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La pobreza total del Perú no se puede calificar de crónica

La pobreza total del Perú no se puede calificar de crónica

Un reciente informe llamado “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe” escrito por Renos Vakis, Jamele Rigolini y Leonardo Lucchetti, tres miembros del staff del departamento de Reconstrucción y Desarrollo del Banco Mundial, sostiene que uno de cada cinco latinoamericanos se encuentra en situación de “pobreza crónica” y que, específicamente en el Perú, ésta llega al 24.4% de la población al 2012. Sin embargo, esta información hay que tomarla con pinzas ya que muchas veces estos informes no hacen un análisis muy fino de las realidades particulares de cada país, y están más dirigidos a movilizar voluntades políticas en determinada dirección.

Existen varios problemas con este análisis. Primero hay que empezar definiendo qué es pobreza crónica. En ninguna parte de dicha publicación se hace la precisión. Se da a entender, con gráficos y leyendas, que pobreza crónica se refiere a quienes han sido “olvidados”, estarían tratando de subsistir con menos de US$ 4 día tras día por persona y no habrían podido despegar de su condición en los últimos años de crecimiento económico.

Sin embargo, en otras fuentes,como por ejemplo en los análisis de la OECD, se define la pobreza crónica como “la pobreza extrema experimentada durante muchos años, toda una vida, o que perpetúa de generación en generación”.  Acá hay una gran diferencia entre considerar a quienes no viven perpetuamente en pobreza (subsistir con menos de US$ 4 día) o pobreza extrema (subsistir con menos de US$ 1.5 día).

Afirmar que en el Perú, al 2012, existe una pobreza crónica de 24.4% (igual a la pobreza total) es una falacia.El término “crónico” implica inetabilidad, permanencia, imposibilidad de revertirse, etc. Es un término mal usado para transmitir la situación de pobreza en la región. Simplemente no puede existir más pobreza crónica que pobreza total de la población, cuya reducción ha sido sumamente dinámica. Como se puede observar en el gráfico inferior, las tasas de pobreza están disminuyendo constantemente y seguirán haciéndolo.

Si análizamos el informe por su extremo absurdo, tendríamos que considerar que en el año 2004, la pobreza crónica habría sido de 58.5%. Esta cifra se ha reducido en la última década, llegado a 23.5% a finales del año pasado. Por lo tanto, por lo menos una proporción importante de estos “pobres crónicos” habrían dejado de serlo en una década. Eso desvirtua el uso de la calificación como “crónico”.

Sorprende que algunos analistas y economistas tomen esta definición como “face value”, que no apliquen su criterio para dar contexto y profundidad de análisis al tema. Por otro lado, este documento es responsabilidad de unos funcionarios del Banco Mundial, no es un documento oficial del Banco.

La razón por esta acelerada reducción se basa en que con un crecimiento alto y sostenido se puede luchar contra la pobreza. Como afirma un estudio de Macroconsult, por cada punto porcentual de crecimiento del PBI, la pobreza se reduce en 0.66%. El crecimiento económico ha sido la mejor política de inclusión social.

En la última década hemos demostrado que podemos salir de la pobreza creando más riqueza. La pobreza, crónica o no, se ha reducido de manera sorprendente. El mismo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, destacó que Perú se ha convertido en la “envidia del mundo” por su “sobresaliente” crecimiento económico en la última década, que ha permitido sacar de la pobreza a millones de peruanos.

El problema de este informe es que intenta generalizar al Perú con el resto de países de la región, y no considera nuestra realidad. Habla sobre el crecimiento en entre el 2000 y el 2012, que es de 2.5 % en América Latina, la reducción de desigualdad de la región en cinco puntos porcentuales según el coeficiente de Gini (de 0.57 a 0.52 en el mismo periodo) y la reducción de la pobreza y pobreza extrema, 16% y 50% respectivamente.

Las cifras del Perú son mucho más alentadoras. Recordemos que el Perú ha tenido un crecimiento constante de alrededor de 6.5% en la última década y nuestra desigualdad se redujo en casi 9 puntos porcentuales, bajando de 54.1 a 45.3. Con respecto a la reducción de pobreza, la tasa ha disminuido en 60%, y la pobreza extrema en 70.2% (como se puede visualizar en el gráfico).

Lo que sí debemos hacer es retomar el crecimiento económico, esa es la manera más eficaz de combatir la pobreza, fomentando la inversión privada y el funcionamiento de los mercados. Casi 85% de la reducción de la pobreza desde el 2004 se debe exclusivamente al crecimiento económico. No como dice un reciente despacho del INEI: “Gracias a la inversión pública y a los programas de inclusión social del Gobierno, un millón de peruanos salieron de la pobreza entre los años 2011 y 2013”. El crecimiento ha beneficiado fuertemente a todos los niveles económicos y a casi todas las regiones; y en las palabras del Banco Mundial, “la estabilidad macroeconómica y los niveles récord de crecimiento sostenido han proporcionado el espacio para mejorar las oportunidades de ingreso para los peruanos. Estas oportunidades han beneficiado más que proporcionalmente a los pobres, sobre todo en años recientes”.

No hay que dejarse llevar por estudios ni desalentarse por cifras alarmantes. El Perú ha experimentado un proceso muy positivo en la reducción de la pobreza. Sin embargo, todavía existen 7.3 millones de personas en situación precaria y 1.4 millones de pobres extremos. Motivo por el cual, nuestra agenda pendiente debe seguir privilegiando el crecimiento económico, apostando por la mejorar la educación, cerrar las brechas de infraestructuras y seguir mejorando sustancialmente a la población y, no extremar el juego político autodestructivo como el que ahora nos abruma y paraliza. Lampadia




El Perú no es igual a ningún otro país

El Perú no es igual a ningún otro país

Informalidad

Últimamente se está discutiendo sobre el tema de la informalidad, muchas veces calificándola como un problema o como “un elefante que todavía no hemos sacado del closet” y hasta dándole un tinte delictivo. Otras veces se le confunde con actividades abiertamente delictivas como el narcotráfico asociado al terrorismo, la tala ilegal, la minería ilegal y el contrabando armado.

El 70% del empleo es informal según las cifras oficiales, pero eso no nos hace un país informal. El empleo adecuado llega al 65% de la PEA (se ha duplicado durante los años de crecimiento de la economía). Más allá del proceso histórico que dio origen a este fenómeno, es evidente que ha llegado el momento para superar esta situación que tiene más que ver una “formalidad excluyente” y con normas laborales que están entre las más rígidas del planeta.

Pero también tiene que ver con la naturaleza de los peruanos, con su vocación por ser independientes, empresarios o emprendedores. En el siguiente cuadro podemos ver que el 93% de la élite universitaria, recientemente convocada por IPAE al último CADE Universitario, desea ser empresario:

Ver aqui encuesta del CADE Universitario 2014

Otro ángulo de las recientes discusiones, es que se sigue creando mitos sobre la supuesta incultura, falta de respeto por las normas y tolerancia de los peruanos con la corrupción. Esto es solo producto de análisis superficiales que se entretienen en los aspectos negativos, sin mirar el conjunto de la sociedad e información que amplíe el horizonte de análisis. Por ejemplo, veamos un reciente editorial de El Comercio que comentamos en Lampadia, ver: Roban pero hacen obra.

