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El Estado, el fallido emprendedor

«Queda en evidencia el principal problema de las empresas estatales, éstas no tienen los incentivos para ser eficientes»

Fernando Claro
DF Más – Chile
28 de mayo de 2023

Cada vez que me toca escribir para esta sección del DFMás, soy acechado por Mariana Mazzucato y su espectro. Parece que algo hay de verdad en eso de que los astros se alinean, esta ya es la tercera vez consecutiva. La segunda fue en marzo, cuando se destapó el contrato que ella y su equipo tenían con el gobierno de Petro en Colombia: cobraban un millón de dólares para asesorarlos en materias de «política industrial misión-orientada, alineando sus objetivos de crecimiento económico junto a otros dos, sostenibilidad e inclusión».

Mazzucato justo andaba en gira por el mundo hablando de su nuevo libro donde despotrica contra los consultores tipo McKenzie y BCG por asesorar a diferentes Estados —especialmente el británico— en materias en las cuales no tendrían experiencia. Ella, sin embargo, cobraba un millón de dólares porque, me imagino, ella es la que sabe, especialmente sobre Colombia. Quizás sabe también sobre litio, ya veremos.

La primera vez fue a fines del octubre del año pasado, cuando la también directora de ENEL y académica nos visitó generando varias polémicas. En esos días critiqué los fundamentos teóricos y empíricos de sus propuestas, ya que no pasan ninguna prueba de calidad científica. Miles de comentaristas y burócratas académicos se espantaron en las redes sociales, llegando a decir que mis dichos eran simples mentiras. Destacaban su cantidad libros y artículos, y su impacto —con el «índice H». La decadencia de la ciencia. No sabían que ese índice no dice nada acerca de la verdad de una teoría —teorías demostradamente equivocadas como la teoría económica marxista tienen gran impacto—. Es más, ese índice puede crecer justamente, por lo contrario, pero, no importa, y menos entre burócratas académicos y twitteros que descubrieron recién la industria de los papers.

Bueno, el impacto y buen recibimiento de los fraudes teóricos y empíricos de Mazzucato es lo que ha legitimado el resurgimiento de la idea de que el Estado es bueno emprendiendo y es lo que nos tiene, ahora, por tercera vez, hablando sobre ella.

Esta semana, por enésima vez, quedó demostrada la pésima idea del Estado emprendedor.

A pesar de las advertencias, el gobierno intentó ingresar al negocio de la distribución minorista de gas licuado generando obvias pérdidas por cada entrega de balón de gas. El objetivo, decían ellos, era ayudar a los más pobres. Sin embargo, no escucharon lo que todos le dijeron al respecto: si de verdad querían ayudar a los más pobres lo más eficiente era comprar a las empresas que producían, ya sea subsidiando a las mismas personas directamente o «agregando demanda». Se hizo un carísimo plan piloto que no era un plan piloto, ya que estos se hacen sobre políticas que pueden resultar con alguna probabilidad, para hacer los ajustes finos, pero acá nada decía que resultaría. Fueron advertidos.

Acá queda en evidencia el principal problema de las empresas estatales:

Éstas no tienen los incentivos para ser eficientes y con una probabilidad muy alta se mal administran con fines políticos: en este caso se utilizó el lanzamiento de este plan simplemente para hacer un show electoral en medio de la campaña del Apruebo, con Giorgio Jackson de ministro —olvidando su deber como ministro y no como gerente de empresa pública— realizando grandes y coloridas puestas en escena. Esa fue la razón, ya que en su programa de gobierno no hay ni una sola palabra sobre esta industria. ¿Y qué ha dijo el gobierno corporativo de ENAP sobre todo esto? Esperemos que esos balones de gas y gorros rosados de Giorgio queden como símbolos del fiasco del Estado Emprendedor. Lampadia




Un gobierno enano que se cree gigante

La distancia entre lo que el Gobierno de Boric ha podido hacer y el discurso de superioridad moral y técnica que tenía su generación cuando era oposición es abismante.

El Líbero – Chile
Patricio Navia
26 mayo, 2023

Si la evaluación se hiciera sólo por los anuncios de reformas que ha presentado el Gobierno, cualquier observador poco atento podría concluir que éste está siendo uno de los más transformadores de las últimas décadas en Chile. Pero como la evaluación final se hace respecto a los resultados y logros en estos 15 meses de administración del presidente Gabriel Boric, la única conclusión posible es que este está siendo un gobierno de enanos, tanto por su incapacidad para cumplir sus ambiciosas promesas como por su ineptitud para realizar las tareas básicas que implica ser Gobierno.

Ser enano en política es no estar a la altura de lo que se prometió ni de las expectativas mínimas que tiene la población respecto a lo que debe hacer un gobierno. La administración Boric llegó al poder con una agenda fundacional ambiciosa y desmedida.

Si bien es cierto que todos los gobiernos pecan de soberbia al iniciarse sus periodos -recordemos la frase de Sebastián Piñera aludiendo a que lo que la Concertación no había podido hacer en 20 años, su gobierno lo había logrado en 20 días- el Frente Amplio pecó de particular soberbia cuando dictó cátedra sobre lo mal que lo estaba haciendo el segundo gobierno de Piñera y lo fallido que había sido el modelo implementado por gobiernos de izquierda y derecha en Chile desde el retorno de la transición.

Aunque siempre es más difícil cuando hay que gobernar que cuando se puede criticar desde la galería -otra cosa es con guitarra- la distancia entre lo que el Gobierno de Boric ha podido hacer y el discurso de superioridad moral y técnica que tenía su generación cuando era oposición es especialmente abismante.

Uno de los mejores ejemplos fue la rapidez con la que se derrumbó el liderazgo de Izkia Siches, la ministra del Interior nombrada por Boric al asumir su administración. Después de haber usado irresponsablemente su tribuna como presidenta del Colegio Médico para criticar la respuesta del Gobierno a la pandemia del Covid-19, Siches tardó menos de una semana para hacer estrellar en el piso su reputación como ministra. La patética escena de su comitiva mostrando una bandera mapuche por la ventana de un auto cuando era repelida a tiros en La Araucanía en su primera visita a la región dejó en claro que este Gobierno no tenía dedos para el piano.

