económico sostenido del país y reinsertarnos al mundo, no deben dar un paso al costado, deben dar un paso al frente y ser emulados por sus pares.

Desde el 2003 habían llegado a toda Sudamérica los millones del castro chavismo para capturar el poder y luego saquearlo con jugosos contratos de obras públicas faraónicas en manos de empresas del Cartel de Sao Paolo. Evo y Correa no llegaron al poder por bendición de Dios en Bolivia y Ecuador, respectivamente. El 2005 se vio el despliegue económico del nacionalismo en la campaña política que obligó a los peruanos a votar por Alan García para evitar que llegue la “Gran Destrucción”. El 2007 ya se conocía la maleta incautada en Aeroparque al venezolano Antonini Wilson con 790,550 dólares para la campaña de Christina Kirchner, que puso en evidencia el modus operandi del financiamiento político venezolano. El 2008 ya se conocía el financiamiento político de Caracas a todos los partidos del Foro de Sao Paolo. Para el 2011 la señora Verónica Mendoza ya había viajado a Venezuela, junto con Nadine y Ollanta para pedir la bendición y el apoyo de Chávez, como lo confirman las agendas en las cuales, según el peritaje de Andrés Begazo, escribía Verónica Mendoza (diario Perú 21. 20.03.2016).

Para el 2011 ya habían llegado al Perú muchos millones de dinero venezolano para imponernos un cambio de modelo económico y virar nuestro país hacia el rumbo venezolano o nicaragüense. Según consigna el Diario Perú 21 (16.05.2017), serían 16 millones de dólares los recibidos por Ollanta Humala para este fin del venezolano Levay Reyes y del cubano Perazo Gonzales.

En este contexto, haber aportado a la campaña política que buscaba frenar (cosa que no logró), la llegada del chavismo al gobierno, no es algo por lo que haya que dar un paso al costado. Es algo por lo cual hay que dar un paso al frente.

Los aportes de las empresas peruanas no impidieron que Humala llegue al poder. Eran enanos frente al aporte chavista que se hizo evidente en un despliegue logístico y de propaganda que se vio en todo el país. Hubieran sido igualmente inocuos si quien pasaba a la segunda vuelta hubiera sido PPK o Toledo en lugar de Keiko Fujimori el año 2011, ya que la maquinaria chavista había penetrado el tejido político del país, regiones, alcaldías y su victoria era inevitable.

Las empresas y los empresarios tienen, como todos los ciudadanos, el deber y el derecho de participar en los asuntos y la vida política del país. Si tienen dinero y este proviene del éxito obtenido en el funcionamiento de un modelo económico que permite el crecimiento, la generación de empleo y la reducción de la pobreza, sin duda el deber es aún mayor. Otra cosa muy distinta es si piden algo a cambio y si esto se les concede, como sucedió con las empresas brasileras. Eso no es aporte, es prebenda o dádiva y habría que investigar, para erradicar el mercantilismo.

Sin embargo, al final de todo lo que importa es saber si el Perú, ante una nueva encrucijada como la del 2011, volverá a contar con sus empresarios y su aporte. Eso es precisamente lo que quieren conseguir. Desarmar las opciones a favor del modelo y dejarlo desguarnecido, en manos del aporte chavista, del narcotráfico o del aporte, esta vez del Foro de Puebla.

Si yo tuviera los millones del señor Dionisio Romero, sin duda hubiera aportado eso y más para salvar a mi país del comunismo que viene bajo muchos ropajes. Empresarios que aportan a la política, no den un paso al costado, den un paso al frente. Y no solo aporten dinero, aporten ideas, experiencia, éxito y súmense a la lucha para defender el país. Lampadia




Chile: las dos visiones

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Sostener que las impresionantes protestas chilenas demuestran el fracaso del modelo económico mal apodado “neoliberal”, solo llevará, si se actúa en consecuencia y se cambia el modelo, a problemas económicos y sociales mucho más graves que los que ahora enfrenta la sociedad chilena. De lo que se trata es de identificar con precisión qué está fallando, y resolverlo.

Evidentemente no es el modelo económico como tal lo que ha fallado.

