Entrevista a Víctor Gobitz
El Comercio, 26 de junio del 2025
Juan Saldarriaga
Víctor Gobitz, presidente de Quilla Resources y director en Gerens, explica que la escalada en el precio del metal dorado ayuda al Perú, pues nos permite obtener más ingresos por exportaciones, pero también nos obliga a resolver cuanto antes el problema de la minería informal.
El alentador panorama en torno al fin de la guerra entre Irán e Israel después de doce días de bombardeos mutuos alivia los mercados internacionales, pero no será suficiente para frenar el alza constante en el precio del oro.
Esto, debido a que existen otros conflictos alrededor del mundo que alimentan la incertidumbre financiera, apunta Víctor Góbitz, presidente de Quilla Resources y director en Gerens.
-¿Cuál es el impacto de la guerra en Medio Oriente sobre el precio del oro?
El impacto de una guerra en Medio Oriente será un incremento en la incertidumbre y un cuestionamiento a la globalización, lo cual puede conducir hacia una recesión global y un fortalecimiento de la demanda de oro como refugio financiero.
-¿La incertidumbre global es un factor crucial para el alza en el precio del oro?
Así es. En general, el oro es percibido como un refugio financiero, y lo viene demostrando en los últimos años. Si uno mira en perspectiva, esta alza viene desde la pandemia (de COVID-19). Y es que, para los países de mayor dimensión, la salida a esta crisis fue hacer más líquido el sistema, y ese exceso de liquidez se fue al oro.
-¿Cómo afecta el alza del precio del oro al Perú?
Eso nos ayuda como país porque el oro es nuestro segundo principal producto de exportación minero. Y, curiosamente, el precio del cobre también está en alza porque hay una tendencia de largo plazo de mayor demanda de este metal.
-Pero la incertidumbre global no afecta al precio del cobre, como sí ocurre en el caso del oro.
Claro. Recapitulando: en el caso del oro hay una coyuntura (la guerra) que está empujando el precio hacia arriba, empezando con la pandemia, que fue una coyuntura en la historia de la Humanidad. Y, por otro lado, en el caso del cobre, sí hay un cambio de tendencia debido a la descarbonización y al menor uso de combustible fósil. Hay una fuerte demanda de cobre, pero no hay una oferta (producción) que crezca a la misma velocidad, y eso empuja su precio. Ambos eventos ayudan al Perú.

-El precio del oro bajó ligeramente (-1.6%), tras el anuncio del alto al fuego de Donald Trump. ¿Cómo se explica esto?
Lo que ocurre es que, en el corto plazo, hay personas (empresas) que buscan la utilidad rápida. Pero el precio del oro en un solo día no marca la tendencia.
-¿La tendencia es al alza constante?
Y con precios que nunca se habían visto antes (669% de incremento en los últimos 20 años).
-¿Hay algo que pueda disuadir esta alza?
Los eventos se retroalimentan. Las guerras que se están viviendo en el mundo: la de Ucrania contra Rusia y la de Irán contra Israel, incorporan volatilidad y más incertidumbre al mercado. Mientras eso (la conflictividad global) no se resuelva, no se avizora un descenso en el precio del oro. Entonces, tenemos que prepararnos como país para tener una discusión seria en torno a la formalización minera. Si no logramos esa discusión, esto estará fuera de control.
-¿Urge, hoy más que nunca, formalizar a la minería artesanal?
Sí. El mensaje es claro: Nadie está en contra de proscribir esta actividad. Pero todos debemos entender que la minería es un proceso industrial que se debe llevar con mucho cuidado. Sin embargo, la minería informal, por ley, está poco regulada y fiscalizada en su gestión de ingeniería. Se lleva a cabo de manera muy precaria. No tiene planos de topografía, no tiene planos de geología y no tiene infraestructura minera con ventilación, sistemas de seguridad o drenaje. Nuestra preocupación debería ser esa: quitemos la precariedad a esta actividad, porque el hecho de que sea pequeña no quiere decir que no debe llevar las cosas con orden.
-Y lo más preocupante es que ya hay proyectos mineros paralizados debido a la informalidad.
Claro. Lo que pasa es que los agentes económicos se dan cuenta de que hay un incentivo perverso. Un minero formal demora años en sacar un permiso para hacer minería, pero si me declaro pequeño minero o lo hago de manera informal los permisos se relajan. Por eso es que tenemos que lograr que haya un solo estándar. No tiene sentido que tengamos un estándar para el pequeño minero y otro para el mediano o grande, porque entonces la gente va a jugar a pasar por debajo del radar. Los países necesitan crecer con empresas de gran dimensión. Es una utopía pensar que el país puede crecer a punta de pymes.

-¿La ampliación del Reinfo por seis meses más ayuda en algo?
No ayuda. Es un mensaje en sentido contrario. Refleja que hemos sido incapaces, como país, de construir una solución sostenida en el tiempo. Eso muestra que nos falta mucho para lograr institucionalizar y formalizar una actividad tan crítica.
-El lado positivo es que los ingresos por exportación de oro se incrementan, pero ¿qué pasa con los proyectos mineros? Por lo que entiendo no hay muchos.
Claro. Pero el excepcional precio del oro también ha permitido extender la vida útil de activos como Yanacocha y Lagunas Norte. Eso es bueno, pero necesitamos explorar más y tener la ambición de desarrollar minas de oro de mayor dimensión.
-¿Se atrevería a hacer una proyección sobre el precio del oro?
Más que proyección, yo haría una reflexión. Si con estos niveles de precios del oro, tan excepcionalmente altos, no somos capaces de construir una oferta de formalización y ordenamiento minero, ¿cuándo lo vamos a hacer? Y, claro, si uno suma nuestro gran potencial de oro y nuestro gran potencial de cobre, el Perú tiene tremendos pilares para tener un crecimiento sostenido. Eso es lo que tenemos que lograr como país: poner el foco en lo importante.