En los 15 meses de Gobierno que han transcurrido, la ineptitud oficialista, la falta de preparación, la superficialidad de sus lecturas sobre el país, la arrogancia de sus declaraciones y el exceso de errores no forzados han confirmado, una y otra vez, que no está a la altura del desafío y que no tiene capacidad para cumplir sus promesas.

Pero la fuerza de la realidad no ha sido suficiente para que el Ejecutivo retroceda en su ambición o para que corrija rumbo. En vez de recular y tratar de evitar seguir cometiendo errores, el Gobierno ha doblado la apuesta.

Aunque es evidente que el Gobierno, y también el Estado, son incapaces de poder asegurarse de que los estudiantes puedan asistir a las escuelas públicas y adquirir los aprendizajes más básicos, La Moneda se embriaga en el ambicioso sueño de convertir al Estado de Chile en un actor relevante a nivel mundial en la producción de litio. Aunque el Gobierno no es capaz de hacer valer el Estado de Derecho e imponer el orden en La Araucanía, Boric intenta dar lecciones sobre cómo otros gobiernos del mundo debieran defender los valores democráticos. Aunque el país está sobrepasado por una crisis de seguridad en las calles, Boric insiste en que su Gobierno quiere fortalecer la red de protección social. Aunque su Gobierno es incapaz de generar las condiciones para que el país crezca, Boric quiere impulsar la reforma más importante a las pensiones en 40 años.

En una semana, el presidente Boric dará su segundo discurso ante la nación y el Congreso. Aunque muchas personas no se molesten en escuchar lo que tenga que decir el egresado de derecho (que nunca fue capaz de terminar sus estudios y titularse), lo más probable es que el discurso termine replicando lo que ha sido la tónica de este Gobierno.

Boric, presidente de un Gobierno que no ha estado a la altura, un Gobierno enano, hablará como si su administración estuviera compitiendo por ser la que llega más alto en transformar al país.

La disociación entre la realidad de ser un Gobierno enano y las aspiraciones de ser un Gobierno de gigantes pudiera parecer hasta tierna si se tratara de un juego de niños. Pero como estamos hablando del Gobierno de la República, la incapacidad de Boric para verse al espejo y entender que el suyo es un Gobierno que no da el ancho debiera preocupar al resto del país. Después de todo, no hay nada más peligroso para una sociedad que sus líderes no sean capaces de entender a cabalidad sus fortalezas y sus debilidades.

Lampadia




Ni retroexcavadora ni aplanadora

Los opinólogos chilenos serios van perfilando un lenguaje incluyente que marque el espíritu de la nueva constitución que debe diseñar el Consejo Constitucional. Incluyente, no por asumir el lenguaje progresista que sigue ensuciando los debates políticos, sino por pretender albergar a todos los ciudadanos, discriminaciones políticas.

Lean el importante artículo de Varela al respecto.

Fundación para el Progreso – Chile
Gerardo Varela
Publicado en El Mercurio
13.05.2023

Que agradable es un triunfo de la derecha. En la noche, sus líderes llaman a la humildad y la izquierda a que no se repitan sus errores. La gente celebra con banderas chilenas, no hay saqueos ni violencia y al día siguiente nos levantamos a trabajar y retomamos nuestra vida normal. ¡Que contraste!

  • Con Bachelet que cuando ganó señalaba «cuando la izquierda sale a la calle la derecha tiembla» o
  • Con Boric que invitaba a transformar Chile en la tumba del neoliberalismo o
  • Quintana usando la metáfora de la retroexcavadora para referirse al programa de gobierno.

Los chilenos quieren que nadie tiemble ni en su casa ni en la calle ni por lo que piensa ni por lo que dice.

Chile necesita menos amenazas y menos ideología para retomar su senda de progreso. Una sociedad libre se construye con las armas de la democracia: el diálogo y el voto, y un país se desarrolla con esfuerzo, inversión y trabajo. La Constitución debe asegurar ambos.

La izquierda tuvo la oportunidad de hacer una constitución para todos, pero la hizo para ella y perdió. Hoy la derecha puede hacer una constitución para Chile y no debe caer en el error de hacerla para ella.

En nuestro país habitan el profesor Silva y su hermano cineasta y en la Constitución deben caber los 2; el humilde y serio profesor de derecha con el talentoso y poco hermanable cineasta de izquierda.

Para eso, es mejor una Constitución que diga menos y no más y que el Congreso zanje temas controvertidos sin dejarlos inamovibles en la constitución.

La paridad, el matrimonio gay o el aborto es mejor tratarlas en la ley y no en la Constitución. La Constitución de EEUU – la más exitosa de la historia- permanece silente sobre estos temas. La izquierda -a partir de Roe vs Wade– logró meter al aborto en la Constitución forzándolo en el derecho a la intimidad y sustrayéndolo del debate democrático, pero recientemente la Corte Suprema lo sacó revocando ese fallo y lo devolvió a los congresos estatales, para que se resuelva democráticamente. Yo soy anti aborto y anti pena de muerte, pero pueden y deben discutirse en el Congreso.

Dos elecciones confirman que Chile no es de extrema izquierda y que los chilenos no quieren refundar ni demoler nada, sino que quieren progresar en paz. El voto obligatorio ha mostrado el Chile real. Por cada octubrista que salió a quemar y robar, había el doble que querían salir a estudiar o trabajar y por cada octubrista que pedía el fin del neoliberalismo había el doble que querían disfrutar de él. Es hora de usar la maquinaria pesada para construir no para destruir; es hora de ser más sobrios en el lenguaje, más templados en las opiniones y más humildes en los objetivos. Chile con el voto obligatorio ha mostrado un camino de mesura y moderación y sus líderes deben seguirlo.

El desafío no es refundacional, sino que modernizador. Chile quiere que el Estado deje de crecer y empiece a mejorar. Que el ejecutivo administre con eficiencia y responsabilidad; que el Congreso legisle pensando en el bien común, no en la próxima elección; que el Poder Judicial aplique la ley y no haga política y que el Banco Central cuide el valor de nuestros sueldos y ahorros.

Queremos que la Constitución reconozca nuestros derechos a la vida, la libertad y la propiedad y a desarrollar nuestros proyectos vitales de la forma que elijamos.

No queremos una constitución que nos diga como ser felices ni que permita que los políticos se metan en todos los aspectos de nuestras vidas.