  • Este fue una máquina potente de crecimiento y reducción de la pobreza, que ahora no pasa del 10%.
  • En los últimos 15 años un 30% de la población salió de la indigencia para engrosar la clase media.[1] Y, según cifras de la CEPAL[2], eso vino acompañado no de un aumento de la desigualdad como se ha querido falsear, sino de su reducción.
  • Y tampoco ha generado un sistema insolidario: por el contrario, ha producido el gasto social público más alto de América Latina como parte del PBI (16.1%).[3]   

¿Qué falló entonces? Aquí hay dos visiones. Una es la que sostienen los defensores de la economía de libre mercado como Axel Kaiser, el Instituto Libertad y Desarrollo y otros. Lo que dice en esencia es que el malestar social se debe a un estancamiento de los salarios como consecuencia de la ralentización de la economía ocasionada en parte por las reformas del gobierno de Bachelet, en un contexto –agregaría yo- de mayor endeudamiento y angustia de las familias de las clases medias emergentes.  

El portal Libre Mercado la resume así: “La libertad económica en Chile ha comenzado su descenso. El gasto público se expandió en 60%, desde 17% del PIB hace diez años a 27% del PIB en la actualidad. La tasa de impuestos a las empresas aumentó en otro 60%, de 17% a 27%. La reforma tributaria también eliminó de golpe el gran incentivo a la reinversión de las utilidades introducido por ex Ministro Hernán Büchi. Todo ello, junto a la expectativa de una mala reforma laboral, frenaron abruptamente la inversión y el crecimiento”.

Y agrega: “La erosión del modelo comenzó, entonces, cuando se cambió el foco moral de las políticas públicas y se priorizó disminuir la desigualdad en los ingresos, en perjuicio de reducir la pobreza. Está comprobado que intentar disminuir la desigualdad de rentas con altos impuestos y excesivas regulaciones estatales, destruye lo que Keynes llamaba los “animal spirits” de los emprendedores y deteriora la inversión, lo cual, inevitablemente, reduce el crecimiento y, por tanto, la posibilidad de derrotar la pobreza”.

El Instituto Libertad y Desarrollo[4], por su parte, señala lo siguiente: “El alza de $ 30 en el pasaje del Metro… fue un detonante, pero casi todos están de acuerdo en que no puede explicar la magnitud del descontento. De hecho, el alza no superó el 4% en hora punta y desde el inicio del Transantiago en el 2007, el salario mínimo ha subido más que el pasaje del Metro. Adicionalmente, aunque pocos lo saben, el Estado ya financia un 50% del costo que verdaderamente tiene el transporte público a través de un subsidio. Se mencionan también como causantes del malestar las alzas de las tarifas eléctricas y del agua, pero de nuevo, éstas no han experimentado reajustes mayores al del salario mínimo… Todo ello lleva a pensar que la generalizada sensación de agobio económico estaría relacionada con el hecho que los salarios no han aumentado a la par de las expectativas de la gran mayoría de la población. Esto es una consecuencia directa del insuficiente crecimiento de la economía en los últimos años”.

“Otro factor muy mencionado en las encuestas es el nivel de las pensiones, también el precio de los remedios y la deficiente atención en el sistema de salud… Lo paradojal de esta situación es que muchas de las propuestas que se escuchan como parte de un nuevo pacto social -congelación de tarifas, fijaciones de precios- pueden hacer un enorme daño a la capacidad de crecer de la economía chilena, que es nuestro principal problema hoy y repercute directamente en quienes tienen más necesidades… Recordemos las experiencias de Ecuador y Argentina con la congelación de tarifas y precios y la reacción de la población cuando por necesidades financieras, de caja y de solvencia, esos países tuvieron que aplicar tarifazos con alzas significativas. No va por ahí el camino”.

“Parece evidente, en cambio, que el Gobierno debiera insistir y concordar una reforma a las pensiones, que le permitiría hacerse cargo de una parte importante del problema que afecta a las familias chilenas… Debiera también, con la ayuda de la oposición, sacar adelante su ambiciosa agenda para disminuir el precio de los remedios y mejorar la atención de los sistemas de salud. Por último, en relación a este tema, los dolores que se manifiestan en la protesta no apuntan sólo a cuestiones materiales. Se trata de personas que piden igual dignidad en el trato, que se rebelan contra privilegios de la elite, incluyendo a los políticos en ese grupo. También hay que buscar fórmulas para responder a ese clamor”.[5]

La otra visión

La otra visión es una que ataca las bases mismas del modelo en el sentido que sostiene que las élites se las han arreglado para enriquecerse y pagar menos impuestos, afectando la base moral misma del sistema. Un artículo de Juan Andrés Guzmán en el portal CIPER[6] refiere varios trabajos de investigación en este sentido. Uno de ellos es el de la politóloga del London School of Economics Tasha Fairfield titulada “Riqueza privada e ingresos públicos en América Latina. El poder empresarial y la política tributaria (2015, Cambridge University Press).

