El espejismo del crecimiento sin inversión
Sergio Bolívar
Para Lampadia
El gobierno peruano se ha fijado una meta ambiciosa: alcanzar un crecimiento del 4% del PBI en 2025. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), bajo la dirección de José Salardi, ha apostado por una estrategia basada en infraestructura y minería, promoviendo inversiones por más de 7,204 millones de dólares en proyectos estratégicos. Sin embargo, hay una paradoja que no podemos ignorar: crecemos, pero no producimos más. Las agroexportaciones peruanas aumentaron un 21% en 2024, alcanzando los 12,000 millones de dólares, pero este crecimiento se debe a mejores precios internacionales, no a un incremento en la producción real. El PBI agroexportador ha caído, la cantidad de toneladas exportadas se ha estancado y el país enfrenta un problema estructural que nadie está abordando con la urgencia necesaria.
El problema de fondo: Un agro sin inversión
La crisis del agro no es un fenómeno coyuntural, sino el resultado de una falta de inversión prolongada. La derogatoria de la Ley de Promoción Agraria marcó un punto de quiebre para el sector, eliminando incentivos que permitían su crecimiento sostenido.
Desde su eliminación:
Se han perdido entre 80,000 y 100,000 empleos en el sector agroexportador.
30,000 hectáreas han dejado de ser cultivadas, frenando la expansión del sector.
No han surgido nuevas inversiones significativas, solo una redistribución de empresas entre capitales nacionales y extranjeros.
El gobierno ha centrado sus esfuerzos en grandes obras de infraestructura y en destrabar inversiones mineras, con 27 proyectos en marcha por 2,800 millones de dólares. Pero ¿cómo puede el Perú consolidarse como potencia exportadora si no está aumentando su capacidad productiva?
A esto se suma un escenario global cada vez más incierto. La guerra comercial impulsada por Estados Unidos contra México, Canadá y China ha generado volatilidad en los mercados. El endurecimiento de políticas proteccionistas por parte de Donald Trump está reconfigurando las cadenas de suministro y afectando la estabilidad del comercio mundial. Mientras países como México han entendido la importancia de fortalecer su producción interna, el Perú sigue confiando en un mercado externo inestable y en precios internacionales favorables que no durarán para siempre.
El dilema peruano: Crecimiento sin productividad
La paradoja del agro peruano es evidente: exportamos más en valor, pero no en volumen. En 2023, se exportaron 4.6 millones de toneladas de productos agrícolas; en 2024, la cifra solo aumentó a 4.7 millones de toneladas, lo que significa que el crecimiento de ingresos se debe únicamente a precios más altos, no a una mayor producción.
Este problema se agrava con la falta de incentivos claros para la inversión productiva. La burocracia excesiva, la incertidumbre regulatoria y la falta de infraestructura hídrica han generado un ambiente adverso para el desarrollo del agro. Mientras que el gobierno sigue confiando en la macroeconomía para impulsar el país, los productores enfrentan barreras que les impiden crecer y expandirse.
Si el Perú sigue por este camino, cuando los precios internacionales bajen, la crisis del agro será aún más evidente. Sin inversión en producción, el país se vuelve vulnerable a factores externos que no controla, perdiendo competitividad y estabilidad en el largo plazo.
El liderazgo que necesitamos: Estrategia y acción
El liderazgo económico actual debe evolucionar. José Salardi ha mostrado voluntad política para impulsar el crecimiento, pero su enfoque sigue siendo macroeconómico. El Perú necesita un liderazgo que entienda que la inversión en infraestructura es importante, pero que sin una producción sólida, el crecimiento no es sostenible.
Es hora de abandonar la gestión de cifras y pasar a una estrategia de desarrollo productivo real. Se necesita un liderazgo que elimine las barreras burocráticas, genere confianza en los inversionistas y establezca reglas claras para garantizar el crecimiento del agroexportador. El país no puede depender de una economía extractiva y de factores externos; necesita construir su propia capacidad productiva con visión de largo plazo.
Soluciones: ¿Cómo revertir la crisis del agro?
Además de discutir una nueva Ley de Promoción Agraria, el Perú debe apostar por una política económica integral que fomente la inversión productiva en todos los sectores. Algunas acciones clave incluyen:
- Establecer un régimen tributario y laboral promotor de la inversión para toda la economía, asegurando estabilidad y predictibilidad para los inversionistas. En su momento, impulso el crecimiento del sector y fue demagógicamente derogado por Sagasti.
- Desarrollar un régimen especial para el agro, considerando sus ciclos productivos y la necesidad de inversión en infraestructura hídrica.
- Facilitar el acceso a financiamiento para pequeños y medianos productores, asegurando su integración en las cadenas de exportación.
- Reducir la tramitología y garantizar seguridad jurídica, eliminando los obstáculos regulatorios que desincentivan la inversión.
El Perú tiene el potencial de cuadruplicar su frontera agroexportadora, pero sin inversión en producción, ese objetivo será inalcanzable. La estrategia del gobierno no debe enfocarse solo en el PBI, sino en asegurar que la economía real esté creciendo junto con las cifras macroeconómicas.
Conclusión: Crecer sin producir es una trampa
El gobierno ha apostado por el crecimiento, pero sin inversión productiva, ese crecimiento es solo un espejismo. La estrategia económica del Perú debe cambiar, apostando por un liderazgo que entienda que sin producción real, la estabilidad económica no es sostenible.
El país debe aprender de su historia: apostar solo por el crecimiento basado en precios internacionales es una receta para la inestabilidad. Si realmente queremos consolidarnos como una potencia agroexportadora, debemos invertir en producción, generar confianza en los inversionistas y fortalecer nuestra competitividad en el mercado global. Lampadia