Uri Landman
Para Lampadia
Con esta frase, un grupo de personas en duelo por la muerte de Charlie Kirk, le rendía un último homenaje el viernes pasado en Utah, estado donde el joven activista político fue asesinado.
Charlie Kirk fue asesinado durante un evento en la Universidad de Utah Valley la semana pasada. Según la información que ha sido publicada por las autoridades, el perpetrador sería Tyler Robinson de 22 años, quien fue detenido después de una operación de búsqueda de 48 horas.
Kirk, un joven activista de 31 años, fue cofundador del grupo político sin fines de lucro Turning Point USA, que impulsaba la creación de clubes sociales conservadores en campus universitarios a través del país del norte. El trabajo de Kirk había sido enormemente exitoso, no solo en términos de alcance y audiencia, sino en su objetivo final de acercar a la juventud a la causa conservadora representada por el Partido Republicano y sobre todo por el movimiento encabezado por el presidente Trump, MAGA.
Fue una destacada figura del movimiento MAGA, abogando por el libre mercado y una administración de gobierno reducida. Con la aparición de Trump en la escena política, se volvió un defensor de las posturas claves de MAGA como el derecho a portar armas, repudio a la identidad de género, apoyo al cristianismo y respaldo a la agenda migratoria de Trump.
En tiempos en que la izquierda había monopolizado los movimientos juveniles en las universidades norteamericanas, la presencia de Kirk en sus campus, era una amenaza directa a su predominio ideológico en la juventud. Uno de sus opositores políticos comenta que a pesar de no estar de acuerdo en mucho de lo que defendía Kirk, éste último practicaba la política de la manera correcta. Se presentaba en los campus y hablaba con quien quisiera hablar con él. Polemizaba con cuanta persona o grupo estuviera dispuesto a hacerlo siempre de manera alturada. Poco a poco se fue ganando las mentes y los corazones de los universitarios que habían sido captados por la izquierda durante las últimas décadas, llegando a jalarlos a la derecha en las últimas elecciones presidenciales del 2024.
El asesinato de Kirk no es un hecho aislado. Por más que los rojos nos repitan hasta el cansancio que la violencia política es un arma de la derecha para lograr sus objetivos, la evidencia histórica nos demuestra que son ellos, los que más veces han recurrido a la violencia para lograr sus objetivos o callar a sus opositores.
Aquí les presentaré solo unos cuantos ejemplos del doble rasero de la izquierda.
En la última campaña presidencial, el demócrata Joe Biden acusó al candidato Trump de ejercer violencia política en su contra, sin embargo un activista demócrata intentó asesinar a Trump en un acto de campaña, hiriéndolo en la oreja.
En Colombia, hace unos meses, un sicario le disparó a la cabeza al candidato del partido de derecha, el joven senador Miguel Uribe Turbay. El senador murió dos meses después como consecuencia de dicho atentado. Mientras el joven Turbay luchaba por su vida en el hospital, el exguerrillero y presidente de Colombia Gustavo Petro, acusaba a la derecha de querer desestabilizarlo a través de un golpe de estado.
Durante años la izquierda se ha esforzado en acusar al gobierno militar de Augusto Pinochet de cientos de miles de muertes. Sin embargo, luego de una exhaustiva investigación la verdad aunque dolorosa es mucho menos trágica que el “cuento” vendido por la izquierda. Según cifras oficiales fueron 3,200 personas las asesinadas o desaparecidas durante la dictadura. Esta cifra palidece si la comparamos con los más de 10,000 fusilados y desaparecidos durante la revolución cubana encabezada por Fidel Castro. A esto hay que sumarle los millones de cubanos que escaparon del país, arriesgando sus propias vidas en el proceso. Para la izquierda, Pinochet fue un dictador asesino y Castro un revolucionario.
La narrativa histórica de la izquierda nos ha enseñado que por culpa de los fascistas, en la Segunda Guerra Mundial, murieron unas 70 millones de personas, incluido el holocausto de más de seis millones de judíos. Una tragedia para la humanidad. Sin embargo, olvidan enseñar en las escuelas que el dictador Stalin, fue el responsable directo de la muerte de más de 50 millones de personas, incluidos 30 millones que fueron ejecutados y otros 20 millones que murieron por trabajos forzados, hambre y enfermedades.
Cuando escribía este artículo encontré la siguiente frase: “la base de una sociedad libre es la capacidad de participar en política sin miedo a la violencia”. Yo agregaría que esa libertad no puede estar monopolizada por la narrativa histórica de la izquierda. Lampadia