Según sus datos, el 1% de los chilenos de mayores ingresos recibe entre el 19% y el 22 % de los ingresos del país y paga tasas efectivas de entre 9% y 16%. “La teoría le indicaba que en democracia los políticos debían competir por los votos, es decir, tratar de ganar mayorías y, por lo tanto, resultaba ilógico que favorecieran a unos pocos y que acrecentaran la desigualdad”.

Ello no ocurrió en Chile. Fairfield estima que se debe principalmente a tres motivos: la firme unión de la élite chilena en torno al principal gremio empresarial, la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC); contar con partidos políticos, particularmente la UDI, que representan sus intereses en el Congreso; y el miedo que tuvo la Concertación a entrar en conflicto con la elite y que llevó a sus gobiernos a abstenerse de legislar en el tema tributario o a ofrecer importantes compensaciones cuando aumentó los impuestos”.

Una investigación en 2011 del BID, de los economistas Carlos Scartascini y Martín Ardanaz titulada:  ¿Por qué no gravamos a los ricos?, apunta en el mismo sentido: las naciones con peor distribución de riqueza y donde menos impuestos pagan los más ricos tienen una élite sobre representada en sus parlamentos. Chile es uno de esos casos. Señalan que la dictadura diseñó un sistema electoral “para garantizar la sobre representación de los partidos conservadores”. Eso explicaría, en parte, por qué los más ricos chilenos pagan tasas efectivas más bajas que en el resto de Latinoamérica y en los países desarrollados”.

La politóloga Fairfield considera que en el FUT, “esa exención tributaria que permite a los dueños de las empresas posponer el pago de impuestos cuando reinvierten parte de sus utilidades, ‘los dueños del capital encontraron muchas maneras de consumir las utilidades sin retirar formalmente las ganancias, es decir sin pagar el correspondiente impuesto’”. El FUT, por lo demás, tiene una muy débil correlación con la inversión, y “los datos disponibles hoy indican que ese dinero no está en inversión productiva, sino especulativa”. En un estudio que hizo con Michael Jorratt “menciona que el sistema también ofrece fuertes incentivos para la evasión y que probablemente eso aumenta la desigualdad. Dice que en 2005, solo el 35% de los beneficios distribuidos por las empresas fue declarado al Servicio de Impuestos Internos (SII)”.

Hasta aquí la revisión de esa segunda visión. Lo que cabe señalar es que el esquema colusorio descrito, de ser cierto, no afectó las tasas de crecimiento ni la reducción de la pobreza e incluso de la desigualdad. Ni sería la causa del estancamiento de los últimos años.

De ser cierto, podríamos decir que el tipo de capitalismo de los ricos que prevalecería en Chile estaría llegando a su fin, pues es lo que en parte se está denunciando. El propio Andróniko Luksic ha sugerido que los ricos podrían pagar más impuestos. Pero si las reformas que se introducen se limitan a establecer un sistema tributario progresivo y no uno que desaliente la inversión, y se mejoran y modernizan los servicios sociales y de salud y el sistema de pensiones entre otras medidas, entonces el cambio habrá contribuido a perfeccionar y renovar un modelo de desarrollo que le permitió a Chile durante décadas un crecimiento acelerado con reducción dramática de la pobreza e incluso de la desigualdad.

Pero si el cambio consiste en introducir crecientes regulaciones económicas y subsidios sin sustento económico, afectando la capacidad misma de crecimiento de la economía, entonces más temprano que tarde Chile sucumbirá en la crisis económica y en la catástrofe social. Lampadia

[1] La pobreza se redujo dramáticamente de 40% el 2003 a 10,7% el 2017 (Cepal, Panorama Social de América Latina, 2018, p. 107).

[2] La desigualdad se redujo: el índice de Gini, que la mide, bajó de 0.51 el 2003 a 0.45 el 2017. El total de activos en manos del decil más alto bajó de 69,1% el 2007 a 60,9% el 2017. La desigualdad en Chile tampoco es la más alta en América Latina: por el contrario, está por debajo del promedio (0.47), en el tercio del países menos desiguales (Cepal, Panorama Social de América Latina, 2018. P. 73).

