Uri Landman
Para Lampadia
Cuando empecé a escribir sobre política y economía hace varios años, mi hermana me dijo medio en broma, medio en serio, que en un país como el nuestro no me faltarían temas para analizar. Las últimas dos semanas han sido un buen ejemplo.
Hace dos semanas sentenciaron a 14 años de cárcel al corrupto Martín Vizcarra por recibir 2.3 millones de soles en coimas cuando era gobernador regional de Moquegua, en las obras del Hospital de Moquegua y Lomas de Ilo. Vale decir que estos dos son solamente algunos de los múltiples casos que Vizcarra tiene pendientes con la justicia. A Vizcarra lo tienen que juzgar por los 200,000 peruanos fallecidos durante la pandemia por la mala gestión de su gobierno, por haberse vacunado a escondidas del país, entre muchas otras perlas más.
En la misma semana, el golpista y corrupto de Pedro Castillo fue condenado a 11 años de prisión por rebelión y conspiración cuando ordenó sin éxito el cierre del congreso y la instauración de un gobierno de emergencia. En ese mismo juicio se sentenció a sus cómplices, la ex primera ministra Betsy Chávez (hoy escondida en la Embajada de México) a 11 años de prisión, al exministro Huertas a 11 años y al ex primer ministro Aníbal Torres (el que amenazaba con ríos de sangre) a 6 años de prisión.
En el plano político la semana pasada nos trajo la noticia de la inhabilitación por 10 años para ejercer cargo público de la ex Fiscal de la Nación Delia Espinoza, por haber infringido los artículos 38, 103, 109, 159 y 166 de la Constitución. El Congreso también aprobó una segunda resolución en la que declara “haber lugar a la formación de la causa penal” de Espinoza por lo que se levantó el fuero que protegía a la exfiscal, para ser procesada por el Ministerio Público.
En el plano policial también tuvimos una semana “movida”. El candidato presidencial de Libertad Popular, Rafael Belaunde Llosa, fue atacado por dos delincuentes cuando se encontraba visitando un proyecto de casas de playa en vías de construcción en la zona de Cerro Azul.
A pesar que a todas luces este lamentable ataque es producto de la ola de violencia que sufre nuestro país desde hace ya varios años, los oportunistas de siempre, entre los que se encuentran Gino Costa y Pedro Cateriano, salieron a reclamar en todas las redes sociales que éste había sido un ataque con motivaciones políticas, algo que el propio Belaunde Llosa ha descartado.
Gino Costa “exigió” al gobierno a realizar las investigaciones del caso y dar con los responsables. Asimismo, instó al gobierno a darle las garantías a los postulantes a la presidencia y detener la violencia electoral.
Desde esta columna le quiero preguntar a Costa cuál fue su exigencia al gobierno cuando mataron la semana pasada al candidato a la Cámara de Diputados por Piura, Percy Ipanaqué Navarro del partido Juntos por el Perú. He buscado en todas las redes sociales y no he encontrado una palabra de Costa en su momento. No me sorprende.
El problema que todo este “ruido” genera es que, a escasos cuatro meses de las elecciones generales del próximo año, no se estén discutiendo a nivel nacional los temas que realmente importan y que deberían marcar la agenda de candidatos y electores.
Hasta el momento no conocemos las principales políticas de los aspirantes a la presidencia. En lugar de escuchar propuestas sobre las diferentes reformas que se deben llevar a cabo en los próximos años para sacar al país del subdesarrollo, estamos más preocupados en los escándalos del día a día.
En mi opinión, los candidatos que se ubican en los cinco o seis primeros puestos de las encuestas (si es que le creemos a las encuestadoras) deberían priorizar su agenda y explicar las cinco reformas estructurales que llevarían adelante para cambiar el país.
Uno de estos cambios de paradigma debe ser la reforma laboral. No es viable un país desarrollado en donde el 70% de la PEA es informal. A pesar que la experiencia en mercados laborales exitosos, como el norteamericano, nos enseña que una alta flexibilidad laboral fomenta la formalidad, en nuestro país se ha hecho exactamente todo lo contrario durante los últimos 25 años. Hoy en día el Perú es el país con la ley laboral más inflexible del mundo y luego se preguntan ¿Por qué hay tanta informalidad?
Para proponer soluciones radicales a problemas complejos se necesita tener un mandato firme de los electores algo que, por ejemplo, el presidente Milei obtuvo en las elecciones de hace un mes y que ahora está aprovechando al enviar al congreso argentino sus propuestas de reforma tributaria y laboral. Además, se necesita tener la convicción que lo que se está haciendo es bueno para el país y no para unos pocos.
Durante los últimos años hemos visto que la ideología casi no importa al momento de tomar decisiones. Se han priorizado los intereses personales antes que los del país.
Bien lo decía el presidente Ronald Reagan cuando se refería a la prostitución de la política:
“Dicen que la política es la segunda profesión más antigua. Me estoy dando cuenta que cada vez se parece más a la primera”.
Lampadia