No queremos que una constitución sirva para exigirle al resto que financie nuestras necesidades, sino una que garantice que podremos disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo.

Los chilenos quieren libertad, para elegir el colegio que eduque sus hijos, el doctor que sane sus heridas y el dios al que encomienden su alma. Quieren igualdad en dignidad y derechos sin privilegios ni preferencias. Quieren que el estado cuide el medio ambiente compatibilizándolo con el humanismo y el desarrollo.

Chile quiere una Constitución hecha desde la tolerancia no del odio, desde la paz no de la violencia y desde la generosidad no del resentimiento. Queremos una Constitución inclusiva, moderna y libertaria, no una excluyente, retrógrada y sectaria. Esa ya la rechazamos y no queremos repetir la experiencia. Lampadia




Elecciones

Los que no votaban son más desideologizados que de derecha.

 

El Mercurio – Chile
Loreto Cox

El curso de los últimos años, marcados por un estallido social y varios otros electorales, se ha asegurado de refrendar la miopía de quienes creyeron tener todas las respuestas, como si la historia tuviese un sentido cierto. ¿Cómo interpretamos, ahora, el resultado de esta elección?

Algunos dicen que la ciudadanía es un péndulo. Algo de eso hay. Durante la última década, las posiciones ideológicas, por ejemplo, sobre el rol del Estado vs. el individuo en el progreso de las personas, muestran varias oscilaciones: hay como un 10% de la población que se mueve según el momento (Bicentenario 2022). Suena poco, pero es suficiente para dar vuelta una elección y, de hecho, los cambios en este indicador coinciden con los cambios en los vientos electorales.

¿Significa esto que la ciudadanía no es más que un manojo de emociones que se lanza de un polo a otro, sin ninguna racionalidad? En absoluto. Los vaivenes se dan dentro de márgenes de estabilidad y de moderación. Es más, ellos son una respuesta lúcida, sobre todo de personas sin una ideología fuerte, a los cambios del país: cuando un gobierno cree poco en el Estado, pide más Estado, y luego al revés. La última medición de Bicentenario muestra una desvalorización importante del rol del Estado respecto de 2021, el año en que fue elegido Boric. Pero también muestra que esta sigue siendo una cuestión debatida, con una buena masa moderada.

Hay otro ámbito donde el “péndulo” ha sido más fuerte, y es fácil palparlo: la seguridad. Entre el estallido y la última CEP, más de un cuarto de la población se pasó desde una posición pro-libertades o moderada al polo del orden público. La seguridad siempre ha sido prioritaria para la gente (nace de algo tan primigenio como el miedo), pero el devenir reciente la ha puesto en el centro. Sin duda, el Partido Republicano fue el que más creíblemente supo conectar con esa demanda —en parte, por sus posturas, en parte, quizás, por el mero hecho de no haber tenido ocasión de intentarlo y fracasar.

¿Qué rol jugó el voto obligatorio? Contra lo que antes se pensó, hoy se dice que esta regla trajo a las urnas a masas conservadoras que antes se abstenían. Pero las encuestas muestran que quienes usualmente no votaban no son tan distintos ideológicamente de los votantes. Su mayor diferencia es que siguen menos la política y, consecuentemente, son más reacios a tomar posiciones. Por ejemplo, en la CEP de mayo de 2022, entre los que dicen no haber votado en ninguna de las dos vueltas presidenciales (25%), el 42% no se identifica en el eje izquierda-derecha, comparado con 23% entre los que dicen haber votado en ambas (60%). Fuera de eso, la distribución se inclina algo hacia la derecha, pero en el margen: los que no votaban son mucho más desideologizados que de derecha. El voto obligatorio, sobre todo, incorporó masas relativamente moderadas que, por mirar más de lejos la política, están dispuestas a cruzar fronteras para votar por lo que hoy les importa (seguridad).

¿Irá a durar el ímpetu republicano? El partido triunfante tiene hoy la ventaja de, hasta ahora, no haber tenido poder. Pero la ciudadanía de hoy es muy crítica y no va a ser fácil estar a la altura. Por de pronto, cabe recordar que los votos están prestados y que, creo, no habría mayor éxito que una Constitución bien aprobada.




Ni caos, ni pobreza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Los chilenos se hartaron del caos y el empobrecimiento que sus izquierdas les regalaron después del terremoto político iniciado en octubre del 2019. Ese fenómeno, aún difícil de explicar, puso en la primera línea política a todas las izquierdas reverdecidas en un penoso salto atrás, bajo la batuta de jóvenes intonsos, incapaces y soberbios.

Los Boric y las Vallejo, que tomaron la posta del gobierno, solo han mostrado las mismas limitaciones de las demás izquierdas latinoamericanas, no han podido generar bienestar. Hoy día, el chileno de a pie es 30% más pobre que hace cuatro años. La fuga de capitales y talentos ha sido dramática. La economía ya no crece. Y la crisis social asociada a la violencia y a la desordenada inmigración, han roto la confianza de los chilenos en el futuro de ese país desarrollado, que no fue.

Después de dos derrotas del gobierno de izquierda, en setiembre pasado con el rechazo al brulote de constitución y ahora con la elección de los consejeros, Chile se enfrenta a una nueva oportunidad de establecer una constitución equilibrada que promueva la economía de mercado y una democracia representativa, que atempere las estridencias voluntaristas.

Es claro que cuando los problemas hacen sangre, los pueblos recuperan la memoria sobre sus avances y se acercan a las estructuras de prosperidad, y no hay nada más destructivo de todo ello, que las crisis existenciales y refundacionales promovidas por las izquierdas que se resisten a aprender de la historia.

Buenas lecciones para los peruanos.

Humildad sin complejos

Rocío Cantuarias
Fundación para el Progreso – Chile
Publicado en Diario Financiero
8 de mayo, 2023

La ciudadanía decidió recuperar Chile y enterrar el octubrismo, en un año en que sesgadamente se «conmemoran» 50 años desde que se interrumpió la vía hacia una dictadura marxista. Simbólico, a lo menos.

La ciudadanía respaldó abrumadoramente al Partido Republicano. Con esto, de pasada, el presidente Piñera y sus ansias de vigencia conquistan irrelevancia.