El Comercio comentó: “Aún una tercera explicación puede tener que ver con la informalidad. Una especie de “a mí no me importa lo que ese señor haga con mis impuestos porque yo no pago impuestos”.  (…) Naturalmente, caben varias explicaciones más. Pero una cosa es segura en todas las opciones: esta desvalorización de – o este cinismo frente a– la decencia significa, por un lado, un problema para nuestra democracia. Pocos incentivos hay en nuestra política para que las personas realmente rectas entren en ella, (…) al menos como sociedad, (…) no parecemos tener mucho autorrespeto. (…) el hecho es que no aspiramos a tener como líderes a personas que podamos realmente respetar”.

En Lampadia agregamos. “¿Qué reflexión habría que agregar al comentario del editorial, sobre los peruanos (3´000,000) que viven en el extranjero? Ellos no se pasan las luces rojas; cumplen las leyes; son solidarios, pues remiten unos US$ 3 mil millones anuales a sus familiares en el Perú. Incluso, algunos de ellos llegan a ser alcaldes y representantes políticos, sin que nadie los tilde con él: “roban pero hacen obra”.

Lo que está muy mal en el Perú no es el ciudadano, sino el sistema: La estructura política, el sistema electoral, la desacreditación de los partidos políticos (que se la ganaron solos), una pésima regionalización, ausencia de un servicio civil meritocrático que se aleje del compadrazgo y el favor político de turno, un buen sistema de control que no debe ser un impedimento a las buenas decisiones públicas, superar los niveles de corrupción y la impunidad en los estamentos del Estado.

Veamos otros datos de la encuesta que hizo IPSOS en el CADE Universitario, que reflejan que nuestros jóvenes están listos para superar las limitaciones comentadas:

La informalidad debería ser analizada desde una perspectiva más amplia, tal vez desde el siguiente enfoque: “Formalidad Excluyente e Informalidad Limitante”.

Un apagón de 30 años

Algo parecido sucede cuando se compara al Perú con otros países sin reparar que acá se “apagaron las luces” durante 30 años (60s, 70s y 80s). Se prohibió la inversión privada en el campo, la minería, la pesca y hasta en el turismo. Se condenó a las regiones a la exclusión y se empobreció a todo el país: ciudadanos, empresas y Estado. Por esta razón es que tenemos agendas pendientes que todavía no hemos podido superar a pesar de los grandes avances de los últimos 20 años.

Tenemos una agenda pendiente que podríamos llamar “social”, pues abarca a la educación, salud, instituciones, infraestructuras, tecnología y pobreza. Pero también tenemos otra agenda pendiente, que podríamos llamar “productiva”, que explica el atraso productivo en la puesta en valor de nuestros abundantes recursos naturales en minería, pesca, energía, forestería y biodiversidad.

En resumen se puede decir que hablar de los problemas y oportunidades del Perú, requiere miradas amplias y profundas. Nuestro país está destinado a ser uno muy exitoso, sin pobreza y con bienestar general, solo tenemos que hacer las cosas relativamente bien. Por eso es muy importante hacer un esfuerzo para entenderlo y explicarlo mejor. Lampadia




Ranking de Competitividad Mundial 2014: Resultados

Ranking de Competitividad Mundial 2014: Resultados

La semana pasada, el Institute for Management Development (IMD) publicó el Ranking de Competitividad Mundial de 2014, en el que se analiza la facilidad para hacer negocios en 60 economías. A continuación, desarrollaremos los principales resultados del reporte.

El primer lugar fue ocupado por EE.UU., gracias al repunte en su economía, a partir de la mejora en el nivel de empleo y su dominio en temas de infraestructura y tecnología. Asimismo, Suiza, Singapur y Hong Kong continúan mostrando una alta competitividad a nivel internacional gracias al desempeño de sus exportaciones, la eficiencia en sus negocios y las cualidades para la innovación con las que cuentan.

Por otro lado, de acuerdo con el ranking, los países europeos se recuperaron gracias a la mejora de sus economías: la Unión Europea viene registrando tasas de crecimiento trimestrales positivas y crecientes desde el segundo trimestre de 2013, según cifras de Eurostat. Así, tenemos a países europeos como Dinamarca, que está entre los primeros diez este año, uniéndose así a Suiza, Suecia, Alemania y Noruega. Cabe resaltar que países como Irlanda, España y Portugal ascendieron en el ranking elaborado por el IMD. No obstante, Italia y Grecia cayeron.

En cuanto a las economías asiáticas, Japón continúa un proceso ascendente en el ranking gracias a la devaluación de su moneda, política de Estado que viene elevando su competitividad en los últimos años, a costa de importaciones más caras y presiones inflacionarias. Asimismo, Malasia e Indonesia mejoraron sus indicadores, mientras que Tailandia retrocedió debido a la incertidumbre política que se vive en el país.

Finalmente, tenemos al bloque de países emergentes. En su mayoría, estos países cayeron en el ranking, debido a la desaceleración tanto del crecimiento como de los flujos de inversión en ellos. Por un lado, China retrocedió del puesto 21 al 23, por temas relacionados al ambiente de negocios que ofrece. Mientras que India y Brasil retrocedieron por ineficiencias en sus mercados laborales y en el manejo de sus negocios.
¿Y el Perú? Una evidencia más…

El informe elaborado por el IMD sostiene que el Perú ha retrocedido en materia de competitividad, al pasar de la posición 43 en 2013 a la 50 en 2014, ubicándonos así detrás de Chile y México en cuanto a los países de Latinoamérica. Este es el resultado de lo que no se viene haciendo en materia de políticas públicas para nuestra competitividad. Señores del Consejo de Ministros, ¿por qué hemos retrocedido?

Si bien es cierto que actualmente mantenemos, aunque sin profundizarla, una política comercial de apertura e integración al mundo que se forjó en décadas pasadas, la sola existencia de acuerdos de libre comercio no va a hacer que el país retome su crecimiento y tenga más competitividad. Recordemos que cada país cuenta con ventajas comparativas, las cuales son potenciadas gracias a instituciones modernas con poca carga burocrática; infraestructura (terrestre, aérea y portuaria) adecuada para facilitar el transporte de los productos; seguridad, tanto para el comercio como para el cumplimiento de contratos, entre otras variables.

