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El acero chino inundará los mercados mundiales

El acero chino inundará los mercados mundiales

Una de las industrias que ha resultado más afectada por el ajuste de la economía china, que está terminando de pasar de ser impulsada por exportaciones e inversiones (con mucho desarrollo de infraestructuras), es la del acero. El problema es que al crecer China a un menor ritmo, se ha liberado capacidad instalada hacia los mercados de exportación.

Muchos países desarrollados encuentran muy complicado el competir con China que, tan solo el año pasado, produjo 808 millones de toneladas de acero, mientras que Estados Unidos produjo sólo 79 millones.  

Hasta hace poco, gran parte de la producción del gigante asiático se absorbía en el mercado interno pero, como informa el Financial Times (en el artículo que compartimos líneas abajo), la construcción de infraestructuras y propiedades en China disminuirá inevitablemente, lo que llevará al acero en una sola dirección: el extranjero. Lo complicado es el tamaño de la producción china, que alcanza el 50% de la producción global. Cada aumento del 1% en las exportaciones de acero chino equivale a todo el mercado de exportación de las acerías estadounidenses.

Los casos antidumping presentados contra el acero chino por Estados Unidos, Europa y México ya se están acumulando. Con una nueva explosión de las exportaciones en el horizonte, parece que la lucha tan sólo está empezando. Esto se empieza a contrastar con reacciones proteccionistas, como las planteadas por el presidente de EEUU, Donald Trump, quien afirmó la semana pasada que “El acero es crítico para nuestra economía y nuestro Ejército. Esta no es un área en la que podamos darnos el lujo de depender de otros  países”,  mientras que firmaba una orden ejecutiva que agiliza un estudio para posibles sanciones a importaciones que perjudiquen a las empresas y trabajadores de la industria acerera de EEUU.

Por su lado, la UE ya expresó sus “preocupaciones” sobre la metodología de Washington para imponer aranceles a algunos productos europeos de acero. Nunca es bueno que factores de coyuntura malogren la estructura de mercados que deben proyectarse en el largo plazo, pero navegar hacia el extremo del proteccionismo, también genera daños estructurales.

China ha sido sustancialmente exitosa ajustando y redireccionando su economía. Ya ha llegado prácticamente a un ‘plateau’ de crecimiento del orden de 6.5%, con perspectivas de estabilidad. Ver el siguiente cuadro de The Economist:

Por otro lado, los tiempos no están como para seguir sumando nuevas crisis. China está empeñada en posicionarse como un respetable jugador global del libre mercado. Tanto EEUU como la UE deben cuidar que no se malogre la estructura del mercado del acero. Es de suponer que China no pretenda ahora destruir a las acerías occidentales.

Esto nos lleva a plantear el que se promueva una conferencia mundial para promover acuerdos que permitan superar la coyuntura del mercado, sin destruir la estructura de una industria muy valorada en todo el planeta.

¿No puede el Perú, un territorio más neutral, de la mano de la OMC, convocar una gran conferencia sobre la estabilización del mercado global del acero? Lampadia

China intensificará su batalla del acero con occidente

A medida que la demanda doméstica se desacelera, más acero fluirá hacia los mercados mundiales.
Un trabajador toma muestras de metal fundido en un horno de acero chino. Fuente: © Getty

Lucy Hornby, Beijing
Financial Times
26 de abril, 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Probablemente las batallas de acero de China en Europa y Norte América no serán más que un preludio de aún mayores batallas futuras, ya que la modulación de la demanda interna desencadena una inundación de producción en los mercados mundiales.

La industria siderúrgica de China es la mayor del mundo: el año pasado, sus 808 millones de toneladas representaron la mitad de la producción mundial.

Alrededor del 90 % de la producción de las plantas chinas ha sido absorbida en el país, pero el consumo interno llegó a su máximo en 2013. A medida que el crecimiento económico de China se desacelera y la construcción de infraestructuras y propiedades llega a un punto de saturación, parece que más acero está a punto de fluir a los mercados mundiales.

El año pasado, China exportó 109 millones de toneladas, o el 14% de su producción; más que la producción total de ArcelorMittal, la mayor siderúrgica del mundo.

Debido a que la industria siderúrgica de China es tan grande, cada aumento del 1% en las exportaciones equivale a casi todo el mercado de exportación para las acerías estadounidenses.

A medida que las exportaciones de acero chino aumentan, esto se han convertido en un tema político en el oeste. La semana pasada, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que lanzaría una investigación de “seguridad nacional” que podría conducir a aranceles sobre las importaciones de acero, invocando una ley de 1962 que permite a los Estados Unidos limitar las importaciones que amenazan su seguridad.

El año pasado, la UE estuvo de acuerdo con China en establecer una “plataforma” bilateral de acero para vigilar el comercio después de que trabajadores de acero protestaran en Bruselas y Alemania. Esto sucedió después de numerosos casos de antidumping contra el acero chino presentados por Estados Unidos, Europa y México en la OMC en años anteriores. Una cláusula en los términos de la adhesión de China a la OMC dificulta la presentación de casos antidumping después de 2016.

Pero China no es una gran fuente de importaciones estadounidenses de acero. “En realidad, están más preocupados por la competencia en terceros países. No se trata tanto de la presencia china en el mercado estadounidense”, dijo Mei Xinyu, estratega del Ministerio de Comercio de China.

En los 28 miembros la UE, el panorama es un poco diferente. Allí, China es la principal fuente de acero importado, representando el 32 % de los productos planos y el 17 % de los productos largos (generalmente utilizados en la construcción) en 2015.

La competencia para vender al resto del mundo adquiere importancia a medida que la demanda de acero se ralentiza en los mercados internos de los productores. Por ejemplo, los tres signatarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) han tenido una producción estancada o en descenso, mientras que las importaciones han aumentado del 15% del consumo en 2011 al 21% en 2015. La utilización de la capacidad siderúrgica del Nafta (TCLAN) es inferior al promedio mundial.

 
Mientras tanto, la producción europea de acero es inferior a la del 2008. La escasa demanda europea convirtió a la región en un exportador neto de 2009-2014.
 
Otro factor es la presión sobre los precios mundiales del acero, ya que cada segmento  pasa a superávit. En el pasado, las exportaciones chinas de productos largos de menor valor combinado con la desaceleración de los mercados de construcción en las economías maduras empujaron a las siderúrgicas occidentales a concentrarse en productos de mayor valor. Pero el exceso de acero de la construcción china estimuló a Beijing a incentivar a sus empresas estatales a subir la cadena de valor.

Eso pone a las empresas estatales, que están produciendo demasiado acero automotriz o acero galvanizado, en un curso de colisión con grupos occidentales.

En 2004, ArcelorMittal se fusionó con uno de los mayores productores de acero de Estados Unidos, entonces propiedad del actual secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, antes de adquirir Arcelor, una amalgama de acerías francesas, españolas y luxemburguesas. Ross formó parte de su junta directiva hasta el mes pasado.

Los aceros especiales de mayor valor utilizados en misiles, oleoductos o reactores nucleares (en otras palabras, las cosas que podrían ser importantes para la “temas de seguridad”) tienen más probabilidades de exportarse a China desde Estados Unidos y Europa que al revés. Pero los productores chinos, como Baosteel, se han expandido en ese segmento para servir a la construcción china de plantas nucleares en el país y de oleoductos y gasoductos en el extranjero, alimentándose aún más de los márgenes de las siderúrgicas extranjeras.

Un aumento del consumo chino este año podría evitar el diluvio por ahora. Pero a menos que se produzca un drástico recorte de la producción china, la perspectiva de una inundación de acero chino en los mercados globales no desaparecerá. Lampadia




Elecciones francesas orientarán la política global

Seguramente, uno de los políticos con mayor legado en Francia es Charles de Gaulle. Tal vez por eso es que el fundador de la Quinta República continúa apareciendo como un referente en la política francesa. Sorprendentemente, los candidatos presidenciales franceses de derecha e izquierda buscan estar relacionados con el legado del general para atraer a votantes (claramente) confundidos.

Este nivel de confusión y desacierto sobre lo que Charles de Gaulle realmente representaba es preocupante. Las elecciones presidenciales de Francia se llevarán a cabo el 23 de abril y, de ser necesario, se celebrará una segunda vuelta el 7 de mayo. La decisión que se tome ese día tiene el poder de afectar irremediablemente el futuro de la Unión Europea y del mundo, y pueden terminar de alejarnos de la globalización y el libre comercio.

Fuente: FramePool

Dado que el descontento de los franceses ha venido en aumento durante los últimos años, no es de sorprender que la población esté buscando un cambio. La  administración socialista ha sido percibida como ineficaz en la gestión de la economía, su crecimiento tiene un promedio inferior al 1% durante la mayor parte del gobierno de François Hollande y el desempleo juvenil cerró el año pasado en 26.2%. Además, los ciudadanos reclaman un combate eficaz contra el terrorismo y un freno a la entrada masiva de inmigrantes.

Las elecciones actuales traen debates muy polarizados sobre temas clave, incluyendo cómo abordar la alta tasa de desempleo del país y la relación de la nación con (y el rol dentro) de la UE. Otras cuestiones incluyen la fortaleza del apoyo social del sistema de bienestar del país, la inmigración, la defensa y la política industrial.

Tras el Brexit y la victoria de Trump, sabemos que la desinformación y la manipulación de los medios pueden traer consecuencias nefastas. El general Charles de Gaulle explicó el sistema presidencial de la política francesa a finales de los años cincuenta como “el encuentro de un hombre y una nación”. El sistema de De Gaulle logró impulsar a Francia a través de medio siglo de estabilidad política y modernización económica y, probablemente, eso es lo que quieran inspirar los políticos actuales que afirman seguir su legado.

Fuente: Foreign Policy

La importancia de las elecciones van mucho más allá de Francia y de la propia UE. Tendrán un impacto global, especialmente si la victoria es de Le Pen. Una victoria para Le Pen haría a Francia más pobre, más insular y más desagradable. Si saca a Francia del euro, desencadenaría una crisis financiera y condenará a la UE que, con todos sus defectos, ha promovido la paz y la prosperidad en Europa durante seis décadas. Ver en LampadiaLas amenazas de la política francesa

Fuente: OFFNews

Sin embargo, estos políticos parecen no entender el gaullismo o, como afirma Foreign Policy en un reciente artículo (traducido y glosado líneas abajo), tal vez nunca hubo una ideología gaullista, sino tan solo un hombre con un gran legado. “Como presidente, [de Gaulle] siempre aspiró a representar a la mayoría de franceses, y no a un partido político. En el corazón del gaullismo late el ideal de unidad nacional sin exclusión. Pero con las efímeras excepciones de 1944 y 1958, esto inevitablemente resultó ser un ideal imposible. En 2017, este ideal es aún más inverosímil, sobre todo cuando el candidato gaullista aspira a unirse por exclusión mientras representa apenas una mayoría dentro de su propio partido. Puede ser que, después de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el latido del corazón del gaullismo se detenga por completo.”

Fuente: Radio New Zealand

Ahora, incluso Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, el partido de la extrema derecha, está afirmando ser “heredera” del legado de de Gaulle. Lo mismo sucede con Emmanuel Macron, el candidato centrista, candidato que busca interrumpir el sistema político con una plataforma que “no es ni la derecha ni la izquierda”. Ni uno de los dos sigue el legado gaullista. Quizás el único que ha tenido un “enfoque gaullista” ha sido Macron, al intentar elevarse por encima de los partidos. Según el historiador Jean-Paul Bled, “ha adoptado un enfoque gaullista al tratar de unificar la derecha y la izquierda”.

Sin embargo, ninguno de ellos se acerca, ni remotamente, a los ideales del general que logró restaurar el nombre y la potencia política de Francia.

De ganar Macron, Francia habría logrado quebrar la tendencia populista y anti globalización que ha estado contaminando al mundo, pero nada está dicho aún. Los resultados electorales de la Francia podrían significar el principio del fin de los movimientos populistas y anti globalización o podrían ser el inicio del fin de la Unión Europea y de la globalización como tal. Lampadia

Los últimos días de Charles de Gaulle

La campaña dirigida por la centro-derecha de Francia ha cortado los últimos lazos entre el general y el partido que pretende defender su legado
 
Foreign Policy
Robert Zaretsky
17 de Abril de 2017
Traducido y glosado por Lampadia
Fuente: Foreign Policy

Cuando Charles de Gaulle lanzó la Quinta República francesa en 1958, ante una nación conmovida por la crisis, esta fue impulsada por dos motores: una constitución que codificara la visión de Gaulle y un partido para llevar a cabo su voluntad.

 
Para entonces, el general había aceptado la necesidad de un partido, pero sólo a regañadientes. El político más legendario de Francia moderna era profundamente alérgico a los partidos políticos. No se le podía culpar, ya que había vivido los años crepusculares de la Tercera y Cuarta Repúblicas. La rendición de Francia a Alemania en 1940 y su precaria ocupación de Argelia en 1958, fueron el resultado de partidos políticos que buscaban objetivos particulares y egoístas.

