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No llores por mí Argentina

Uri Landman
Para Lampadia 

Este es el título de la canción escrita por Tim Rice e inspirada en el discurso que dio Eva Perón en el balcón de la Casa Rosada, frente a las masas de descamisados (como le llamaban a la clase obrera), tras ganar Perón las elecciones presidenciales de 1946 y convertirse ella en primera dama de Argentina.

Su esposo, el General Juan Domingo Perón, participó en la Revolución del 43, que dio por terminada la llamada Década Infame. Luego de establecer una alianza con los sindicalistas socialistas y los revolucionarios, llegó a ocupar varios puestos en el gobierno de facto de la época.

Fue jefe del Departamento Nacional de Trabajo, la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la república. Desde su puesto impulsó una serie de medidas populistas como los convenios colectivos, los tribunales de trabajo, la extensión de las jubilaciones a los empleados de comercio, entre otras. Estas medidas populistas le ganaron el apoyo del sector sindical obrero y el rechazo de los empresarios.

En octubre del año 1945 fue obligado a renunciar luego de un golpe palaciego y colocado bajo arresto, lo que generó un gran movimiento obrero que reclamó su liberación hasta que la obtuvo. Ese mismo año, se casó con María Eva Duarte, quien desempeñó un rol importantísimo en su carrera política.

Perón participó como candidato y fue elegido presidente en las elecciones del año 1946.

Pocos meses después fundó el Partido Justicialista, del cual sería presidente hasta su muerte en 1974. Luego de la reforma constitucional de 1949 (¿les suena conocido cambiar la constitución para poder reelegirse?) Perón fue reelegido en 1951 en las primeras elecciones realizadas en Argentina,  con la participación de las mujeres (fue su esposa Eva Perón quien impulsó el voto femenino).

Durante su segundo período, Perón siguió con las políticas populistas del estado de bienestar que había empezado. Se caracterizó por implementar una línea nacionalista e industrialista en lo económico, mientras que en lo político endureció su persecución a la oposición y a los medios de comunicaciones que no eran afines a su régimen. Tras una serie de hechos de violencia y luego del “bombardeo de la Plaza de Mayo” a mediados del año 1955, Perón fue derrocado en septiembre de ese mismo año.

Seguramente se preguntarán ¿cuál es el motivo para escribir sobre Juan Domingo y Eva Perón?  La semana pasada tuve que viajar a Argentina por motivos de trabajo y luego de ser testigo del desastre económico creado por los políticos argentinos no me queda más que llorar,  al ver como un país tan rico se arruina.

Pareciera que los peronistas, hoy en el poder con Fernández y Kirchner, odiaran tanto a su país que quisieran destruirlo.  No hay otra manera de explicar las desastrosas políticas económicas que vienen aplicando desde los tiempos del esposo de Cristina, Néstor Kirchner.

¿Recuerdan la época del primer gobierno de Alan García, durante el cual se implementó el control de cambios y el dólar MUC? Lo que vive Argentina el día de hoy,  es el control de cambios pero con esteroides. Los argentinos pueden comprar legalmente y al cambio oficial de 150 pesos por dólar, la exorbitante suma de 200 dólares mensuales. Si quieren comprar más que eso, tiene que ir a las llamadas “cuevas” en donde el dólar “blue” cuesta 287 pesos por dólar. Aunque cueste creerlo hay 14 tipos de cambio establecidos por el gobierno. La locura del gobierno de Fernández llega a tal punto que hay un tipo de cambio llamado “ColdPlay” que se aplica a los empresarios que quieren traer artistas para conciertos y el dólar Qatar para la compra de pasajes para el mundial de Qatar.

Durante mi estadía en Buenos Aires, tuve varias reuniones de trabajo con empresarios, industriales y exportadores de repuestos para autos. Todos ellos, sin excepción, se quejaban de la falta de dólares para poder comprar materia prima en el extranjero. Sin la materia prima no pueden poner a trabajar sus líneas de producción para luego exportar los repuestos fabricados; con el agravante que una vez exportado el producto, el gobierno se queda con sus dólares y les abona pesos al tipo de cambio oficial. Pero cuando ellos quieren comprar dólares lo tienen que hacer al cambio “blue” perdiendo casi el 50% del valor de sus dólares.

Recordemos que los gobiernos populistas izquierdistas siempre terminan perjudicando a las clases más necesitadas.

Aquí les presento un ejemplo: En vista que el tráfico en Buenos Aires es terrible en horas punta, me aconsejaron tomar el “subte” para poder movilizarme a una de mis reuniones de trabajo. El ¨subte¨ es el sistema de trasporte masivo que tiene Buenos Aires y que es usado mayormente por las clases trabajadoras (Pensemos en un Metro de Lima).  Para ingresar al sistema tienes que usar una tarjeta prepago conocida como “SUBE”. Estas tarjetas funcionan de manera similar a las del Metropolitano en Lima. El detalle es que el concesionario del “subte” en Buenos Aires no tiene tarjetas para vender desde hace más de un año, ya que su proveedor no puede importar la materia prima para fabricar las tarjetas por demoras en el gobierno para la asignación de los dólares necesarios para pagar a sus proveedores en el extranjero. Motivo por el cual me tuve que tomar un taxi y sufrir dos horas el tráfico de la ciudad.

El peor enemigo de Argentina no es Inglaterra con el tema de las Malvinas. Dicho sea de paso, los habitantes de las Malvinas decidieron de manera inteligente y por abrumadora mayoría (98% de los votos) continuar como territorio de Ultramar del Reino Unido. El peor enemigo son los políticos populistas que solamente entran al gobierno a robar,  mientras culpan a los demás de sus problemas. 

Eva Perón, la denominada “Jefa Espiritual de la Nación”,  quién según los peronistas dedicó su vida a la lucha por las clases obreras, fue enterrada después de su muerte en el año 1952 en el cementerio del Barrio Recoleta, uno de los más exclusivos de Buenos Aires.

Eva Perón dijo “Donde existe una necesidad, existe un derecho”, pero se olvidó de decir que también existe una obligación. Lampadia




La destrucción de Argentina

La destrucción de Argentina

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Argentina está en medio de una nueva crisis económica, social y política. Un calco de las crisis que han atravesado durante los últimos 73 años, desde que en 1949 abandonaron el modelo liberal. Ver la evidencia gráfica:

El empobrecimiento de su población es inconmensurable. Excepto por la torpeza de sus políticos y la debilidad conceptual de su electorado, los argentinos debieran tener hoy día ingresos equivalentes a los de los alemanes y estadounidenses.

Argentina, la sociedad más culta de América Latina, no ha sido capaz de aprender de sus errores y de enmendar el camino. Los argentinos siguen eligiendo a políticos populistas y manteniendo políticas económicas ‘anormales’.

Preguntas:

¿Hasta cuándo van a seguir en lo mismo?
¿Qué explica que no puedan salir de esta trampa?

Una primera respuesta es la que se plantea en Lampadia, en el artículo Vocación por el suicidio – La lección argentina, que critica las debilidades de su clase dirigente y su ausencia en el debate nacional.

Otra respuesta está en el artículo que hemos publicado ayer: Optando por la pobreza – La venganza jesuita, en el que rescatamos el análisis de Axel Kaiser sobre la incidencia del pensamiento jesuita, antimercado, antiliberal, anticapitalismo y antirracionalismo, en la mente de los latinoamericanos.

En mi humilde opinión, a Argentina solo le queda la adopción de una ‘camisa de fuerza’ monetaria que los obligue a un manejo fiscal sostenible, como es una eventual dolarización del tipo de Ecuador.

Con la Ley de Convertibilidad del Austral sancionada en marzo de 1991, durante el gobierno de Menem, por iniciativa del entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, que estuvo vigente durante casi 11 años hasta su derogación el 6 de enero de 2002 (Wikipedia), perdieron la oportunidad de fijar el dólar como la moneda oficial.

La convertibilidad solo garantizaba la conversión de australes por dólar a razón de un Austral por un dólar, pero no establecía el dólar como moneda oficial. Lamentablemente, el gobierno federal y los gobiernos regionales, endeudaron paulatina y crecientemente al país, generaron la pérdida de confianza en el Austral, y originaron una inmensa fuga de capitales que rompió los equilibrios y el esquema monetario.

Las tasas de interés locales subieron de manera importante, pero no fueron suficientes para frenar la fuga de capitales.

Si Argentina hubiera optado por el dólar, como Ecuador, el manejo fiscal podría haber sido más cuidadoso, así como el manejo de la deuda. En ese entorno, es muy probable que las tasas de interés locales en dólares, podrían haber frenado la fuga de capitales, e incluso generado una afluencia de divisas tras operaciones financieras mucho más seguras que las otorgadas por la convertibilidad.

Argentina ha tenido nueve impagos de deuda pública externa, ha perdido la confianza de propios y extraños. Cuando se pierde la confianza, no queda otra cosa que generar garantías, como hizo Ecuador con la dolarización, o como hizo el Perú con los ‘Contratos Ley’ y con los ‘Contratos de estabilidad tributaria’, que muchos no quieren entender.

La confianza es clave, se construye con un reiterado y sostenido buen comportamiento. Una anécdota ilustrativa con Brasil y el Reino Unido en 1992. Entonces Brasil devaluó su moneda 15% y los inversionistas decidieron salir, se vio como el inicio de una crisis. Al mismo tiempo, el Reino Unido devaluó 15% y los inversionistas decidieron apostar por la libra esterlina, se vio solo como un ajuste corrector.

Esa es la diferencia entre tener y no tener confianza.

La interminable farsa trágica de Argentina
Project Syndicate
ANDRES VELASCO
27 de julio de 2022

Los votantes argentinos no son ajenos a las turbulencias financieras, pero siguen eligiendo políticos que tienen grandes déficits fiscales y los financian imprimiendo pesos. ¿Será que la única manera de que los políticos demuestren que quieren salvar la economía sea destruyéndola primero?

Karl Marx escribió que todos los grandes “hechos de la historia mundial” ocurren dos veces: “la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”. Pero, ¿y si ocurren una y otra vez, cada pocos años, década tras década? ¿Es eso trágico o ridículo? ¿Ya no son tales hechos “históricos universales”? ¿O simplemente deja de importarle al mundo?