Lamentablemente, el Perú no ha mejorado en prácticamente nada de esto. No ha avanzado como debe en integrarse con vías, en ampliar ni reformar fuertemente sus puertos ni aeropuertos, y mucho menos sus instituciones (en las que, día a día, retrocede con sobrerregulación inútil). Vivimos en un mundo dinámico, no estático. Si bien no hemos empeorado en materia económica, otros países continúan mejorando su ambiente de negocios e infraestructura para el comercio mucho más rápido que nosotros, y eso finalmente, en términos comparativos, nos rezaga frente al resto de países de la región y del mundo. El ejemplo más claro es el hecho de que la leve recuperación de países de la Unión Europea como España (39), Portugal (43) e Italia (46), les ha permitido avanzar en el ranking, a pesar de que muestran las tasas de desempleo más altas de Europa (26.5%, 17% y 12.4%, respectivamente, en 2013). Señor Ministro de Economía, ¿cómo es posible que el trabajo en competitividad no haya podido, en casi tres años de Gobierno, ponernos por sobre países que atraviesan crisis fiscales y económicas serias? ¿Cuál era su visión de futuro en 2011 y qué acciones tomó su sector al respecto?

No hace falta ser mago para saber que estamos perdiendo competitividad frente al resto del mundo. ¡Nos estamos quedando! Y esto no es una percepción, es una realidad. Esta señal nos llegó en abril de 2013, cuando el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publicó el Índice de Competitividad Global 2013-2014, en el que nuestra economía registró caídas en diversos pilares fundamentales. Según el reporte, los principales problemas del Perú son la ineficiencia burocrática, la corrupción, las restrictivas regulaciones laborales y la inadecuada infraestructura. Esto es totalmente distinto a lo que ocurre en Chile, que se ubica en la primera posición tanto en el ranking del WEF como en el del IMD, a nivel de Latinoamérica. Según el WEF, los bajos niveles de corrupción, un sistema institucional desarrollado y un Gobierno eficiente son las variables que han influido en el desarrollo de su competitividad. Es más, últimamente nuestro vecino del sur está buscando cambiar radicalmente el sistema educativo (el cual ya era considerado el mejor de la región). ¿Seguiremos de brazos cruzados? ¿Seguirá el Congreso trabajando en leyes para ponerle nombre al cielo? ¿Seguirán los ministros teniendo miedo de enfrentar a quienes se oponen a la inversión por campañas políticas? Nunca es tarde para empezar. Al menos, eso dicen…

[Puede ver el detalle de los índices más importantes en http://www.lampadia.com/indices]




El Perú renuncia al desarrollo y al bienestar general

El Perú renuncia al desarrollo y al bienestar general

A principio de año dijimos que el 2014 no era un año cualquiera: era crucial para el desarrollo integral, el último en el que el gobierno de Ollanta Humala podía emprender las reformas que mantengan el crecimiento económico adecuado y nos permitan dar el salto cualitativo al desarrollo integral. Dijimos que esto no era responsabilidad exclusiva del gobierno, sino de toda la clase política y las fuerzas vivas de la sociedad como el empresariado, la intelectualidad y los gremios.

Después de haber vivido activamente los primeros 5 meses del 2014, y de seguir varios eventos de debate sobre temas nacionales y participado la semana pasada en el Simposium del Oro y la Plata, tenemos que concluir que “el país no se está encaminando a que al cierre de este período de gobierno hayamos fortalecido nuestro camino al bienestar general”.

Cada día se hace más clara nuestra incapacidad para leer la realidad, apreciarla como un proceso y no con la noticia de la mañana (película y no foto), entender nuestro potencial, recoger las experiencias exitosas de otros países, y tal vez lo más importante, entender que todos los peruanos estamos al mismo lado de la mesa, de cara al futuro.

Veamos algunos elementos que nos han llevado a una conclusión tan dramática:

La película de nuestros avances

Durante los últimos 20 años, hemos crecido bien: a una alta tasa promedio, más en provincias, más en la sierra y la selva y más en las zonas rurales (ver: Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia). Hemos disminuido la pobreza con mayor impacto entre los pobres y las regiones más atrasadas. Hemos creado una pujante clase media. Ha disminuido la mortalidad y la desnutrición infantil. Se han cumplido las Metas del Milenio (sociales) dos años antes. Disminuido la desigualdad en cualquiera de sus mediciones. Se ha aumentado la productividad a niveles record. Invertido alto, principalmente en las regiones. Se ha creado empleo de calidad. Hemos formado el sector industrial más fuerte de nuestra historia. Diversificado la economía el galope. Le hemos dado un impulso extraordinario a la sierra rural. Nuestra deuda externa es mínima. Hemos creado un potencial de desarrollo integral, que solo podíamos soñar. El prestigio del Perú en el exterior, es magnífico, entre inversionistas y agentes multilaterales.

Lo qué dice el Perú oficial y la izquierda tradicional

El primer gabinete de este gobierno oficializó el lenguaje anti-minero. La educación y la salud no son negocio, dijo el Presidente de la República después del último Cade. Ahora nos dicen que nuestro último ciclo de crecimiento se parece al que tuvimos con el guano y el caucho (¿Qué se puede hacer con el Perú? Ghezzi-Gallardo). La informalidad es el gran elefante en el clóset que no hemos tocado como país (P. Ghezzi –Perú Summit). Crecimos porque tuvimos suerte. Se acabó el viento a favor. La productividad, el empleo y la distribución no han sido satisfactorios (Ghezzi-Gallardo, página 97). Nuestra producción no tiene valor agregado. Estamos entrando en la trampa de los ingresos medios. Nuestra producción está concentrada en minería, tenemos que diversificarla (Ver: entrevista a Piero Ghezzi, Perú21, 18/5/14).

A dos años del cambio de gobierno, sin liderazgo y con la anomía de la clase dirigente

Hemos parado el crecimiento de la inversión privada (Volvamos a prender el motor de la economía).

Establecido las regulaciones ambientales más exigentes del planeta (Radicalismo ambiental en el Ministerio).

Hemos parado el desarrollo de los proyectos mineros, petroleros y energéticos, como lo ha  hecho ver el ex ministro Luis Carranza: “La cartera de proyectos está estancada”.

Según Ricardo Briceño (en el Simposium indicado): “En minería, hemos pasado del ´Texto Único Ordenado´ de los años 90 y dos instancias oficiales, que permitieron la gran inversión en la minería moderna y responsable, a 180 regulaciones en muchas instancias distintas y en diferentes niveles de gobierno (nacional, regional, local y “social”). ´Hemos pasado de un Gantt a un plato de espaguetis´.

No queremos abrazar la viabilidad de nuestro crecimiento minero: Carranza: “El Perú tiene una ventana de oportunidad e 15 años para beneficiarse de su minería”.

Roberto Abusada: “La minería ha sido el centro de la cultura peruana por miles de años”.

María Alejandra Zegarra: “las inversiones mineras tendrían un impacto macroeconómico apreciable hasta el 2024 (…) agregarían alrededor de 2% al PBI (…) incrementarían el aporte al fisco en 143% hasta el 2024”.

Hemos apurado una regionalización (Toledo) que no definió correctamente las instancias de decisión, distribuyó funciones sin capacidades, regionalizó los departamentos sin fomentar sinergias económicas y sociales, se crearon señoríos feudales con capacidades discrecionales absolutas, sin pesos y contrapesos y sin segundas instancias. Se desarticuló la estructura del Estado y se eliminaron las capacidades de gobierno de un país unitario.