Según de Gaulle, los partidos conducían a la parálisis parlamentaria y a la división nacional. El “gaullismo” -un término que el propio general usó con moderación- en contraste, rechazó partidismo y particularismo. Era una plataforma nacional lo suficientemente grande para todos, sin importar provincia o profesión, raza o religión. Fue un medio para prolongar la epifanía del 26 de agosto de 1944, cuando de Gaulle caminó por los Campos Elíseos en una París libre. En la vasta multitud de hombres y mujeres que casi lo sumergieron “como en el mar”, de Gaulle escribió más tarde, presenció “uno de esos milagros de conciencia nacional que, a veces, iluminan nuestra historia. En la multitud, sólo hubo un pensamiento, un impulso, un grito, mientras todas las diferencias cedían y los individuos desaparecían”.

De Gaulle descubrió que incluso en Francia se debe gobernar en prosa y, por tanto, a través de partidos. El nuevo presidente de una nueva república requiere un vehículo para producir la votación que le permita llevar a cabo su mandato popular. Y así, de Gaulle supervisó la construcción de un nuevo partido político, L’Union pour la nouvelle république, o la Unión para la Nueva República (UNR). A lo largo de la década de 1960, la UNR se alió con otros partidos conservadores y centristas, creando la mezcla ideológica que, a pesar de los cambios de nombre, siempre afirmó ser el heredero del general.

Hoy en día, la iteración actual ha sido apodada Les Républicains. Y, junto con la Quinta República misma, parece estar despedazándose.

Pero el desmoronamiento implica que alguna vez hubo algo sólido. Algunos especialistas se han preguntado durante mucho tiempo si realmente hay tal cosa como “gaullismo” – si se trata, como algunos han dicho, de un “ismo” en busca de una ideología, si alguna vez hubo algo además del mismo hombre. Frédéric Grendel, un gaullista, dijo: “En el gaullismo, está de Gaulle. El resto es silencio”. Menos portentosamente, el reconocido especialista de la política francesa, Stanley Hoffmann, afirmó que el gaullismo está “ideológicamente vacío”. Pero si el gaullismo era simplemente un vacío en silencio, el colapso actual de los republicanos no sería un asunto tan ruidoso y denso. Algo real, aunque difícil de alcanzar, se está perdiendo.

En su nivel más básico, el gaullismo ha supuesto un estado fuerte y altamente centralizado, preparado para nacionalizar industrias clave e intervenir en la economía nacional. Dirigido por un presidente investido con vastos poderes – con razón de Gaulle llamó a su República una “monarquía electiva” – bajo el gaullismo, la razón de ser del Estado fue llevar a la nación a les grands travaux (“grandes proyectos”) que unifique a la gente y mantengan a Francia entre el premier rang, o en el primer rango de las naciones.

Desde la muerte de De Gaulle en 1970, varios políticos en Francia podían reclamar  seguir su legado. Durante las décadas de 1980 y 1990, por ejemplo, había figuras políticas como Philippe Séguin y Charles Pasqua, que representaron a la izquierda y derecha, respectivamente. Seguin hacía hincapié en el elemento social del gaullismo, el Estado como garante de la salud y los derechos sociales; Pasqua, por el contrario, enfatizaba la faceta autoritaria del gaullismo, el Estado como el garante de la estabilidad social (que, en el caso de Pasqua, era a menudo dirigido a mantener a los inmigrantes en su lugar). En 2003, el discurso del ministro de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, en las Naciones Unidas, denunciando la prisa de la administración George W. Bush en ir a la guerra, también canaliza el espíritu gaullista, al afirmar la independencia y la disponibilidad de Francia para criticar aliados.

Con la presidencia de Nicolas Sarkozy, el significado del gaullismo se hizo aún más elusivo. Aunque Sarkozy hizo una gran demostración de su apego al hombre y al movimiento, su presidencia reveló un débil apego al poder y sus ventajas. El radical gaullista Jean-Pierre Chevènement observó que mientras que De Gaulle era “igual a su estatua”, Sarkozy no lo es “por la sencilla razón de que no tiene una estatua y tiene dificultad para seguir los mismos deberes”.

Ahora, el proceso de fisión ideológica ha alcanzado una masa crítica con el ex primer ministro Sarkozy y el actual candidato presidencial de Les Republicains, François Fillon.

El proceso de fisión ideológica ha alcanzado ahora, una masa crítica con el ex primer ministro Sarkozy y el actual candidato presidencial de Les Republicains, François Fillon. Como saben los franceses, Fillon es un hombre incapaz de decir “no” a los miembros de la familia que buscan altos sueldos por un trabajo incompleto, así como a las sombrías figuras que le regalan trajes y relojes cuyas etiquetas de precio equivalen al salario mensual de la mayoría de los trabajadores franceses. En el mejor de los casos, estas instancias, ahora investigadas por los tribunales franceses, mancharían a un gaullista auténtico, que Fillon afirma ser.

Pero la indiferencia de Fillon hacia ciertos principios políticos lo aleja del gaullismo, y esta indiferencia, a su vez, aleja aún más a Les Republicains de su padre fundador. La campaña de Fillon promete llevar a Francia de nuevo al éxito,  gracias a los empleados del sector público y privado. Sus promesas de recortar impuestos a la industria rica y desvinculada de las regulaciones estatales, así como reducir el estado de bienestar, van en contra del “gaullismo social” defendido por Séguin. Aunque era un católico devoto, de Gaulle nunca postuló el catolicismo como rasgo definitorio de los franceses o de las mujeres ni hizo de su fe un asunto de campaña. A pesar de ser un patriota francés, de Gaulle advirtió que si bien el patriotismo es el amor al propio país, el nacionalismo, del tipo que Fillon alienta, es el odio de los demás.

Fillon parecía hacer un último esfuerzo para canalizar al general cuando, el mes pasado, ante las crecientes presiones judiciales, las cifras de encuestas moribundas y las dudas de metastatización dentro del partido, invocó la crisis que enfrentó de Gaulle en 1968. Fillon proclamó que no renunciaría como candidato a Les Republicains y pidió a la gente que le ayudara a defender la democracia apoyándolo -una pantomima de los acontecimientos de 1968 cuando de Gaulle, frente a estudiantes rebeldes y trabajadores en huelga que habían paralizado a la nación, juró defender la democracia contra la “tiranía” y reunió a casi un millón de simpatizantes en París, que subieron por los Champs-Élysées cantando “La Marseillaise” y cantando “De Gaulle no está solo”. Milagrosamente, la marea política cambió y se deshizo de las barricadas. Fue la última vez que De Gaulle se mostraría igual a su leyenda.

Los esfuerzos en pro de la manifestación en apoyo a Fillon también lograron su propósito, hasta cierto punto. El 5 de marzo, alrededor de 40,000 partidarios se reunieron bajo lluvia torrencial en la Place du Trocadéro en París para apoyar a su candidato. Aunque mucho menos de los 200,000 anunciados por su portavoz, por no mencionar el millón que respaldó de Gaulle, hubo suficiente para silenciar a los críticos de Fillon dentro del partido. Sin embargo, el mayor efecto fue que esto provocó un contraste aún mayor entre el general y el partido que ahora pretende proteger su legado: como dijo el astuto político Claude Askolovitch, en 1968, Charles de Gaulle era el Estado y se presentó correctamente como su último Baluarte contra el caos. Fillon, sin embargo, es un candidato que, atrapado en una trampa patética de su propia fabricación, ha atacado al propio Estado, poniendo en duda la labor de la policía y los tribunales. Así, Fillon ha colocado al gaullismo en su cabeza, Askolovitch dice: “Un derecho asediado, en lugar de defender la república, ahora lo desafía”.

Los números de las encuestas, al menos por un tiempo, sugerían que los votantes franceses conocían a un falso gaullista cuando lo veían. El otoño pasado, el supuesto generalizado era que Fillon era el próximo presidente de Francia; las encuestas mostraban que ganaba el 32 % de los votos en la primera ronda. Después de una serie de revelaciones sobre sus fechorías, sin embargo, la posición de Fillon se desplomó: Una encuesta del Ifop publicada el 11 de abril demostró que se arriesgaba a terminar en cuarto lugar, quedando atrás de Emmanuel Macron y Marine Le Pen, e incluso detrás de Jean-Luc Mélenchon, candidato de la extrema izquierda La France Insoumise.

En los días transcurridos desde entonces, Fillon parece haber recuperado algo de terreno, y parece que la primera ronda de votación de este domingo será muy reñida. Pero incluso si rescata con éxito estas elecciones, el destino de Les Républicains, y la relación del partido con el fundador de la Francia moderna, seguirá sin resolverse. Hay quienes están divididos en el partido, como Alain Juppé, que defienden su vocación inclusiva y universal, y aquellos que, como Fillon, se unen a su tendencia excluyente y soberanista. El partido carece de una figura que, como De Gaulle, proyecte una clara y poderosa dedicación al interés general de la república. No hay nadie, al menos por ahora, que parezca un probable heredero del legado gaullista. (De hecho, la única figura que puede invocar al general sin encender la risa o bostezos es Mélenchón. Ninguna otra figura habla tan persuasivamente como Mélenchón sobre la república y su gente, y ninguna otra figura puede electrificar como lo hace toda la gama de factores sociales y profesionistas. Como más de un observador comentó sobre su notable discurso en la Bastilla el 18 de marzo, Mélenchon se elevó a las alturas gaullistas en sus gestos y lenguaje).

Pero incluso el propio general tendría dificultades para salvar las divisiones abisales de la Francia de hoy. Como presidente, siempre aspiró a representar no sólo una mayoría de franceses, y mucho menos un partido político. En el corazón del gaullismo late el ideal de unidad nacional sin exclusión. Pero con las efímeras excepciones de 1944 y 1958, esto inevitablemente resultó ser un ideal imposible. En 2017, este ideal es aún más inverosímil, sobre todo cuando el candidato gaullista aspira a unirse por exclusión mientras representa apenas una mayoría dentro de su propio partido. Puede ser que, después de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el latido del corazón del gaullismo se detenga por completo. Lampadia




China toma medidas para evitar una guerra comercial con EEUU

La esperada cumbre entre dos de los hombres más poderosos del mundo desafió todas las expectativas. Se esperaba un gran conflicto y muchos roces políticos, sin embargo el mundo presenció un sorprendente compromiso. La cumbre fue amistosa y constructiva. Ambas partes lograron un compromiso compartido de gestionar responsablemente sus relaciones. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su invitado chino, el presidente Xi Jinping, parecían cordiales y enfocados en la difícil tarea de navegar por las relaciones bilaterales más importantes del siglo, evitando así la temida guerra comercial.

Fuente: ClickLancashire

El comercio ha sido el principal punto de disputa entre Trump y China. Durante su campaña electoral, Trump utilizó a China como el “enemigo” para generar votos con los obreros descontentos, afirmó que su país “ya no puede tener déficits comerciales masivos” con China, advirtiendo a las compañías estadounidenses que “estén preparadas para mirar a otras alternativas “en caso de una guerra comercial”.

Para evitar una escalada mutuamente destructiva, Beijing recordó correctamente a Washington que una gran parte de las exportaciones chinas tenían insumos de valor agregado de empresas estadounidenses. Reconociendo la complejidad de la cuestión, ambas partes acordaron un plan de 100 días de negociaciones comerciales, lo que permitiría a Estados Unidos impulsar sus exportaciones y reducir su déficit comercial de US$ 347,000 millones con China sin socavar los vínculos económicos existentes con el gigante asiático.

Para prevenir un conflicto, China se mostró dispuesta a ofrecer a los Estados Unidos un mayor acceso al mercado interno para las exportaciones de carne de res estadounidense y, paralelamente, incrementar la compra de grano y otros productos agrícolas norteamericanos, además de un mayor acceso a las inversiones en el sector financiero, tal y como lo informó recientemente el Financial Times (en un artículo traducido y glosado líneas abajo), citando funcionarios chinos y estadounidenses involucrados en negociaciones recientes.

El gigante asiático ya se había mostrado dispuesto a aumentar el tope de las inversiones en el Tratado de Inversión Bilateral bajo la Administración Obama, pero las negociaciones se detuvieron tras la llegada de Trump al poder, explicó un representante chino al Financial Times, que prefirió mantener el anonimato.

Fuente: Paris Match

El balance del encuentro dio señales de buenas intenciones. Si bien estas son concesiones relativamente simples, el cambio podría representar un movimiento hacia una relación comercial más equilibrada entre Estados Unidos y China. Dicho acuerdo podría ofrecer a las compañías norteamericanas un acceso más abierto al mercado chino, en igualdad de condiciones con las compañías locales. Lampadia

China ofrece concesiones para evitar una guerra comercial con EEUU

Xi le permite a Trump rápidas victorias en el acceso a los mercados de finanzas y carne
Un camino adelante en el comercio: Donald Trump y Xi Jinping se reúnen en Florida – Reuters. Fuente: Today Online

Financial Times
10 de abril de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

China le ofrecerá a la administración de Trump un mejor acceso al mercado para inversiones en el sector financiero y las exportaciones de carne de res estadounidense para ayudar a evitar una guerra comercial, según funcionarios de ambos gobiernos.

El presidente de EEUU, Donald Trump, y Xi Jinping, su contraparte chino, decidieron en su primer encuentro en Florida la semana pasada acelerar las negociaciones comerciales para producir resultados dentro de 100 días. Las dos concesiones en materia de finanzas y carne de res son relativamente fáciles para Beijing.