Avanzar con humildad, pero sin complejos, debiera ser la conducta del Consejo Constitucional. Avanzar en mejorar las condiciones de vida de todos. Y esto se consigue cuando hay menos obstáculos a la iniciativa privada y más libertad económica. Hay más obstáculos a la libre iniciativa cuando los políticos sabotean a los empresarios y consumidores fijándoles más impuestos. Y hay menos, cuando se establecen principios tributarios a nivel constitucional que mantienen a raya la irresponsabilidad fiscal de los saboteadores.

Hay más obstáculos cuando los políticos no diferencian entre la realidad y la fantasía, esta última representada por la falacia de que existen pobres porque los malvados privilegiados, sirviéndose del mercado, se adueñan de lo que sería suyo. Y hay menos obstáculos cuando elegimos a más de 30 consejeros que entienden que la pobreza de unos chilenos no es culpa de la riqueza de otros, y que los problemas de los más vulnerables no se arreglan quitándoles libertad a los más exitosos.

La unión de los consejeros en la defensa del individuo y el libre mercado debe usar el diálogo como un medio para persuadir a la minoría de que menos libertad económica jamás aumentará el bienestar de nuestro país y que las ideologías colectivistas, todavía presentes en un menor porcentaje en el Consejo, pero en plenitud en el Gobierno, causan un daño irreversible al delicado engranaje del progreso.

Hay alertas de gérmenes antidemocráticos: ya no será tan «útil» la democracia ni «legítimo» el proceso, para quienes llegaron al poder a través de la violencia. Otro germen antidemocrático es la forzada paridad. Además de injusta, es un insulto para las mujeres y especialmente para las electoras que «valen menos» que las mujeres candidatas a las que se les entrega un escaño a pesar de haber obtenido menos votos que un hombre, al que eventualmente muchas votantes mujeres prefirieron. Lo mismo respecto de los escaños reservados para pueblos originarios, que hoy tienen muy poca representación gracias a la voluntad popular, pero todavía un estatuto especial gracias a los políticos.

Por último, el Gobierno, con dos derrotas en menos de un año y un evidente desprecio de los ciudadanos a sus ideas colectivistas, debería abdicar de ellas para hacerse cargo en serio de las necesidades sociales o seguir navegando sin rumbo en perjuicio de éstas. Por otra parte, y por ahora, el intento de demoler el orden institucional para suplantarlo por un populismo autoritario de extrema izquierda se aleja de la Constitución, más no de los objetivos del Gobierno.

«Tengo confianza en la sabiduría del pueblo» señaló el presidente. Hasta ayer, no había estado de acuerdo con alguna de sus poesías. Hasta ayer. Lampadia




“Lo que ha sucedido es un escarmiento”

Entrevista a José Rodríguez Elizondo
Perú21, 9 de Mayo del 2023
Por: Mayra Calderón Cornejo

Perú21TV conversó con el analista político de Chile, José Rodríguez Elizondo, sobre el Partido Republicano quién se impuso con más de un 35% de respaldo ciudadano para redactar la nueva constitución chilena.

Para el analista chileno José Rodríguez Elizondo, el resultado de las elecciones constituyentes que definieron quiénes debatirán y aprobarán la nueva Constitución en Chile es una confirmación del rechazo a la propuesta anterior.

¿Por qué hubo un giro de 180 grados en la conformación de la Constituyente?

Sucede que es la ratificación de una posición contraria a la Constitución que propuso la Convención Constitucional, es prácticamente una ratificatoria de que no se quería la Constitución que se estaba proponiendo, por lo tanto, se rechazaba la combinación de fuerzas políticas de esa época. Estamos hablando del 4 de setiembre de 2022.

¿Cuánto pudo influir el voto obligatorio ?

Influyó muchísimo. Creo que uno de los grandes errores que se cometen en una democracia es hacer el voto voluntario. Es decir, desobligar al ciudadano de una de sus obligaciones cívicas fundamentales. En los países en los que la democracia se está debilitando, hay una relación directa con la voluntariedad del voto. Me explico, muchos ciudadanos se despreocupan de la política porque encuentran que su clase política no responde a sus aspiraciones y dejan de votar. Y es en ese círculo vicioso que muchos enemigos encuentran la oportunidad para ir en contra de la democracia.

¿Qué tan probable es que este consejo tenga éxito con la nueva Constitución?

Lo que ha sucedido es un escarmiento, que se produjo con el rechazo a la Constitución anterior. Lo que se nos propuso a los chilenos en la Constitución rechazada fue una refundación del país; el hacer la historia de nuevo, dividir al país en 11 naciones, realmente una locura. Y, eso tiene que ver con la proyección muy alta de carga ideológica de quienes hicieron ese texto, tiene que ver con la injerencia de autores que querían de alguna manera debilitar el estado-nación unitario de Chile, por esta movida del neoconstitucionalismo, que, a mi juicio, nace de la experiencia de Hugo Chávez. Cuando Hugo Chávez llega al poder jura por la misma Constitución, porque lo primero que tenía claro es que si él quería gobernar hasta sus últimos días, él tenía que redactar una Carta Magna ad hoc. Un presidente responsable ante todos los chilenos no puede seguir clavado en el ideologismo.




Y ahora, ¿qué?

Bernardo Larraín
[EX-ANTE] – Chile
Mayo 8, 2023
Glosado por Lampadia

Los integrantes del Consejo harían bien en cambiar rápido del modo campaña al modo constitucional, y acometer un esfuerzo inicial de reconexión de la ciudadanía con los temas que son realmente del ámbito de una Carta Magna, con un enfoque didáctico para explicar por qué sí tienen un rol fundamental en habilitar las soluciones a los problemas de la gente.

Una vez más, un ejemplar día electoral. 13 millones de ciudadanos fueron a las urnas a elegir los 50 integrantes del Consejo Constitucional. Éstos, con un gran piso de legitimidad, tendrán la responsabilidad de llevar a buen puerto este segundo intento constitucional y enfrentar dos riesgos relevantes: la desconexión de la ciudadanía y la polarización de contenidos.

La desconexión de la ciudadanía reconoce dos fuentes. La estridencia de la Convención Constitucional anterior y el contenido refundacional que propuso hizo buena parte de la pega. Luego la violencia, la inmigración desbordada, la inflación y la debilidad en el empleo, cuyas consecuencias sufren tantos chilenas y chilenos, han hecho parecer la discusión constitucional como lejana y abstracta.