[3] Op.Cit, p. 144

[5] Libertad y Desarrollo: https://lyd.org/wp-content/uploads/2019/10/tp-1422-la-revuelta-de-chile.pdf




Economista predice crecimiento de EEUU

Economista predice crecimiento de EEUU

Una de las constantes críticas hechas a los economistas modernos – mayormente extendida después de la crisis financiera del 2008 – es su débil capacidad para atinar con sus predicciones el desempeño futuro de una serie de variables macroeconómicas de los países tales como el crecimiento del producto, el déficit fiscal, el tipo de cambio, el crecimiento de las exportaciones, por destacar algunas de las más importantes.

La importancia de conocer los posibles escenarios del porvenir de dichos índices recae en que permite – tanto a los hacedores de política monetaria y fiscal, como a empresarios de todo sector y tamaño – una toma de decisiones ilustrada y acorde al entorno económico y financiero que enfrentarán los agentes en el corto-mediano plazo.

Robert Barro – profesor de economía de la Universidad de Harvard y reconocido académico por sus aportes a la teoría macroeconómica de la política fiscal – estaría próximo a rebatir tales críticas con unas de sus más recientes proyecciones de crecimiento para la economía de EEUU.

En uno de sus artículos – publicado en la revista Project Syndicate el pasado 29 de abril (ver artículo líneas abajo) – resume los principales hallazgos de un estudio hecho en coautoría de Jason Furman, respecto a los impactos de la reforma tributaria emprendida por Trump en el 2017 – basada en una notable reducción de impuestos a la ganancias y a la renta sobre ingresos individuales – en variables como la inversión en capital, el empleo, los salarios reales y el producto, así como sus respectivas proyecciones de crecimiento para el período 2018-2019.

Al respecto señala, “nuestro efecto incremental estimado de la ley tributaria de 2017 implicó un pronóstico de crecimiento del PBI real de 3.1% por año para 2018-19”. Curiosamente, según cifras oficiales de EEUU, no solo la cifra de crecimiento del 2018 es cercana (3.0%) a la estimada por Barro y Furman, sino que la del primer trimestre  de este año también lo es (3.2%). En un contexto en que el crecimiento promedio de los últimos años previos a la reforma, fue de apenas 2.1%, el reconocido economista concluye que este conjunto de medidas tributarias fueron las principales contribuyentes de las altas tasas de crecimiento experimentadas por la economía de EEUU, que, complementadas a las bajas cifras de desempleo – situadas en mínimos históricos desde 1969 – dejan entrever el pleno empleo en el que se encuentran los factores de producción.

¿Qué aprendizajes nos dejan estos hallazgos?

Creemos que estos resultados nos deben llevar a la reflexión. Si bien no se podría decir que EEUU es un país con poca libertad económica – se ubica en el puesto 12 de 186 países según el Índice de Libertad Económica 2019 de la Fundación Heritage – este aumento en la actividad ante la mencionada reducción de impuestos induce a pensar que aún está lejos de una tasa impositiva óptima – sobretodo la relacionada a la de las ganancias corporativas por su efecto en el largo plazo – tal que la economía pudiese operar libremente y en mejores condiciones. En esta línea, ejercicios empíricos similares podrían ser replicados en el Perú, a la luz de las reducciones impositivas hechas en los últimos años.

Y con respecto a Robert Barro, tal vez haya sido un golpe de suerte, como él mismo señala, el haberle atinado a las cifras de crecimiento, al ser las proyecciones altamente sensibles a shocks inesperados; pero ello de ninguna manera desprestigia el trabajo riguroso y técnico que, junto a Furman, siguió para obtener los resultados de sus estimaciones. Lampadia

Mi Mejor Pronóstico de Crecimiento

Robert J. Barro
Project Syndicate
29 de abril, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

La tasa de crecimiento del PBI real de EEUU de 3.2% para el primer trimestre de este año es impresionante, al igual que el crecimiento promedio de 3% en 2018 (medido desde el cuarto trimestre de 2017 hasta el cuarto trimestre de 2018). Desde el final de la Gran Recesión – de 2011 a 2017 – la economía de los EEUU creció solo un 2.1% por año, en promedio. ¿Qué explica la reciente aceleración?

La reforma tributaria de 2017, que entró en vigencia en 2018, fue vista prospectivamente, y ahora retrospectivamente, como una contribuyente al crecimiento. Pero hubo – y sigue habiendo – una gran controversia sobre el tamaño de los efectos macroeconómicos de los cambios fiscales.