En la actualidad, los inversionistas extranjeros no pueden mantener una participación mayoritaria en los valores y las compañías de seguros en China. Las mayores compañías del país en estos sectores, como Citic Securities y China Life Insurance, han alcanzado enormes proporciones en los 15 años desde que la segunda mayor economía del mundo entró en la Organización Mundial del Comercio, haciéndolas competidores formidables para los nuevos participantes en el mercado.

La concesión para permitir la propiedad mayoritaria extranjera se discutió durante la administración de Barack Obama, cuando los negociadores estadounidenses y chinos celebraron varias rondas de conversaciones acerca de un tratado bilateral de inversiones, o TBI.

Trump aún no ha dicho si pretende buscar el tratado, el cual los negociadores estadounidenses esperaban abordaría los problemas de acceso al mercado chino en una amplia gama de industrias.

“China estaba dispuesta a elevar los límites de inversión en el TBI, pero esas negociaciones quedaron en suspenso tras la victoria electoral de Trump”, dijo un funcionario chino que participó en las conversaciones. “Si Obama hubiera permanecido en el cargo durante otros seis meses, habríamos llegado a ese punto”.

China también está dispuesta a terminar una prohibición sobre las importaciones de carne de res estadounidense que ha estado en vigor desde 2003, dijeron los funcionarios, y a comprar más granos y otros productos agrícolas, ya que pretende reducir las tensiones derivadas del superávit comercial anual de bienes de 347 mil millones de dólares que mantiene con su principal socio comercial.

Las amenazas durante la campaña de Trump, el año pasado, de imponer aranceles a los productos chinos y declarar a Beijing un manipulador de la moneda han suscitado temores de una destructiva guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. Pero desde que asumió el cargo, Trump y los funcionarios de su gabinete han indicado que planean adoptar un enfoque más pragmático.

Si se finaliza, el discutido acuerdo sería bien recibido por las compañías estadounidenses de servicios financieros, que se han sentido cada vez más frustradas en los últimos años acerca de lo que, según ellas, son crecientes obstáculos para hacer negocios en el país. Los exportadores de carne de res también se han quejado de la persistente prohibición china sobre las importaciones estadounidenses, la cual fue puesta en vigor después del susto de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) en el ganado estadounidense.

Aunque un amplio tratado sino-­estadounidense de inversiones sigue siendo una perspectiva lejana, ambas partes esperan alcanzar un número más pequeño de acuerdos comerciales en los próximos tres meses.

El sábado, Trump escribió en un mensaje de Twitter que la visita de dos días de Xi a su complejo en Mar­-a-­Lago había sido “enorme”, antes de añadir una advertencia: “Se ha formado buena voluntad y amistad, pero sólo el tiempo dirá sobre el comercio”.

Los funcionarios estadounidenses están presionando a sus homólogos chinos para que disminuyan sus actuales aranceles del 25 % sobre las importaciones de automóviles. A cambio, Beijing quisiera una mayor protección para las inversiones chinas en EU, las cuales se triplicaron el año pasado hasta más de 45 mil millones y también que Washington relajara las restricciones sobre la venta de ciertos productos de alta tecnología a China.

El gobierno chino puede simplemente comprometerse a comprar más importaciones estadounidenses de la misma manera que lo hizo Japón en los años ochenta.

Chad Brown, un experto en comercio en el Peterson Institute for International Economics, dijo que tal enfoque transaccional podría ayudar a reducir el déficit de la balanza comercial de EU a corto plazo y resultar atractivo a los instintos de Trump como negociante. Pero tendría sus límites.

“No vamos a exportar una gran cantidad de acero a China”, dijo Bown.

Gracias a un estímulo de inversión estatal, que se desencadenó tras la crisis financiera mundial, las siderúrgicas chinas ahora producen más acero que el resto del mundo combinado. Ahora, con la economía china creciendo a su ritmo más lento en un cuarto de siglo, la reducción de la demanda en el país ha dado lugar a un aumento de las exportaciones de acero, causando que los precios globales colapsen. Lampadia




Se oficializa un Brexit ‘duro’ que traerá grandes problemas

La inflexión del Reino Unido en contexto

El Reino Unido fue a la votación por el Brexit con graves fallas de cálculo por parte del gobierno conservador dirigido por James Cameron, que después del papelón tuvo que renunciar apuradamente.

La misma votación, parece haber agarrado de sorpresa a la población, que no habría sido consciente de sus consecuencias. Al punto que días después se generaron grandes presiones para una revisión.

Casi por ‘default’, la conservadora Theresa May, asume el gobierno, y sorprende con un enfoque muy agresivo hacia un Brexit ‘duro’, a pesar de que ella se opuso al mismo en el referéndum. Además, en su primera presentación en la convención conservadora, hizo un discurso populistoide y radical de ‘izquierda’, con el que desconcertó a todo el mundo.

Ya en el manejo de Brexit, se ha mostrado muy radical en su actitud de ir adelante, a pesar de que hubo una serie de eventos que podrían haber justiciado otras acciones.

Hoy el Reino Unido cabalga con desdén por la ruta de su aislamiento de Europa, con ideas que llevaron al reino al gran fracaso de los laboristas, expresado en el colofón del ‘invierno del descontento’ que antecedió la ascensión de Margaret Thatcher y su revolución liberal que llevó al reino desde ser deudor del FMI, a una potencia de primer orden.

El historiador británico, Niall Ferguson dijo en Chile hace un par de años: que Chile era el país más inteligente de la región, pero que ahora [con Bachelet], estaba ejerciendo su derecho a ser estúpido. En Lampadia, pensamos que es el turno del Reino Unido, que después de varios siglos de manejos inteligentes, está, efectivamente, ejerciendo su derecho a ser estúpido.

Situación actual

Después de haber optado por un BREXIT ‘duro’, el 29 de marzo, la primera ministra, Theresa May, firmó una carta de seis páginas en la que se dio inicio al artículo 50, el primer paso para el retiro del Reino Unido de la Unión Europea, también conocido como Brexit. Lo que sigue es un período de negociación de dos años durante el cual la UE y GB determinarán cómo se separarán las dos entidades y cuál será su relación futura.

El voto en pro del Brexit ha puesto en marcha un proceso sin precedentes e impredecible que amenaza la globalización y el libre comercio – para Gran Bretaña, para Europa y para la economía global. La UE perderá la quinta economía más grande del mundo, una potencia nuclear y un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.

Fuente: Le Courrier de Russie

Su impacto dependerá del tipo de relación que Gran Bretaña establezca con la UE después de Brexit. Theresa May ha señalado que quiere usar el poder militar británico y su peso diplomático como una forma de que el Reino Unido demuestre que está comprometido a mantener la seguridad “en el vecindario”. Si las negociaciones se vuelven agresivas y no se llega a un compromiso, puede que tome bastante tiempo en construir el aparato diplomático que permita que Gran Bretaña contribuya a la diplomacia “europea” fuera de la UE.

Más allá de la UE, un Brexit “duro” afectará la ‘arquitectura global’, especialmente en la tendencia anti libre mercado en la que se está embarcando el mundo. Más preocupante aún, Estados Unidos ya no tiene la capacidad de desempeñar el rol de líder del mundo en lo que respecta a la globalización.

Problemas en el Reino Unido

En el mismo Reino Unido, las cosas están complicándose. Y es que  la separación de la Unión Europea supondrá una tensión inevitable para la integridad territorial del Reino Unido. El Diputado al Parlamento Europeo, David Martin, advierte que el Reino Unido podría dejar de existir después de Brexit. Escocia e Irlanda del Norte ya están evaluando separarse del Reino Unido.

Fuente: El País de España

Cuando Escocia celebró un referéndum de independencia en 2014, el 55% de los votantes decidieron permanecer en el Reino Unido. Uno de los principales argumentos en contra fue que una Escocia independiente no se convertiría automáticamente en miembro de la UE y, por lo tanto, perdería el acceso al libre comercio con el bloque.

Tras el Brexit, las autoridades escocesas presionaron para que el Reino Unido siguiera siendo miembro del mercado único de la UE para minimizar el efecto de dejar el bloque. Pero Theresa May afirmó el pasado 29 de marzo que se retirará del mercado único para negociar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. En respuesta, el partido escocés Scottish National Party dijo que tal cambio en el statu quo justifica otro referéndum de independencia. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, dijo que la votación debería tener lugar a fines de 2018 o principios de 2019, antes de que las negociaciones de Brexit terminaran. Espera que al lograr la independencia antes de que se resuelva el proceso Brexit, para que los negociadores se vean obligados a considerar a Escocia en el acuerdo final, idealmente acelerando su adhesión a la Unión Europea.

Sin embargo, el referéndum de Escocia no puede suceder sin la autorización del Parlamento del Reino Unido. May ha dicho que ahora no es el momento para otro referéndum escocés, porque ella no quiere que interfiera con el proceso de Brexit. El gobierno británico se enfrenta a un dilema: si continúa rechazando un referéndum, el nacionalismo en Escocia podría crecer; pero si autoriza un nuevo voto, el resultado sería imposible de predecir. Según una encuesta publicada el 13 de marzo, el apoyo a la independencia de los escoceses es del 48%.

Por otro lado, Irlanda del Norte recibe millones de libras esterlinas como apoyo en los sectores de agricultura y pesca y, además, recibe subvenciones estructurales de la Unión Europea, así como dinero para preservar el acuerdo de paz del ‘Good Friday’. Este dinero ya no estará disponible cuando el Reino Unido abandone el bloque, lo que significa que el gobierno británico probablemente tendría que buscar formas de reemplazarlo. El pertenecer a la Unión Europea también le ha permitido a Irlanda del Norte mantener abierta su frontera con la República de Irlanda, contribuyendo a la pacificación de la isla. Después de Brexit, existe la posibilidad de que tengan que ser introducidos algún tipo de controles fronterizos. Aunque ambas partes (Irlanda del Norte y la República de Irlanda) han dicho que la unificación sigue siendo una posibilidad lejana, existe la pregunta de hasta qué punto Brexit reabrirá discusiones sobre el futuro territorial y político de las Islas Británicas.

Conflictos sobre Gibraltar

En Gibraltar, el 96 % de los residentes votaron a favor de permanecer en la UE. Es un territorio británico de ultramar que participa en la libre circulación de personas, servicios y capitales de la UE; pero no en la libre circulación de mercancías. Aproximadamente la mitad de su mano de obra está formada por ciudadanos de la UE (en su mayoría españoles) que viajan diariamente y, para hacer las cosas más complicadas, el territorio de Gibraltar es reclamado por España.

Brexit plantea dos riesgos para Gibraltar: El gobierno está preocupado porque las exportaciones de Gibraltar ya no tendrán acceso libre de aranceles al mercado único de la UE. También le preocupa que España cierre unilateralmente la frontera y aísle el territorio (ya que el Reino Unido no es miembro del Acuerdo de Schengen).

El acuerdo Brexit no se aplicaría a Gibraltar sin un acuerdo separado entre el Reino Unido y España. Ambos países estarán interesados ​​en llegar a un acuerdo para proteger los derechos de los 300,000 ciudadanos británicos que viven en España y los 200,000 españoles que viven en el Reino Unido, así como para preservar sus fuertes lazos bilaterales de comercio e inversión. Para obtener la aprobación de un acuerdo de libre comercio se requeriría el apoyo unánime de todos los miembros de la UE, lo que daría a España el poder de veto sobre el acuerdo final.

Impacto en la UE

Existe un miedo latente que el BREXIT sea el inicio del fin de la Unión Europea como tal. Sin embargo, los datos de las encuestas actuales en Europa sugieren que es improbable que suceda una fractura en el corto plazo, aunque un número creciente de países de la UE, liderados por Holanda, Francia, Italia y Polonia, tienen un elemento de “escepticismo político” significativo con respecto a la UE. Hay mucha insatisfacción en Europa por la falta de generación de empleo y un mejor futuro económico, pero las encuestas muestran que incluso en países donde la demanda de un referéndum es alta (como Italia y Holanda) los votantes todavía no desean abandonar la UE por ahora.

Fuente: My Goal Is

Conclusiones

Esperamos que el gobierno británico logre encontrar un equilibrio entre apaciguar el descontento político en las administraciones descentralizadas y mantener el control del proceso Brexit, al igual que llegar a un acuerdo con la Unión Europea, para así mantener el statu quo. Lampadia




China y EEUU están condenados a cooperar

La Casa Blanca anunció que el presidente Donald Trump recibirá en abril al presidente chino Xi Jinping,  para una cumbre de dos días en el complejo Mar-a-Lago de Florida. Esto podría ser un paso en la dirección correcta. Parece ser un intento de llegar a un acuerdo entre las dos naciones y se espera que logren superar los obstáculos que impiden la cooperación entre ambos.

Y es que, ambos países tienen que cooperar, como dice Martin Wolf en el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo: “Sin importar cuan diferentes parezcan los dos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump esté convencido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para persuadir a un presidente de los Estados Unidos de los méritos del comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas”.