Y el riesgo que esta desconexión devenga en rabia, no es menor. Porque las promesas que muchos candidatos hicieron en campaña chocarán con los temas que son realmente competencia del ámbito constitucional: los contornos del estado social de derecho, el sistema político-electoral, la estructura del Estado y el marco general para el uso de nuestras riquezas naturales, entre otros.

La polarización de contenidos, por su parte, se anticipa en diversos ejes. Entre los contenidos propios de una Constitución y aquellos del ámbito de las políticas públicas; o entre un Estado Social de Derecho entendido como una garantía de piso mínimo común coherente con una provisión mixta de derechos sociales, y uno donde el Estado no sólo tiene un rol articulador y regulador, sino que de prestador preferente. Las 12 bases constitucionales no son suficientemente precisas cómo para contener esta polarización.

Los integrantes del Consejo harían bien en cambiar rápido del modo campaña al modo constitucional, y acometer un esfuerzo inicial de reconexión de la ciudadanía con los temas que son realmente del ámbito de una Carta Magna, con un enfoque didáctico para explicar por qué sí tienen un rol fundamental en habilitar las soluciones a los problemas de la gente. La Comisión de Expertos y el Comité de Admisibilidad, respetando la autoridad del Consejo, deberán seguir integrando la técnica, trascendiendo la contingencia y velando por el cumplimiento de las bases constitucionales. Finalmente, desde la sociedad civil organizada debemos acompañar –desafiando y enriqueciendo- este segundo intento constitucional para colaborar a que se reconecte con la ciudadanía y llegue a buen puerto.

Y estos roles deben desplegarse al menos en los siguientes ámbitos esenciales:

  • Un rediseño del sistema político electoral es imperativo para que nuestra democracia retome la capacidad para acordar reformas que enfrenten los problemas de la gente. Será necesario desafiar esa narrativa que argumenta que los problemas de nuestra democracia se deberían a las personas que hasta ahora la han conducido y no a los diseños institucionales que la enmarcan ni a los cambios sociales que la desafían. Quienes así argumentan soslayan que en todos los países del mundo las democracias están desafiadas a evolucionar en sus instituciones para adaptarse a un nuevo contexto social -crispado, volátil y participativo- para evitar el riesgo de transformarse en autocracias, es decir, sistemas políticos donde un grupo de personas asumen el poder con débiles contrapesos institucionales, o en democracias directas totalmente disfuncionales.
  • Un rediseño de la estructura de nuestro Estado es fundamental para que vuelva a estar al servicio de los ciudadanos ofreciéndole servicios oportunos y de calidad. En este caso será necesario desafiar planteamientos troyanos como aquellos en que, detrás de necesarias propuestas de descentralización, se esconden maneras de aumentar la captura por parte de la política de la mayor cantidad de espacios del Estado posibles. Y también será menester enfrentar esa inclinación de ser generalistas y vagos en la manera como la Constitución mandata una modernización del Estado, para propiciar en cambio que el nuevo texto separe con nitidez y precisión el ámbito de la administración pública -que debe ser profesional, técnico y meritocrático- del ámbito del gobierno y sus funcionarios de confianza, que debe tener contornos constitucionales muchos más estrechos y exigentes.
  • Un estado social de derecho que compatibilice la garantía de una base común de derechos sociales con una participación diversa –Estado, sociedad civil y emprendimiento– en las prestaciones que dan vida a los derechos sociales. En este caso será necesario desafiar tanto a quienes quieren darle al Estado un rol preferente en las prestaciones de derechos sociales, marginalizando constitucionalmente el rol de la sociedad civil y del emprendimiento, como a quienes pretenden instalar como único precepto constitucional la libertad de elección de los ciudadanos marginalizando el rol del Estado como garante de esa base común de derechos sociales. También será necesario desafiar a quienes pretenden dejar escrito en piedra el cómo se diseña y evoluciona esa base común de derechos sociales, para judicializar su cumplimiento y desplazar el irremplazable rol del gobierno y el Congreso para ir progresivamente adecuándola según el desarrollo del país.
  • Un marco general que habilite el uso sostenible de nuestras riquezas naturales para un mayor desarrollo económico y social. En esto hay que hacerle frente a un minimalismo constitucional que sólo consagre lo obvio: que hay bienes que la naturaleza ha hecho comunes a todos y que deben pertenecer a la Nación toda, y que corresponde a la ley determinar cuáles pueden ser objeto de concesiones de exploración o de explotación. Bajo esta concepción serán mayorías simples las que determinarán que bienes son concesibles y cuales no, lo que permite, por ejemplo, mantener esa discriminación absurda consagrada el año 1979 que, sólo hace no concesible al litio junto a otros dos minerales, basado en una argumentación de Guerra Fría que hoy es anacrónica. En coherencia con la libertad de emprendimiento y un principio de no discriminación, la Constitución debiera establecer como regla general que esos bienes son concesibles a empresas públicas y privadas en igualdad de condiciones y que la ley podrá establecer limitaciones para resguardar su rol ecológico y social, bajo un principio constitucional de desarrollo sostenible.

Finalmente, debemos asumir un aprendizaje más: no podemos dejar que el proceso constitucional monopolice toda la energía de la política. En paralelo debemos enfrentar con decisión, a través de políticas públicas y escalando iniciativas privadas, los desafíos que marcan el Chile de hoy: delincuencia, inmigración, el terremoto educacional, la paralización de la economía y del empleo formal, la disfuncionalidad del Estado, entre tantos otros. Lo que viene es caminar y mascar chicle, con mucha responsabilidad y rigor para que esta vez no se defrauden las expectativas ciudadanas. Lampadia




El punto de no retorno

Sergio Muñoz Riveros
Ex-Ante
Mayo 8, 2023
Glosado por Lampadia

No está claro cómo va a evolucionar el proceso constituyente. Hay señales que sugieren que las izquierdas podrían levantar alguna excusa para desembarcarse. Y quizás la victoria opositora lo aliente. En cualquier caso, el proceso debe desarrollarse según lo establecido, aunque todos sabemos que el asunto constitucional ha encubierto una confrontación crudamente política sobre el futuro del país.