Esos pensamientos vienen a la mente a medida que se desarrolla otra crisis financiera argentina. Se respira un aire de farsa:

un presidente llamado Fernández choca con un vicepresidente también llamado Fernández (sin parentesco), lo que provoca la renuncia del ministro de Economía. La ministra entrante anuncia que recortará el déficit fiscal, a pesar de que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien realmente manda, ha dejado claro que quiere un déficit aún mayor. Los mercados se vuelven locos y el peso se desploma, lo que genera una brecha del 150 % entre el tipo de cambio del mercado negro, eufemísticamente conocido localmente como el tipo azul, y el tipo de cambio oficial.

Argentina llegó a este punto de la misma manera en que se metió en problemas económicos tantas veces en el siglo pasado.

Primero, los políticos prometen mayores gastos, pero no están dispuestos a aumentar los impuestos para pagarlos. Luego, el gobierno pide prestado hasta que los mercados dejan de prestar. Luego, el banco central imprime pesos para financiar tanto el déficit primario como los pagos del servicio de la deuda hasta que los ciudadanos se niegan a retener los pesos adicionales. Se produce una corrida en la moneda.

Pero ahora hay dos nuevos giros. Anteriormente, la caída de los precios agrícolas (Argentina es un gran exportador) a menudo ayudó a desencadenar una crisis. En 2022, sin embargo, Argentina se metió en problemas a pesar de que los precios de las materias primas estaban hasta hace poco por las nubes, debido en gran parte a la guerra de Rusia contra Ucrania. Se necesita cierto talento para que un exportador de materias primas genere una crisis de balanza de pagos durante un auge de las materias primas.

En el pasado, Argentina se endeudó principalmente en el extranjero, y la restricción financiera se produjo una vez que Wall Street dejó de prestar. Esta vez, en el segundo nuevo giro, los extranjeros no estaban dispuestos a prestar, por lo que el préstamo se produjo en casa. Hasta hace poco, el Tesoro argentino estaba emitiendo los bonos necesarios, pero el mercado local también se ha congelado, por lo que el banco central está financiando una parte cada vez mayor del déficit fiscal mediante la emisión de pesos. En un intento mayormente inútil de limitar el impacto inflacionario de todo ese dinero nuevo, el banco central ha estado tratando de esterilizarlo emitiendo sus propios bonos de corto plazo, que ahora representan casi el 10% del PIB.

Dado que el banco central es propiedad del Tesoro, los ahorradores escépticos de los bonos del Tesoro no tienen motivos para tener más y más bonos del banco central. En algún momento, es posible que también se nieguen a comprarlos o a renovarlos. Entonces una crisis de la deuda, la creación de dinero sin control, o ambas, serán el único camino a seguir.

Las políticas pueden parecer ridículas, pero las consecuencias son trágicas.

La inflación anual está en su nivel más alto en tres décadas y podría llegar al 80% este año, y los salarios reales están cayendo. Los dólares son tan escasos que muchas empresas no pueden importar los insumos o repuestos que necesitan. La economía de Argentina se recuperó con fuerza el año pasado después de su colapso inducido por la pandemia de 2020, pero se espera que el crecimiento se desacelere en 2022. En caso de una crisis financiera en toda regla, el crecimiento podría ser cero o negativo en 2023.

Las opciones de política disponibles también son cualquier cosa menos nuevas. El gobierno podría acelerar la depreciación controlada del tipo de cambio oficial o diseñar una devaluación escalonada; pero, con la inflación ahora disparada, es poco probable que eso sea suficiente. O simplemente podría endurecer los controles de capital y esperar lo mejor. Pero, parafraseando a Abraham Lincoln, puedes cerrar algunas de las ventanas para las salidas de capital en algún momento, pero no puedes cerrar todas las ventanas todo el tiempo.

No se necesita un graduado de la Universidad de Chicago o un ex funcionario del Fondo Monetario Internacional para reconocer que el problema de Argentina es principalmente fiscal.

El gasto público primario aumentó más del 10 % interanual en términos reales en la primera mitad de 2022, además de un aumento mucho mayor durante la pandemia. Aunque el auge de las materias primas ha mantenido los ingresos temporalmente altos, la brecha fiscal prevista para 2022 del 3.5 % del PIB supera el objetivo del 2.5 % del PIB acordado con el FMI. Un déficit del 3.5% del PIB no es sostenible para un gobierno que no tiene acceso a los mercados de capitales internacionales y cuyo acceso a los ahorros internos se desvanece rápidamente.

La sostenibilidad de la política fiscal también depende de la tasa de crecimiento de la economía y del costo de la deuda pública. La economía argentina crece poco y la productividad está estancada, debido en parte a una estructura tributaria altamente distorsionadora. Y, dada su accidentada historia financiera, el gobierno debe pagar una tasa de interés mucho más alta que otras naciones emergentes. Entonces, aquí está el Catch-22: Argentina debe arreglar su política fiscal para que la economía crezca, y el crecimiento debe aumentar para que la política fiscal sea sostenible.

Al problema fiscal se le suma un problema político. Cualquier promesa de un gobierno cuyas dos figuras principales se pelean constantemente carecerá de credibilidad. Así como el ex presidente estadounidense Richard Nixon, republicano, estaba en mejores condiciones para buscar un acercamiento a la China de Mao Zedong, los peronistas argentinos de izquierda estarían en mejores condiciones para llevar a cabo un ajuste fiscal duradero. Debido a que se niegan a hacerlo, la hiperinflación, al erosionar el valor real de los gastos fiscales, puede terminar haciéndoles el trabajo.

El pueblo argentino ha experimentado una inflación alta y recurrente durante casi un siglo. Han sido testigos de al menos nueve impagos de deuda pública externa (el primero en 1827 y el más reciente en 2020). Y han vivido corridas bancarias y corridas de divisas de todas las formas y tamaños. Sin embargo, siguen eligiendo políticos (en su mayoría, pero no exclusivamente, peronistas) que tienen grandes déficits fiscales y los financian imprimiendo pesos. ¿Por qué?

Una posibilidad es que la obtusidad ideológica extrema sobreviva a todos los encuentros con la realidad y haga imposible el cambio. Axel Kicillof, exministro de Economía de Fernández de Kirchner, escribió que hablar de un “déficit fiscal descontrolado” es solo una “estafa” para “seguir cortando derechos”.

Los economistas de Harvard Rafael Di Tella y el difunto Julio Rotemberg proponen una teoría diferente: los políticos populistas adoptan políticas extremas y, en última instancia, insostenibles para señalar que no están en el bolsillo de las élites poderosas. En una sociedad con tan poca confianza mutua como la argentina, la única forma en que los políticos pueden mostrar que quieren salvar la economía es destruirla primero. En esto, han tenido éxito: la farsa que siempre se repite en Argentina es poco menos que trágica.

Andrés Velasco, excandidato presidencial y ministro de Hacienda de Chile, es Decano de la Escuela de Políticas Públicas de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres. Es autor de numerosos libros y artículos sobre economía internacional y desarrollo, y ha formado parte del cuerpo docente de las universidades de Harvard, Columbia y Nueva York.




Deja a Argentina fuera de la economía global

Deja a Argentina fuera de la economía global

En solo año y medio, el gobierno del socialismo bolivariano de Fernández y Fernández, deja a Argentina sin posibilidad de financiarse en ningún lugar del mundo.

Hace pocos días nos enteramos que después de haber prohibido la exportación de carne, el desastroso gobierno del peronismo, limitó la venta de carne a los argentinos a tres kilos.

Así destrozan las economías, los socialistas del siglo xxi. Así condenan a la pobreza a sus ciudadanos. Ver en Lampadia: Índice Mundial de MiseriaArgentina y Venezuela a la cabeza.

Argentina sigue así el desquiciamiento del país que otrora fue uno de los más ricos del mundo; todo gracias al populismo y el socialismo del peronismo.

Las políticas que han hecho miserable a un país riquísimo, son justamente las políticas con las que nos ha amenazado Perú-Libre de Castillo-Cerrón en las últimas elecciones generales. ¡Dios nos libre!

Veamos el informe de MSCI:

MSCI dejó a la Argentina fuera de todos los índices: qué significa que ahora sea “mercado standalone”

El país sufrió una recalificación peor de lo esperada. Mantenía el nivel de emergente de 2018, pero ahora su situación empeoró, según MSCI

MSCI Inc., es un ponderador estadounidense de fondos de capital inversión, deuda, índices de mercados de valores, de fondos de cobertura y otras herramientas de análisis de carteras. Publica el MSCI BRIC, MSCI World, MSCI Europe y MSCI EAFE Indexes. 

iProfesional

24.06.2021

Argentina sufrió este jueves un duro revés, peor de lo esperado por los analistas, de parte de la calificadora de riesgo MSCI. La compañía degradó al país al nivel de “mercado Standalone“, que está por debajo de Emergente y de Frontera.

Según se informó en un comunicado, el país fue ubicado dentro del grupo de mercado de “Standalone” (ser único), luego de tres años de haber ascendido a la categoría de Emergente, un indicador que orienta a los fondos de inversión a tomar decisiones. Esto significa que el país, considerado como mercado, tiene dificultades peculiares que impiden su ubicación en categorías normales como “Frontera” o “Emergente”. Esta es una situación que evidencia la falta de previsibilidad y espanta a los fondos de inversiones.

Argentina mantenía el nivel de Emergente desde 2018 y en esa categoría estaba acompañada por Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

Lo sorprendente es que Argentina tampoco quedó en la categoría de Mercado de Frontera, sino que se fue al descenso directo a “Standalone”.

“La prolongada severidad de los controles de capital sin resolución no está en línea con los criterios de accesibilidad al mercado del índice MSCI de Mercados Emergentes”, dijo Craig Feldman, jefe global de investigación de Gestión de Índices de MSCI.

“Los índices MSCI Standalone Market no están incluidos en el MSCI Emerging Markets Index ni en el MSCI Frontier Markets Index. Sin embargo, estos índices utilizan los criterios metodológicos de los Mercados Emergentes o de los Mercados Fronterizos en cuanto a tamaño y liquidez”, se explicó.

Ahora, Argentina compartirá la categoría “Standalone”
con 
JamaicaPanamáTrinidad &
Tobago
BosniaMaltaZimbabueLíbano Palestina.

“Desde septiembre de 2019, los inversores institucionales internacionales han estado sujetos a la imposición de controles de capital en el mercado de valores de Argentina”, agregó Craig Feldman.

