Uri Landman
Para Lampadia
Una de mis historias favoritas en la Biblia, es la que narra el diluvio que mandó Dios al mundo y el arca que le ordenó construir a Noé para que se pueda salvar él, su familia y una pareja de todos los animales.
Según nos cuenta la biblia en el libro de Génesis, el mundo se había poblado de gente perversa y Dios se molestó por ello. Decidió destruir a todos los seres vivientes enviando un diluvio, cuyas aguas cubrirían toda la tierra, sin embargo, encontró un hombre justo entre toda la maldad, esta persona era Noé.
Dios le encargó a Noé construir un arca lo suficientemente grande (debía tener tres pisos) para que pueda albergar a Noé, su esposa, sus tres hijos y las esposas de sus hijos. Además, tenía que tener sitio para una pareja de todos los animales del mundo, incluyendo las aves, bestias, reptiles, etc. Además, Noé tenía que almacenar todo tipo de alimento que se come para que le pueda servir de sustento en el arca y para que luego lo pueda sembrar una vez que saliera de ella.
Ni bien estuvo terminada el arca, empezó a llover. Esta era la señal para que Noé y su familia entraran. Según nos cuenta la Biblia, llovió durante cuarenta días y noches, lo que causó que las aguas cubrieran toda la tierra hasta una altura de quince codos (medida bíblica) por sobre los montes más altos.
Luego de cuarenta días dejó de llover. Sin embargo, tuvieron que pasar otros ciento cincuenta para que las aguas se secaran y el arca quedara posada sobre el monte Ararat. Noé envió una paloma para ver si ésta encontraba tierra donde posarse, pero la paloma regresó con una ramita de olivo. Tuvieron que pasar otros siete días, para que Noé vuelva a enviar a la paloma, la cual ya no regresó al arca. Las tierras se habían secado para que Noé y su familia puedan empezar a repoblar el mundo nuevamente.
Hace cuarenta años, en 1983, se dio el Fenómeno del Niño en la costa norte de nuestro país. En aquella oportunidad las lluvias fueron tan fuertes que causaron la muerte de 512 personas y resultaron damnificados más de un millón trescientos mil personas, fue un verdadero diluvio de dimensiones bíblicas. Los daños económicos fueron devastadores para el Perú. Según cifras del Ministerio del Ambiente las pérdidas económicas por este fenómeno fueron de 3,283 millones de dólares. El PBI se contrajo en 10.4% por las pérdidas generadas por la destrucción de las lluvias en el norte y por la sequía en el sur.
El sentido común nos haría pensar que las autoridades del gobierno, tanto regional como central, aprendieron su lección después del Fenómeno del Niño en 1983 y tomarían las acciones de prevención para que no se repitan los desastres generados por las lluvias. Sin embargo, este no ha sido el caso.
El día de hoy, cuarenta años después, vemos que los problemas siguen siendo los mismos. La falta de previsión y desidia de las autoridades son patentes en la tragedia que estamos viviendo y que ya cobró la vida de nueve peruanos.
A pesar que el Fenómeno del Niño se viene dando de manera recurrente en nuestro país, tuvimos otros en el año 1998 y en el año 2017, poco o nada se ha hecho en todo este tiempo para prevenir los daños que ocasiona. Durante el último fenómeno del niño en 2017, se creó la Autoridad de la Reconstrucción con Cambios en el gobierno de PPK, pero por las imágenes que vemos en los medios todos los días, ya vemos que nada cambió. [Pura publicidad barata].
Sabemos que cuando llueve, las quebradas de la sierra se activan por lo que está prohibido construir en ellas, sin embargo, tanto la población como las autoridades hace caso omiso a esta prohibición lo que ocasiona muertos cada vez que hay huaicos.
Los ríos de la costa norte se cargan de miles de metros cúbicos de agua por las intensas lluvias, sin embargo, no se construyen defensas ribereñas, ni canales de alivio, ni siquiera algo tan sencillo como limpiar los causes de los ríos.
Las ciudades del norte ni siquiera cuentan con una red de desagües pluviales.
Las autoridades locales cuentan con grandes presupuestos para la prevención de desastres naturales, pero no los utilizan.
Recién cuando el rio se desborda e inunda miles de viviendas hacen el “show” de enviar maquinaria pesada para limpiar los causes.
La Autoridad de la Reconstrucción con Cambios ha invertido miles de millones de soles en reconstruir colegios, hospitales, puentes y carreteras, pero no ha encauzado un solo río, no ha construido sistemas de control de drenaje ni canales de alivio, como si lo hicieron en Ecuador, por lo que el problema de fondo no ha sido solucionado y las ciudades del norte se siguen inundando cada vez que llega un Fenómeno del Niño.
Lo más triste de la falta de visión de nuestras autoridades es que toda el agua de las lluvias se pierde en el mar de la costa norte, en lugar de ser aprovechada. En el fenómeno del niño de 1998, siendo presidente Fujimori, se tuvo la idea de desviar las aguas del rio La Leche hacia el desierto de Sechura, creándose una inmensa laguna que tomó el nombre de La Niña, que alcanzó una extensión máxima de 2,326 kilómetros cuadrados con un volumen de agua acumulada de 8 mil millones de metros cúbicos. En el año 2017, la laguna de La Niña reapareció después del fenómeno del niño del año anterior.
Imagínense el atractivo turístico o el potencial para la agricultura y piscicultura de la zona si las autoridades se propusieran en encauzar los ríos de la zona para que sus excedentes desemboquen de manera permanente en esta laguna y así resolver el problema de los desbordes de los ríos, a la vez que potenciar este gran proyecto.
Ratifico mi comentario cuando afirmo que en nuestro país no hay falta de recursos, sino que hay falta de visión y compromiso de las autoridades con su propio pueblo. Lampadia