Fuente: huffingtonpost

En la reunión de ministros de Finanzas del G20 que finalizó el sábado en Alemania, no pudieron ponerse de acuerdo sobre un compromiso contra el proteccionismo. Mientras tanto, los participantes del Foro de Desarrollo de China sí lo hicieron, y se enfocaron en la mejor manera de corregir los defectos de la globalización, buscando que las ganancias fueran compartidas más equitativamente.

La globalización y la integración económica mundial han sufrido retrocesos por una razón importante: la falta de beneficios compartidos y la polarización entre los que tienen y los que no tienen“, dijo Jin Liqun, presidente del Banco Asiático de Inversión de la Infraestructuras liderado por China. “Niego absolutamente que haya perdedores. Si hay perdedores, realmente no están haciendo algo bien en su política interna. Por favor, arréglenlo.”

Y no fue el único. El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, expresó: “Creo que es importante que China continúe abriéndose”. Por su lado, el viceprimer ministro de China, Zhang Gaoli dijo: “China está dispuesta a trabajar con otros países para oponerse a las variadas formas del proteccionismo en el comercio y las inversiones. Deberíamos impulsar sin descanso la globalización económica (…) no podemos detener nuestros pasos por dificultades temporales“.

Parece increíble, pero es necesario que el líder chino le dé una lección de economía y libre comercio y los beneficios de la globalización al presidente del país que lideró la política del libre mercado en el mundo. Como afirmó Martin Wolf anteriormente (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?): “El impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo”.

Así lo hemos explicado en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que enfatizamos  que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo.

Desde el Ásia, Kishore Mahbubani ha sido muy claro en plantear la necesidad de la convergencia entre occidente y el Ásia, para consolidar la prosperidad del conjunto de la humanidad. Ver en LampadiaEEUU se encierra y China se postula al libre comercioWEF: ¿Se detendrá la gobernanza global en un mundo multipolar? Mahbubani: “No nos equivoquemos con China”.

Las acusaciones de mayor desigualdad que sustentan la ola anti globalización, deben circunscribirse a los países más ricos. Los peruanos no podemos perder la oportunidad de defender el libre comercio y la globalización, y cuidar así el crecimiento económico y la superación de la pobreza en el Perú. Lampadia

China y Estados Unidos: una extraña pareja condenada a cooperar

Puede ser que un líder comunista convenza a Donald Trump de los méritos del libre comercio

Martin Wolf
Financial Times
21 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El futuro de nuestro mundo depende en gran medida de las relaciones entre Estados Unidos, un país joven y superpotencia dominante, y China, un antiguo imperio y una superpotencia emergente. La elección de Donald Trump en EEUU, un xenófobo populista, y el ascenso de Xi Jinping, un autócrata centralizador en China, ha hecho que las relaciones entre ambos países sean particularmente desafiantes.

No menos contrastantes, sin embargo, son las perspectivas de estos dos países sobre la economía mundial. Hace 40 años, Mao Zedong gobernó China: su objetivo era la autarquía. Sin embargo, desde 1978, las palabras claves de la política económica de China han sido “reforma y apertura” propuestas por su sucesor, Deng Xiaoping. Mientras tanto, Estados Unidos, progenitor del internacionalismo liberal de la Pos Guerra, está consumido en dudar de sí mismo y, por lo tanto, ha elegido como líder a un hombre que considera que esta política excepcionalmente exitosa es hostil a los intereses de su país.

Una de las ironías de hoy es esta reversión de actitudes hacia la apertura de la economía mundial. Nada ilustra esto mejor que el contraste entre el fuerte apoyo a la globalización ofrecido por el Presidente Xi en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos en enero y la asombrosa afirmación de Trump de que “la protección llevará a una gran prosperidad y fortaleza“. Todavía se desconocen las implicancias del proteccionismo estadounidense. Pero son muy inquietantes. Lo último que necesita la frágil economía global es una guerra comercial entre EEUU y China.

Este año, la participación en el Foro de Desarrollo de China ha traído a casa algunas de las raíces más profundas del desencanto de hoy. Los participantes chinos me dijeron en privado que solían ver a EEUU como el modelo exitoso de capitalismo, democracia y apertura económica. La crisis financiera mundial, la elección de Trump y el proteccionismo estadounidense han devastado su prestigio en los tres aspectos.

Sin embargo, también es evidente que esta extraña pareja está condenada a cooperar si se van a garantizar los bienes públicos globales esenciales -la gestión de los bienes comunes mundiales, la seguridad internacional y la estabilidad de la prosperidad. Ninguno será capaz de entregar lo que quiere sin prestar atención a los intereses y puntos de vista de los demás. Es asombroso que hoy en día el liderazgo chino parece entender esto mejor que el de los EEUU.

Cuando los presidentes Xi y Trump se reúnan el próximo mes en Mar-a-Lago, la “Casa Blanca de invierno”, en la primera reunión entre los dos, es necesario que encuentren una base para cooperar. Los presagios no son buenos. Trump se ha centrado en las políticas comerciales y de divisas de China. Incluso ha coqueteado con desafiar la política de “Una China”.

Si nos limitamos a enfocarnos en la dimensión económica, ¿cómo podría salvarse este diálogo entre personas muy probablemente sordas?

Primero, los dos líderes necesitan convencerse mutuamente de que ninguno alcanzará sus metas si están en conflicto. Esto es evidentemente cierto para una guerra real. Pero también es cierto para una guerra comercial. Qué país perdería más es un ejercicio intelectual obsoleto. Sin duda, ambos perderían, directa e indirectamente.

En segundo lugar, Xi debe transmitirle a Trump que sus puntos de vista sobre las políticas de China están irremediablemente anticuados. China ha gastado mil millones de dólares de sus reservas de divisas para mantener el renminbi en alza desde junio de 2014. Entre 2006 y 2016, las exportaciones de China cayeron del 35% al ​​19% del producto bruto interno. La máquina de exportación que todo lo conquista es una vieja historia.

En tercer lugar, Trump debe decirle a Xi que las políticas industriales de China son un asunto legítimo que preocupa a otros países. China puede argumentar con razón que es un país en desarrollo. Pero también es un coloso económico. Sus políticas de desarrollo parecen a otros países, un mercantilismo depredador. China necesita reconocer que, en un mundo interdependiente, otros tienen un interés razonable en lo que hace. Esto se aplica también a la magnitud de sus superávit en cuenta corriente. Por supuesto, Trump tiene que entender puntos similares. Si no le importan las consecuencias globales de lo que hace, ¿por qué debería importarle a China? 

Cuarto, China puede ayudar a Trump a que consiga lo que quiere. El presidente de Estados Unidos quiere inversiones industriales en nuevas zonas de su país dañadas por la desindustrialización. Esto nunca puede ser revertido. Pero Xi seguramente puede encontrar negocios chinos felices de invertir en EEUU. A Trump le gustan esos anuncios. Xi debería ayudarlo.

Finalmente, Trump quiere un auge de infraestructuras en Estados Unidos. China es, lejos, el mayor exponente mundial de entrega rápida de infraestructuras. Debe ser posible unir las capacidades de China con los objetivos de Trump.

Sin importar cuan diferentes parezcan ambos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump sea persuadido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para convencer a un presidente de EEUU de los méritos de un comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas. Lampadia

 




Las amenazas de la política francesa

Por muchos años, la política francesa ha ejercido una inspiración desproporcionada en la política y economía peruana. Efectivamente, nuestra formación intelectual, periodística y política ha bebido de las fuentes francesas hasta el embotamiento de la razón, y por décadas perdimos los aportes del liberalismo británico y su expresión estadounidense.

Eso determinó que, después de la salida de Beltrán del gabinete de Manuel Prado, empezáramos a forjar una economía esencialmente cerrada al exterior, que otorgaba al Estado roles que excedían con creces sus capacidades. Orientación política, que pasando por los gobiernos de Belaunde, la dictadura militar y García I, llevaron al Perú a la destrucción de su economía y la quiebra del Estado, que solo empezó a revertirse con la Constitución de 1993.

Por ello, lo que suceda en las próximas elecciones francesas es muy importante para el Perú. Sobre todo, habida cuenta de los recientes giros políticos de Gran Bretaña con el Brexit, de EEUU con la elección de Trump y la posible victoria del anti musulmán y antieuropeo, Geert Wilders, en Holanda, esta semana.

Las elecciones presidenciales de Francia se llevarán a cabo el 23 de abril y, de ser necesario, se celebrará una segunda vuelta el 7 de mayo. La decisión que se tome ese día tiene el poder de afectar irremediablemente el futuro de la Unión Europea y del mundo, que pueden terminar de alejarnos de la globalización y el libre comercio. 

Fuente: yahoo.com

El descontento en Francia ha venido en aumento durante los últimos años. Su administración socialista ha sido percibida como ineficaz en la gestión de la economía, su crecimiento tiene un promedio inferior al 1% durante la mayor parte del gobierno de François Hollande y el desempleo juvenil cerró el año pasado en 26.2%. Además, los ciudadanos reclaman un combate eficaz contra el terrorismo y un freno a la entrada masiva de inmigrantes.

Según un reciente análisis de The Economist (traducido y publicado líneas abajo), “Una victoria para Macron sería una prueba de que el liberalismo todavía atrae a los europeos. Una victoria para Le Pen haría a Francia más pobre, más insular y más desagradable. Si saca a Francia del euro, desencadenaría una crisis financiera y condenará a la UE que, con todos sus defectos, ha promovido la paz y la prosperidad en Europa durante seis décadas. A Vladimir Putin le encantaría eso. Tal vez no sea una coincidencia que el partido de Le Pen haya recibido un fuerte préstamo de un banco ruso y la organización de Macron haya sufrido más de 4,000 ataques de hackers.”

Felizmente, según el último sondeo de Harris Interactive el pasado 9 de marzo, “el candidato socio-liberal Emmanuel Macron supera por primera vez en intención de voto a Marine Le Pen.

Fuente: orange.fr

Macron es un ex banquero del grupo Rothschild francés, que comenzó su trayectoria política apoyando la candidatura de François Hollande en las primarias de 2011. Creó su movimiento “¡En Marcha!”, en el cual afirma (durante su primer spot publicitario) que: “Creo en la libertad económica, social, política; en nuestra capacidad de crear nuevas reglas de progreso; y creo en Europa.”

De ganar, Francia quebraría la tendencia populista, anti globalización y anti comercio que está desbalanceando al mundo. Algo que sería especialmente favorable a países como el Perú.Lampadia

La Revolución Francesa que viene

La votación que podría arruinar la Unión Europea
Por qué las elecciones presidenciales francesas tendrán consecuencias que irán mucho más allá de sus fronteras
 
Fuente: twitter.com

The Economist
4 de marzo del 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Han pasado muchos años desde que Francia tuvo su última revolución, o incluso un intento serio de reforma. El estancamiento, tanto político como económico, ha sido el sello distintivo de un país donde poco ha cambiado durante décadas, incluso cuando el poder ha girado entre los partidos establecidos de izquierda y derecha.

 
Hasta ahora. La elección presidencial de este año, la más emocionante en mucho tiempo, promete traer turbulencias. Los partidos socialistas y republicanos, que han mantenido el poder desde la fundación de la Quinta República en 1958 [con Charles De Gaulle], podrían ser eliminados en la primera vuelta de la votación presidencial el 23 de abril. Los votantes franceses pueden elegir entre dos candidatos insurgentes: Marine Le Pen, el carismático líder del Frente Nacional, y Emmanuel Macron, el líder de un movimiento liberal, En Marche! (¡En movimiento!), que fundó el año pasado.
 
Las implicaciones de estas insurgencias son difíciles de exagerar. Son el ejemplo más claro de una tendencia global: que la antigua división entre izquierda y derecha está haciéndose menos importante que una nueva, entre abierta y cerrada. El realineamiento resultante tendrá repercusiones más allá de las fronteras de Francia. Podría revitalizar la Unión Europea, o destruirla.
 
Los miserables
La causa inmediata de la revolución es la furia de los votantes ante la inutilidad y la auto repartija de su clase política.
 
Además de ira, los votantes sienten angustia por el estado en que se encuentra Francia. Una encuesta del año pasado encontró que los franceses son los más pesimistas de la Tierra, con un 81% protestando que el mundo está empeorando y sólo el 3% dice que está mejorando. Gran parte de esa desaliento es económico. La economía de Francia ha sido lenta desde hace mucho tiempo; su vasto estado, que absorbe el 57% del PBI, ha socavado la vitalidad del país. Un cuarto de los jóvenes franceses están desempleados. De los que tienen trabajos, pocos pueden encontrar unos permanentes, como los que gozaron sus padres. Frente a los altos impuestos y la excesiva regulación, los emprendedores se han ido al extranjero, a menudo a Londres. Pero el malestar va más allá del estancamiento del nivel de vida. Los repetidos ataques terroristas han alterado los nervios, obligando a los ciudadanos a vivir bajo un estado de emergencia y expuestos profundas divisiones culturales en el país con la comunidad musulmana más grande de Europa.