Un golpe inesperado

El batacazo fue total. No sólo porque el país quedó casi literalmente afuera del mundo, sino porque los inversores esperaban que el descenso a mercado de Frontera iba a traer nuevos flujos de fondos y ahora no sólo no habrá eso, sino que se estima una “desinversión” ya que muchos habían comprado especulando con el rumor (irse a frontera desde emergente) y ahora tendrán que vender.

Esto es así no porque quieran, sino debido a que por reglamento de estos fondos no pueden tener en cartera activos de un país que ni siquiera está catalogado como “de frontera”. 

“Muy mala noticia. No creo que sea un tema de fundamentals macro. Para mí es un tema de falta de credibilidad como país y una historia que no ayuda. Tenemos que empezar a preocuparnos por nuestros inversores porque en un mundo global, los necesitamos para crecer y generar empleo”, tuiteó Javier Timmerman, socio de AdCap Securities y uno de los argentinos con más experiencia en Wall Street.

Además del cepo, en el mercado creen que el brutal descenso tiene que ver con la falta
de credibilidad en el gobierno

Un camino sinuoso

El camino descendente de las acciones argentinas viene desde hace rato. En el índice Emergente, las únicas 3 empresas del país que integraban ese índice (YPF, Globant y Adecoagro) lo hacían con una ponderación de solamente del 0.21% en cantidad de empresas y 0.10% en términos de capitalización.

El paso a Frontera hubiera hecho que sumarán más acciones y una ponderación mayor: se estimaba en torno al 23%, cerca de Vietnam y mayor a Marruecos e Islandia. 

La historia de la Argentina y sus idas y vueltas en el MSCI viene de vieja data. En 1988 cuando MSCI creó su categoría de mercados emergentes, Argentina comenzó formando parte de ese grupo. Sin embargo, el ingreso oficial de las acciones de empresas locales se concretó en 1992. Años más tarde, en plena crisis macroeconómica del 2001, Argentina logra superar el proceso de revisión conservando su categoría hasta el año 2009 donde, impulsado por los controles de capital instituidos por el gobierno, MSCI decide reclasificar al país dentro de la categoría mercado de frontera.

En el 2016 el gobierno pide entrar en un periodo de consulta para ingresar nuevamente al índice de mercado emergentes. El mismo fue rechazado en 2017 sin embargo, finalmente en 2018 fue aprobada nuevamente la reclasificación, la cual se concretó oficialmente en el 2019. En ese entonces Argentina pasó a formar parte del mencionado índice con 8 empresas que luego quedó reducida a 3. El año pasado la Argentina atravesó una situación de revisión similar a la actual en la que MSCI decidió mantener al país en el índice emergente. Ahora, quedó en la “desafiliación”. Lampadia




Argentina y Venezuela a la cabeza

Argentina y Venezuela a la cabeza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Según el Índice Mundial de Miseria, Venezuela figura en el primer lugar, como el país más miserable del mundo, y Argentina en el séptimo puesto. Ambos países extraordinariamente ricos, pero que han caído en las garras del socialismo, que en los dos casos, ha sido especialmente dañino.

El caso venezolano tiene ya 22 años de una forzada aplicación del llamado socialismo del siglo xxi, que solo ha traído empobrecimiento, corrupción y pérdida de soberanía en manos de los agentes cubanos.

Como vemos en el siguiente cuadro, la pobreza afecta a más del 96% de los venezolanos, y la pobreza extrema al 79%. Su riqueza ha sido dilapidada en un profundo fango de corrupción. Chávez, quien encontró la producción petrolera en 3.5 millones de barriles por día, ofreció llevarla a 5 millones, pero terminó reduciéndola a 350,000 barriles diarios.

Esta situación de pobreza y la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela fueron originadas por la aplicación del socialismo del siglo xxi.

La tragedia de Argentina data de mucho tiempo atrás. Resulta que desde el gobierno peronista de mediados del siglo pasado, luego de optar por una suerte de populismo y socialismo nacionalista, Argentina interrumpió su desarrollo y cayó de su posición de privilegio como uno de los países más ricos del mundo, a lo que es hoy día, un país que a pesar de sus riquezas naturales, no puede dar un buen estándar de vida a su población.

En el siguiente gráfico podemos ver que hacia 1947, Argentina tenía un PBI per cápita que lo ubicaba como el sexto del mundo; pero desde entonces cayó sin parar, a su pobre nivel actual cercano al puesto número 75.

Así tenemos que dos de los países más ricos de América Latina, por obra y gracia de sus malas políticas públicas, se distinguen como los países más miserables del mundo.

Ellos aplicaron políticas como las que hoy tiene Perú Libre en su plan de gobierno. No permitamos que el Perú se vuelva a acercar a ese socialismo que solo destruye. Necesitamos políticas públicas que construyan, que sumen. Los peruanos queremos prosperidad para todos. Lampadia

Aleteia
Macky Arenas
01/05/21

Es triste el dato en el caso de estos dos países, uno petrolero que nadó en la abundancia y el otro que figura entre los diez países con más riquezas naturales

 

RONALDO SCHEMIDT – AFP.jpg

Lo publica The National Revue y se elabora en la Universidad de Baltimore –Maryland- en Estados Unidos, donde su director, Steve Hanke es profesor de economía e investigador. Se llama Índice de Miseria. Se llama Misery Index -de Hanke- y acaba de conocerse su edición 2021.

Venezuela aparece en primer lugar y Argentina en el séptimo. Dos países que hasta hace poco eran prósperos debido al petrolero, el uno, y a la excelente ganadería y demás recursos el otro. Brasil está en el puesto 11, Uruguay en el 33, Colombia en el 35 y Chile en el 75.

Entre los 10 primeros en desdicha se ubican, detrás de Venezuela y en este orden: Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam, Libia, Irán, Argelia y Madagascar. En estos países se comprende, pues muchos de ellos están afectados por graves conflictos tanto bélicos como civiles. En el caso del Líbano, agravado por la inesperada explosión que los sumió en un desbarajuste mayúsculo.

Oportunidades perdidas y gobiernos erráticos

Pero Venezuela y Argentina, con riquezas y recursos, no obstante, acumulan oportunidades perdidas y gobiernos erráticos en el manejo de sus políticas públicas. Son países, ambos, cuyos gobernantes no leen las condiciones del entorno lo cual es esenciales para un proceso sólido de toma de decisiones. No descomprimen al Estado, no dejan respirar a la economía y sus medidas responden más a criterios ideológicos que a las demandas reales del país o a las normas del funcionamiento económico. La incertidumbre es el resultado, lo que genera desinversión y desencadena todos los vicios que conducen…a los primeros puestos en los índices de miseria.

El mito de Sísifo

Argentina tiene la crisis del peso y una seguidilla de crisis económicas acumuladas desde 1876 hasta el 2019. La inflación de marzo en Argentina registró su nivel más alto desde el 2018. Los colapsos de la moneda, las altas tasas de interés y ahora el desempleo agrega carga en sus alforjas.

Hace poco, el diario El País publicaba un reportaje donde recordaba que “desde hace un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo, ha experimentado una inflación anual media del 105% y ha tenido que cambiar cinco veces de moneda. Hoy es el principal deudor del Fondo Monetario y sufre una de las contracciones más graves de América por la pandemia”. Y se preguntaba: “¿Dónde anida la maldición de la economía argentina?”.

Primero, en habituarse a la quiebra y la recuperación, al «declive relativo», a no resolver el tema de fondo sino ir arreando con lo que viene. “Como vaya viniendo vamos viendo”, es un refrán muy latinoamericano. Improvisación versus continuidad y seriedad. Pero los países siguen funcionando. Entran en caos, pero no se acaban, no se borran del mapa. Pero, como Sísifo, están condenados a vidas sin sentido, a subir cuestas a diario rodando la misma piedra.

En segundo lugar hay razones para el cerco inflacionario, como que su economía está poco conectada con el comercio internacional aparte de que, en opinión de expertos, el país no logra superar la contradicción histórica entre las necesidades de su agricultura y su industria. Eso tan atávico de proteger lo propio y confiarse en que «somos más baratos» ha perjudicado mucho al crecimiento y solidez de las economías latinoamericanas.

Nuestras políticas macroeconómicas son inconsistentes, altamente dependientes de las divisas y, por tanto, de las oscilaciones del comercio global, con las dificultades que ello conlleva.

Con respecto a Argentina, dijo Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía Política para el Desarrollo en la Universidad de Oxford: “Es una suma de crisis. Se crean espacios de tranquilidad, pero no se resuelven nunca los problemas estructurales. Las crisis regresan porque nunca se fueron”.

Países en donde las sociedades, más que las economías, son las que parecen estar enfermas. Tal vez echan mano del más despreciable de los recursos: vivir culpando al gobierno anterior de todos los males.

Vale para Argentina, pero también para Venezuela.

Primer lugar en miseria

Venezuela, de nuevo, ocupa el primer lugar en los rankings de miseria de Hanke, teniendo en cuenta las cifras de desempleo, inflación, crecimiento real del PIB y tasa de crédito bancarias, todos índices claves de la economía para poner cara a cara miseria y felicidad en un país.

Curiosamente es Cuba el país mejor posicionado de la región, seguido por Ecuador, Chile y México. Y la explicación está en que lo que se indica es la coyuntura y no la estructura, y lo que se toma es la tasa de desempleo y no la de pobreza, la variación del PBI y no la competitividad o solidez de una economía. Así, con un “Índice de Miseria” de 3.827,6 puntos, Venezuela encabeza, dejando muy atrás a los que siguen debido a una tasa de inflación de 3.713% (en 2019 había sido de 7.374%), de interés del 33,1%, de desempleo del 50,3% (más del doble que en 2019) y una caída del PBI per cápita del 30,9 por ciento.

Desde la medición presentada en 2019, Venezuela, donde los ciudadanos protestan contra la falta de servicios básicos como la electricidad, gas y agua, encabezaba la lista de los países más desdichados. La nación sudamericana ocupa el primer lugar entre los países más miserables del mundo, liderando el Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI) como el país más miserable del mundo en 2020, un título que se le ha asignado desde hace cinco años.