El resultado de la elección no admite interpretaciones creativas. Transcurrido un año y dos meses de la llegada de Boric a la Presidencia, fue un categórico pronunciamiento contra su gestión y el rumbo de su gobierno. Está en línea con el Rechazo del 4 de septiembre, cuando se hundió el proyecto de Constitución por cuya aprobación él hizo hasta lo indebido.

Dos derrotas en 8 meses son excesivas para cualquier gobernante, pero con mayor razón para uno como Boric, con menguado capital político. Y ambas han sido el precio de su distorsionada visión de la realidad, como ha quedado en evidencia una y otra vez en el tiempo que lleva en La Moneda. Si se hubiera aprobado el proyecto de Constitución que él quería para Chile, la crisis habría sido de tal magnitud que habría desbordado a su gobierno.

La elección del 7 de mayo fue consecuencia directa de la ilusión de Boric de que un nuevo experimento constituyente iba a borrar el Rechazo y se convertiría en la revancha de las izquierdas. Parece que Álvaro Elizalde y Vlado Mirosevic pensaban igual, porque en su condición de líderes del Congreso corrieron a La Moneda a mostrarle al mandatario el acuerdo de los partidos del 12 de noviembre casi como si fuera el Acta de la Independencia. Como que lo llamaron “Acuerdo por Chile”.

¿Pensaban acaso que el oficialismo triunfaría en la elección del Consejo Constitucional? ¿O se volvieron generosos y no les importaba que ganara la oposición? En uno u otro caso, es evidente que en La Moneda no abunda la perspicacia política. Y mejor ni hablar del sentido de Estado

Boric volvió a equivocarse, y además en contra de sus propios intereses. Lo que menos necesitaba su gobierno era buscarse otra derrota, y fue exactamente lo que hizo. Se confirmó que no cuenta con colaboradores que sean capaces de advertirle de los errores catastróficos. Después del plebiscito, debió actuar con prudencia y, por lo menos, no embarcarse en una nueva aventura constituyente, pero siguió adelante. como si cumpliera una manda religiosa.

La elección permitió apreciar que el Rechazo del plebiscito representó mucho más que la oposición al proyecto de Constitución que el gobierno quería para Chile. Entonces y ahora, se manifestó una corriente muy vigorosa de desacuerdo con el rumbo que lleva el país bajo el gobierno izquierdista.

¿Qué va a pasar ahora en el gobierno? Probablemente, se acentuará la pugna por la hegemonía. Habrá que ver si Tohá, Marcel, Elizalde, y quizás Van Klaveren, consiguen gravitar los suficiente como para convencer al mandatario de que necesita actuar con espíritu de supervivencia si no quiere agravar su situación. No hay espacio para porfiar con propuestas que no tienen ninguna posibilidad de prosperar.

Los partidos del Socialismo Democrático tendrán que reflexionar seriamente sobre el sentido de su participación en el gobierno. El PS, en particular, tiene que definir qué quiere representar ante el país. En los tiempos que vienen, se jugará su propio lugar en el mapa político en un contexto en el que existe el riesgo de seguir retrocediendo.

Si la llegada de Boric a La Moneda representó “algo”, asociado principalmente a la promesa de nuevos derechos sociales y al aire fresco que parecía representar su generación, ese algo ya no existe. El mandatario está en vías de convertirse en un actor secundario, y en ello influirá la partida de la competencia presidencial. Es muy probable que en la campaña municipal del próximo año ya haya candidaturas presidenciales desplegadas.

La izquierda ha tenido siempre dificultades para comprender el principio de acción y reacción. La pasión revolucionaria, que tiende a confundir lo real y lo imaginario, provoca habitualmente la pasión contrarrevolucionaria. No puede sorprender, por lo tanto, que Republicanos se haya convertido en el mayor partido del país. Capitalizó, sin duda, el rechazo al extremismo octubrista y a la línea seguida por el gobierno. Será, sin duda, un actor gravitante en los próximos años.

No es claro cómo va a evolucionar el proceso constituyente. Hay señales que sugieren que las izquierdas podrían levantar alguna excusa para desembarcarse. Y quizás la victoria opositora lo aliente. En cualquier caso, el proceso debe desarrollarse según lo establecido, aunque todos sabemos que el asunto constitucional ha encubierto una confrontación crudamente política sobre el futuro del país.Esperemos que no se produzcan nuevos enredos en una materia que ya provoca fastidio en amplios sectores, lo que el Congreso pudo haber evitado si no hubiera aplicado la doctrina de Poncio Pilatos.

Se tiende a consolidar la corriente que se expresó en el Rechazo el año pasado. Fue muy nítido lo rechazado entonces, y se vuelven más nítidos los elementos de coincidencia sobre lo que el país necesita. No se trata únicamente de las fuerzas de derecha, sino de mucha gente sin filiación que quiere que Chile avance sin convulsiones ni demoliciones. Las fuerzas emergentes de centro Amarillos y Demócratas pertenecen a esa corriente, la cual, ayer y ahora, manifestó su anhelo de que terminen el desorden y la inestabilidad, y se ponga freno a la delincuencia y el terrorismo.

Esa mayoría está convencida de que, para progresar de verdad, hay que recuperar la seguridad pública, aplicar la ley en todo el territorio, asegurar que el Estado proteja de verdad a la población. Ese es el punto de partida, y será definitorio en las próximas elecciones. Se necesitará una gran convergencia de fuerzas en el futuro para que el país recupere el sentido de orientación y el optimismo. Lampadia




Ciudadanos inciviles

Fundación para el Progreso – Chile
Jorge Gómez
Publicado en La Tercera, 20.04.2023 

Aprendamos de la experiencia de nuestros vecinos.

El deterioro de lugares públicos es notorio. Basta pensar en Plaza de Armas, Parque Bustamante o el sector de Plaza Baquedano. No son los únicos lugares del gran Santiago que lucen descuidados. Días atrás la fachada de la más antigua construcción capitalina, la Iglesia de San Francisco, fue nuevamente garabateada por desadaptados. Entre estos estaba el tristemente conocido Roberto Campos, el profesor que destruyó un torniquete en metro San Joaquín durante el mal llamado estallido social.

La vandalización constante de espacios públicos e incluso patrimoniales denota el predominio de la ramplonería. El problema es que hace años que en Chile se validan conductas inciviles como si fueran expresión de cultura o conciencia social. Se ha estimulado el imbunchismo, ese cultivo de la fealdad del que hablaba Joaquín Edwards Bello. Algo que también es apreciable cuando se construyen ampliaciones o rascacielos sin criterio estético.