Muchos de estos problemas se han acumulado durante décadas, pero ni la izquierda ni la derecha han sido capaces de enfrentarse a ellos. El último intento serio de Francia por una reforma económica ambiciosa, una reforma de las pensiones y seguridad social, fue a mediados de los años 90 bajo la presidencia de Jacques Chirac. Se derrumbó ante las huelgas masivas. Desde entonces, pocos han intentado. Nicolas Sarkozy habló de un gran cambio, pero su agenda de reformas fue derribada por la crisis financiera de 2007-08. Hollande tuvo un comienzo desastroso, introduciendo una tasa impositiva del 75%. Él era entonces demasiado impopular para lograr mucho. Después de décadas de estancamiento, no es de extrañar que los votantes franceses quieran deshacerse de los holgazanes

Tanto Macron como Le Pen están aprovechando esa frustración. Pero ofrecen diagnósticos radicalmente diferentes de lo que aflige a Francia y remedios radicalmente diferentes. Le Pen culpa a las fuerzas exteriores y promete proteger a los votantes con una combinación de más barreras y mayor bienestar social. Ella denuncia la globalización como una amenaza para los empleos franceses y a los islamistas como fomentadores del terror que vuelven peligroso usar una falda corta en público. La UE es “un monstruo antidemocrático”. Ella se compromete a cerrar las mezquitas radicales, impedir el flujo de inmigrantes, obstruir el comercio exterior, cambiar el euro por un franco francés resucitado y convocar un referéndum al abandonar la UE.

Los instintos de Macron son completamente opuestos. Piensa que una mayor apertura haría a Francia más fuerte. Él es firmemente pro-comercio, pro-competencia, pro-inmigración y pro-UE. Él apoya el cambio cultural y la disrupción tecnológica. Piensa que la manera de conseguir que más gente francesa trabaje es reducir las engorrosas protecciones laborales, no incrementarlas. A pesar de que durante mucho tiempo se ha quedado corto en proponer políticas públicas precisas (iba a anunciar un manifiesto cuando The Economist realizó su publicación), Macron se está lanzando como el revolucionario pro-globalización.

Si se observa cuidadosamente, ninguno de los insurgentes es un ‘outsider’ convincente. Le Pen ha dedicado su vida a la política; su éxito ha sido hacer que un partido, hasta ahora extremista, sea socialmente aceptable. Macron era el ministro de Economía de Hollande.

¿Una Francia abierta o una Francia fortificada?

No obstante, representan un repudio del statu quo. La victoria de Macron evidenciaría que el liberalismo todavía atrae a los europeos. La victoria de Le Pen haría a Francia más pobre, más insular y más desagradable. Sacar a Francia del euro, desencadenaría una crisis financiera y condenaría a la UE que, con todos sus defectos, ha promovido la paz y la prosperidad en Europa durante seis décadas. A Vladimir Putin le encantaría eso. Tal vez no sea una coincidencia que el partido de Le Pen haya recibido un fuerte préstamo de un banco ruso y la organización de Macron haya sufrido más de 4,000 ataques de hackers.

Con dos meses por delante, parece que es poco probable que Le Pen asuma la presidencia. Las encuestas muestran que ella ganaría la primera vuelta pero perdería la segunda. Ahora, en esta elección extraordinaria, puede suceder cualquier cosa. Francia ya ha remecido al mundo. Podría hacerlo de nuevo. Lampadia




El Perú desecha tren China-Brasil-Perú

El 3 de noviembre pasado, luego de varias indagaciones, publicamos en Lampadia nuestro análisis: Cuidando el interés nacional de ¿Bolivia? – Entre tren y tren se va, se va… el tren. Entonces, en contra de las aseveraciones del gobierno peruano, informamos que se estaría desechando un proyecto muy importante para el Perú y, absurdamente, favoreciendo a Bolivia en el desarrollo de un proyecto ferroviario disparatado.

El argumento de mayor peso del gobierno peruano, para descartar el proyecto del tren China-Brasil-Perú era que el costo era prohibitivo para nuestra capacidad de inversión. Lo que es más, este argumento, mencionando distintas cifras, sigue siendo indicado por importantes funcionarios del Estado.

Sin embargo, como reportamos líneas abajo, el Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, Zhang Yanhui, confirmó la información de Lampadia en el sentido de que el Perú no tendría que desembolsar ni un Sol para el desarrollo del proyecto:

El martes 8 de noviembre se desarrolló en el hotel Atton de San Isidro el llamado SinoLatam Forum, sobre las relaciones entre China y Perú. En el segundo panel, sobre el tema “Una alianza estratégica para el desarrollo”, participaron el Ministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, la Viceministra de Transportes, Fiorella Molinelli, José Tam, Presidente de la Cámara de Comercio Peruano China, y José Sam, Presidente de SinoLATAM y Samcorp.

Cuando el moderador, Jaime de Althaus, le preguntó a la Viceministra por qué el gobierno peruano había desechado la propuesta china de un ferrocarril transoceánico por el centro y norte del Perú, ella respondió que el costo de tal ferrocarril era muy alto y que para el Perú representaría un desembolso de US$ 35,000 millones, inabordable, y que, frente a eso, la opción de que el tren pase por Bolivia y salga por el sur le costaría a nuestro país solo US$ 2,000 millones.

Preguntado José Sam si el tren por el centro norte le costaría al Perú o no, explicó que los estudios habían sido ya hechos por el gobierno chino y entendía que la parte peruana del ferrocarril no iría por cuenta del gobierno del Perú.

En ese momento solicitó el uso de la palabra el Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, que se hallaba entre el público. Se disculpó por intervenir pero, dijo, tenía que aclarar algunos temas. Comenzó señalando que, a su juicio, se había producido un problema de comunicación entre los gobiernos de  Perú y China, porque aparentemente el gobierno peruano no había entendido bien la naturaleza de la propuesta china. Esta consistía en un acuerdo tripartito entre Brasil, Perú y China para construir el ferrocarril por el centro – norte del Perú, pero que eso no le costaría al presupuesto de la República del Perú. La idea era que se forme una empresa que sería la que desarrolle el proyecto y gestione el tren, y que esa empresa buscaría financiamiento en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (al que el Perú, dicho sea de paso, ya postuló para ser miembro) y en otros bancos, y que el costo de la inversión se pagaría con los rendimientos de la operación del tren, agregando que quizá habría que incluir el impacto de alguna operación minera para ayudar a la recuperación de la inversión.

Efectivamente, según nuestra  información, las leyes 29207 del 19 de marzo del 2008 y 29613 del 8 de noviembre del 2010, que declaran de necesidad pública e interés nacional el proyecto geopolítico bioceánico Perú-Brasil, establecen que el 100% del financiamiento del proyecto correría por cuenta del futuro concesionario: 

“La elaboración de los estudios técnicos, la construcción de la obra, la operación y el mantenimiento del Proyecto Geopolítico Bioceánico Perú-Brasil Ferrovía Interoceánica Salaverry-Leoncio Prado-Frontera Perú-Brasil (Ferripeb), así como los gastos que ocasionen la adquisición o expropiación de los predios necesarios para la ejecución de las obras referidas en el artículo 1o serán asumidos íntegramente por el inversionista privado que resulte favorecido con el otorgamiento de la concesión, sin necesidad de ningún cofinanciamiento por parte del Estado ni el otorgamiento de garantías o avales del Estado ni cualquier otra forma de obligación que implique el compromiso de recursos públicos”.

Por lo tanto, cabe la pregunta: ¿es realmente un mal entendido o se busca bloquear una gran oportunidad de desarrollo de infraestructuras para el Perú? En Lampadia nos parece increíble que el gobierno peruano descarte el proyecto ferrocarrilero de China-Brasil-Perú, especialmente con argumentos tan débiles y falaces. Más grave aún es que esto podría afectar la relación con China y Brasil, especialmente si hemos postulado para ser miembros del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

 Fuente: Presidencia Perú

Es indiscutible que el Perú debe ver la forma de continuar con el proyecto original, especialmente si ya queda claro que no se comprometerán recursos fiscales. Esta obra traería grandes beneficios para nuestro país, incorporando a las zonas más alejadas de nuestra población a la vida económica del Perú. Esperamos que la visita oficial de Xi Jinping, Presidente de la República Popular China al Presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, a llevarse a cabo el día de hoy en Palacio de Gobierno, sirva para superar las confusiones que habrían originado las decisiones de nuestro gobierno sobre este esencial proyecto. Lampadia




Últimas especulaciones sobre el gobierno de Trump

La elección de Trump en EEUU sigue produciendo gran incertidumbre en todo el mundo. Por un lado por supuesto, están sus ofertas-exabruptos de la campaña, sus aprontes con Putin y por otro sus juntas, especialmente luego de la elección, que lo muestra como un representante tradicional de Wall Street y del mundo de lobistas de Washington, mundo en el que se desenvolvió previamente como empresario.

Líneas abajo, compartimos con nuestros lectores la presentación y enlace de un artículo de hoy del Financial Times. Una lista calificada de posibles nombramientos y el artículo (glosado) de Nouriel Roubini de Project Syndicate, en el que plantea como más probable el acomodo de Trump con Wall Street y Washington. Veamos:

Según publicación de Quartz, del 11 de noviembre pasado (traducida por Lampadia), Trump está armando un equipo de lobistas a pesar de sus repetidas promesas de “drenar el pantano” si era elegido. Veamos:

  • Economía:

Departamento del Tesoro, David Malpass, trabajó para Ronald Reagan y George H.W. Bush antes de trabajar 15 años con Bear Stearns. (Principal economista del banco antes de su colapso y salvataje en 2008).

Secretario del Tesoro Steven Mnuchin, 17 años en Goldman Sachs.

  • Telecomunicaciones

Jeffrey Eisenach, antiguo enemigo de la regulación federal de tecnología.

  • Relaciones laborales

Departamento de Trabajo, J. Steven Hart, conocido lobista de Washington,  trabajó con Reagan, Coca-Cola y Pfizer.

  • Política alimentaria

El conocido lobista del Capitolio, Michael K. Torrey.

  • Medio ambiente

Myron Ebell, actual directora de las políticas de energía y calentamiento global del CEI (Instituto Empresarial Competitivo), es un think tank libertario que se opone a la mayoría de las políticas de Obama y “cuestiona el alarmismo del calentamiento global”. “También se opone a las políticas de racionamiento de energía, incluyendo el Protocolo de Kioto, la legislación de límites y comercio y la regulación de las emisiones de gases de efecto invernadero por la EPA (Agencia de Protección Ambiental, por sus siglas en inglés)”, así como “todos los mandatos gubernamentales y subsidios para tecnologías energéticas convencionales y alternativas”.

  • Energía

Mike McKenna, un lobista de su propia empresa, MWR Strategies, donde en 2016 recibió al menos US$ 390,000 abogando en nombre de compañías como Dow Chemical y Koch Industries.

  • Comercio

Ex-CEO de Nucor Steel, Dan DiMicco, para manejar la captación de personal para la oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos. Conocido crítico de la política comercial de Estados Unidos, particularmente con China.

Trump domesticado

Nouriel Roubini
Project Syndicate
11 de noviembre de 2016
Traducción de Esteban Flamini
Glosado por Lampadia

Ahora que contra todos los pronósticos Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos, la duda es si gobernará según el populismo radical de su campaña o adoptará un enfoque pragmático de centro.

Si Trump gobierna en sintonía con la campaña que le valió la elección, podemos esperar agitación en los mercados y perjuicios económicos potencialmente serios. Pero hay buenas razones para esperar que su gobierno será muy diferente.

Los planes de un Trump populista radical incluirían descartar el Acuerdo Transpacífico (ATP), derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y aplicar altos aranceles a las importaciones chinas. También construir el prometido muro en la frontera con México; deportar a millones de trabajadores indocumentados; restringir la concesión de visas H1B para trabajadores cualificados, necesarios en el sector tecnológico; y derogar la Ley de Atención Médica Accesible (Obamacare), dejando a millones de personas sin seguro médico.

En términos generales, un programa radical llevaría a un importante aumento del déficit estadounidense y las rebajas impositivas para los ricos reducirían la recaudación unos nueve billones de dólares a lo largo de una década.

Finalmente, una política exterior radical desestabilizaría las alianzas de Estados Unidos y aumentaría las tensiones con los rivales. Su postura proteccionista podría generar una guerra comercial global, y su insistencia en que los aliados se hagan cargo de sus gastos de defensa podría llevar a una peligrosa proliferación nuclear y restar liderazgo internacional a Estados Unidos.

Pero en realidad es más probable que Trump aplique políticas pragmáticas de centro. Para empezar, es un hombre de negocios adepto al “arte del acuerdo”, así que por definición es más un pragmático que un ideólogo con anteojeras. Su decisión de hacer una campaña populista fue táctica y no refleja necesariamente convicciones arraigadas.

Trump es un acaudalado magnate inmobiliario que se pasó la vida entera rodeado de otros empresarios ricos. En cuanto asuma, Trump hará algunos gestos simbólicos para complacer a sus simpatizantes, pero volverá a las tradicionales políticas económicas de derrame orientadas a la oferta que los republicanos han favorecido por décadas. El elegido de Trump para la vicepresidencia, Mike Pence, representa al establishment republicano, y los asesores económicos de la campaña de Trump fueron empresarios ricos, financistas, constructores y economistas ofertistas. Además se dice que analiza designar un gabinete de figuras ortodoxas del partido, entre ellos Newt Gingrich (ex presidente de la Cámara de Representantes), Bob Corker (senador por Tennessee), Jess Sessions (senador por Alabama) y Steven Mnuchin (ex ejecutivo de Goldman Sachs y también asesor durante la campaña).