Mario A. Torres-cc

Las siete plagas

Ciertamente, podríamos apelar al simbolismo bíblico de las siete plagas, o más. Venezuela no sólo tiene inflación, escasez, crisis de efectivo, destrucción del aparato productivo y desmantelamiento de las industrias básicas, sino restricciones bancarias en el exterior, acreedores al acecho, despilfarro de los dineros públicos y una corrupción voraz junto a una severa crisis inmobiliaria.

El gobierno, en lugar de revisar sus políticas y evaluar seriamente los daños, sólo alega que los problemas son el resultado de una “guerra económica contra Venezuela”; pero lo cierto es que la gobernanza antidemocrática, la corrupción y la mala gestión de la economía son las causas principales de la crisis. La desinversión, por ejemplo, se acentuó debido a la hostilidad de Maduro contra las empresas extranjeras, lo que produjo un éxodo corporativo. Pepsi, General Motors y United Airlines fueron algunas de las empresas pioneras en mermar su presencia o salir de todo del país. Luego, siguieron otras, y otras, y otras.

De hecho, desde 2013 existe una crisis económica en Venezuela, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las expropiaciones, las restricciones del control de cambio de la moneda y la corrupción, entre otros. Desde entonces, se ha producido una aguda y sostenida recesión económica que ha sido una de las más largas en la historia económica del país, al igual que más de dos años de hiperinflación.

El resultado es el caos

Venezuela es hoy un pandemónium. Un ejecutivo extranjero indicaba que “para mantenerse a flote, Maduro aumentó el salario mínimo varias veces. Esta estrategia proporciona un poco de alivio a corto plazo para los pobres, pero los expertos sostienen que a largo plazo ha terminado por crear más dolor a través de una moneda sin valor”. En esa horca caudina, el mandante venezolano optó por pagar las deudas a China y Rusia, dejando de lado los acuciantes problemas de las mayorías como el acceso a alimentos y medicinas.

Además de ello, ha negado sistemáticamente la posibilidad de entrada de ayuda humanitaria y ahora se muestran reticentes, con terquedad digna de mejores causas, a distribuir vacunas de manera equitativa. Sólo quienes están registrados en el sistema de discriminación que han impuesto están siendo llamados a recibir las dosis.

Pobre país rico

En líneas generales, estos datos del Índice de Miseria, coinciden con las cifras de la más reciente y prestigiosa Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -Encovi-, cuya sola existencia representa un esfuerzo mancomunado de distintas universidades venezolanas -entre las cuales está la Católica Andrés Bello dirigida por los jesuitas- por documentar los indicadores que nos permitan saber cómo va cambiando la vida de los venezolanos. Ya sabemos que durante 20 años en Venezuela el poder ha sido opaco. La ausencia de transparencia es una constante adosada a su proceder, más cuando se trata de datos que visibilicen su incompetencia.

Ver en Lampadia: El desastre del socialismo del siglo XXI – La ominosa pobreza en Venezuela.

“La encuesta ha demostrado –se lee en la reseña de Equipo Cinco8- que Venezuela es ahora parte de ese club de países de la antigua órbita soviética o de África donde la población se encoge a causa de la emigración. El estudio pone en evidencia que el número de familias venezolanas que no pueden pagar un estándar de vida básico ha ido creciendo desde 2012, dos años antes de que el país entrara en recesión y mucho antes de que llegaran las sanciones internacionales contra Maduro y su régimen”.

Pobreza estructural

Justo antes de que la pandemia se declarara, documentaron que había en Venezuela 639.000 niños con desnutrición crónica. Y una conclusión escalofriante: Si la comida que hay en Venezuela se repartiera por igual entre todos sus habitantes, igual estos estarían desnutridos pues existe un crecimiento generalizado y estructural de la pobreza. El promedio de desnutrición infantil en el país empuja hacia abajo el promedio latinoamericano.

Han establecido que ser pobre no solo implica que tú y tu familia no tienen plata suficiente para comer, sino también que las condiciones en que viven no son las que deben ser. Y eso es lo que pasa con, al menos, 6 de cada 10 familias venezolanas. Otro número que ha ido subiendo desde 2014, y que hoy es parte de los indicadores que muestran a Venezuela como el país más pobre en América Latina y el Caribe. Es decir, íbamos directo al último puesto, lo que comprensiblemente hoy ha colocado a Venezuela en el primero de miseria y desdicha. Lampadia




Maradona

Maradona

The Economist hace poco dedicó un breve artículo al recientemente fallecido Diego Maradona, aquel argentino que probablemente fuera el mejor jugador de fútbol de su generación y que, al día de hoy, aún se disputa el título al mejor de la historia con otros grandes como Pelé, Cristiano Ronaldo y Messi en dicho deporte.

Como bien destaca el popular medio británico, sin duda fue una figura que desde muy pequeño presentaba dotes futbolísticos sin igual comparados a sus pares argentinos, lo que le permitió ascender rápidamente hacia las filas de los clubes europeos.

Lamentablemente, así como se dio su rápido lanzamiento al estrellato, le vino encima una vida llena de excesos en las drogas en su paso por Italia, que tras varios años lo inhabilitó progresivamente de seguir jugando y de si quiera poder desarrollar una posterior carrera decente como técnico de selección y/o clubes extranjeros.

En todo lo no futbolístico, Maradona fue una gran decepción, por decirlo amablemente. Dio los peores ejemplos posibles con las drogas, maltrato a mujeres, no reconocimiento de sus hijos, condescendencia con dictadores y genocidas como Castro y Chávez; inclusive hizo trampa con un gol con la mano en un campeonato mundial. Pero los argentinos, que hace 50 años endiosaron a Juan Domingo y Evita Perón, y quebraron su progreso social, son muy dados a cerrar los ojos ante figuras como las de Maradona.

Muchos disculpan su mal comportamiento por su origen humilde y pobre educación, pero Pelé, tuvo las mismas desventajas de origen que Maradona, y sin embargo, fue siempre un modelo de deportivismo y civismo.

Desde Lampadia no podíamos dejar de comentar su historia y lamentar que su arte no sirviera para que lograra ser un mejor modelo de vida. Lampadia

Divino y condenado
La vida bendita y maldita de Diego Maradona

Muere uno de las mejores futbolistas de Argentina y del mundo

The Economist
28 de noviembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Vivirá para siempre en esa soleada tarde de junio de 1986 en el estadio Azteca de la Ciudad de México. Fueron los cuartos de final del Mundial entre Argentina e Inglaterra. En el minuto 55, Diego Armando Maradona recogió el balón en la mitad argentina y se abrió paso a través de la defensa inglesa como si no estuviera allí antes de lanzar un tiro raso y fuerte. Fue uno de los mayores goles de todos los tiempos. Llegó apenas cuatro minutos después de que Maradona, con el partido sin goles, se hubiera levantado para recibir un despeje fallido en el área de Inglaterra y metiera el balón en la red. Había marcado, dijo después, “un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios”. Sin video arbitraje en ese entonces, el gol se mantuvo. Fue, dijo, una especie de venganza por la derrota de Argentina a manos de los ingleses en la guerra de las Malvinas cuatro años antes.

Entre ellos, esos goles resumieron a Maradona, quien murió de un infarto a los 60 años el 25 de noviembre. Bendecido con talento divino, tenía poco respeto por las reglas en una vida que ofrecía riquezas pero que siempre era una lucha. Encarnaba la idiosincrasia de su país, como señaló Clarín, un diario argentino: “Maradona son los dos espejos, eso en lo que es un placer mirarnos y eso que nos avergüenza”.

Hijo de una empleada doméstica y un trabajador de una fábrica, creció en una choza de hojalata y cartón en Villa Fiorito, en los suburbios de Buenos Aires. De adulto medía metro y medio, pero su cuerpo rechoncho y piernas musculosas le daban un poder explosivo. Sus marcas registradas serían carreras en aumento, la pelota pegada a sus pies y una visión instintiva.

Su carrera profesional comenzó cuando tenía 15 años en Argentinos Juniors, un club histórico pero modesto. El éxito allí lo llevó a Boca Juniors y luego a Barcelona y Napoli. Pero encontró la fama y la fortuna difíciles de manejar. Ansiaba afecto. El club nocturno en compañía de gorrones y gánsteres lo llevó a la adicción a la cocaína. Había muchas mujeres, a algunas de las cuales golpeaba, y suficientes niños para formar un equipo de fútbol.

La segunda mitad de la vida de Maradona fue trágicamente grotesca. Obeso y con dolor a menudo (los árbitros eran menos protectores en su época), hizo patéticos intentos de reaparición. Fracasó como entrenador, especialmente en la selección de Argentina. Enriquecido por el capitalismo, no vio contradicciones en las amistades con los anticapitalistas Fidel Castro y Hugo Chávez.

Si Maradona fue el mejor jugador de todos los tiempos, por delante de su compatriota Leo Messi o el brasileño Pelé, es un debate que no es necesario resolver. Con sus orígenes humildes, sangre guaraní y mata de rizos oscuros, para los argentinos siempre fue el pibe de oro, el niño de oro. “Nos hiciste inmensamente felices”, dijo Alberto Fernández, presidente de Argentina, al declarar tres días de duelo nacional. Lampadia




Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Estabilizar la economía argentina es un reto que el presidente Fernández se ha propuesto enfrentar en el plazo inmediato, sin embargo, con medidas equivocadas a nuestro parecer, dado el accionar que ha tomado en la línea de política fiscal y monetaria en el primer mes que viene gobernando.

Un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide sobre cómo la administración de Fernández persiste en controles de precios que son fundamentales en la asignación de recursos en una economía como son los salarios y el tipo de cambio. Lo que es peor, en el frente monetario, se ha convenido por seguir expandiendo la oferta de dinero con la justificación de incentivar el consumo, a la vez que se utiliza para financiar el creciente déficit presupuestario.

Un país como Argentina que enrumba hacia la hiperinflación -el año pasado la inflación fue del 54% anual, la más alta en casi tres décadas – esta estrategia no haría más que consolidar un suicidio económico que propendería más indigencia y pobreza en los próximos meses.

Finalmente consideramos que en el frente fiscal también se visualizan errores de política. En vez de darle respiro a la economía de la excesiva carga fiscal de la cual es víctima, además considerada entre las más altas en el mundo, se persiste en aumentar impuestos a las exportaciones agrícolas. A la par se propone hacer frente al pago del principal adicional pedido por el gobierno de Macri al FMI – de US$ 11,000 millones – lo cual hace menos creíble el honrar la deuda pública hacia los inversionistas tenedores de bonos.

