El aumento de la productividad en sectores no mineros, la diversificación de las exportaciones y los encadenamientos hacia atrás acaban con esa historia. ¿Nuestros referentes de desarrollo están equivocados? Tres ex titulares del MEF debaten.
Los tres ponentes habían sido, en su momento, ministros de economía. Luis Carranza, Mercedes Aráoz y Pedro Pablo Kuczynski compartían la mesa llamada “La Minería y su Rol en la Economía del Perú” en el Simposium del Oro y de la Plata. Dadas las circunstancias, la primera pregunta de la moderadora Patricia Teullet era casi una obligación: ¿Es verdad que la minería nos ha hecho dependientes de nuestros recursos naturales y ha desincentivado la industrialización? Luis Carranza tomó la palabra, interpretó lo dicho y respondió sin dudarlo: “El Perú, claramente, no es un país con un modelo primario exportador”. ¿Por qué?
GANANCIA DE PRODUCTIVIDAD: AGRO Y NO MINERÍA
Carranza inmediatamente añadió: “El país tiene recursos naturales, los cuales aprovecha, pero nuestra estrategia de crecimiento se basa fundamentalmente en la economía de mercado, y la liberalización, apertura y mejora de la productividad“. La productividad es la relación entre la cantidad de productos obtenidos de un sistema productivo y los recursos usados para obtenerlos, ya sean naturales, laborales o de capital. Dos factores que suelen incidir en su aumento son la inversión en tecnología y la capacitación del personal. Ambos incrementan la productividad por unidad, que se puede medir en relación a personas, máquinas, hectáreas o a todos los factores combinados.
“El agro es lo que más ha crecido en productividad en los últimos diez años, no la minería. Al agro le siguen servicios, manufactura y construcción. La minería está en la cola en ganancia de productividad“, continuó Carranza. Según cifras del Ministerio de Agricultura, entre el 2001 y el 2011, la productividad en el sector agrario creció 65%, mientras que la productividad nacional media lo hizo en 38%. A pesar de ello, aquella es todavía más de cuatro veces menor a ésta. Mientras que en minería la productividad fue siempre muy alta, en el agro ocurría todo lo contrario.
Sin embargo, en los últimos años y con la aplicación empresarial de tecnología agrícola avanzada, la distancia entre ambos sectores se ha ido recortando, lo que supone un proceso de inversión importante y, por ende, de dinamismo para la economía peruana. “En el 2000, el Perú tenía 18 empresas que exportaban más de US$50 millones y todas eran extractivas, fundamentalmente mineras, petroleras y pesqueras. En el 2013, tenemos 99 que exportan más de esa cifra y cerca de la mitad no tiene nada que ver con el tema extractivo, sino que tenemos industrias y agroexportación“, completó Carranza.
EL VALOR AGREGADO NO SÓLO SIGNIFICA ENCADENAMIENTOS HACIA ADELANTE
Así, tal cual, lo dijo Mercedes Araoz: “El valor agregado no sólo significa encadenamientos hacia adelante”. En realidad, el valor agregado de un producto es la resta del precio que se paga por él en el mercado menos lo que se pagaría en el comienzo de todo su proceso, lo que en el caso de los minerales sería el derecho sobre las extensiones de tierra que los cobijan. Esto significa que la extracción supone ya una creación de valor. Incluso, si tomamos como ejemplo el cobre, cuya libra cotiza alrededor de los US$3, su refinación y su transformación en alambre sólo le agregan 10% al precio del mineral en bruto, lo que quiere decir que el mayor valor agregado está en el proceso previo.
La extracción minera, además, genera encadenamientos hacia atrás. Según cifras citadas por Carranza en una entrevista a Canal N, en economías como Australia se calcula que de cada dólar generado en ingresos mineros, la mitad se gasta en bienes y servicios para esta actividad (maquinaria, alimento, vestido, transporte, etc.). Asimismo, el ratio de empleo indirecto del sector, que hace unos años se calculaba en 1 a 5, hoy se ubica en 1 a 9, para un alcance de empleo directo de 1.5% de la PEA del Perú.
A MIRAR LA PELÍCULA Y NO SÓLO LAS FOTOS
Fue Kuczynski el que, con su actitud distendida de siempre, señaló entre el público al embajador de Australia y utilizó a su país como ejemplo de uno que aprovecha la exportación de sus materias primas. Carranza lo puso en una metáfora: “Lo que pasa cuando ven a un país desarrollado y nos ven a nosotros es que están comparando dos figuras. Ven diversificación, manufactura y salarios altos. Entonces dicen que hay que diversificar y mejorar los salarios del mercado interno para crecer más. Pero se olvidan de lo más importante: que no se trata de comparar dos fotos, sino de ver la película del desarrollo“.
Según este planteamiento, es errado pretender imitar el modelo de crecimiento de Estados Unidos “que desde 1870 viene expandiéndose a una tasa más o menos constante basado en el desarrollo tecnológico”. En cambio, deberíamos observar qué ha hecho Australia (minerales), Noruega (petróleo) o Canadá (petróleo), y “basar nuestro modelo de desarrollo en nuestras fortalezas”. El factor tecnológico será incorporado con el tiempo y debido a la necesidad del crecimiento. Los países no tienen las mismas ventajas comparativas y, por ende, no todos deben seguir el mismo camino para la generación de riqueza. Nuestra película es, entonces, la que mejor podamos escribir. Aunque aún estemos lejos del desenlace.