En enero de 2018, con el espíritu de resolver parte de la controversia, Brookings Institution reclutó a Jason Furman (presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Barack Obama) y a mí para que escribiéramos un documento conjunto centrado en los posibles efectos de crecimiento de los cambios fiscales. Sin duda, Brookings pensó que combinar un punto de vista liberal (de Furman) con el mío (que yo veo como pro-mercado) evitaría sesgos políticos y, por lo tanto, generaría estimaciones más cercanas a la “verdad”. Dejé a otros observadores evaluar si esto es así. El audaz intento de consenso tuvo éxito.

Gran parte de nuestro análisis enfatizó los cambios impositivos para las empresas, incluida una reducción en la tasa impositiva federal sobre las ganancias corporativas del 35% al 21% (para las corporaciones C, que incluyen las empresas más grandes) y una reducción menor en la tasa impositiva para las empresas de transferencia (sociedades, corporaciones S, y empresas individuales). Todas las empresas se beneficiaron de un cambio a gastos totales para equipos, aunque este cambio no se aplicó a las estructuras. Nuestra investigación predijo un aumento sustancial a largo plazo en la acumulación de capital, lo que generaría ganancias considerables en la productividad laboral y los salarios reales. Se pronostica que el crecimiento del PBI real será mayor en diez años en un promedio de alrededor del 0.2% por año. Por lo tanto, el efecto de crecimiento previsto fue moderado pero duradero.

El otro cambio importante en el paquete de impuestos de 2017 fue una reducción casi total en las tasas marginales de impuesto a la renta sobre los ingresos individuales. En promedio, la disminución de la tasa impositiva marginal fue de alrededor de 2.3 puntos porcentuales (ajustado a la baja de 3.2 puntos teniendo en cuenta la reducción de la deducción fiscal de los impuestos estatales sobre la renta). En comparación, el recorte promedio en las tasas impositivas marginales fue de 4.5 puntos porcentuales bajo la legislación de 1986 del presidente Ronald Reagan; 3.6 puntos bajo los recortes de impuestos del presidente John Kennedy y del presidente Lyndon B. Johnson, aprobados en 1964; y 2.1 puntos bajo la reforma de 2003 del presidente George W. Bush. Furman y yo estimamos, a partir de investigaciones anteriores, que la reducción del presidente Donald Trump impulsaría el crecimiento del PBI en un sustancial 0.9% anual para 2018-19, pero no contribuiría al crecimiento después de eso. Por lo tanto, el efecto de crecimiento previsto fue mayor que el de los recortes de impuestos para las empresas en el corto plazo, pero más pequeño a largo plazo.

Cuando calculamos el impulso general al crecimiento del PBI a corto plazo, obtuvimos una estimación del 1.1% anual para 2018-2019. Cuando se agregó a un pronóstico de crecimiento de referencia del 2% (que refleja las opiniones de consenso contemporáneas y la historia reciente), nuestro efecto incremental estimado de la ley tributaria de 2017 implicó un pronóstico de crecimiento del PBI real de 3.1% por año para 2018-19. Francamente, aunque sin duda hay un gran elemento de suerte aquí, esta es la mejor previsión de crecimiento que puedo recordar. Además, nuestra previsión a principios de 2018 de los efectos incrementales de la ley de 2017 contrasta con las predicciones de recesión de muchos economistas.

Además, tengo una apuesta con un famoso colega de Harvard que prometió comerse su proverbial sombrero si el crecimiento del 3% del PBI persiste durante un período más largo. Recuerdo que la apuesta especificó el período como los dos años completos – 2018 y 2019 – pero ahora lo recuerda como los tres años desde 2018 hasta 2020. Creo que debo tener razón, porque nunca pronostiqué un alto crecimiento económico para 2020.

Por supuesto, siempre es posible encontrar razones por las que el pronóstico de uno resultó mal. Un argumento popular de este tipo en la actualidad es que la Reserva Federal ha resultado ser mucho más expansiva de lo que uno hubiera predicho. De manera similar, las expectativas de que una guerra comercial con China y que otros países frenen el crecimiento económico – una de mis preocupaciones en particular el otoño pasado – han mejorado (aunque sigo preocupado por este aspecto).

Básicamente, una predicción como la del crecimiento del PBI del 3.1% que Furman y yo avanzamos a principios de 2018 se debe ver como un pronóstico no contingente que siempre puede estar condicionado (o explicado) por una serie de eventos no anticipados. Y, de manera más general, siempre hay mucha incertidumbre en las tasas de crecimiento del PBI anual, por lo que la precisión de nuestro pronóstico debe considerarse como un reflejo de buena suerte.