Al mismo tiempo hemos debilitado nuestras instituciones (Desaprobación general del sistema político). Dejado de reformar la educación pública (Ver: Una impostergable revolución educativa). No hemos avanzado lo suficiente en infraestructuras (Ver: “Infraestructuras: menos pobreza y más desarrollo”). Finalmente, hemos profundizado la distancia entre la política y la economía y la sociedad. Hemos debilitado la confianza (Ver: “Sin instituciones no hay desarrollo”) en nuestras instituciones, nuestros líderes políticos, el futuro del país y entre los propios peruanos.

Lo que se dice y se hace en el mundo emergente

Bill Gates: “En el mundo también hay buenas noticias que explican cómo, cada día, la humanidad está construyendo una sociedad más justa, más sana y con mejores oportunidades de realización personal”.

Sala i Martín: “¡No! El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”.

China: “en lugar de obtener aprobaciones, las empresas pueden hacer lo que no está prohibido”.

Neranda Modi, nuevo Primer Ministro de India, ha prometido regresar a un crecimiento económico alto, comprometiéndose a seguir la máxima de: “no red tape, only red carpet for investors” (nada de papeleo, solo alfombra roja para los inversionistas).

¿Queremos ser parte del mundo moderno y eliminar la pobreza extrema?

Cuando en CADE 96 se planteó la “Visión del Perú al año 2020”, teníamos que hacer un gran esfuerzo de imaginación, esperanza y optimismo. Hoy hemos construido la posibilidad de superar nuestros sueños más audaces.

Según el banco global HSBC en su publicación “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”), el Perú puede ser uno de los países que más crezca durante los próximos cuarenta años, alcanzando el lugar 26 entre las economías más grandes del planeta.

“Tener la capacidad de sacar al Perú de la pobreza y de aliviar el sufrimiento de millones de peruanos, sin dar la batalla con todas nuestras armas; a pesar de las evidencias, las oportunidades y las advertencias es: INMORAL”. Lampadia




Trampa del Ingreso Medio: Menor crecimiento por complacencia y falta de reformas

Trampa del Ingreso Medio: Menor crecimiento por complacencia y falta de reformas

Se conoce como “Trampa del ingreso medio”aquella situación en la cual un país emergente entra en un plató sostenido de estancamiento que detiene su convergencia hacia los niveles de ingreso de los países desarrollados. La experiencia internacional muestra que cuando los países superan el umbral de los US$ 10mil per cápita se encuentran en una etapa intermedia de desarrollo, y es cuando enfrentan el reto de adoptar las reformas necesarias para alcanzar el desarrollo integral y duradero.

¿Cuáles son las causas del estancamientoque lleva a caer en la trampa del ingreso medio? En un primer momento, un país de bajos ingresos puede crecer aceleradamente a partir de la mano de obra abundante y las reformas de mercado que apunten a asignar eficientemente los recursos productivos y a estimular el comercio. Este crecimiento “smithiano” (por Adam Smith), basado en la competitividad ganada por la especialización y la división del trabajo eventualmente empieza a agotarse.Entonces,la economía que alcanza plenamente su potencialproductivo debe buscar un crecimiento basado en la innovación como fuente principal para aumentar la productividad. En palabras de Paul Krugman “la productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”.

Entonces, la receta para evitar caer en la Trampa del Ingreso Medio es aplicar las reformas adecuadas que permitan generar un cambio cualitativo en la capacidad de realizar mejoras continuas en la competitividad de la economía, estimulando la productividad de la mano de obra.Varios factores influyen en esto. Existe consenso en que la baja calidad de la educación es un cuello de botella que limita nuestro potencial a largo plazo. En Lampadia ya hemos escrito sobre la necesidad de trabajar en una gesta por educación, pues urge aplicar políticas audaces para mejorar agresivamente el capital humano.  Igualmente, invertir audazmente para cerrar la brecha de infraestructuras que en el Perú ya alcanza los US$ 88 mil millones de dólares en agua y saneamiento, telecomunicaciones, energía y transportes (puertos aeropuertos, carreteras, caminos), por un lado, y las de educación y salud por otro. Todo vital para: i) mejorar las condiciones de vida de la población; ii) reducir costos innecesarios y cuellos de botella y  iii) mejorar la competitividad y el clima de negocios.

La agenda pendiente para dar el salto a un desarrollo integral y duradero incluye además una reforma que mejore la calidad y la confianza en las instituciones. En el Perú, estamos lejos de lograr los estándares mínimos requeridos para una transición hacia el estadio de los países avanzados. Nuestra situación en áreas como resolución de conflictos, seguridad ciudadana, corrupción, estructura política o calidad y acceso de la justicia,  muestra grandes deficiencias. Estas situación debilita la confianza en todas las instituciones y, eventualmente, llevaal desprestigio de los gobiernos, y de la clase política, lo cual afecta la gobernanza y la calidad de las decisiones del sistema político.

Por otro lado, en el caso peruano, además de las reformas, tenemos un elemento adicional para tratar de no caer en un estancamiento futuro: no hemos llegado aún a nuestro potencial productivo. En efecto, dado nuestros enormes recursos minerales, forestales, pesqueros y gasíferos, aislados durante largo tiempo de la inversión privada, el Perú cuenta con un potencial gigante para aumentar su base productiva, generando industrias conexas a nuestros sectores primarios, sin que esto excluya otros desarrollos industriales. No obstante, dada la “tramitología”, el ruido político y la ineficiencia del Estado para atraer inversiones, el reto de nuestros economistases siendo cómo hacer que esto no siga solo como un potencial y se pueda desarrollar sin afectar nuestros equilibrios macroeconómicos.

Los elementos en los que la clase política debe generar consensos y una agenda para alcanzar la convergencia al mundo desarrollado los hemos denominado previamente en LampadiaLos triángulos del futuro. Sin duda, la historia nos ha demostrado que solo las sociedades que han puesto el futuro como el centro de la agenda del presente son aquellas sociedades que han alcanzado la prosperidad.  Nuestros políticos deben comprender que éste es el momento de aplicar las medidas que permitan dar el gran salto aun desarrollo integral y duradero.




Sin reformas nunca alcanzaremos la calificación de riesgo A

Sin reformas nunca alcanzaremos la calificación de riesgo A

Es indudable que la percepción de riesgo sobre la economía peruana ha venido cayendo a lo largo de los años. Instituciones internacionales de prestigio han destacado en múltiples ocasiones, incluso con más confianza que los propios peruanos, la solidez de nuestra deuda (ver: Midiendo la solidez de la deuda del Estado Peruano). En Lampadia, ya hemos reseñado en diversos artículos cómo el buen manejo macroeconómico, la acumulación de reservas, la favorable posición financiera externa y la salud de nuestro sistema financiero han reducido la vulnerabilidad de nuestra economía (ver: Deuda peruana es la menos vulnerable). Hasta ahora, lo que ha primado para avanzar en la calificación ha sido la seguridad sobre nuestra capacidad de servir la deuda.  Sin embargo, nuestra calificación se encuentra en el rango B, mientras que Chile y México tienen calificaciones en el rango A. ¿Qué necesita el Perú para dar ese importante salto en su apreciación de riesgo externo? 