En ese sentido, persistimos que la única salida para el problema económico de Argentina es un plan de ajuste (ver Lampadia: Un análisis del plan económico de Fernández), reflejado fundamentalmente en una liberalización de precios y corte de la emisión monetaria. Si bien esto tendría un impacto negativo en el corto plazo como todo programa de shock, en el mediano y largo plazo aliviaría sobremanera a una economía que sigue enferma por la persistencia de políticas populistas en las últimas 7 décadas de su historia. Lampadia

El nuevo gobierno de Argentina se enfrenta a la economía
Los peronistas son confusos sobre sus planes a largo plazo

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Hace un mes que Alberto Fernández asumió el cargo de Mauricio Macri como presidente de Argentina y, contrariamente a lo que se pronostica, el cielo sobre la Pampa aún no se ha derrumbado. Después de haber heredado una situación económica grave, que incluía lo que Fernández, un peronista, llamó un “incumplimiento virtual” de las deudas del país, su gobierno ha comenzado haciendo más o menos lo que dijo que haría. Adoptando casi el enfoque opuesto a su predecesor, ha presentado una política fiscal dura y una política monetaria laxa y aún no ha dicho mucho sobre cómo manejará la deuda. Los controles de cambio y precios, y la calma del verano del sur, se han combinado para comprar el tiempo del nuevo equipo. ¿Pero lo usarán sabiamente?

Intentaba ganar tiempo para reformar una economía enferma que puso a Macri en problemas. Un conservador de libre mercado, acumuló deuda para financiar un ajuste fiscal gradual hasta que los inversores se asustaron, lo que provocó una carrera por el peso y obligó al gobierno a los brazos del FMI. La economía cayó en recesión, la inflación aumentó al 54% el año pasado y Macri perdió las elecciones presidenciales. El primer objetivo del nuevo equipo, según Martín Guzmán, el ministro de economía, es “detener la caída”.

Han impulsado rápidamente un paquete de emergencia de medidas principalmente fiscales. Estos incluyen aumentos de impuestos sobre las exportaciones agrícolas y los viajes al extranjero, y una congelación de seis meses de muchos precios, salarios y pensiones. El impacto en los argentinos más pobres se ha atenuado con pagos adicionales. Según la Fundación Capital, una consultora en Buenos Aires, las medidas se suman a una restricción fiscal de alrededor del 1,5% del PBI. Si se implementan completamente, equilibrarían los libros antes de los pagos de la deuda este año.

Esto ha sido compensado por una opaca política monetaria. El banco central ha dicho que su intención es mantener tasas de interés reales positivas y evitar préstamos “excesivos” al gobierno. En la práctica, el banco está impulsando las tasas de interés hacia territorio negativo y es “la imprenta del gobierno”, como lo expresa un economista que trabajó para una administración peronista anterior. Los funcionarios piensan que esta expansión monetaria revivirá el consumo y, por lo tanto, la economía. Confían en los controles de precios para mitigar su impacto inflacionario. Los críticos creen que simplemente ampliará la brecha entre la tasa de cambio oficial de 60 pesos por dólar y la tasa de libre mercado (en 77 esta semana). Esto impulsará la inflación.

Tanto Fernández como sus funcionarios insisten en que Argentina quiere pagar sus deudas (a diferencia de 2001, cuando los peronistas aplaudieron el incumplimiento) pero que necesita más tiempo para hacerlo. Eso es ampliamente aceptado por sus acreedores. Se espera que una misión del FMI visite Buenos Aires en las próximas semanas. Guzmán, un estudioso de las crisis de la deuda sin experiencia en el mercado financiero o el gobierno, dice que quiere un acuerdo con los tenedores de bonos por $ 100,000 millones para fines de marzo.

El tiempo es la esencia. Si el gobierno se mueve rápidamente, los bonos seguirán en manos de inversionistas institucionales en lugar de fondos de buitres litigiosos, señala Héctor Torres, quien era el director de Argentina en el directorio del FMI. Con el propio FMI, el gobierno probablemente buscará un nuevo acuerdo de reserva para extender los US$ 43,000 millones que debe pagar en 2022-23. Ha evitado retirar US$ 11,000 millones pendientes del préstamo del FMI de Macri. Eso es un error, argumenta Torres, ya que el dinero podría hacer que sea más fácil llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos. Sería arrojar dinero bueno después del malo, reconoce el nuevo equipo de gobierno.

“Estamos navegando por un pasaje estrecho”, según Guzmán. Falta una tabla para el otro lado del corredor. A menos que sean estrictamente temporales, los controles crearán grandes distorsiones del tipo que se acumuló bajo Cristina Fernández de Kirchner, la poderosa vicepresidenta, que ocupó el cargo principal de 2007 a 2015. El gobierno aún no ha vinculado sus medidas de emergencia a un plan macroeconómico. Esto puede deberse a que Fernández, un moderado pragmático, debe negociar no solo con los acreedores sino también con su vicepresidenta, una populista de izquierda.

Su postura es, pues, ambigua. Por un lado, ha subrayado acertadamente que Argentina necesita aumentar sus exportaciones, y ha pedido un consenso nacional sobre un plan a largo plazo. Por otro lado, en referencia al FMI, arremetió contra “recetas que siempre han fallado”. De hecho, siempre han fallado solo en Argentina, que siempre ha querido jugar según sus propias reglas. “El mundo, desafortunadamente, es real”, como lo expresó el escritor Jorge Luis Borges. Es tarea de Fernández persuadir a los argentinos de eso. Lampadia




Un análisis del plan económico de Fernández

Un análisis del plan económico de Fernández

La reciente toma de mando del nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha suscitado toda clase de predicciones respecto de su futuro accionar en las principales líneas de política económica que tomará su gobierno, tanto en el frente fiscal como el monetario.

Y es que la presencia de su vicepresidenta peronista Cristina Fernández, ha acrecentado la incertidumbre sobre si se persistirá en el populismo de izquierda emprendido entre los años 2007 – 2015 que llevó a la actual crisis de creciente inflación y delicado problema de repago de deuda que sume a nuestro vecino del sur y que, con el gradualismo que llevó Macri, agravó aún más ambos impasses.

Para una mejor comprensión de los principales drivers que impulsan la crisis argentina, compartimos a continuación un artículo publicado recientemente por la revista The Economist, en el que se analiza el plan económico que acometerá Fernández a la luz del contexto que lo precede y de la evidencia sobre el éxito de dichas políticas en el pasado.

Como se desprende de este análisis, la posposición del pago de intereses sobre la deuda, que actualmente asciende a US$ 105 mil millones, y el no levantamiento de los controles de precios y de capitales que tienen como objetivo no generar grandes depreciaciones del tipo de cambio en el corto plazo, no constituyen la verdadera solución al problema económico de dicho país. Justamente forman parte de placebos que se han venido anunciando recientemente por varios gobernantes de la región, que como hemos escrito en Lampadia: La calle atormenta América Latina , solo buscan ganar adeptos en el electorado. Por el contrario, una política de ajuste que sólo puede ser llevada a cabo bajo una gran reforma del Estado, debería ser una opción mandatoria para Fernández toda vez que los actuales niveles de presión tributaria en Argentina, considerados entre las más altos a nivel mundial, inhibe todo desarrollo que pueda llevar a cabo el sector privado con la consecuente generación de empleos y reducción de pobreza.

Esperamos que el actual líder argentino tome en cuenta las advertencias de The Economist si realmente quiere generar un quiebre estructural en la economía argentina, de manera que retome un alto crecimiento y quién sabe, pueda volver a ubicarse entre las grandes potencias mundiales, como otrora lo exhibía a finales del siglo XIX e inicios del XX (ver Lampadia: Ideas para ponerle fin a la crisis económica de Argentina). Lampadia

El predicamento peronista
Cómo Alberto Fernández planea hacer frente a la crisis económica de Argentina

El nuevo presidente quiere impulsar el crecimiento y frenar la inflación. Eso será difícil

The Economist
12 de diciembre, 2019
Traducido y comentado por
Lampadia

BUENOS AIRES. Alberto Fernández se llevó a sí mismo y a su novia, Fabiola Yáñez, al Congreso para su toma de posesión como presidente de Argentina en su Toyota. Ese gesto, tanto como lo que dijo en su discurso de una hora, señaló que tiene la intención de ayudar rápidamente a los argentinos comunes que sufren de recesión, alta inflación y aumento de la pobreza. Pero algunos se preguntaron, cuando el peronista aceptó la faja presidencial y el testigo de Mauricio Macri, su predecesor de centroderecha, si conduciría al país hacia adelante o hacia atrás.

La pregunta fue provocada en parte por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, la nueva vicepresidenta, que precedió a Macri como presidente. Fernández, una populista que gobernó de 2007 a 2015, creó el desorden económico en cuya limpieza Macri falló. Ella ha sido acusada en nueve casos judiciales separados por actos de corrupción y otros delitos. En la nueva administración, ella ya ha acumulado una influencia sin precedentes para un vicepresidente. El nuevo presidente (sin relación con Fernández) quiere complacer a la multitud como lo hizo ella, al menos para los argentinos pobres, pero sin repetir sus errores. Eso será complicado.

La “catástrofe social” que Fernández promete poner fin es real. Dos quintos de los ciudadanos argentinos no pueden pagar una canasta mensual de productos básicos. La tasa de inflación interanual supera el 50%. El rescate de US$ 57 mil millones de Argentina del FMI es el más grande en la historia del fondo. Fernández promete poner la economía “de nuevo en pie”. Pero un asesor del nuevo presidente admite: “No hay respuestas fáciles sobre la economía y no hay buenas opciones”.

La apuesta de Macri era que podría restaurar la confianza que Fernández había maltratado, lo que conduciría al crecimiento. Al asumir el cargo en 2015, levantó los controles de cambio introducidos por Fernández, llegó a un acuerdo con los acreedores extranjeros (con quienes ella había peleado) y redujo sus impuestos a los exportadores. Ese enfoque fracasó, en gran parte porque Macri no redujo el déficit presupuestario lo suficientemente rápido como para mantener la calma de los inversores cuando aumentaron las tasas de interés mundiales. El peso se desplomó y la inflación se disparó (ver gráfico líneas abajo). El acuerdo del FMI en 2018 fue una segunda puñalada para revivir la confianza. Pero la austeridad que exigía golpeó justo cuando se iniciaba la temporada política de Argentina, debilitando la economía y llevando a los votantes a Fernández. Eso golpeó nuevamente al peso.