Me parece evidente que un crecimiento económico más rápido es mejor que un crecimiento económico más lento. Detrás de este sentimiento está el hecho de que millones de personas se benefician de tasas de crecimiento más altas, que suelen ir acompañadas de salarios más altos y menos desempleo, que ayudan especialmente a los más desfavorecidos. Sin embargo, hoy en día, la antipatía hacia la administración de Trump es tan intensa que muchas personas, incluidos algunos de mis colegas economistas, están alentando el menor crecimiento económico solo para negarle a Trump una victoria política.

Entiendo este punto de vista, pero sigo pensando que los beneficios directos de una mejor economía superan este tipo de cálculo político. Más concretamente, los beneficiarios, que incluyen a la mayoría de las personas y la mayoría de los votantes, deben favorecer un crecimiento más rápido que lento. Lampadia

Robert J. Barro es profesor de economía en Harvard y profesor visitante en el American Enterprise Institute. Es el coautor (con Rachel M. McCleary) de The Wealth of Religions, de Princeton University Press.




14 señales para identificar el fascismo

El fascismo, como sistema político, siempre ha estado presente en mayor y menor grado en varios regímenes autoritarios durante el período de la posguerra y bajo diferentes banderas políticas tanto de derecha como de izquierda.

Al ser además un término usado de manera peyorativa entre contrincantes políticos, por las atrocidades cometidas por la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini en la primera mitad del siglo pasado, tiende a ser un sistema que pretende mantenerse encubierto en los gobiernos, lo cual dificulta su identificación.

En esta línea, el famoso y recientemente fallecido escritor y filósofo italiano Umberto Eco desarrolló en 1995 lo que él denominó como las 14 señales para identificar el fascismo (ver artículo líneas abajo), como una suerte de guía para identificar fácilmente los regímenes fascistas que asechan la libertad individual en los países.

Consideramos que es relevante compartir dichas ideas porque nos puede ayudar a vislumbrar de una manera más clara respecto a qué recursos recurren los líderes políticos cuando desean instaurar regímenes autoritarios y antidemocráticos, que son característicos bajo esta forma de gobierno.

En Lampadia estamos a favor de los sistemas democráticos, que admiten total libertad económica, que respeten la propiedad privada y los derechos fundamentales de los individuos, principios que muchas veces se ven atentados en esta clase de regímenes, además de los socialistas.  Lampadia

Las 14 señales de alerta del fascismo según Umberto Eco

Este filósofo propuso una serie de síntomas que advierten de la aparición de esta ideología.

La política siempre ha sido un elemento integrado en la vida humana, tanto en lo que nos afecta colectivamente como en lo que tiene que ver con nuestra individualidad. Sin embargo, algunos fenómenos sociales dejan más huella que otros, y en algunos casos, para mal.

Elclubdeloslibrosperdidos.org
Agosto, 2018
Glosado por Lampadia

¿Qué es el fascismo?

Técnicamente, el fascismo es un movimiento político y una ideología asociada a este que se basan en la defensa de una política basada en la identidad “esencial” de la población, el uso de la violencia para reprimir a la oposición política y el uso de una economía dirigida estatalmente que, a su vez, favorece a grandes empresas debido a su corporativismo.

En un principio el término fascismo se utilizaba para llamar la deriva política impulsada por Benito Mussolini en la primera mitad del siglo XX, pero también puede denominar otras propuestas políticas recientes y similares a la original, como el peronismo o el kirchnerismo en Argentina o ciertas inclinaciones de Donald Trump en EEUU.

En nuestro tiempo, en que los viejos “proletarios” se están transformando en pequeña burguesía (y el lumpen se auto excluye de la escena política), el fascismo encontrara en esa nueva mayoría su público.

Umberto Eco advirtió que “Cada vez que un político pone en duda la legitimidad del Parlamento por ya no representar la “voz del pueblo”, se puede sentir el olor de Fascismo”.

Por su actualidad y porque nos ayuda a entender lo que ocurre en Brasil y en el mundo de la globalización, publicamos las “14 Iecciones” que nos dio en 1995 para identificar al fascismo.

Compartimos esta breve lista de las 14 características del fascismo según Umberto Eco. Para los interesados, el texto completo de la conferencia se encuentra en línea con el título “EI fascismo eterno”.