De modo que los colaboradores probables de Trump (republicanos tradicionales y dirigentes empresariales) definirán sus políticas. Y la inexperiencia de Trump lo volverá mucho más dependiente de sus asesores.

Otro factor que empujará a Trump al centro será el Congreso, con el que deberá negociar cada ley que quiera aprobar.

Trump también estará controlado por la separación de poderes del sistema político estadounidense, la relativa independencia de organismos públicos como la Reserva Federal y una prensa libre y muy activa.

Pero la mayor restricción para Trump será el mercado. Si intenta aplicar políticas radicales populistas, el castigo no se hará esperar: se derrumbarán las acciones, caerá el dólar, los inversores se refugiarán en los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, el precio del oro se disparará, etcétera. Pero si Trump mezcla políticas populistas más moderadas con medidas convencionales promercado, no enfrentará consecuencias negativas en los mercados. Ahora que ya ganó la elección, no tiene razones para preferir el populismo a la seguridad.

Los efectos de una presidencia pragmática de Trump serán mucho más limitados que en el supuesto radical. Lo de descartar el ATP se mantiene (pero Hillary Clinton también lo hubiera hecho). Trump prometió derogar el NAFTA, pero es más probable que trate de hacerle modificaciones como un gesto dirigido a los trabajadores fabriles estadounidenses. E incluso si un Trump pragmático quisiera limitar las importaciones chinas, sus opciones estarían limitadas por un reciente dictamen de la Organización Mundial del Comercio contra la aplicación de aranceles por “dumping selectivo” a productos chinos. Los candidatos extrasistema suelen hablar pestes de China durante la campaña, pero una vez en el cargo comprenden pronto las ventajas de cooperar.

Es probable que Trump construya el muro en la frontera con México (a pesar de que el ingreso de inmigrantes se redujo). Pero en relación con los indocumentados, lo más probable es que sólo caiga sobre los que cometan delitos violentos, en vez de tratar de deportar a entre cinco y diez millones de personas. Y es posible que limite las visas para trabajadores cualificados, lo que puede restar dinamismo al sector tecnológico.

Un Trump pragmático también generará un déficit, aunque menor al del supuesto radical. Por ejemplo, si sigue el plan impositivo propuesto por los congresistas republicanos, la recaudación sólo se reducirá dos billones de dólares a lo largo de una década.

Es verdad que el programa político de un Trump pragmático será ideológicamente incoherente y moderadamente perjudicial para el crecimiento. Pero será mucho más aceptable para los inversores (y para el mundo) que la agenda radical que prometió a sus votantes.

Lampadia

 




China: Oportunidades para el mundo que el Perú desprecia

China, actualmente en medio de una desaceleración, conserva el potencial de “superar al resto del mundo” si logra pasar de un modelo económico impulsado por la inversión a un enfoque de productividad, afirma McKinsey & Co en su reciente publicación “La Guía para CEOs sobre el futuro de China” (traducido y glosado líneas abajo).

El informe identifica que la digitalización tiene un efecto masivo, impulsando la productividad en el sector de servicios y continuando el crecimiento del comercio electrónico, particularmente en las ciudades de Nivel 3, cuyos habitantes (aproximadamente 160 millones de personas), están comenzando a comprar en línea. Dos factores adicionales, el gran gasto del país en I + D y una mayor disposición de los consumidores chinos a comprar productos innovadores y de precios altos, “pueden acelerar el paso de China de la imitación a la innovación”, escriben. “A medida que China impulse la innovación, los CEOs a nivel mundial tendrán que centrarse en un I + D más rápido, más barato y más global con un rol más fuerte para China”.

En términos del impacto y potencial de China para el Perú, incluso durante su período de transición, ya hemos explicado que por la gran diferencia de tamaños relativos entre ambos, la China en su rol de mercado para nuestros productos y de inversionista, sigue siendo de gran tamaño, de modo que no debe afectar nuestras expectativas. Ver en Lampadia: ¡No nos confundamos sobre el crecimiento!, ¿Crisis china? ¡Miremos al monstruo sin soponcios!.

En cuanto a relación de socio estratégico, lamentamos profundamente el gran error del gobierno de PPK, de tirar por la borda el desarrollo del tren de China-Brasil-Perú, con su inmenso impacto positivo para el Perú, para ir a jugar los partidos de la política de Evo Morales en Bolivia, con un proyecto disparatado que no le agrega nada al Perú. No logramos entender que puede justificar semejante barbaridad (Ver en Lampadia: Entre tren y tren se va, se va… el tren).

Lampadia

La guía para CEOs sobre el futuro de China

Publicado por McKinsey Trimestral
Setiembre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

Durante diez años o más, China ha sido un motor excepcionalmente poderoso de la economía global, registrando regularmente altos aumentos anuales de PBI. Recientemente, sin embargo, el crecimiento se ha desacelerado, provocando fuertes caídas en los precios internacionales de las materias primas y echando una sombra sobre las perspectivas a corto plazo para los mercados desarrollados y emergentes.

¿Qué pasará después? Los pesimistas no logran ver lo que China es capaz de hacer después de lo que dicen fue un período extraordinario y único para ‘ponerse al día’. Los optimistas creen que durante los próximos 10 a 15 años, China tiene el potencial de seguir superando al resto del mundo y tomar su lugar como una economía avanzada (ver el resumen infográfico, “¿Qué pasará con China?”).

Mientras que la mayoría de los observadores miran a China a nivel nacional o, a lo más, sectorial, las investigaciones recientes del Instituto Global McKinsey (MGI) analizaron a más de dos mil empresas con el fin de identificar un conjunto de oportunidades para que los políticos y las empresas aceleren la transición. Esta guía del CEO discute esta y otras investigaciones recientes para ayudar a los ejecutivos a trazar su curso en el panorama económico del rápido cambio de China.

Un nuevo modelo de crecimiento

En estos días, cualquier discusión sobre China muestra preocupaciones sobre la economía del país. El año pasado, el PBI y el crecimiento del empleo cayeron a los niveles más bajos en 25 años, la deuda corporativa siguió aumentando, las reservas extranjeras cayeron alrededor de 500,000 millones de dólares y, hacia mediados de 2015, el mercado bursátil había caído un 43%. Según los pesimistas, todas las señales apuntan a que China podría estar en camino a una crisis financiera.

Por esas razones, casi todo el mundo, incluido el propio gobierno chino, reconoce que el modelo económico impulsado por la inversión de China, a pesar de todos sus logros, tiene que cambiar -y pronto. La productividad del capital y los retornos corporativos están cayendo. Y el análisis de la prueba de estrés de MGI revela que la cantidad de préstamos improductivos podría alcanzar el 15% en 2019, en comparación con la cifra oficial de hoy de 1.7%. Si bien un empeoramiento de esa cifra no conduciría necesariamente a una crisis bancaria sistémica, el daño colateral probablemente incluiría una desaceleración sustancial e innecesaria del crecimiento.

Las oportunidades identificadas por MGI tienen, según sus estimaciones, el potencial de elevar la productividad del trabajo en un 1% a 8% por año dependiendo del sector, aumentaría los ingresos de los hogares en más de US$ 5 millones de millones en 2030 comparado con el actual camino dirigido a la inversión, y sostendría un aumento del PBI de 5.6 % anual en los próximos 15 años (Cuadro anterior). Que China se percate de su potencial depende, en parte, de la capacidad de sus empresas líderes para generar y satisfacer la demanda, aumentar la productividad y crear valor a través de los medios descritos a continuación. Ciertamente, existe suficiente capital financiero para que lo logren, incluso sin la políticamente menos aceptable (y por lo tanto menos probable) racionalización del exceso de capacidad económico (por ejemplo, en el carbón y el acero) que elevaría las perspectivas a más largo plazo, incluso aunque causara pérdidas de empleo a corto plazo.

Darse cuenta de estas oportunidades de transición no es una conclusión inevitable. En gran medida, requieren la ayuda de los responsables políticos del gobierno. Pero es probable que también obtengan un impulso orgánico, ya que las fuerzas del capitalismo motivan los esfuerzos combinados de empresas locales y multinacionales por igual. Al desencadenar el poder de los consumidores de China y su sector empresarial, es probable que un modelo de crecimiento orientado a la productividad cree un nuevo contexto para las empresas que compiten allí.

El cambio en el consumo

En primer lugar, la transición a un estado de economía avanzada requiere que se alimente y satisfaga la demanda de la clase media emergente de China, cuyo gasto es ahora sólo del 5% al 20% de lo que es en la mayoría de las economías avanzadas. Sin duda, este grupo es enorme. MGI recientemente puso la oportunidad en perspectiva, citando a los consumidores de China en edad de trabajar (15-59 años) como uno de los tres grupos que impulsarán aproximadamente la mitad del aumento en el consumo mundial entre ahora y 2030. (Los otros dos son jubilados en el mundo desarrollado y los jóvenes de 15 a 59 años en Norte América.)

Ya hay signos de una creciente propensión a gastar más y ahorrar menos. Por ejemplo, la encuesta de confianza mundial de 2016 de McKinsey encontró que los consumidores de China en edad de trabajar, en comparación con sus pares de otras regiones, están más inclinados a priorizar el ahorro o pagar deudas. A medida que gastan más, también es probable que amplíen sus patrones de consumo, que actualmente están limitados por la calidad y la variedad de bienes y servicios chinos. De hecho, los consumidores chinos están haciendo una transición cada vez mayor de productos masivos a productos premium. Una investigación de McKinsey, que incluyó 10,000 entrevistas a persona entre 18 y 56 años en 44 ciudades, encontró que el 50% ahora busca la mejor y más costosa opción, un aumento significativo con respecto a años anteriores (Figura siguiente).

La inferencia para los CEOs es clara: reconocer el potencial de los consumidores de China y tratar de adelantarse a la curva para satisfacer la demanda. Algunas compañías pueden necesitar reforzar la investigación en las ventas y comercialización de sus organizaciones. Otros pueden requerir análisis de datos más sofisticados para alimentar su investigación. Otros querrán centrarse en la entrega de experiencias excepcionales del cliente para diferenciarse de sus competidores.

El efecto digital

A medida que China avanza, el impacto de las tecnologías digitales será profundo en el sector de los servicios y la gestión del talento.

Digitalización del comercio

La enorme comunidad en línea de China -de casi 690 millones de usuarios (a diciembre de 2015) y 700 millones de usuarios de smartphones- ofrece maneras prometedoras de identificar y satisfacer la latente demanda de los consumidores. La encuesta más reciente de McKinsey sobre los usuarios de Internet en China indica que el principal potencial para el crecimiento del comercio electrónico es en las ciudades clasificadas, por población, como Nivel 3 o menores. Mientras que el gasto de los consumidores en línea en las ciudades de niveles inferiores ya alcanzó el nivel de gasto de las ciudades de alto nivel en 2015, unas 160 millones de personas de ciudades de bajo nivel todavía no utilizan los servicios en línea para comprar. Eso es equivalente al número de compradores en línea en las ciudades de alto nivel de hoy.

Aprovechar al máximo esta oportunidad requerirá que los operadores de comercio electrónico en China sigan las prácticas de análisis de datos de los principales minoristas digitales de Europa y Estados Unidos para mejorar la retención de clientes y estimular el consumo. Las habilidades en las redes sociales también están ganando importancia a medida que más y más consumidores chinos lo convierten en un canal importante para decidir qué comprar y para actuar sobre esas decisiones.

En una encuesta reciente de McKinsey, el 31% de los usuarios de WeChat, por ejemplo, inició compras en la plataforma, el doble de la proporción del año anterior (cuadro líneas abajo).

Digitalización del sector de servicios

Las tecnologías digitales también pueden aumentar la productividad en los sectores de servicios de China, al tiempo que aumentan las habilidades de la mano de obra para cubrir la brecha de talento de China y mantener la movilidad laboral. Muchos de los sectores de servicios del país, incluyendo el retail, la logística y la asistencia sanitaria, tienen una productividad muy baja en comparación con sus homólogos de otros países. Los retailers pueden utilizar la tecnología digital para permitir las operaciones de las tiendas físicas de formato moderno, como las grandes tiendas de descuento y mejorar la eficiencia de las empresas existentes a través de una mejor gestión de la cadena de suministro. Las plataformas de comercio electrónico pueden ayudar a los minoristas a alcanzar a las ciudades de Nivel 2 y Nivel 3, donde el costo de construir tiendas físicas es prohibitivo. Las plataformas digitales para la programación pueden hacer que las 700,000 empresas del sector logístico sean mucho más eficientes. En el sector de los servicios sociales, la inversión en plataformas de aprendizaje en línea puede reducir las disparidades en la educación urbana y rural, incluso a medida que los sistemas de telemedicina permiten a los médicos de las ciudades tratar a pacientes de forma remota en clínicas de salud rurales.