La gran idea del nuevo presidente es revertir la secuencia de Macri: el crecimiento conducirá a un resurgimiento de la confianza en lugar de al revés, argumenta. Para impulsar el crecimiento, tiene la intención de recuperar las herramientas empleadas por la administración de Fernández, pero usarlas con mayor destreza.

Es probable que la pieza central del programa económico sea una reestructuración de la deuda de US$ 105 mil millones de Argentina con los tenedores de bonos extranjeros (que no incluye la deuda con el FMI). Esto lo llevará a cabo el nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, un académico con poca experiencia política que se especializa en negociación de deudas. Él ha propuesto que Argentina difiera el pago de intereses y capital por los próximos dos años. Los analistas suponen que terminará exigiendo mayores concesiones a los acreedores. Los precios de los bonos sugieren que los mercados esperan un recorte implícito, un descuento en el valor nominal de los bonos, de casi el 50%. “Cada dólar que no usemos para la deuda se destinará a la recuperación en casa dirigida por el consumidor”, dijo Guzmán a sus nuevos colegas.

La idea de pagar a los acreedores extranjeros menos de lo que se les debe es popular. También lo serán los planes de Fernández para aumentar los salarios de los trabajadores del sector público y mal remunerados y aumentar las pensiones.

Las ideas para controlar la inflación son poco ortodoxas. El nuevo gobierno puede mantener un límite en los precios de los servicios públicos que debían expirar a fines de 2019. Se espera que mantenga los controles de capital introducidos por Macri como una medida de emergencia para frenar la depreciación del peso y alcanzar un pacto con empleadores y sindicatos para mantener bajos los precios y salarios. (Esto puede significar que los salarios aumentarán en menos de lo que ha implicado Fernández).

La gran pregunta es si ese paquete puede excluir las cosas que obstaculizan el crecimiento contra las cuales los peronistas hicieron campaña. Eso es improbable. El nuevo gobierno no quiere retirar los US$ 11 mil millones restantes de su préstamo del FMI, pero aún tendrá que lidiar con el fondo. Es probable que el FMI acoja con beneplácito un recorte en la carga de la deuda del sector privado (facilitando que Argentina reembolse el fondo). Es probable que ambos tipos de acreedores insistan en un superávit fiscal primario, es decir, antes de los pagos de intereses, lo que significa más austeridad de la que tiene en mente Fernández. Existe una especulación preocupada de que el banco central pagará promesas como pensiones más altas imprimiendo dinero, a pesar de que se cree que su nuevo presidente, Miguel Pesce, es una opción segura. Si la política fiscal o monetaria es demasiado flexible, aumentará la inflación a pesar de que se planea contenerla.

Aunque Fernández está volviendo a usar algunas de las técnicas utilizadas por su predecesor peronista, está ansioso por señalar que no repetirá sus excesos. “Este es el equipo económico de Alberto, y él estará a cargo en este frente”, dice un asesor. Sin embargo, el nuevo presidente no ha descartado los temores de que Fernández tendrá una influencia indebida. Guzmán obtuvo el ministerio de economía después de que vetó a otros dos candidatos, dice el asesor presidencial.

Ella intervino en la elección de los ministros de interior, defensa y seguridad. Sus partidarios estarán a cargo de las agencias que manejan los impuestos, las pensiones y el cuidado de las personas mayores, que tienen grandes presupuestos y empleos para ofrecer aliados políticos. Su influencia en estas áreas sugiere que reformar el estado no será una prioridad. Como vicepresidenta, Fernández es la líder del Senado y dirige el bloque peronista en la cámara, donde tiene una mayoría. Su hijo, Máximo, dirige a los peronistas en la cámara baja del congreso.

Fernández también ayudó a organizar el nombramiento de Carlos Zannini, uno de sus asociados más cercanos, como fiscal general. Zannini fue detenido preventivamente por su presunto papel en encubrir un acuerdo que Fernández había hecho con Irán para absolverlo de la culpa del bombardeo de un centro judío en Buenos Aires en 1994 en el que murieron 86 personas, incluido el terrorista. Su juicio se ha retrasado indefinidamente. Alberto Nisman, un fiscal que fue asesinado en 2015, había acusado a Zannini. Como el fiscal general, Zannini, quien fue liberado de la cárcel en 2018 y niega todos los cargos, dirigirá la unidad anticorrupción del gobierno y su equipo de abogados.

Alberto Fernández ya dejó en claro que no le preocupan las presuntas fechorías de sus altos funcionarios. Sostiene que Cristina Fernández y los miembros encarcelados de su gobierno son víctimas de “persecución política”. Ha declarado inocente a Zannini. “Le reivindicamos”, le dijo al nuevo fiscal general.

Fernández revivirá aspectos de la política exterior de su predecesora peronista. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, ha señalado un “compromiso” con Nicolás Maduro, el dictador izquierdista de Venezuela, que ahora será menos un paria regional. El nuevo gobierno de Argentina no aceptará en su forma actual un acuerdo comercial negociado por Mercosur, un bloque comercial de cuatro países, con la Unión Europea. Esto disminuirá las perspectivas de crecimiento de Argentina a largo plazo y aumentará la tensión con Brasil, el miembro más grande del bloque. Fernández y Jair Bolsonaro, presidente populista de Brasil, hablan de tener “relaciones pragmáticas”. Pero no hay forma de ocultar la escarcha. Bolsonaro no asistió a la toma de posesión de Fernández, sino que envió a su vicepresidente.

El gobierno de Macri se enorgullece de haber puesto fin al aislamiento económico que Cristina Fernández impuso a la Argentina. “Hemos pasado cuatro años sacando a Argentina de la congelación”, dice Jorge Faurie, el canciller saliente. “El miedo es que volveremos”. Los optimistas piensan que el cambio hacia la izquierda en la diplomacia facilitará que Fernández adopte una política económica moderada. Los argentinos deben esperar que sí. Lampadia




¿Una década pérdida en América Latina?

¿Una década pérdida en América Latina?

A continuación compartimos un reciente artículo escrito por The Economist que hace un breve recuento del contexto económico, político y social de lo que algunos llaman la segunda década “perdida” de América Latina, comprendida en los años 2010.

El análisis que hace el popular medio británico es muy ilustrativo por cómo descalifica toda comparación que puedan hacer los académicos o la prensa internacional de esta década con aquella de los años 80, siendo esta última mucho más crítica y generalizada en términos del devastador impacto económico que generó en los países, que hasta el día de hoy explicaría su nivel de desarrollo.

Por el contrario, la década del 2010, si bien estuvo caracterizada por profundos escándalos de corrupción y el fin del boom de los commodities, los marcos institucionales de tendencia liberal que dieron vida a una nueva América Latina a inicios de los años 90, exceptuando a Argentina, Nicaragua y Venezuela, han permitido netear estos vaivenes tanto internos como externos que afectan el desempeño de las economías.  Ello generó una suerte de estancamiento de la producción combinado con una lenta reducción de la desigualdad, ambos hechos que serían uno de los meollos que explicarían las actuales protestas en algunos países como Chile (ver Lampadia: Las causas de las protestas en la región) .

Pero como la evidencia para la región ha demostrado en la década de 2000 y aplica particularmente en el Perú (ver  Lampadia: Crecimiento, pobreza y desigualdad), ambas variables se retroalimentan entre sí, siendo el crecimiento económico un gran impulsor de la reducción de las brechas de desigualdad y de pobreza. Habiendo hecho esta última acotación, creemos que si bien esta década no es comparable con la de 1980 por las destrozas medidas económicas impulsadas, sí debiera llamar la atención a los políticos a encausar nuevas políticas que permitan retomar el crecimiento que tanta movilidad social ascendente generó en América Latina y que terminó por consolidar una clase media importante y resiliente en la década de los 2000, que supera las 180 millones de personas, según las últimas estimaciones del BID. Lampadia

La segunda “década perdida” de América Latina no es tan mala como la primera

Los años 2010 han visto estancamiento, pero no todo es triste

The Economist
12 de diciembre, 2019
Traducido y comentado por
Lampadia

Piense en el comienzo de 2010, cuando América Latina estaba inundada de optimismo. La región superó la crisis financiera mundial con solo una breve caída económica y sin daños a sus bancos. En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, preparándose para renunciar después de ocho años como presidente con un índice de aprobación del 75%, proclamó que su país había perdido su complejo de inferioridad. El auge de los commodities había sacado a decenas de millones de personas de la pobreza. La década de 2010, declaró Luis Alberto Moreno, del Banco Interamericano de Desarrollo, sería “la década latinoamericana”.

A medida que estos años llegan a su fin, los latinoamericanos podrían pensar que resultó ser una “década poco deshonesta”, para hacerse eco de la descripción de W.H. Auden de la década de 1930. Comenzó con una explosión, con un crecimiento económico del 5.9% para la región en 2010, que rápidamente se convirtió en un largo gemido. Desde 2013, el crecimiento ha promediado 0.8%, lo que significa que el ingreso por persona ha disminuido ligeramente. La ONU estima que el 31% de los latinoamericanos son pobres, la misma proporción que en 2010. La desigualdad de ingresos continúa disminuyendo, pero mucho más lentamente que antes de 2014. Luego están los descontentos políticos. Las encuestas muestran que los latinoamericanos ven a sus políticos como corruptos y cínicos. A más de una cuarta parte le gustaría emigrar, según Gallup, una empresa encuestadora. La ira popular ha estallado en protestas callejeras en media docena de países.

No es de extrañar que los años 2010 comiencen a ser denominados una “segunda década perdida” para América Latina. Sin embargo, una comparación con la década de 1980, la década perdida original, es instructiva. En 1982-83, los impagos de la deuda rebotaron en toda la región. Esto llevó a años de hiperinflación y austeridad. Para 1990, el ingreso por persona todavía era un 5% menor que en 1981, la tasa de pobreza había aumentado del 35% al 41% y, en términos reales, el salario mínimo era solo dos tercios de su nivel anterior. Políticamente, la década de 1980 fue traumática. La guerra de guerrillas se desencadenó en América Central, Colombia y Perú, mientras que los dictadores todavía estaban a cargo y los derechos humanos violan la norma en muchos lugares durante gran parte de la década.