1. Culto de la tradición.

De los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas.

2. Rechazo del modernismo.

La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Fascismo puede definirse como irracionalismo.

3. Culto de la acción por la acción.

Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas.

4. Oposición sistemática a la más mínima crítica

EI rechazo total a las críticas permite hacer y deshacer cualquier clase de iniciativas sin tener que dar explicaciones ni rendir cuentas ante nadie.

5. Miedo a la diferencia.

EI primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. EI Fascismo es, pues, racista por definición.

6. Llamamiento a las clases bajas frustradas.

En nuestra epoca el fascismo encontrara su público en esta nueva mayoría.

7. Apelación constante a una amenaza que no desaparece

Estar todo el tiempo apelando a una amenaza eterna permite introducir el estado de excepción, gracias al cual el partido político puede incumplir la legalidad vigente “por el bien del pueblo”.

Los casos de terrorismo de estado son un claro ejemplo de esto.

8. Búsqueda constante de culpables externos

Culpar de todo a quien está fuera del sistema de propaganda y que no se puede defender permite desplazar la atención sobre los fallos del partido o, si quedan revelados, se muestran como equivocaciones dadas en la lucha contra un mal mayor.

9. Llamamiento constante a una clase social descontenta

Esla no es una característica que de por sí defina al fascismo, ya que se hace desde muchas tendencias políticas.

Sin embargo, el fascismo se reivindica como la única voz de esa parte de la población, como si en ella no existiese la pluralidad.

10. Apelación constante a la voluntad del pueblo

Se intenta apropiarse de las reivindicaciones populares haciendo que pasen a lo institucional y alii se disuelvan y se confundan con los objetivos políticos de los líderes del movimiento fascista.

11. Utilización de un líder carismático que representa al pueblo

EI líder es el reflejo del pueblo, y como tal habla en su lenguaje y trata de expresar las mismas preocupaciones que el estereotipo de la parte de la población a la que apela.

Sus decisiones personales y sus gustos y preferencias son tomadas como un asunto público, ya que es la encarnación de la voluntad popular.

12. Uso de discursos de vocabulario sencillo y basado en tópicos

La utilización de palabras con significado muy amplio permite producir discursos que, pese a que parecen muy claros, no contactan con la realidad.

Normalmente el único mensaje que se da tiene que ver con las ideas más impactantes, como quien tiene la culpa de algo o la actitud que el partido va a tener frente a un hecho, pero no se concreta demasiado.

13. Populismo cualitativo, oposición a los gobiernos parlamentarios.

Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Fascismo.

14. Neolengua.

Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico.

Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality show.

Lampadia




Libertad económica, clave para salir de la pobreza

Siempre hay que repetir los conceptos básicos que permiten ir construyendo un sentido común ciudadano basado en información y pensamiento crítico. Para ello se debe difundir información y análisis que permitan que a cada individuo preocupado con el futuro de su sociedad, aplicar su criterio para internalizar esos conceptos.

Esto es muy importante, tomando en cuenta que los grupos de interés político hacen lo mismo, pero con información equivocada y maliciosa.

Líneas abajo compartimos con nuestros lectores, el excelente análisis de la colombiana, Vanesa Vallejo sobre el informe de libertad económica del Fraser Institute.

Quienes luchan por aumentar el tamaño del Estado, así como las regulaciones y las barreras arancelarias, seguramente (quieren) terminar como Venezuela o República del Congo.

Vanesa Vallejo

30 junio, 2016

Publicado por Panam Post, Noticias y Análisis sobre América

Colombia

Glosado por Lampadia

No es casualidad que los países con mayores libertades económicas sean más prósperos que aquellos en donde no se respeta la propiedad privada y los inversionistas no pueden defender sus intereses propios. La inversión y la generación de valor es fundamental para el bienestar de las sociedades, y el grado de libertad económica de un país es un factor determinante a la hora de hacer negocios. Es por eso que aquellos lugares con mayores libertades ofrecen un mejor nivel de vida a sus ciudadanos.

Las libertades económicas son indispensables para aumentar la inversión y acelerar el crecimiento de un país. La incertidumbre legal, los altos impuestos, la precariedad de derechos de propiedad, y la excesiva regulación en los mercados financieros y de trabajo, tienen costos enormes en la vida de las personas ya que debilitan la confianza inversionista y, por lo tanto, aumentan el desempleo y la pobreza.