En una reciente entrevista publicada en Gestión, Jaime Reusche, vicepresidente y analista senior de Moody’s Investor Service explica por qué Chile tiene una calificación Aa3, cinco escalones más altos que el Baa2 del Perú. El especialista señala que las diferencias son cualitativas y están asociadas a la calidad institucional, al nivel educativo de la población, al nivel de confianza en el Poder Judicial, un aceptable nivel de gobernabilidad y tener un consenso social básico sobre la estabilidad del modelo. Estos son aspectos en los que el Perú viene fallando sistemáticamente y en los que Chile ya ha avanzado.

Reusche señala además que no solo se trata de atender los temas relacionados a la competitividad. “Por ejemplo, está el hecho de que no hay tanta cohesión social. Siempre existen trabas a estas mejoras [reformas estructurales] en los distintos poderes del gobierno; o todavía no hay consenso en lo que se quiere hacer para incentivar a la inversión”. Esta batalla ya la ganaron México y Chile (los únicos países Latinoamericanos con calificación A). En el caso mexicano, el especialista remarca que hace un mes elevaron la calificación crediticia hasta el nivel A3, debido a las fuertes reformas estructurales que emprendió Peña Nieto, lo cual fue tomado por Moody’s como un cambio determinante del país frente a sus debilidades estructurales.

Debido a nuestra sólida posición fiscal, las perspectivas de crecimiento, y la buena trayectoria de los indicadores de deuda, en la próxima evaluación crediticia, el Perú debería mantener la actual calificación o mejorar un peldaño, pasando a Baa1. En cualquier caso, Reusche enfatiza que aún estaríamos lejos de llegar a la categoría A.

Nuestra Agenda Pendiente va más allá de los temas económicos. Comprende, fundamentalmente, la necesidad de mejorar la educación, nuestras instituciones (Sistema Judicial, Policía, Sistema de Partidos Políticos, etc.) y, cerrar las brechas en infraestructuras. Todo esto, sin descuidar el clima de inversión, que, cómo hemos visto viene deteriorándose continuamente (ver: Otra vez La Parada, esta vez en la inversión). Esta agenda no solo debe establecer los fundamentos para un desarrollo durable, sino que también debe atacar los obstáculos que Moody’s ha identificado para que el Perú alcance la categoría A. El gran reto es: i) impulsar esta agenda, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado; ii) acercarnos a un consenso social sobre el diseño y dirección del modelo de desarrollo; iii) lograr la cohesión de los distintos poderes del Estado y su articulación con los gobiernos sub nacionales.




Cifras y logros del Perú en el 2013 (preliminares)

Cifras y logros del Perú en el 2013 (preliminares)

Culminado el 2013, ya conocemos algunas cifras oficiales. En general los resultados fueron buenos: el PBI creció 5.3%, la inflación se ubicó dentro del rango esperado, se crearon más empleos adecuados (5.7% en Lima Metropolitana), mientras que el riesgo país se mantuvo bajo. Sin embargo, debemos estar atentos a potenciales riesgos como la desaceleración de la inversión del último trimestre. Es necesario que el Gobierno y su nuevo gabinete emprendan una campaña para recuperar el ritmo de crecimiento. En temas estructurales, la mala noticia fue el resultado de la prueba PISA (último lugar), por ello es urgente desarrollar una gesta por la educación.

El 2013 dejó cifras muy interesantes sobre el desempeño del Perú. En primer lugar, la economía creció 5.3%, un número destacable, que lo ubica al tope del ranking de crecimiento de la región, en medio de un mundo que aún no despega. Con ello el PBI per cápita nominal se ubicó en US$  6,787. La inversión total, alcanzó un récord de 28% del PBI, equivalente a US$ 57,000 (privada 21.5% y pública 5.8%), la cual debemos tratar de mantener. Por ejemplo, es preocupante la desaceleración registrada el último trimestre, en que la inversión privada creció apenas 0.5%, la más baja desde 2009 (crisis global agravada por las señales de enfriamiento del MEF bajo Valdivieso).

De alguna manera el 2013 es un parteaguas. Mientras países como Chile, Colombia y Perú,  donde se aplica modelos económicos orientados al crecimiento, la inversión y el bienestar, han mantenido buenos indicadores; los que aplicaron modelos politizados al extremo, ya sea por afán de poder o ideología, como Venezuela y Argentina, iniciaron su debacle social y económica. Estos últimos van ahora directamente al colapso por la insostenibilidad de sus políticas. En este mismo grupo, se puede incluir, con mucho menor impacto a Brasil, que siguió privilegiando el asistencialismo y descuidando la inversión privada, al punto que ya dejó de ser una de las estrellas de los BRIC, y en la región, está siendo reemplazado por México, como el país a seguir más de cerca.

En años donde algunos de nuestros vecinos como Venezuela y Argentina sufren por la inflación, reservas internacionales que se desploman, y elevados déficits fiscales, el Perú mostró sólidos resultados en estos indicadores. La inflación fue de 2.86%,  ubicándose dentro del rango meta (entre 1% y 3%). Mientras que las reservas internacionales cerraron en US$ 65.6 mil millones, suficientes para financiar 18 meses de importaciones. Mientras que el resultado el Resultado Económico del Sector Público no Financiero fue positivo por tercer año consecutivo, equivalente a 0.7% del PBI.

Las cifras del empleo a nivel nacional aun no están disponibles, pero se cuenta con los resultados de Lima Metropolitana, que representa buena parte de la PEA. Así, la buena noticia fue el crecimiento de 5.7% de la población adecuadamente empleada, que llegó a  representar el 59% de la PEA, continuando con la senda de crecimiento de los últimos años (ver Buena chamba crece 112%).

Parte fundamental de la atracción de capitales extranjeros es la nota que recibe la deuda peruana. El riesgo país (medido como el diferencial del rendimiento de la deuda nacional versus la de EEUU) fue 177 puntos, en diciembre,  uno de las más bajas de la región, lo que nos da espaldas para seguir captando inversión (ver Deuda peruana es la menos vulnerable), y que los fondos de inversión extranjera coloquen sus recursos en el Perú para financiar nuevos proyectos.

En educación, el último puesto alcanzado en la prueba PISA, es un reflejo de las grandes brechas por cubrir en educación, y que exigen una reforma urgente. De ello depende que incrementemos el potencial de crecimiento y el bienestar de las futuras generaciones. Los resultados en educación han presentado avances en algunas regiones, pero aun muy lentos.  Según el censo escolar 2013 que mide el rendimiento de los alumnos de segundo grado de primaria, el porcentaje que alcanzó el nivel satisfactorio de rendimiento en comprensión lectora se incrementó 2.1%, mientras que en matemáticas fue de  4.0%.

Recientemente Colombia pasó a ser la tercera economía de América Latina, alcanzando un PBI de US$ 350 mil millones, desplazando al cuarto lugar a una cada vez más alicaída Argentina (US$ 343 mil millones), que, según el NYT: “es un caso único de un país que completó la transición al subdesarrollo” (ver “The New York Times” critica al peronismo). El Perú debe seguir creciendo y asumiendo una acción decidida para enfrentar su agenda pendiente. Lampadia




¡Los ciudadanos queremos saber adónde vamos!

