Ragi Yaser Burhum
X/Twitter, 18 de noviembre del 2024
Antes de la pandemia, una institución del estado me contactó para que los ayudara con un software de mapeo para catástrofes y enfermedades (tengo una empresa de sistemas de información geográfica). Cuando fui, me dio tanta pena ver lo desactualizados que estaban, que, en vez de venderles algo, les ofrecí donarles/regalarles USD $130 000 en licencias de software. El mismo software es utilizado por varios de nuestros clientes gubernamentales en Estados Unidos, Chile, Australia, etc., así como por una de las cinco compañías de tecnología más grandes del mundo.
En lugar de aceptar la donación, prácticamente me exigieron que incluyera, además, gratis, la capacitación de 30 personas, garantías de SLA más estrictas que las que nos solicita una entidad de un país vecino de LATAM que maneja todo el sistema de transporte de ese país. Incluso creo —aunque no estoy seguro— que me insinuaron una coima para aceptar la donación (¿wtf!?). Obviamente, hice lo que cualquier CEO razonable haría en esa situación: me reí y dije “no, gracias, amigo, chau”.
Hoy, 5 años después, todavía usan copias pirateadas de ArcGIS de “Wilson”, pagan USD $75 000 anuales en licencias de servicios que no necesitan y siguen usando Excel como base de datos intermedia como si fueran cavernícolas. Un desastre.
Pero, ¿qué se va a hacer? Uno intenta tender la mano para ayudar, y se te suben hasta el cuello. Es el modus operandi de varias entidades estatales en el Perú, y ojalá alguien entre a limpiar eso, como ya lo están haciendo en otros países. Ojalá.