De la imitación a la innovación

La ambición de China de pasar de la absorción y la adaptación de las tecnologías globales a ser un líder de la innovación es un punto clave del modelo basado en la productividad. Un informe del McKinsey Global Institute en octubre de 2015 expuso el caso, mostrando el potencial de ocupar una posición de liderazgo mundial en productos farmacéuticos, semiconductores y equipos de comunicaciones de la misma manera que lo ha hecho en los aerogeneradores de alta velocidad (ingresos globales de 41% y 20%, respectivamente).

La síntesis de McKinsey de los datos públicamente disponibles sobre las compañías chinas prominentes y las compañías multinacionales grandes destaca que China es ya un centro importante de la innovación. Las cifras muestran que el gasto en I + D en China aumentó en un 120% entre 2007 y 2015 y se espera que se acelere en los próximos cinco años, en una variedad de industrias, a medida que las empresas expanden sus centros de diseño. Uno de los mayores retos ​​en el diseño será pasar de un enfoque en la fabricación de productos para los mercados locales al desarrollo de nuevos productos innovadores para los mercados mundiales.

Pero China parece estar adelantándose en el juego en al menos dos áreas: el ritmo de la innovación y la calidad de la experiencia móvil, y el uso de la geolocalización, según el ex presidente de Amazon China, Doug Gurr. “Hay muy poca cartografía en China, y hay muchas áreas sin direcciones de calles, pero China ha resuelto estos problemas logísticos con la geolocalización”, dice Gurr. “Uno no pensaría que hay carritos de bicicleta con el mejor equipo de geolocalización y dispositivos con GPS en el mundo. Es increíble y emocionante: hay una mezcla de formas ásperas y pasadas de moda, junto con la tecnología que está muy por delante en términos de uso de la informática de datos”.

La disposición de los consumidores chinos a comprar productos innovadores puede acelerar el paso de China de la imitación a la innovación. Un reciente estudio de McKinsey de más de 3,500 consumidores chinos, por ejemplo, encontró que la mayoría de los propietarios de vehículos eléctricos (EV) en China están dispuestos a comprar EVs nuevamente, y la proporción de consumidores que dicen que están interesados en comprar un EV se ha triplicado desde 2011.

A medida que China aumente su interés en la innovación, los CEOs a nivel mundial tendrán que centrarse en un I + D más rápido, más barato y más global con un rol más fuerte para China. Deben considerar tomar apuestas más grandes en su plataforma de investigación de China y acelerar su ritmo de desarrollo del proyecto para que coincida con los competidores locales. Aprovechar el talento chino será un factor de éxito en el I + D en todo el mundo.

Impulsos globales

Mientras que las compañías chinas se han convertido en grandes actores globales en algunas industrias en virtud de sus acciones en el mercado masivo de China, muchas empresas chinas aún no han comenzado a hacer negocios en todo el mundo. China ocupa el segundo lugar, detrás de Estados Unidos, con 110 empresas en Fortune Global 500, pero la gran mayoría de las compañías chinas en la lista son empresas nacionales de construcción, infraestructura, energía y finanzas. Muchas son operaciones de activos pesados ​​y monopolios de recursos operando enteramente en China, y el 80% son empresas estatales. (Una excepción a la regla es Tencent, que recientemente aceptó comprar la mayor parte de Supercell, la compañía de videojuegos finlandesa que desarrolló el juego ‘Clash of Clans’.)

La oportunidad para que las compañías chinas aceleren su crecimiento fuera de China puede recibir un impulso de la iniciativa One Belt, One Road, según lo discutido por Kevin Sneader de McKinsey en un reciente video.

One Belt, One Road es una estrategia de desarrollo para vincular a China con países de África, Asia y Europa. El gobierno chino está presupuestando cerca de $ 1 millón de millones para la iniciativa a través de instituciones financieras estatales y proyectos globales de las empresas estatales. El grado en que las compañías multinacionales creen que las empresas chinas tendrán éxito en el mundo informarán en qué grado se preparan, en sus propios mercados y geografías, para que la intensidad competitiva aumente.

Inclinación y automatización

Paralelamente a los cambios en el consumo, la digitalización, la innovación y la globalización, las empresas chinas, al igual que sus pares en Occidente, deben vigilar de cerca la excelencia operativa y la automatización.

A través de los servicios y la manufactura, la productividad laboral en China sigue siendo sólo del 15% al 30% de los niveles de economía avanzada. Enfoques como ‘lean’ y ‘Six Sigma’ no son nuevos para China, pero han tenido un impacto limitado debido al enfoque en herramientas técnicas y poca atención prestada a ayudar a los trabajadores a adoptar y adaptarse a nuevos procesos.

Dicho esto, China también tiene una oportunidad significativa para introducir más automatización en la fabricación. A pesar de que China es el mayor mercado de robots del mundo, las empresas chinas siguen siendo relativamente no automatizadas, con sólo 36 robots por cada 10,000 trabajadores de fabricación, aproximadamente la mitad de la media de todas las economías avanzadas y menos de una quinta parte del nivel estadounidense.

En China, donde los salarios siguen siendo bajos (al menos en relación con las economías occidentales), los CEOs querrán examinar cuidadosamente el argumento económico de la automatización. Investigaciones recientes de MGI indican que la mayoría de los beneficios de la automatización pueden no reducir los costos de mano de obra sino aumentar la productividad a través de menos errores, mayor producción y mayor calidad, seguridad y velocidad.

China puede estar en una encrucijada, pero si el país logra su transición hacia un modelo de crecimiento impulsado por la productividad -y hacia una economía avanzada- surgirá un nuevo conjunto de oportunidades y desafíos para las empresas que operan en China y para las empresas que compiten con ellas. Lampadia




Una Ley Antimonopolio y de Control de Fusiones

En el Perú se ha retomado el debate sobre una ley antimonopolio y control previo de fusiones que buscaría, en teoría, ser un mecanismo regulador de las concentraciones empresariales, proteger al consumidor y promover la competencia. Sorprendentemente (o quizás no), los medios que parecen estar más entusiastas con la eventualidad de su establecimiento son los más alejados de la economía de mercado, como el diario La República, y el promotor de la ley, Yonhy Lescano, autor de innumerables iniciativas populistas. Lo que no se comentan son los costos privados innecesarios que se generarían en trámites burocráticos y riesgos de corruptelas que podrían ir en contra de la eficiencia de los mercados.

Esta no es la primera vez que se propone una ley de este tipo. En el 2012, Gana Perú propuso una ley que obligaba a todas las operaciones en las que el comprador y el vendedor facturen desde 100,000 UIT y 10,000 UIT, respectivamente, a obtener una autorización de Indecopi. Es aleccionador que este proyecto de ley jamás llegara al Pleno del Congreso.

Ahora, la resucitada y mediática ley propone, en simple, regular (mediante un control previo) los procesos de fusión, adquisición o concentración empresarial cuando el grupo resultante tenga el 51% o más de la participación del mercado. El mencionado congresista de Acción Popular propone que “no se autoricen las fusiones, adquisiciones o concentraciones cuando se determine que dichos activos limitan severamente la competencia, o generan o pueden generar abusos de posición dominante”.

Además, el proyecto incluye “como disposición transitoria que todos los procesos producidos con anterioridad a la vigencia de la norma y que resulten comprendidos, deberán adecuarse en un plazo máximo de 60 días”. Esta estúpida disposición  abarcaría todas las compras y fusiones de empresas producidas en la historia del país que cumplan con las condiciones descritas líneas arriba. Esto sería anticonstitucional, empezando por que  la retroactividad de las leyes está expresamente prohibida.

Según Lescano, su propuesta es un proyecto de ley de desarrollo constitucional, basado en el artículo 61 de la Constitución Política del Perú, y su objetivo es “obligar a través de esta ley la posición de una parte del congreso que dice: no señor, ahora se tiene que revisar a todas porque ellos han violado la Constitución del Estado” Sic. 

Esta retroactividad también apuntaría a revisar la fusión de Backus con Inbev, donde la firma resultante en el Perú concentrará el 99% del mercado de cervezas y producirá un 30% de la cerveza que se consume en todo el mundo, con presencia en más de ochenta países y una fuerza laboral conjunta de unas 225,000 personas.

Pues bien, cuando instauramos la economía de mercado, el Perú eligió un sistema muy eficiente para lograr los objetivos aducidos pr el proyecto en cuestión, basado en los siguientes cuatro elementos: economía abierta, eliminación de barreras de acceso, control del abuso de la posición de dominio y regulaciones ad-hoc.

La Constitución del 93, que incluye estos elementos, ha permitido que el Perú pasara de ser prácticamente un ‘Estado Fallido’ en 1990 a una de las estrellas económicas en el mundo, que transformó nuestra economía, redujo la pobreza y la desigualdad, alentó el desarrollo de una importante clase media y la reducción de los precios de los bienes y servicios que se hicieron accesibles a la gran mayoría de la población. Pero, además, de alguna manera, por primera vez en nuestra historia, se desarrolló una institución económica muy importante: el mercado.

El propósito de una ley de fusiones es evitar la concentración de mercado y la creación monopolios, sin embargo, tampoco puede bloquear el crecimiento ni el avance del país. La teoría económica explica claramente los efectos de un mercado monopólico tanto en la producción cómo en los márgenes de las empresas monopólicas. Dentro de un mercado monopólico, si la demanda de un bien o servicio permanece relativamente estable (inelástica), y al no haber competencia ni sustitutos perfectos, la empresa tenderá a aumentar sus márgenes a pesar que ello implique menos demanda y producción ya que la ganancia en el margen por la totalidad de lo vendido superaría con creces la menor producción. El consumidor final tendría que pagar mayores precios de lo que lo haría en un mercado de competencia, y se tendería a tener menor oferta de estos bienes o servicios dentro de la economía, un fenómeno llamado  por los economistas “pérdida de eficiencia social”.

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Fuente: www.2gb.com

Para evitar los daños de un mercados monopólicos, las economías de mercado necesitan contar con un conjunto de reglas que garanticen un funcionamiento balanceado de los mercados. Sin embargo, es importante explicar que existe una diferencia sustancial entre la prohibición de monopolios y el combate de abusos originados por posiciones dominantes . El primero va al hecho per se (el monopolio), el segundo al resultado o efecto del monopolio en la sociedad; lo cual permite la existencia de monopolios, evitando el abuso de la posición de dominio.

En el Perú ya existe una Ley de control de abuso de posición dominante (Ley de Represión de Conductas Anticompetitivas), “que prohíba y sancione el abuso de la posición de dominio y las prácticas colusorias horizontales y verticales fortalecerá sustancialmente el marco regulatorio de defensa de la libre competencia, lo que, a su vez, incentivará la eficiencia económica en los mercados, promoverá la competitividad económica del país y mejorará el bienestar de los consumidores, estableciendo un ambiente apropiado para las inversiones.”

Cuando se debatió la Constitución del 93, se descartó el modelo que ahora se vuelve a proponer, un modelo que requiere la intervención de la burocracia para determinar con antelación de los procesos económicos, si la unión de los unos con los otros es conveniente y si las posiciones dominantes son per se convenientes o inconvenientes.

Es importante resaltar que un requisito muy importante para que ese modelo sea exitoso es un nivel alto de institucionalidad, predictibilidad y moralidad en el sector público. Algo que nosotros adolecemos. El Perú cuenta con una gestión pública e instituciones deficientes, al igual que niveles muy altos de corrupción. Y, lamentablemente, además esta ley maneja conceptos tan amplios que se prestan a la manipulación política de la economía y a lobbies empresariales inconvenientes.

Ian Vásquez, en su reciente columna No a la ley antimonopolio, aborda está preocupación, explicando sus consecuencias en EEUU: “Bajo las leyes antimonopolio en EEUU a las empresas se las acusa de mantener precios muy altos o precios muy bajos. Se ha vuelto imposible predecir si una fusión se aprobará o una acusación de monopolio prevalecerá. Esto crea incertidumbre y un incentivo por parte de las empresas para hacer lobby en vez de enfocarse en su negocio. De hecho, las empresas menos exitosas y otros grupos de interés usan las leyes de fusión y antimonopolio para protegerse de la competencia. Quienes pierden en el mercado competitivo muchas veces ganan al apelar a la ley. El efecto es el de reducir la competencia y la innovación y prevenir que bajen los precios.”

Elmer Cuba (¿Control previo de fusiones?), por su lado, aconseja una mirada a los ejemplos en el exterior: “Las leyes antimonopolios (anti-trust law) han evolucionado en los últimos 100 año. En algunos países hay umbrales muy bajos y el control de fusiones ha devenido en un trámite más, no ha beneficiado ni a los consumidores ni a las firmas, se han perdido recursos públicos y solo han ganado los abogados y economistas. Si queremos tener una ley de este tipo en el país, debemos tomar en cuenta las experiencias de otros países y las mejores prácticas internacionales.”

Además, cabe agregar que este proyecto de ley creará más barreras burocráticas, que van en contra de uno de los objetivos del actual gobierno: eliminar las barreras de acceso. Se suponía que los peruanos habíamos entendido que se necesitaba iniciar un profundo proceso de desregulación, de liberar a los ciudadanos y empresas de la maraña legislativa que impide el normal desarrollo del país. En Lampadia hemos denominado a ese exceso normativo como una ‘urdimbre regulatoria’ (urdimbre = maniobra, intriga, maquinación, enredo, etc.), ver: El Perú sucumbe a la ‘urdimbre regulatoria’. Necesitamos desenredar las trabas burocráticas y liberar a los ciudadanos y empresas para que sus emprendimientos e inversiones nos traigan un mayor crecimiento económico, reducción de la pobreza y recursos fiscales.