De los problemas de la década de 1980, nació una mejor América Latina. Salió del estatismo y el proteccionismo y entró el Consenso de Washington orientado al mercado. Con todos sus defectos (cierto dogmatismo, privatización sin política de competencia y una tendencia a que los países tengan tasas de cambio sobrevaloradas) y omisiones (un descuido inicial de las redes de seguridad social), puso a la región en un curso más viable. El cambio a favor del mercado coincidió con una ola democrática que arrasó con los dictadores, todos excepto los Castro en Cuba. El gasto social aumentó, al igual que el acceso de las personas a la educación.

En la década de 1980, casi todos los países sufrieron caídas. En la década de 2010, el dolor se concentró en Venezuela, Brasil y Argentina, donde los gobiernos cometieron errores macroeconómicos. En otros lugares, las políticas son mucho más sólidas que en la década de 1980. Excepto en Argentina y Venezuela, la deuda es manejable. A pesar de las aberraciones de Venezuela y Nicaragua (así como de Cuba), la democracia ha mostrado resistencia. En medio de la recesión, Argentina vio esta semana una transferencia ejemplar de poder entre adversarios políticos.

En resumen, los años 2010 han visto un estancamiento, en lugar de una repetición del cataclismo de los años ochenta. Nada de esto es para minimizar la difícil situación de América Latina. Tiene que encontrar formas de volver al crecimiento en un mundo donde la economía se expande más lentamente, mientras toma medidas más audaces para reducir la desigualdad que la ha marcado desde mucho antes de la década de 1980. En la década que está comenzando, debe lidiar con un cambio demográfico en el que la fuerza laboral crecerá más lentamente que la población. En los países donde la agricultura y la pesca siguen siendo importantes, tendrá que hacer frente al cambio climático. Debe fortalecer el estado de derecho y reconstruir la confianza en la política democrática.

Quizás las mayores pérdidas en la década de 2010 fueron intangibles. La política latinoamericana ya no tiene héroes. En la década de 1980, para tomar dos ejemplos, Raúl Alfonsín en Argentina puso a juicio a dictadores militares y Luis Carlos Galán en Colombia desafió a los narcotraficantes, pagando con su vida. Hoy es difícil pensar en equivalentes. Lula, que podría haber sido uno, está empañado por casos de corrupción. Y hay un enorme déficit de nuevas ideas. El antagonismo con muerte cerebral entre el “neoliberalismo” (generalmente indefinido) y el populismo izquierdista aún es demasiado grande en el debate académico sobre la región. América Latina necesita mercados competitivos y estados más efectivos que redistribuyan mejor. En otras palabras, necesita un nuevo contrato social para una nueva década. Lampadia




¿Quién será Alberto Fernandez?

¿Quién será Alberto Fernandez?

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

Esta semana asumió la presidencia argentina Alberto Fernández, junto a su vice Presidenta (y para algunos, presidenta de facto) Christina Kirchner. Junto con el volvieron al poder en Buenos Aires las barras bravas de la política porteña:

  • los íntimos de Cristina como Carlos Zanini, quien estuviera procesado y preso por corrupción vuelve nada menos que como Jefe de los Abogados del Estado Argentino;
  • la Cámpora, el grupo peronista que conduce Máximo Kirchner (hijo de los  ex presidentes) paso a manejar dos instituciones claves para el clientelismo peronista: las pensiones y los subsidios  sociales[i], colocando en este último lugar nada menos que a su novia Luana Vulnovich[ii].
  • Los empresarios acusados de corrupción y que estuvieron presos por esta causa, como Cristóbal López, acusado de los “cuadernos de la corrupción argentina” y de haber lavado el dinero para la compra de los departamentos del edificio donde vive Cristina[iii], también volvieron a la Casa Rosada.

Alberto Fernández, al asumir el cargo a través de su discurso intentó por un lado llamar a la unidad y por otro no dejó dudas de que hará todo lo que este a su alcance para que a justicia no persiga a su vice presidenta. Ambas cosas, pese a sus gestos de cordialidad con el saliente presidente Macri, llevan a pensar que Alberto Fernández no será el presidente real de la Argentina, sino un émulo más de Cámpora, el breve presidente argentino que puso Perón desde el exilio y que fue, un testaferro político muy leal. La frase de aquella época era: “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”. La frase de hoy sería obviamente Alberto al Gobierno, los Kirchner al poder.

¿Sin embargo, este es el destino ineludible de Alberto Fernández?  ¿Haber sido únicamente el velo necesario para conseguir los votos que le faltaban a Christina para legar al poder? ¿Ser el testaferro político del Peronismo siglo XXI? O, lo que es peor, ¿ser solamente el puente hasta que Christina se deje de disimulos y tome las riendas del poder por mano propia, como lo hizo Perón en 1973?

Creemos que no.

Alberto Fernández puede seguir un destino propio. Puede ser el Lenin Moreno de la Argentina. El mandatario a quien se digitó para una conducción calculada y a quien pensaba dirigir desde Bruselas el ex gobernante Rafael Correa, pero que resulto tener juego propio, iniciativa, autonomía y coraje para ejercer el poder conseguido del voto popular. Contra esta posibilidad en la Argentina, de un Alberto Fernández autónomo, conspirará como siempre la tenaza peronista que aprieta desde el congreso, los sindicatos y hasta las uniones empresariales mercantilistas. Contra esa posibilidad jugarán desde luego los peronistas afines a Christina, quienes no dudarán en cesarlo. Por esta razón, no es casual que, pese a los malos modales de Christina con el presidente saliente, Alberto Fernández si se haya fundido en una largo abrazo con Mauricio Macri en la toma de poder y haya aludido en más de una ocasión los slogans del partido radical opositor, para enviar una señal en ambos casos a la oposición argentina. Alberto, puede comenzar su propio juego antes y no esperar a sentir tras la nuca la respiración cercana de sus partidarios que vendrán a anunciarle el relevo. Allí puede ser demasiado tarde. Puede actuar con sus cercanos dentro del peronismo y la oposición y pasar de ser un Cámpora del siglo XXI a ser un émulo de Lenin Moreno.

Sin embargo, también cabe una posibilidad un poco más dramática. Que Alberto Fernández sólo siga los destinos de Alberto Nisman, el Fiscal que se “suicido”[iv] en la víspera del día que iba a acusar a la ex presidenta Cristina. No se puede saber si el “suicidio” sería personal o político, pero puede ser una posibilidad en la trama política Argentina, que no se guarda nada. Por esta misma razón, tal vez a Alberto, no le quede otro camino que ser Alberto Fernández, como en Ecuador no le quedó otro camino a su presidente que ser Lenin Moreno y librar a esa nación también del designio de otros.

¿Tendrá el coraje de hacerlo? Sólo el tiempo lo dirá. Lampadia

[i] https://marcelobonelli.cienradios.com

[ii]  Los otros funcionarios del nuevo equipo económico de Alberto Fernandez. www.infobae.com

[iv] Las investigaciones realizadas por este hecho concluyeron luego de que se trató de un homicidio y los policías encargados de su custodia se hallan procesados por tal hecho.




No culpe a las políticas favorables al mercado por el descontento de América Latina

Chile sigue siendo un modelo para otros países de la región.

The Economist, 2 de noviembre de 2019
Traducido y comentado por
 Lampadia

Para los defensores de los mercados libres en América Latina, octubre fue un mes sombrío. En Chile, la economía favorita de los vendedores libres en la región, las protestas contra el aumento de las tarifas en el metro de Santiago se convirtieron en disturbios y luego se convirtieron en una marcha de 1.2 millones de personas contra la desigualdad y los servicios públicos inadecuados. Sebastián Piñera, el presidente de centroderecha, despidió a algunos funcionarios y prometió reformas. En Argentina, los votantes expulsaron al presidente proempresarial, Mauricio Macri, después de un mandato. En cambio, eligieron a Alberto Fernández, cuyo movimiento peronista prefiere un estado musculoso a mercados vigorosos.

Ambos países se están levantando contra gobiernos “neoliberales”, afirmaron políticos y expertos. Nicolás Maduro, el dictador socialista de Venezuela, tuiteó elogios para el pueblo “heroico” de Argentina y para los “nobles” de Chile. En esto, habla por gran parte de la izquierda.

Su alegría está fuera de lugar, porque las suposiciones detrás de esto están equivocadas. A pesar de sus defectos, Chile es una historia de éxito. Su ingreso por persona es el segundo más alto en América Latina y cercano al de Portugal y Grecia. Desde el final de una dictadura brutal en 1990, la tasa de pobreza de Chile ha caído del 40% a menos del 10%. La inflación es constantemente baja y las finanzas públicas están bien administradas.

Argentina es un fracaso, pero no por las razones que imagina Maduro. Su economía está en recesión, la inflación supera el 50% y la tasa de pobreza supera el 35%. Esto no fue causado por el “neoliberalismo” de Macri. Heredando un desastre económico en 2015, cometió errores de táctica y sincronización, entre ellos la duda en reducir el déficit fiscal. Pero los problemas subyacentes provienen de décadas de mala gestión, en gran parte por parte de los gobiernos peronistas, que han llevado a incumplimientos reiterados, crisis monetarias y alta inflación. Casi el doble de rico que Chile en la década de 1970, Argentina ahora es más pobre. Se beneficiaría de ser más como su vecino liberal.

Este no es un argumento para la complacencia en Chile. El modelo chileno, elaborado en la década de 1970 por economistas formados en la Universidad de Chicago, exigía un estado pequeño y un papel importante para los ciudadanos en la provisión de su propia educación y bienestar. Ha evolucionado: hay, por ejemplo, más dinero para los alumnos pobres; pero los chilenos todavía se sienten desatendidos por el estado. Ahorran para sus propias pensiones, pero muchos no han contribuido lo suficiente como para permitir una jubilación tolerable. Los tiempos de espera en el servicio de salud pública son largos. Entonces la gente paga más por la atención. El acceso a la universidad se ha expandido, pero los estudiantes se gradúan con deudas altas, solo para descubrir que los mejores trabajos son para personas con conexiones familiares.