¡Los ciudadanos queremos saber adónde vamos!

Nuevo gabinete. Declaraciones contradictorias desde el gobierno. Guerra desatada contra la Primera Dama. Relaciones muy agresivas entre el gobierno y la oposición. La economía se enfría. Baja la inversión privada. Sube el dólar. Nuestros vecinos ponen trabas a la exportación de nuestros productos. China disminuye su crecimiento. Europa sigue complicada con alto desempleo. EEUU no llega a recuperarse del todo.

Venezuela está en medio de una profunda crisis económica y política. Argentina le sigue los pasos. La OEA ya fue desactivada por las instituciones chavistas como Unasur y la CELAC,ahora se puede asesinar a los propios ciudadanos sin que nadie pueda defenderlos. Los conflictos internacionales no se arreglan, empeoran y crecen:al gobierno de Siria no le pasó nada por los genocidios, el de Corea del Norte masacra a su gente en “campos de concentración”, igual o peor que los de los nazis, Rusia invade Ucrania.

Se vienen las elecciones locales y regionales, en las que la verdad, la realidad, los hechos y los análisis, son reemplazados por la oferta barata, el escándalo y la crítica sin sustento. Recordemos cómo en diciembre del 2010 éramos un país optimista con un proceso de crecimiento más inclusivo que nunca, y entramos en una feria de críticas, para terminar en marzo del 2011, pesimistas y desconociendo nuestra propia realidad. Como dice Mario Vargas Llosa: “lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años o seguir perseverando infinitamente en el error. Por eso, lo característico del subdesarrollo es vivir saltando, más hacia atrás que hacia delante, o en el mismo sitio, sin avanzar”.

El nuevo Primer Ministro tendrá pronto que hacer su presentación ante el Congreso de la República. Lamentablemente, los ciudadanos no escuchan esas presentaciones, y los medios rebotan, fundamentalmente, lo episódico. ¿Qué se puede hacer entonces, para que el ciudadano común tenga alguna idea sobre lo que se viene en el Perú?

En Lampadia creemos que antes de que el Primer Ministro haga su presentación oficial ante el Congreso, debiera hacer una conferencia de prensa para que todos los ciudadanos tengamos claro dos cosas: “De dónde venimos y adónde vamos”.

A continuación presentamos algunas ideas fuerza que podrían ayudar a construir ese mensaje:

En el Perú falta mucho por avanzar, pero en los últimos años hemos logrado muchas cosas, tal y como los confirman los siguientes indicadores:

  • Hemos reducido la pobreza de 58.4 en 2004 a 25.8% en 2012.
  • Hemos crecido a un promedio de 5.3% durante los últimos 15 años.
  • Hemos multiplicado el PBI per cápita por cuatro en los últimos 20 años.
  • Hemos reducido la desnutrición crónica infantil de 24.5% en 2010 a 13.5% en 2012.
  • Hemos reducido la mortalidad infantil de 43 a 17, por cada mil nacidos, entre 1996 a 2012.
  • Hemos sido el primer país en cumplir con las metas del milenio, dos años antes.
  • Hemos disminuido el riesgo país de 701 pts. (enero 1999) a 177 pts. (enero 2014).
  • Hemos batido el record de inversión, llegando al 27.6% del PBI en 2013.
  • Hemos logrado accesos privilegiados para nuestros productos al 95% de los países con los que comerciamos.
  • Hemos logrado que los ingresos del Gobierno General alcancen el 21.7% del PBI en 2012.
  • Tenemos reservas internacionales de US$ 65,000.  
  • El ahorro interno llega a US$ 47 mil millones (AFPs, reservas fiscales, etc.)
  • Entre el 2001 y 2012, se crearon 5.6 millones, un crecimiento de 112%, pasando de 40 a 60% de la PEA.
  • Se redujo la desigualdad de 0.545 en 1999 a 0.458 en 2010 (según el índice Gini).
  • Entre el 2005 y el 2011, la clase media aumento de 51% a 72%, según el Banco Mundial.
  • El mundo admira nuestros logros y lo expresa en múltiples formas.

Dado lo que viene ocurriendo en el mundo y en el Perú, debemos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer y lograr los peruanos? ¿Se han apagado las luces de nuestra prosperidad?

Si dejamos de pelear entre nosotros, promovemos la inversión y trabajamos juntos para lograr un país inclusivo y con oportunidades para todos, podemos:

  • Seguir creciendo por encima del 5% anual
  • Seguir reduciendo la pobreza entre 2% y 3% al año
  • Podemos atraer inversión productiva y de infraestructuras
  • Podemos seguir ampliando la red de carreteras, las postas médicas y las escuelas
  • Podemos seguir invirtiendo en mejorar la educación y la salud
  • Podemos crear un millón de empleos de calidad en los dos próximos años
  • Podemos sentar las bases para lograr que el 50% de la población tenga ingresos medios y altos al 2020, como lo proyecta el banco HSBC

El Perú es un país maravilloso, lleno de oportunidades, con gente creativa y trabajadora, con los mejores recursos naturales del planeta, solo necesitamos una visión positiva de futuro y creer, que, con solo nuestro esfuerzo y buena voluntad, podemos seguir el camino de la prosperidad y el bienestar general. Lampadia para el Gabinete Cornejo




Por un estado dirigido por los mejores profesionales

Por un estado dirigido por los mejores profesionales

El gobierno, pretendiendo corregir el desaguisado populachero del segundo gobierno de Alan García, dispuso la elevación de los topes salariales del Estado. Lamentablemente, se presentó de una forma tan torpe, que el domingo pasado, todos los periódicos titularon “se duplica el sueldo de los ministros”. Esperemos que la forma en que se ha planteado y difundido esta medida, no termine frustrando su ejecución. Ojalá los medios sepan aquilatar el fondo de esta norma y no hagan más escarnio de ella. 

Queremos que los peruanos se pongan las pilas para que los mejores profesionales trabajen en el Estado.

El sábado pasado el Gobierno promulgó una norma (Decreto Supremo 023-2014-EF) por la cual se dispone el incremento de remuneraciones de los funcionarios públicos, incluyendo: ministros, viceministros, secretarios generales y otros funcionarios públicos de libre designación y remoción, gerentes generales de regiones y gerentes municipales. Esta medida se enmarca dentro de la reforma de la administración pública que el Estado impulsará este año a través de la Ley del Servicio Civil para introducir incentivos para la meritocracia en la carrera pública, así como para atraer a los mejores profesionales al Estado.