El mejor ejemplo del daño que ha generado el imbunchismo cultural, donde cualquier cosa por grotesca que sea es considerada cultura o arte, es sin duda Valparaíso. Bajo la apelación a lo carnavalesco se instaló una cultura de la indecencia que, con performances truculentas mediante, ha terminado por convertir al puerto en un gran baño público.

El creciente deterioro de algunas ciudades chilenas refleja el declive de nuestra civilidad. Semanas atrás, por ejemplo, se viralizó la imagen de un sujeto orinando en un andén del Metro. Fue la guinda de la torta para un proceso de deterioro, del históricamente ordenado servicio de Metro, que comenzó con la invasión del comercio ambulante en sus estaciones. Toda esta majamama ha derivado en un desorden que incluye constantes agresiones al personal de Metro que intenta despejar espacios y evitar la evasión del pasaje, otra clara expresión de la generalizada falta de cultura cívica.

El respeto de las normas es esencial para vivir civilizadamente. Pero no todo puede depender de la fiscalización. La cortesía es importante como norma social básica. Antiguamente, las iglesias, las escuelas, los clubes e incluso los partidos políticos cumplían un rol importante en cuanto a promover la civilidad en ese sentido. Ahí se aprendían normas de urbanidad. El problema es que, en Chile, al parecer, se presumió que el simple acceso al consumo generaría eso entre los ciudadanos. Un error garrafal que Tocqueville advirtió al resaltar la importancia de la asociatividad como base de la democracia. Así, el valor del trabajo y la compostura fueron reemplazados sin más por la simple pasión por el dinero y el consumo. Ello en parte explica el auge del llamado lumpen consumismo y la cultura narco en Chile, junto con el notorio declive de la cortesía como pauta de conducta. Todo esto no es un tema de riqueza o pobreza, ni de clases sociales, sino un problema ético.

El mejor ejemplo de lo anterior son los liceos emblemáticos. El nivel de incivilidad entre algunos de sus estudiantes supera la capacidad de los docentes de imponer autoridad, lo que ha llevado el asunto a un nivel policial. Pero tampoco hay que ser hipócritas. Es decir, qué clase de civilidad esperamos si algunos mal llamados profesores, como Roberto Campos, actúan como vándalos.

El problema es que la incivilidad es terreno fértil para los delincuentes. Sean chilenos o extranjeros. Piense en los automóviles sin patente y como eso alimenta la impunidad. Algo similar ocurre con las tomas, que se han vuelto terreno fértil para mafiosos, como los asesinos del carabinero Daniel Palma, que venden terrenos o cobran arriendo por propiedades que no les pertenecen.

Frente a todo esto hay que hacer cumplir las leyes con rigor y claridad. Se deben evitar medidas contraproducentes como la anunciada por el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, quien dijo: «cada vez que vuelvan a rayar, pintaremos nuevamente, una y mil veces». Pero, subvencionar el vandalismo no es la solución.

La crisis de seguridad en Chile se hace más compleja porque es en la disociación que produce la incivilidad donde no solo permea la criminalidad, sino también la demagogia y el autoritarismo. No vaya a ser que, bajo la promesa de seguridad, terminemos gobernados por un encapuchado de la primera línea, un líder de una barra brava o un típico caudillo latinoamericano. Lampadia




¿La retirada?

Gabriel Zaliasnik
Profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, U. de Chile
La Tercera – Chile

El renovado debate sobre los indultos a condenados por hechos de violencia registrados a partir del 18 de octubre de 2019, y la circunstancia revelada ante el Tribunal Constitucional, que existirían otros indultos en estudio, sirven de alerta para quienes creen que lo peor de la tormenta política ha pasado.

Es un grave error creer que las ideas octubristas y los sectores políticos que las apoyaron se han retirado tras la estrepitosa derrota en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.

El apaciguamiento actual, producto de un proceso constitucional que no provoca fervor, y de la incorporación al gobierno de integrantes de la izquierda democrática, es un falso espejismo. La falsa percepción de retirada de quienes hace solo unos años avaló la violencia política, apoyaron los retiros de fondos de las AFP con miras a quebrar el sistema previsional, rechazaron proyectos de ley que dotaban de mayores capacidades al gobierno para enfrentar la delincuencia, y obstaculizaron el enfrentamiento de la pandemia, no es tal. Estamos solo ante un repliegue táctico.

En un gobierno cuyo relato -y programa- se ha desplomado, y cuyo discurso -como ha afirmado más de un columnista- se aferra a adjetivos vacíos en el que las palabras carecen de todo contenido, la percepción de retirada es especialmente peligrosa. La ambigüedad del gobierno frente a cada tema y política pública así lo revela. La ausencia, a su vez, de una oposición con sentido de poder, que vea en el titubeo una oportunidad para avanzar y recuperar el terreno perdido (en ámbitos de libertad, de emprendimiento, de desarrollo) nos deja inermes, y expuestos a que reemerja el octubrismo o esa violencia dirigida a imponer reglas del juego antidemocráticas.

El pragmatismo también tiene límites. Es tiempo de reivindicar las ideas de la libertad. Chile hoy se mira al espejo y sabe todo lo que perdió siguiendo falsas épicas y anquilosadas ideas. Hoy el país requiere liderazgos que impulsen con vigor agendas de seguridad y crecimiento. Que no nos conformemos con ser “los menos malos del barrio”, sino que con volver a creer en nuestras habilidades para ser mejores, para avanzar más rápido, para crecer y desarrollarnos a niveles importantes. Es hora de retomar el esfuerzo y no de repartir los restos de un país desarticulado por la violencia. Los indultos partisanos tienen la virtud de recordarnos la magnitud de esa violencia, y el fallido intento golpista que escondía.

Quizás sea oportuno revisitar la tragedia Macbeth de Shakespeare. Su soliloquio ante la muerte de la reina dice mucho, “…Y todos nuestros ayeres han alumbrado a los necios/ El camino hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate ya, luz fugaz!/ La vida no es más que una sombra errante, un pobre actor/ Que hoy busca el aplauso y apura su hora de fama en la escena/ Y mañana ya nadie recuerda: es un cuento/ Contado por un idiota, lleno de estruendo y de furia/ Que no significa nada”.