Chile carga poco a los ricos. Los oligopolios se han coludido para fijar los precios en las industrias, desde las drogas hasta las aves de corral. La desigualdad de ingresos es más baja que el promedio regional, pero es alta para los estándares de los países ricos. Más de una cuarta parte de los trabajadores están en trabajos informales. Incluso los chilenos de clase media viven en viviendas estrechas. Detrás de la rebelión de la subida de las tarifas yace una sensación generalizada de injusticia.

Con finanzas públicas saludables, Chile puede afrontar estos agravios. Piñera planea gastar más en pensiones. Busca acelerar el paso de un esquema para cubrir enfermedades catastróficas. Creará un nuevo tramo superior del impuesto sobre la renta del 40%, cinco puntos más que la tasa actual. La reforma debe ir más allá. Los destructores de confianza deben tomar medidas enérgicas contra los oligopolios. Los chilenos necesitan atención médica más barata y rápida y mejores escuelas. El sistema tributario depende del IVA para casi la mitad de los ingresos, y el IVA, aunque eficiente, es regresivo, por lo que el estado debería tomar menos o redistribuir más.

Fernández, ante una crisis económica en Argentina, tiene una tarea más difícil. Tendrá que renegociar la deuda (una vez más), mantener una política fiscal estricta y restablecer la confianza en el peso. No puede aliviar el dolor aumentando el gasto público. Ya es más del 40% del PBI, en comparación con el 25% en Chile. A la larga, Argentina necesitará un estado más pequeño y un sector privado más competitivo. Mientras que Piñera arregla el modelo chileno, Fernández haría bien en emularlo. Lampadia




¿La Argentina seguirá siendo devorada?

¿La Argentina seguirá siendo devorada?

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

En “Macri y la tenaza peronista” (Lampadia 07.10.2015), erré al creer que el cerco peronista conformado en esa elección por los candidatos Daniel Scioli y Sergio Masa impediría la llegada de Mauricio Macri al poder. El hastío de los argentinos con el populismo delictivo de los señores Kirchner pudo más. Fueron derrotados y Macri es hasta hoy, el presidente argentino. Sin embargo, en aquella misma ocasión, describí como funciona esa tenaza cuando uno que no es peronista llega al poder y como aquella, a través de sindicatos, corporaciones y grupos violentistas, le impide ejercer el poder adecuadamente.Subvenciones, subsidios, pensiones, dádivas y privilegios sindicales (…) han logrado asalariar al electorado argentino, al punto que más de la mitad de la población argentina respalda al peronismo, en todas sus vertientes y facciones y no está dispuesto a un cambio, menos si este significa trabajar más recibir menos y ahorrar un poco”.

Tal cual.

Mauricio Macri no pudo librarse durante su gobierno de la tenaza peronista engendrada desde hace más de 70 años y tuvo que optar por el gradualismo en la reforma. Devaluó a medias, desreguló a medias, eliminó los subsidios a medias, redujo el gasto a medias y por lo tanto, no pudo reducir los gastos estatales y la presión fiscal sobre los contribuyentes, sino a medias. Esta tenaza le impidió sincerar la economía argentina. Logro permanecer en el poder, pero no logró ejercerlo a cabalidad y mucho menos corregir los males endémicos de esa sociedad. (ESPERT. LA ARGENTINA DEVORADA. 2017. P. 19)

La lógica consecuencia de lo anterior es que el gobierno del ex presidente de Boca Juniors no pudo contentar ni a unos ni a otros y hoy, después de quedar relegado en las elecciones primarias, va segundo en las preferencias electorales para las elecciones de este 27 de octubre, será derrotado por el colombroño de la señora Cristina Fernández de Kirchner que va de careta del tercer kirchnerismo y probablemente no llegue a impedir un triunfo en primera vuelta de estos oponentes.

Sin embargo, la sola grilla electoral argentina nos muestra que el peronismo no solo atenazó durante 4 años al gobernante, sino que ganó la batalla antes de las elecciones, porque tiene en sus manos los tres primeros lugares. En el primer lugar de las preferencias el dueto Fernández – Fernández.  En el segundo lugar Macri, quien tuvo que aliarse con el senador peronista de derecha Picheto para poder conseguir votos de ese sector y el tercer lugar lo tiene otro ex peronista, el ex ministro Lavagna del gobierno peronista de transición de Duhalde. Dicho de otro modo, el peronismo llegará al poder gane quien gane, aunque en distinta medida.

¿Quiere decir esto que la Argentina no tiene arreglo?

¿Será verdad acaso que la Argentina desea seguir siendo devorada?

A juzgar por las preferencias electorales a la fecha, todo podría indicar que sí. Sin embargo, este proceso electoral también ha traído dos pequeñas candidaturas que permiten creer que, en ese país, hay posibilidades de arreglo y que el germen de una Argentina liberal, ya existe.

José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión son dos candidatos que han salido del molde. Se han ubicado fuera de la tenaza peronista y reivindican, con matices, una Argentina liberal. En particular José Luis Espert, para quien la Argentina vive “devorada por empresarios prebendarios que viven del proteccionismo y la dádiva estatal, sindicatos corruptos que actúan como empresas de interés particular o mafias y políticos funcionales a estas corporaciones que detentan el poder real es ese país”.  (ESPERT. LA ARGENTINA DEVORADA. 2017. P. 19)

Espert es quien mejor que nadie ha graficado y entiende una verdad, muy incómoda para los argentinos. El Peronismo es el engaño latinoamericano perfecto. Ha sido capaz de convertir un país del primer mundo (entre los 15 primeros del mundo entre 1875-1947 a partir de su posición en el ranking del PBI per cápita) en un país del tercer mundo y hacerles creer que eso es justicia social, desarrollo y bienestar.

“Es cierto sin embargo que en algo somos únicos: somos el único país que, habiendo estado en el top 10 de los países más ricos del mundo, no para de caer en el ranking internacional.” (ESPERT. LA SOCIEDAD COMPLICE. 2018, P 26)

La presencia de Espert en la grilla electoral y su perfomance en los debates presidenciales, nos lleva a pensar que sea cual fue el resultado, el germen de una Argentina que no desea seguir siendo devorada ya existe. Nada indica que Espert en una sociedad así pudiera tener posibilidades electorales en este momento.  Sin embargo, sus ideas podrían germinar mucho mejor si los argentinos indecisos y los que no son militantes a ultranza del kirchnerismo, suman fuerzas para impedir un triunfo en primera vuelta de Cristina Fernández, fuerzan un ballotage y permiten un mejor acomodo del tablero político en ese país. De lo contrario, no solamente será un país que siga siendo devorado, sino que es posible que pase a un modelo autocrático más cínico, que se mantenga en el poder sin reparos, ni alternancia, siguiendo los mandatos de La Habana y Caracas, como se ha visto en el fraude electoral boliviano que a toda cosa pretende mantener a Evo Morales por cuarta vez en el poder.

Argentina, no llores por ti.

Levántate e impide que te sigan devorando. Lampadia




Sobre el populismo y América Latina

Entrevista de ANIMA a Alex Kaiser y Gloria Álvarez

En Espacios Inseguros, programa de discusión política español, se invitó a Alex Kaiser y Gloria Álvarez a expresar su opinión sobre el escenario político en América Latina y cómo el populismo afecta al desarrollo, no solo económico, sino integral de todo un país.

Primero tocan la situación complicada de Venezuela y cómo es muy difícil que esta se normalice por la vía pacífica, destacando las peligrosas relaciones que tiene su gobierno con figuras perniciosas como organizaciones terroristas, narcotráfico y potencias mundiales. Álvarez, particularmente, indica que lo principal es analizar qué es lo que pasará con la gente en que está en Venezuela.

En cuanto al caso de México, la reciente llegada de André Manuel Lopez Obrador no augura algún cambio positivo para su país. Prueba de esto son sus accidentadas declaraciones en su propio programa y el sentimiento paternalista que ostenta hacia las personas más pobres de su propio país. Después, se indica que estos disparates no serían lanzados inocentemente, sino que son parte de una cortina de humo mejor planeada con la que AMLO busca apartar la vista de los errores de su Gobierno; por ejemplo, la cancelación de proyectos de inversión.

Llegando al caso de Chile, Kaiser plantea las bases del desarrollo – y la alta productividad – de su país. Se resaltan algunos puntos. En primer lugar, desde su concepción, la economía chilena ha tenido un fuerte componente liberal a favor de la actividad de mercado y las libertades individuales de la población. Es así como Chile se convierte en una de las economías con mayor ingreso per cápita en el mundo emergente. Kaiser hace énfasis el componente democrático que garantizó la existencia de las instituciones, lo cual preparó el campo para un mercado sumamente eficiente. Para concluir su discurso, Kaiser resalta que el pertenecer a la cultura latinoamericana implica tener que enfrentar unos costos de transacción muy altos.

Posteriormente, los invitados resaltan los efectos negativos que han sido causados por algunas políticas asistencialistas en Argentina y Brasil. Los puntos más importantes llegan cunado Kaiser y Álvarez analizan la situación de España, de Podemos y sus políticas. Se resalta el mal manejo que se ha hecho del presupuesto fiscal en España y un pésimo sistema de distribución que no ha generado un crecimiento auspicioso en el país. Además, se brindan ciertos datos importantes para tomar en cuenta y que develan la naturaleza irregular (y hasta ilegal) del manejo de fondos del Estado por parte de los políticos españoles. También se hace hincapié en que estas ineficaces políticas tienen mella en la percepción del español hacia su Gobierno y promueven otras iniciativas más extremas como el independentismo catalán.

Finalmente, se hace una conclusión más general, con la cual se puede ver que las naturalezas populistas de distintos Gobiernos en varios países crean un sentimiento de envidia hacia el sector de la población que ha salido de la pobreza y ahora es considerado como “ricos”. Esto se ve potenciado por las trabas que imponen distintos Gobiernos al libre mercado y las colusiones que este tiene con las élites empresariales. De tal forma, el énfasis de los invitados es que uno no debería culpar a los políticos que están a cargo de las arcas del Estado, sino que deben tomar al toro por las astas y hacerse cargo de su propio destino. Esto se podría ver plasmado en el espíritu emprendedor de cada persona y su afán por entrar a competir al mercado para buscar un mayor bienestar económico. Más detalles se encuentran en la misma entrevista y se recomienda dicho material a fin de comprender mejor por qué para América Latina, y otros países del mundo, se le es tan complicado llegar a un auténtico progreso económico.

Ver:

Lampadia