Raúl Labarthe
Piensa.pe
04/12/2020
A raíz del paro en Ica, por reclamos justos, el debate sobre la ley agraria se ha politizado. Y cuando eso pasa, las consecuencias las pagamos todos. Que no te floreen.
Mucho se está hablando del régimen agrario a raíz del paro en Ica. Ya dejó de ser un tema laboral y pasó a ser uno político. En el Congreso se alistan para derogarlo y hasta en el Ejecutivo promueven la desinformación. Pero hay mucha demagogia sobre cómo funciona, por qué se implementó y qué beneficios tiene. Como toda norma, se puede mejorar, pero sin destruir lo avanzado.
Estas falacias y mentiras vienen de mucho antes de la crisis, y suelen repetirlas cada cierto tiempo los mismos sectores que buscan traérsela abajo. Veamos cada una.
¿Con este régimen perdemos plata?
En primer lugar, se dice que con este régimen agrario “perdemos plata”. Que no te floreen. Esto no es correcto. El medio digital Wayka publicó en 2019 que el Estado ha perdido 4 mil millones de impuestos en exoneraciones tributarias.
El dato es engañoso. Bajar la baja tasa del Impuesto a la Renta (IR) a 15% para las empresas del sector hizo que aumente la inversión en el agro. Lo que no se dice es que si se cobra la tasa normal del IR (30%), la inversión y la producción serían menores y, por tanto, la recaudación también. Además, cuando se dan beneficios para incentivar una actividad, normalmente, se descuentan impuestos. Pasa aquí y en la China.
En los últimos 15 años, las empresas agroexportadoras han pagado más de 5 mil millones de soles en impuestos, más que lo que dicen que se supone que hemos “perdido”. Y así se esté recaudando menos, no es plata perdida para los peruanos, ya que genera más inversión y empleo. ¿Darle más plata al Estado? ¿Para qué? Ya sabemos lo pésimo gestor de recursos que es.
Más datos. En el régimen actual, el sector agrario multiplicó seis veces las exportaciones no tradicionales. Y las exportaciones mejoran la productividad del país, ya que el mercado internacional es más exigente y competitivo, venden a precios más altos y a mejor calidad. También tienen un efecto multiplicador en los proveedores y trabajadores que pueden consumir más. Por cada sol exportado del agro, se producen 1.4 soles más en la economía (ADEX 2020).
¿El régimen agrario perjudica al trabajador?
También se ha mencionado que este régimen “desnaturaliza” la CTS y las gratificaciones y que afecta al trabajador. Mentira. La ley agraria permite que los trabajadores sean formales y tengan beneficios sociales. Ahora, que algunas empresas informales no cumplan la norma, como en Ica y otras zonas donde no hay presencia ni fiscalización del Estado, no es culpa de la ley.
Ser trabajador agrario formal significa ganar casi 4 veces más que en el sector informal. Ser parte de empresas agroexportadoras da en promedio los salarios más altos: S/.1,517 en las grandes; en las pequeñas y medianas el sueldo ronda S/.1,135; mientras que los informales apenas ganan S/. 400 al mes.
También ser formal significa tener un contrato laboral con condiciones claras, lo que permite exigir derechos. En el sector informal no pueden exigirlos. Entre estos derechos está tener 30 días vacaciones pagadas, pago a Essalud (6%), indemnización por despido (45 remuneraciones diarias), pago de pensión, CTS. Que estos beneficios se paguen diariamente como parte del jornal diario no los “desnaturaliza”, como señalan, porque se trata de un régimen especial para una actividad que es estacional.
Además, las agroexportaciones han protegido a los trabajadores en esta crisis. Al no depender de los precios de los minerales y diversificar la canasta exportadora, hoy siguen dando chamba. Por eso, fue el único sector exportador que creó empleo durante la pandemia: 17 mil nuevos puestos de trabajo entre enero-abril 2020, mientras la pesca, textiles e incluso el agro tradicional perdieron miles de empleos (ADEX 2020).
¿Los salarios no han mejorado como las exportaciones?
Ha rondado por las redes un gráfico del prestigioso economista Hugo Ñopo, socio de Grade, donde indica que las agroexportaciones no han crecido al mismo ritmo que el salario promedio del sector. Este gráfico ha sido utilizado luego por otros medios para decir que las empresas se han beneficiado a costa de los trabajadores.
¿Es esto verdad? Pues no. Los salarios van de la mano con la productividad laboral, que es lo que el trabajador aporta a la empresa por trabajar ahí. Que las ventas suban no significa que los salarios también deban subir. El trabajador no es un socio, se le remunera por un servicio, y se le paga con cero riesgos.
El empresario asume un riesgo por lo que gana de manera variable: cuando las cosas van mal, pierde y no gana nada. Al trabajador se le debe pagar por su aporte a la empresa y en base a lo que se paga en el mercado laboral. Las ventas pueden subir por motivos no relacionados al trabajador: una mayor inversión en maquinaria, mejor tecnología, desarrollo de mercados, entre otros.
¿Sólo ha beneficiado a las grandes empresas?
En parte es cierto. El régimen beneficia a las grandes empresas que son las que pagan mejores salarios y cumplen con la regulación laboral. El 75% del empleo formal agrario lo crean las grandes empresas, solo el 2.7% de los trabajadores en estas empresas no tienen contrato laboral.
De los más de 4 millones de peruanos que trabajan en el agro, los que trabajan en empresas grandes son apenas 136 mil (un 3% del total), el 95% lo hace en parcelas pequeñas, ya sea solo o en microempresas. Los microagricultores son los que no tienen ningún tipo de protección porque la ley los ha dejado afuera.
En caso existan abusos en las grandes empresas es importante denunciarlos. Y es legítimo que se reclame si es que no se cumple lo acordado en el contrato. Sin embargo, aumentar los requisitos a la contratación no protege al trabajador, más bien excluye a otros que podrían trabajar en el sector formal, ya que encarece la contratación.