Gracias, Rechazo

Fundación para el Progreso – Chile
Juan. L Lagos
Publicado en El Líbero
02.03.2023

El presidente de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic, celebraba que Bloomberg destacara a Chile como el país más seguro para invertir en Latinoamérica y atribuía el mérito a la gestión del Gobierno, quien también sería el causante —a juicio del diputado— del superávit fiscal y el crecimiento de la inversión extranjera. Lo cierto es que estos buenos resultados son a pesar del Gobierno y no gracias a él. En cuanto al superávit fiscal, ya sabemos que en buena medida se debe a los presupuestos establecidos por el Gobierno anterior y la economista Macarena García demostró que por culpa de la sobre ejecución del presupuesto en tiempos del Gobierno de Boric el superávit fue 1,1% y no de 2,3% del PIB.

No olvidemos que fue el Gobierno el principal promotor y financista —entre otros medios, a través de su campaña «Vota Informado»— del Apruebo, siendo su estrepitoso fracaso el causante de la buena noticia que ahora celebra vía Twitter incluso el que fuera el vocero de la opción perdedora en el Plebiscito de 2022.

En efecto, Bloomberg afirma que el clima de inversión ha mejorado «con el rechazo de una nueva Constitución». Es decir, si Chile está volviendo a ser «un bastión de relativa estabilidad» —valiéndonos de los términos empleados por el banco HSBC— es gracias a que los ciudadanos dijeron que «no» a la revolución institucional que con tanta desfachatez defendieron Boric y los suyos con el dinero de todos nosotros.

Los beneficios del Rechazo no solo se reducen a lo económico. Desde lo político vemos en la izquierda gobernante un inusitado patriotismo por parte de quienes meses atrás abogaban por la fragmentación de la nación chilena.

«Apruebo Dignidad» ahora se llama «Unidad para Chile» y el saldo de apruebistas fuera de dicho pacto ahora se hacen llamar «Todo por Chile». Aunque cosmético y táctico, no deja de ser alentador este cambio, porque demuestra que la chilenidad es un valor al alza y debería formar parte del patrimonio de todos los chilenos sin importar nuestras preferencias políticas.

No faltan los que quieren pensar que gracias al Rechazo el Gobierno de Gabriel Boric ha dado un giro hacia la moderación. No me parece adecuado confundir el forzado repliegue al que se vieron obligados Boric y los suyos con un sincero cambio hacia posiciones menos extremas. Luego del Plebiscito, Boric no ha hecho otra cosa que seguir con los mismos que perdió en septiembre de 2022 y ninguno de ellos ha abjurado de la nefasta propuesta de nueva Constitución en la que invirtieron todo su capital político.

Pero el mejor efecto del triunfo del Rechazo seguirá siendo el rosario de necedades que día a día siguen soltando los partidarios del Apruebo en las redes sociales. Nada reafirma más el valor de la victoria del 4 de septiembre que los despechados discursos de aquellos que nos dicen, entre otras cosas, que de haber ganado el Apruebo ya no tendríamos delincuencia porque el proyecto de nueva Constitución nos garantizaba una vida libre de violencia. Es lógico que no exista ningún votante del Rechazo arrepentido si este es el nivel del argumentario apruebista.

Ahora bien, que Chile haya recuperado una pequeña parte del prestigio que tenía gracias al triunfo del Rechazo debería llamarnos a la reflexión. Si ahora recibimos buenas noticias por evitar calamidades, imaginémonos cuánto provecho nos espera si volvemos a hacer las cosas bien fortaleciendo los pilares del desarrollo: libertad individual, apertura económica y progreso tecnológico. Para esto, el Gobierno debe renunciar a su infantil inclinación de querer controlarlo todo. Lampadia




Gremios mineros amplían cuestionamientos al royalty y advierten impacto en competitividad de la industria local

Timoneles de la Sonami y el Consejo Minero entregan sus visiones sobre el proyecto. Coinciden con la postura de presidente ejecutivo de Anglo American, Duncan Wanblad

El Mercurio – Chile
2022/10/30

Tomás Vergara P.

La reciente propuesta del Ejecutivo al proyecto de royalty en la minería sigue generando preocupación en la industria. En entrevista con Economía y Negocios Domingo, Duncan Wanblad, presidente ejecutivo de la minera Anglo American —una de los principales actores en Chile y a nivel mundial— señaló que la iniciativa del Gobierno para elevar la recaudación fiscal, podría afectar la competitividad.

Wanblad sostuvo que “es fundamental que el país encuentre una forma que permita elevar la recaudación en el largo plazo para hacer frente a las mayores demandas de la sociedad, pero sin perder competitividad y oportunidades de crecimiento para Chile, que es algo que el proyecto actual de royalty pone en riesgo”. En esta línea, agregó que estarán atentos a la discusión en el Congreso, ya que “es importante que el proyecto que de allí emane apoye la sustentabilidad de la industria, para que siga generando valor”, agregó.

Los principales gremios mineros coinciden en que la nueva propuesta restaría competitividad a la industria, pese a reconocer avances en el proyecto respecto a la iniciativa original. 

Jorge Riesco, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, señaló que una carga excesiva desde el punto de vista tributario, estimando que podría superar una tasa del 50%, podría añadir dificultades a la industria. “Para nosotros es fundamental que la carga tributaria se mantenga en un nivel que no deje al país fuera de competencia respecto a otros destinos de inversiones mineras, eso es muy importante”.

Joaquín Villarino, timonel del Consejo Minero, afirmó que en el sector está dispuesto para tener un incremento en la carga tributaria, pero sin sacrificar la competitividad de la industria. “Hay que ser transparente, el gobierno quiere elevar la carga tributaria de la minería en 10 puntos, lo que nos dejará con una tasa efectiva cercana a 49%. Es bueno que lo digan y que el Parlamento lo sepa y que eso está fuera de competitividad. Políticamente pueden tener sus razones para tomar esa decisión, pero lo que no es correcto es que se tome esa decisión pensando que tendremos una carga de 40%”, aseguró.

“Esto tendrá un impacto en el desarrollo de la industria minera con los correspondientes impactos en recaudación y la postergación de la satisfacción de las necesidades sociales del país”, apuntó Villarino.