Raúl Mendoza
Expreso, 27 de agosto del 2024
Pedro Castillo no fue el mesías ungido por Cerrón como el profetizado por Valcárcel en “Tempestad en los Andes”. No hay Lenin andino, solo demagogos de izquierda que quieren perpetuar la pobreza para subsistir. Ocurre que a la izquierda solo le interesa conservar sus territorios electorales y su boca de cañón es la prédica antilimeña, anticapitalista, antiburguesa. Sin embargo, las ciudades andinas juegan bajo reglas capitalistas y sus ingresos tienen fuente en el comercio.
Durante la Independencia, a los andinos solo les importaba el buen gobierno, sea del rey o del presidente. La masa indígena no quería la Independencia. Ella no se produjo por una rebelión indígena. La elite criolla y sus caudillos ganaron y obtuvieron el poder y lo ejercieron bajo una dura dominación política sobre los indígenas. Según Scarlett O’Phelan, en la Sociedad Patriótica no hubo ningún noble indígena para trazar las líneas de la nueva república. En 1826 se restauró el tributo indígena. Para los Andes, el virreinato no era un objeto de colisión, el enemigo era el gobierno republicano. La Independencia no fue una causa popular.
Tal exclusión retrasó que los Andes emergieran como elemento clave del capitalismo y que, por default, se asentara un discurso de antagonismo clasista. Para mal de la izquierda, en el Perú la revolución liberal fue silenciosa y tardía, hizo de ciudades como Juliaca la perla del capitalismo andino, dónde más de dos tercios de su población se dedica al comercio. Juliaca es un retrato de las urbes de las serranías peruanas y de su potencial. Si Mariátegui viviera, allí tendría su “advenimiento de un mundo”.
La pobreza no la causa el mercado, al contrario; la causa la indolencia de los gobiernos criollos centrales, regionales y locales. Las regiones reciben ingresos del MEF, canon minero y otros, pero su población no los percibe, los recibe la corrupta burocracia regional. Los pueblos carecen de pistas, agua potable, postas, escuelas, hospitales e infraestructura. Ni siquiera reciben directo el canon en sus manos para fundar empresas familiares, que eso fueron los Añaños. Por qué no capitalizar el canon. No es el mercado quien falla, es el Estado.
El aliado del Ande es el liberal que cree en el mercado, la propiedad y la inclusión productiva y exportadora; el enemigo es el funcionario venal que se guarda el dinero de la gente. La lucha de clases es entre la civilidad y el poder.