Por Milagros Asto Sánchez
El Comercio, 14 de enero del 2022.
El Comercio, 14 de enero del 2022.
La respuesta a las históricas protestas ciudadanas que desafiaron al régimen cubano en julio de 2021 se ha convertido en una mezcla de castigo, vigilancia y represión. Exactamente seis meses después de las manifestaciones, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, los periodistas independientes siguen acorralados y los que protestaron han sido juzgados y condenados hasta a 30 años de prisión.
Al grito de “Libertad” y “Tenemos hambre”, las protestas estallaron el 11 y 12 de julio en unas 50 ciudades cubanas y se convirtieron en las mayores movilizaciones en décadas en el país.
Desde la ciudad de Sancti Spíritus, el psicólogo cubano Dennis Valdés ha sido testigo de los esfuerzos del gobierno de Miguel Díaz-Canel de socavar las protestas que, afirma, fueron prueba del hartazgo de la población.
“Los sucesos del 11-J ayudaron a despertar a buena parte de la población desesperanzada. Fue una catarsis, casi todas las capitales provinciales y municipios se sumaron a las protestas pacíficas. Pero la manifestación también le sirvió al Gobierno Cubano para escarmentar a todos los que salieron a la calles para defender sus derechos”, señala a El Comercio.
Al menos 158 manifestantes han sido acusados por el delito des edición en Cuba, según la ONG Cubalex. Esta semana 57 de ellos han sido juzgados en las provincias de La Habana, Holguín y Santa Clara, y el régimen ha dictado sentencias de entre 20 y 30 años de carcel.
– Más de mil arrestos—
La ONG Human Rights Watch (HRW) afirma en su informe mundial del 2022 que el gobierno cubano sigue “reprimiendo y castigando prácticamente todo tipo de disidencia y crítica pública” en la isla y destaca la “brutal represión” llevada a cabo tras las masivas protestas antigubernamentales.
La ONG ha registrado más de mil detenciones de manifestantes, en su mayoría pacíficos; arrestos “sistemáticos y arbitrarios” de activistas, artistas y periodistas con motivación intimidatoria; así como cercos de disidentes en sus domicilios.
Valdés afirma que las censuras a medios internacionales tienen como objetivo principal invisibilizar los juicios. “Somos la generación del cambio, nos temen y nos condenan para que ello sirva como castigo ejemplarizante. El Gobierno de Cuba gobierna a través del miedo, Cuba tiene un Estado de terror”, agrega.