Hay grupos que nos quieren hacer creer que estas elecciones son una guerra entre peruanos, blancos contra indios, ricos contra pobres, rurales contra urbanos, y limeños contra provincianos. Nada más lejos de la realidad peruana, donde la norma es más bien los intermedios.
¿Un Perú dividido entre blancos e indios? Según el INEI casi dos tercios de la población peruana se declara mestiza. Blancos solo 6%, y 25% indígenas.
¿Quizás dividido entre ricos y pobres? Con la pandemia los pobres serían hoy 25% de la población. Es una vergüenza que haya tantos, pero claramente la mayoría no es pobre, y tampoco rica. El ingreso familiar mensual del sector A, que es solo el 2% del país, es de S/12.660 según Ipsos. Menor al ingreso del norteamericano promedio.
¿Será entre limeños y provincianos? Depende de a quién llamemos limeño, pues más del 90% de los que viven en Lima es o tiene padres o abuelos provincianos. Y en las nuevas Limas, donde vive casi dos tercios de la población, todos son de origen migrante.
Finalmente ¿un Perú dividido entre rurales urbanos? Solo 1 de cada 5 peruanos es rural. Más bien el poblador rural mayoritario va y viene de sus chacras a los mercados, tiene hijos estudiando en los pueblos y está conectado por radio, televisión o celular.
Esas grandes diferencias ni siquiera se dan entre los candidatos. Fujimori Iguchi no es blanca europea ni Castillo Terrones, con apellidos españoles castizos, es indígena. Además ni PC es pobre ni KF es potentada. De hecho los abuelos de ella fueron campesinos que llegaron de Japón huyendo de la pobreza extrema y lograron hacer profesionales a sus hijos, igual que los señores Castillo hicieron profesional a Pedro. En fin, por más sombreros o chullos que usen, ambos candidatos viven en ciudades y el que gane deberá gobernar desde la capital. Y ni siquiera la división de candidatos honestos versus deshonestos, que algunos señalan como argumento para no votar, resiste al análisis del entorno de ambos.
Por ello, no caigamos en el juego de los que hoy buscan enfrentar a peruanos con peruanos, porque así solo ayudaremos a que sus planteamientos divisorios ganen. Sabiendo que quienes piensan votar distinto son personas como nosotros, defendamos nuestros planteamientos de manera respetuosa. No para que ellos pierdan, sino para evitar que todos, incluidos ellos y sus hijos, nos perjudiquemos si votan por planteamientos equivocados o dejan de votar. No es un simple detalle, pues para ganar una guerra de ideas debemos entender claramente quienes son los verdaderos enemigos, y quiénes los amigos a los que debemos convencer y con los que deberemos convivir después.
Por: Rolando Arellano
El Comercio, 26 de abril de 2021