En los últimos años, después de la equivocada norma de García, hemos tenido un Estado que no ha podido atraer, ni retener capital humano de la dimensión necesaria para el buen cumplimiento de sus funciones. El Perú ha crecido a un ritmo promedio de 6% en la última década por el dinamismo de la inversión privada -grande y pequeña-, y el esfuerzo de una pujante clase media emergente. Por su parte, el Estado ha sido casi siempre un gran obstáculo para destrabar inversiones, simplificar la “tramitología” y funcionar eficientemente en el servicio de los ciudadanos. Así, uno de los grandes cuellos de botella que hemos identificado para poder seguir creciendo a tasas elevadas tiene que ver con la baja productividad de la administración pública. En este contexto, uno de los aciertos del presente Gobierno fue la aprobación de la Ley del Servicio Civil, que busca retener a las personas talentosas y altamente calificadas de la administración pública e introducir los incentivos adecuados para que hagan carrera en el Estado. Este aumento de remuneraciones es una corrección para establecer una de las bases de esta gran reforma.

Nuestro Estado necesita con urgencia buscar el mejor capital humano disponible, y no solo desde el Perú, sino en todo el mundo. Sin duda, uno de los peores errores del Gobierno anterior fue la aprobación de la llamada “Ley de Austeridad” del 2006, que congeló demagógicamente los sueldos en el Estado, lo que ahuyentó a los funcionarios talentosos que se fueron, por necesidad, al sector privado o al exterior. Esta perniciosa Ley también introdujo una absurda jerarquía en las remuneraciones colocando en un tope de sueldo para Presidente, Congresistas y Ministros de 15,600 soles; es decir, priorizando remuneraciones en los cargos políticos, y subordinando las remuneraciones de todo el resto de la administración pública e un escalafón pernicioso. La consecuencia de esta medida fue debilitar la tecnocracia e incentivar la entrada de profesionales mediocres sin posibilidades de rendir en el sector privado, militantes políticos y allegados sin una preparación suficiente.

Es cierto que en el Perú los sueldos de los ministros están atrasados en comparación a Chile, donde un ministro gana US$ 15 mil dólares al mes, o México donde es remunerado con US$ 11 mil dólares. Esto es algo que debe corregirse. Sin embargo, lo que el Gobierno ha mostrado este fin de semana, es cómo no se debenimplantar las políticas. Ha sido de una tremenda  torpeza no explicar a los ciudadanos el contexto y los beneficios de la norma, incluso dando ventajas para que los rivales políticos aprovechen la ocasión para acusar al gobierno de “repartijas” e incluso algunos insinúen intentonas demagógicas por “levantar a las masas” para frenar la medida.

En Lampadia hemos insistido en la necesidad de una reforma del Estado. Como reseñamos en Reformas de Nueva Zelanda 25 años después, Nueva Zelanda llevó a cabo una profunda reforma que incluyó una radical transformación de su administración pública. Como parte de la reforma, se introdujo un  sistema de incentivos basado en bonos de desempeño y la posibilidad del despido ante los malos resultados. Las regulaciones laborales en el aparato estatal se empezaron a regir por las mismas normas que en el sector privado, para atraer el mejor talento al Estado. El resultado fue la eliminación de las fuertes rigideces burocráticas y un aumento considerable en la productividad y eficiencia del aparato público. Dada esta historia de éxito, sería absurdo no apoyar la reforma de la Ley del Servicio Civil, que tiene como uno de sus elementos un sinceramiento de las remuneraciones de los gerentes y técnicos del Estado. Bien haría la prensa en quitar tribuna a los oportunistas políticos que tienen poco interés en mejorar la calidad del Estado, y apoyar las buenas reformas educando la población sobre este tema.  

Lampadia




La productividad del Perú en tres tiempos

La productividad del Perú en tres tiempos

Por 45 años (1960 a 2004) el crecimiento promedio de la productividad en el Perú fue de 0.1%, una tasa insignificante comparada con la alcanzada por otras economías emergentes que crecían a tasas superiores al 2%. Sin embargo, el giro en el modelo económico dela década de 1990 con la Constitución del 93, hizo posible que el Perú  lidere en los últimos años el crecimiento de la productividad en Latinoamérica (2.3% para el periodo 2005-2011). La tarea no está completa, ahora hace falta promover las reformas que nos permitan mantener el mismo ritmo.

Primer tiempo (1960-2004): estancamiento de la productividad

Por 45 años (de 1960 a 2004), mientras que economías de similar ingreso al Perú (como Corea del Sur) elevaban su productividad a un ritmo de 2% anual, nuestro país lo hacía apenas en 0.1%, es decir nos empobrecíamos año tras año en relación con otras economías emergentes. La intervención del Estado en el mercado, la prédica anti inversión privada y las políticas proteccionistas, iniciadas en la década de 1960 condujeron al Perú, al estancamiento de la economía y al empobrecimiento general que nos sacó de la senda del desarrollo por décadas.

Experimentos como el Modelo de Sustitución de Importaciones, Capitalismo de Estado y Populismo Macroeconómico llevaron al país a perder su capacidad de crear riqueza, lo que se  acentuó en la década de 1980, donde nuestra productividad cayó en promedio 3.5% por año.

Las reformas en los años 1990, centradas en la reinserción de nuestra economía en el mundo global, la apertura comercial, privatizaciones, una cierta liberalización del mercado laboral y en menores regulaciones estatales, lograron elevar la productividad del país. Las inversiones en infraestructuras permitieron reducir los costos del comercio exterior, elevando la competitividad. Por su parte los servicios públicos privatizados, se tornaron más eficientes, con mayor cobertura y calidad a  menores precios. Mejoró la conectividad del país a través de nuevas redes de telecomunicaciones, se incrementó la generación, transmisión y distribución de energía y se favoreció el desarrollo del sector industrial. De esta manera se empezó a recuperar la productividad, cerrando la década con un crecimiento promedio de 0.8%, después de la caída de la década anterior.

Segundo tiempo (2005-2011): la recuperación de la productividad

En la segunda mitad de la década del 2000 las reformas fueron madurando, las inversiones  privadas (83%) y públicas (17%), alcanzaron niveles record, superando el 28% del PBI (en 2013) y las empresas peruanas empezaron a aparecer en los rankings de las más grandes corporaciones de la región. Para el periodo 2005-2011 la tasa promedio de crecimiento de la productividad fue de 2.3%, liderando con ello, según de The Conference Board, el crecimiento de productividad de Latinoamérica que decreció en 0.3% y superando el promedio de los países emergentes de 1.6%. Sin embargo, aún nos encontramos lejos de países como China, que, tuvieron que incrementar su productividad en 3.4% cada año para poder sostener un crecimiento promedio de su economía a una tasa de 10%.

Tercer tiempo (2012 – 2021): mayor crecimiento de la productividad

Para que el ingreso medio per cápita pueda converger a los niveles de los países desarrollados (OECD), no es suficiente con lo realizado hasta ahora. El Gobierno debe enfocar sus esfuerzos para concretar las reformas que den un mayor impulso al crecimiento de la productividad. Debiéramos crecer a tasas similares a las de los tigres asiáticos en su larga fase de despegue. El Banco Mundial (2006) ha identificado que ningún país ha logrado mantener un crecimiento alto y sostenido sin tener altas tasas de inversión en infraestructura y educación. En el caso del Perú, para lograr un crecimiento más pronunciado de la productividad, es preciso avanzar en las siguientes reformas:

Estado eficiente: contar con un poder judicial eficaz e independiente, derechos de propiedad bien delimitados, agilidad en los trámites burocráticos.