Sin embargo, parece que aún no se entiende la importancia de la libertad económica. En Colombia, como en otros países,  son muchos los que piden cada vez mayor regulación. La gente celebra, por ejemplo, que se aumenten los impuestos a las empresas, porque creen que quitarles a los ricos para darles a los pobres es la solución. No caen en cuenta de que lo que piden es matar a la gallinita de los huevos de oro.

También vemos, con bastante frecuencia, grandes grupos de interés apoyados por personas incautas y de buena fe protestando para que aumenten las barreras arancelarias, bajo la falsa idea de que así se protege a la economía nacional. Y de igual manera, miles de colombianos piden aumentos en los subsidios, más empresas públicas y un Estado más grande, con la esperanza de que estas medidas mejoren la situación de todos. Ignoran que tales luchas son precisamente la causa de nuestras desgracias.

El Fraser Intitute, entendiendo la importancia de las libertades económicas para la inversión y, principalmente, para el bienestar de las sociedades, desde 1996 calcula el “Índice de Libertad Económica” para 157 países del mundo. Este indicador se construye utilizando cinco grandes variables que se describen en la siguiente tabla:

Áreas y componentes del índice de libertad económica elaborado por el Fraser Institute

Fuente: Elaboración propia. Información tomada del Índice de Libertad Económica en el Mundo, Informe Anual 2015. Fraser Institute.

Cada uno de los cinco elementos se califica en una escala de uno a diez, para obtener así la puntuación global de cada país. Colombia, según el  Informe Anual 2015 del Fraser Institute, se ubica en la posición 106, un lugar bastante preocupante. En tamaño del Estado ocupa el puesto 105. Sistema jurídico y garantía de los derechos de propiedad, puesto 127. Solidez monetaria puesto 88. Puesto 76 en libertad de comercio internacional, y 74 en cuanto a regulación. [Ver en la siguiente tabla, los datos para los cuatro países de la Alianza del Pacífico] 

Fuente: Fraser

Los puestos que ocupan otros países de la región, se resumen en el siguiente gráfico. Resaltando que Venezuela ocupa el último lugar de toda la lista:

Fuente: Elaboración propia. Información tomada del Índice de Libertad Económica en el Mundo, Informe Anual 2015. Fraser Institute.

Desde 1996, cuando se publicó por primera vez este índice, se han realizado numerosos estudios que pretenden establecer la relación entre las libertades económicas de un país y el bienestar de su sociedad.  Y lo que se encuentra es que, casi sin excepción, los países con mayor libertad económica tienen un crecimiento económico más acelerado, altos niveles de inversión, mayores  ingresos y menor pobreza que la que presentan países con poca libertad económica.

Observe por ejemplo este gráfico en el que se muestra que el ingreso del 10% más pobre de la población es mucho mejor en los países con mayor grado de libertades económicas.

Ingresos del 10% más pobre vs. libertad económica

Fuente: Índice de Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2015. Fraser Institute.

O esta, en la que se evidencia cómo los países con más alto grado de libertad económica tienen mejores ingresos per cápita.

Libertad económica vs. Ingreso per cápita

Fuente: Índice de Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2015. Fraser Institute.

Lo triste es que a pesar de que las libertades económicas son fundamentales para el crecimiento y la reducción de la pobreza, muchos siguen empeñándose en obstaculizar cualquier intento de creación de valor, creyendo que la clave es aumentar impuestos y asfixiar a los empresarios.

Quienes luchan por aumentar el tamaño del Estado, así como las regulaciones y las barreras arancelarias, seguramente quieren terminar como Venezuela o República del Congo, países que hacen todo eso y están sumidos en la pobreza. Es sorprendente que, contra toda evidencia, en América Latina sigamos queriendo mayor regulación estatal. Contrario a pedir cada vez más dosis de la fórmula que ha llevado tantos países más a la miseria, debemos reconocer el triunfo de las economías orientadas al mercado y la derrota de aquellas en las que hay una fuerte planificación estatal.

Incremento en subsidios, salarios mínimos, mayor regulación laboral, barreras al comercio exterior, aumento del gasto público e incremento del número de empresas estatales. Estas, y otras más, son las propuestas que cada año pedimos y que por desgracia siempre se traducen en peores condiciones de vida para todos. La verdadera clave para disminuir la pobreza y aumentar el bienestar es incrementar la libertad económica, luchar por reducirla es ir en contra de toda prueba y condenarnos a la miseria.

Lampadia