En lugar de experimentar con cambios apurados, mal enfocados, en un entorno institucional débil, lo que tenemos que hacer es reforzar los mecanismos actuales y vigilarlos. A los cuatro elementos importantes ya mencionados (economía abierta, eliminación de barreras de acceso, control del abuso de la posición de dominio y regulaciones ad-hoc), se ha agregado ahora un quinto elemento, la dinámica (hasta exacerbada) de las redes sociales, que permite alertas tempranas de abusos y de comportamientos empresariales disfuncionales. Lampadia

 




Tara: Otro gran potencial para enriquecer la sierra

Tara: Otro gran potencial para enriquecer la sierra

No muchos peruanos han oído hablar o conocen directamente la planta de la Tara, a pesar de que se origina en el Perú. Conocida por la ciencia como Caesalpinia Spinosa, fue utilizada por las culturas precolombinas como colorante natural, hoy su demanda crece permanentemente en los mercados internacionales, y su utilidad se ha expandido como insumo de muchas industrias a lo largo del planeta.

Los principales usos de la tara son: en polvo como colorante natural para la curtiembre, insumo para el plástico y la producción de adhesivos, y la goma de Tara en la industria alimentaria, por ejemplo, como una estabilizador de productos lácteos. También se utiliza como insumo de la industria farmacéutica para úlceras y problemas inflamatorios e infecciosos.

Piura: El Perú es el primer productor de tara

Fuente: Correo

El Perú produce el 80% de la tara a nivel mundial, y los departamentos de mayor producción son Cajamarca (45%), La Libertad (18%), Ayacucho (14%) y Áncash (8%). Además hay nuevas iniciativas en Ica y Lambayeque. Sin embargo, sólo se llega a exportar unas 5 mil toneladas, y la demanda mundial es del orden de las 100 mil toneladas, siendo los principales mercados EEUU, Alemania, Suiza, España e Italia.

Según el Minagri, “La tara es considerada uno de los productos más rentables dentro de la agro exportación peruana, debido a su gran acogida y altos precios mundiales”.

Las semillas de este arbusto producen derivados que llegan a tener altos costos en el mercado internacional, como el polvo de Tara que puede superar los US$ 820 TM en Puerto Peruano y se triplica en Europa, mientras que la goma, que se obtiene de la pulpa de la tara, tiene un precio nacional de embarque de US$ 6,600 TM y en el exterior puede sobrepasar los US$ 10,000 mil dólares TM.

El Ministerio de Agricultura en alianzas con los gobiernos regionales y locales, empresas,  ONG’s y los pequeños productores han instalados plantones de tara a nivel nacional para incrementar la exportación. Según el Minagri, la exportación de tara en polvo alcanzó US$ 30.3 millones a un precio de US$ 1.48 kilo promedio en 2015. 

Tara

Al país a que más se le exporta Tara es a China (donde se utiliza para extraer ácido gálico, que tiene un valor de venta por kilo que se sextuplica el valor del insumo), con un total de U$ 10.5 millones (35% del total), le sigue Italia con U$ 4.4 millones (14%) y Brasil U$ 4.2 millones (14%).

Tara exportación

Fuente: www.agrodataperu.com

Según los Datos de la Comisión Nacional contra la Biopiratería, las solicitudes de patentes más reiteradas en el Perú son por la tara (de las casi 11 mil solicitudes de patentes, cerca de 4 mil le pertenecen a la tara), el yacón (3,221 solicitudes), la maca (1,406 solicitudes) y la uña de gato (843 solicitudes).

Esto muestra el gran interés mundial que existe por nuestros productos andinos. Así tenemos también los otros granos andinos, el más nutritivo de ellos, la famosa y renombrada quinua, la cual ha sido reconocida como un “súper alimento” con renombre internacional y, el 2013, a instancias de la FAO,  fue declarado por la ONU: Año Internacional de la Quinua. Ver en LampadiaLa Quinua lleva a la sierra a los mercados globales y al desarrollo. Otros granos andinos renombrados son la kiwicha (o amaranto), la qañiwa y el tarwi. Estos productos tienen un alto valor proteico, mayor al de los demás cereales, y un gran  potencial de popularizarse a nivel mundial.

Todos estos productos son muy valiosos, sus cualidades han sido ignoradas por muchos años y su aprovechamiento, en el propio Perú y en los mercados internacionales, desperdiciado. Esto ha sido consecuencia de la mala reforma agraria que alejó la inversión privada del campo desde los años 60, con la consiguiente falta de acceso a la innovación y avances tecnológicos que se dieron en el último tercio del siglo pasado.

Por fin estamos poniendo en valor nuestros productos serranos. Debemos aprovechar esta oportunidad única para mostrarle al mundo que un país milenario como el Perú, tiene valiosos desarrollos genéticos y alimenticios como el de los granos andinos. Del mismo modo podremos promover más tarde las raíces andinas y otros productos, así como los conocimientos tradicionales de la sierra y la selva. Con ese desarrollo de inserción en los mercados internacionales, podemos ambicionar que nuestros campesinos de los minifundios alto andinos tengan una vida rural rica y productiva, contrariamente a las propuestas de las izquierdas que plantean nos alejemos de la globalización. Lampadia




El sándwich que amenaza a los países emergentes

La historia tiene a veces formas retorcidas de presentarse. En estos últimos años se está generando una alianza no escrita entre los políticos más activos de los países ricos y las cúpulas de las izquierdas tradicionales que siguen proponiendo ‘ideas muertas’, como en el Perú. El eventual éxito de cualquiera de esos extremos, tendría efectos devastadores en los niveles de vida de los pobres.

Curiosamente, la extrema derecha internacional y nuestra extrema izquierda nacional, unas veces con el ropaje del populismo, otras con el del nacionalismo, basados en inferencias inconsistentes pero muchas veces efectistas, se las ingenian para trasmutar las frustraciones y anhelos de muchos pobladores, en reclamos y hasta movimientos populares que cimientan el camino de cambios regresivos.

Efectivamente, hoy tenemos al candidato republicano en EEUU, Donald Trump, planteando el aislacionismo, la expulsión de los migrantes, aranceles compensatorios con China, la reversión del libre comercio, el rechazo de los tratados de comercio, etc. En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen es abiertamente anti globalización y Nicolás Sarkozy agita nuevamente el nacionalismo. En Alemania, la derrota de Angela Merkel (y el CDU) en las recientes elecciones y la consolidación del partido populista, Alternativa por Alemania (AfD), plantean cambios radicales. En España la situación es más grave aún, dado que todavía no tiene un gobierno y podrían llevar acabo su tercera elección en 12 meses.
    
Por su lado, en el Perú, todas las izquierdas han adscrito al llamado pos-extractivismo, que plantea que produzcamos lo mínimo posible para sobrevivir. Por ejemplo:

En cuanto a las agroexportaciones, donde todavía tenemos la mayor cantidad de pobres, plantean que solo produzcamos lo que necesitamos para consumir nosotros y ‘tal vez’ nuestros países vecinos. 

El sector agrícola solo puede crecer, sostenidamente, llegando a más estómagos. Como un agricultor peruano decía hace algunos años: una persona solo puede comer un kilo de comida por día. ¿Cómo puede entonces mejorar sus ingresos un agricultor peruano? Si 3 millones de agricultores tendrían que abastecer solo a 27 millones de habitantes. Sus ingresos estarían limitados a un promedio de 9 consumidores o 9 kilos. Pero si exportamos a mercados de 2,700 millones de personas, en teoría, cada agricultor podría abastecer a 900 consumidores, 100 veces más. Ese es el potencial de este sector, y la única manera de enriquecer a nuestros campesinos, que, además, son dueños de la mayor parte de las tierras y predios agrícolas del Perú. 

O sea, los izquierdistas tradicionales, quieren condenar a la pobreza eterna a nuestros campesinos. ¡Habrase visto semejante barbaridad!

Ver en Lampadia: Pos-Extractivismo: Autarquía y empobrecimiento, Todas las izquierdas peruanas apuestan por la pobreza y Exigimos que se renuncie al ‘pos-extractivismo’.

En los países más ricos, donde el crecimiento de sus economías no llega a recuperarse desde la crisis del 2008/9, el desempleo se mantiene alto (excepto en EEUU) y se ha ampliado la desigualdad entre ricos y pobres; se esta cayendo en el facilismo de culpar de esta evolución a la globalización, el libre comercio, la deslocalización industrial y la competencia ‘abusiva’ de países como China.

En el caso de EEUU, la economía recuperó con creces el empleo, que está cerca del llamado pleno empleo (5.1% de la PEA). Lo que es más, después de que salieran cifras alarmantes sobre la disminución de la clase media, acaban de salir cifras que muestran nuevamente el crecimiento de la columna vertebral de su economía. Como afirma un reciente artículo publicado en El País de España, “la mediana de los ingresos de los hogares mejoró por primera vez desde la Gran Recesión (un 5.2%) y un total de 3.5 millones de ciudadanos dejaron de formar parte de los pobres.”

El reciente llanto de los países más ricos sobre sus problemas de desigualdad, algo en lo que también caen connotados economistas estadounidenses (ver en Lampadia: Un economista de Harvard le pone colores políticos a la globalización), hace caso omiso de la muy positiva evolución paralela de una disminución sin precedentes de la desigualdad en los países más pobres y la reducción de la pobreza en el mundo durante el período del boom globalizador. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. 

Evidentemente, estos resultados que traen menor pobreza y desigualdad en los países emergentes, son además muy positivos para los países más ricos, pues crean un ecosistema proclive a los principios de la economía de mercado y por lo tanto habría que profundizarlos. Sin embargo, la reacción expresada en la nueva ola anti globalización y anti comercio, plantea revertir las políticas que originaron el mayor bienestar que hoy día goza la humanidad.

Recientemente hemos podido leer una seria de advertencias sobre la fuerza de esta ola regresiva. Por ejemplo, hace poco, Martin Wolf afirmó que “La liberalización del comercio se ha estancado y se puede observar un constante aumento de las medidas proteccionistas. Es probable que el aumento del sentimiento xenofóbico y la ralentización del comercio reduzcan el crecimiento de la IED.” Además, la política tampoco favorece a la globalización. Trump es, sin duda, el candidato a la presidencia de EEUU más proteccionista desde 1930.

De triunfar gente como Trump en EEUU, y/o Le Pen en Francia, podríamos tener que enfrentarnos a condiciones globales que restrinjan el acceso de nuestros productos a los mercados globales y a una disminución de los flujos de inversión extranjera. Algo que sería muy grave para un país como el Perú que mantiene la necesidad de generar suficientes recursos para superar las brechas sociales y económicas que aún nos aquejan y, que tiene que dar saltos cualitativos en educación salud, infraestructuras y tecnología para nivelar a nuestros pobres con los ciudadanos promedio del mundo.

Por otro lado, nuestros izquierdistas, atrapados en sus trampas ideológicas, plantean lo mismo que los nuevos políticos emergentes de los países del norte. No les gusta la globalización, no les cuadra la economía de mercado ni el crecimiento, sufren con los avances del comercio internacional y odian los recursos que produce la minería que ha permitido financiar el mayor estadio de inclusión de nuestra historia (2004 – 2011). 

El Perú pos-Constitución de 1993 se ha emancipado del estancamiento, de la relación del mercantilismo con el señor (Estado) repartidor, de la falta de oxígeno y autonomía para desarrollar ideas y proyectos. En un Perú que crece, con un poderosos sector privado, el rol del burócrata se va devaluando, el rol del intelectual venido a político repartidor (de pobreza) se diluye y el rol del gobernante omnipresente se opaca. Ya no hay sitio para ser gobernados por ideas muertas. La agujas de la economía y la mejora social las mueve en mayor medida el mercado, la inversión privada y la acción de millones de ciudadanos comprometidos en la construcción de un mejor país para sus hijos.

Como consecuencia de esta evolución política nos enfrentamos a dos amenazas. La externa que podría secar las fuentes de recursos, ya sean por exportaciones o inversión; y la interna que pretende paralizarnos para llevarnos nuevamente a la desesperanza, madre de las malas aventuras.

En nuestra opinión, debemos desarrollar una estrategia ofensiva que enfrente ambos males ‘de un tiro’. En vez de dar respuestas y explicaciones a las afrentas conceptuales detrás de estos movimientos, debemos izar las banderas de la globalización, de la economía de mercado y del comercio internacional. Y hacerlas nuestras banderas de cara a la próxima reunión de APEC en el Perú en noviembre próximo.

Estos objetivos deben ser vinculados a los beneficios que produjeron y deben seguir produciendo para los pobres y para las clases medias del Perú y del Mundo.

El Perú debe proclamar los algoritmos del bienestar y distinguirse en noviembre (APEC) como el campeón de la integración global, el comercio, la creación de riqueza y la superación de la pobreza. Lampadia