Infraestructuras: reducir la brecha de en infraestructuras, vía concesiones y Asociaciones Público Privadas (APP). Existe una importante oportunidad de financiamiento externo para este tipo de proyectos.

Educación: mejorar la calidad de la educación. Además alentar la formación de carreras tecnológicas.

Tecnología: incrementar la colaboración de las empresas y las universidades. Alentar las carreras de ingeniería y ciencias. Generar incentivos para que las empresas incrementen su presupuesto en innovación.

Instituciones: mejorar las reglas de juego para facilitar una mejor convivencia de los ciudadanos, su protección contra el abuso del Estado, el clima de inversión y una mejor gobernanza.

Hasta ahora hemos trazado exitosamente el camino inicial para alcanzar el desarrollo, por ende no debemos desandar lo avanzado ni caer en la complacencia. Todavía (hermanos), hay mucho por hacer. Los resultados del Reporte de Competitividad del Word Economic Forum, nos ofrecen luces sobre el trabajo pendiente. En 2013 el Perú se encuentra a la cola en todas las reformas mencionadas, siendo las tareas más complicadas el desarrollo de innovación (puesto 122) y en el mejoramiento de las instituciones (puesto 109). Podemos implementar estas reformas adaptando a nuestra realidad los casos de éxito económico como, por ejemplo, el de Nueva Zelanda, que se  ubica en la lista del Top 10 en los indicadores de los temas que constituyen nuestra agenda pendiente. Lampadia




Reformas de Nueva Zelanda 25 años después

Reformas de Nueva Zelanda 25 años después

Poco se sabe en el Perú de la exitosa y profunda reforma económica, política y administrativa que llevó a cabo Nueva Zelanda, como política de Estado, desde 1985. Esta reforma, considerada como “uno de los episodios más notables de liberalización que puede ofrecer la historia”, fue impulsada por el partido laborista de la  izquierda.

Los años 80´s no solo fueron duros para el Perú y América Latina. Como consecuencia de un Estado benefactor insostenible, políticas públicas proteccionistas de larga data, una economía sin incentivos para generar riqueza y una burocracia estatal ineficiente, Nueva Zelanda aterrizó en la década de los 80’s arrastrando una crisis económica y política que demandaba a gritos reformas radicales en el modelo económico y en la administración pública. 

El contexto previo

Entre 1950 y 1985 Nueva Zelanda registró la tasa de crecimiento más baja entre las economías de la OECD, creciendo menos de la mitad del promedio de estos países. De ser el quinto país más rico del mundo en 1950, pasó a ocupar el vigésimo lugar en el año 1985, a pesar de su extenso “Estado de Bienestar”.

Estos resultados se pueden entender porque Nueva Zelanda era considerada la economía más protegida de la OECD. En efecto, desde 1950 existían extensos controles de precios y, en promedio, un quinto de todos los productos de consumo tenían precios fijados desde el Gobierno; las empresas nacionales tenían protección frente a la competencia de las importaciones; el mercado laboral tenía una pesada regulación basada en criterios redistributivos antes que en productividad; y abundaban numerosas empresas estatales mal administradas, entre otras agudas distorsiones. La crisis que venía arrastrando el Estado neozelandés se agravó fuertemente con el ingreso de Gran Bretaña a la Comunidad Europea, lo que redujo fuertemente sus exportaciones a ese país (que alcanzaban el 70% de las exportaciones totales), así como por la crisis petrolera del 1973, y el incremento de la deuda pública para financiar programas sociales y el gasto en pensiones, que llevó al país a un déficit fiscal de 7% del PBI a comienzos de los 80’s. La crisis fue de tal magnitud que el Gobierno del Partido Nacional tuvo que convocar elecciones anticipadas en julio de 1984. Estas elecciones las ganaría el partido Laborista de izquierda.

La “Gran Transformación”

A partir de 1985 Nueva Zelanda se embarcó en un extenso proceso de transformación que no solo incluyó las “tradicionales” reformas de primera generación asociadas a la apertura comercial, privatización de empresas públicas, simplificación del sistema tributario, eliminación de subsidios a la industria, liberalización de precios y salarios, flexibilización del mercado laboral, reducción del gasto público y disciplina monetaria, ya que el plan de reforma contempló también una profunda metamorfosis en el sector público, principalmente, en el Poder Ejecutivo.

El servicio público de Nueva Zelanda funcionaba con fuertes rigideces burocráticas y los funcionarios públicos gozaban, prácticamente, de estabilidad laboral absoluta. Los Directores y jefes llegaban a sus cargos por criterios de antigüedad antes que por méritos.  El sector público se percibía como lento y costoso, y uno de las principales preocupaciones derivaba de la ineficiencia en la utilización de los recursos públicos, debido a la falta de transparencia y rendición de cuentas. Así, entre 1988 y 1989 se promulgan dos leyes claves (la State Sector Act y la Public Finance Act – ley del sector estatal y de las finanzas públicas), que tuvieron como objetivo lograr mayor transparencia en la gestión, otorgarle a los gerentes públicos mayor libertad para cumplir sus metas -incluyendo mayor flexibilidad en el manejo de sus recursos humanos y financieros-, y una orientación hacia el logro de resultados. El Gobierno logró además introducir un sistema de incentivos basado en bonos de desempeño o la posibilidad del despido ante los malos resultados. Las regulaciones laborales en el aparato estatal se empezaron a regir por las mismas normas que en el sector privado, acabando con la estabilidad absoluta. El nombramiento de los gerentes se empezó a realizar por un periodo fijo, que no coincidía con el ciclo electoral, para separarlo del proceso político.

Todas las evaluaciones de la experiencia neozelandesa indican que se registraron importantes ganancias en productividad y eficiencia, y que la reforma del Estado fue un gran éxito. Como señaló el ex embajador neozelandés Darryl Dunn, en una entrevista para El País de Montevideo, Nueva Zelanda cambió en “las actitudes hacia las instituciones del Estado, en el sentido de darse cuenta de la necesidad de reformas”.

Es rescatable que al margen del color político, Nueva Zelanda haya podido construir un consenso entre el Partido Nacional, de derecha, y el Laborista, de izquierda, para hacer de esta profunda reforma una política de Estado perdurable.

Nueva Zelanda ha sido visitada  innumerables veces por misiones de muchos países de la tierra desde la década del 90´ para evaluar el diseño, implementación y resultados de esta gran reforma de Estado. Como hemos manifestado en Lampadia, el Perú tiene la necesidad de emprender importantes reformas en educación, institucionalidad, infraestructuras y clima de inversión, todos temas en los que Nueva Zelanda descolla a nivel mundial y tiene mucho que enseñarnos. 25 años después de la transformación de Nueva Zelanda, creemos que sería de extrema utilidad organizar visitas de estudio, del sector público y del privado, para recoger los elementos políticos y técnicos que hicieron posible el gran salto hacia la prosperidad de este país.  Lampadia