Por: Patricia Teullet
Perú21, 23 de Enero del 2023
“¿El gobierno habrá estimado un plazo para que estas manifestaciones y bloqueos terminen o esperarán a que los propios manifestantes sean los que decidan dar por terminada su protesta por aburrimiento o falta de financiamiento?”.
¿Cuántas vidas vale la libertad de un golpista que se apropiaba de los recursos del Estado? ¿Cuántas vale el reclamo de una Asamblea Constituyente, cuyos demandantes ni siquiera saben para qué? ¿Cuántas vale un adelanto de elecciones de solo unos meses que nos llevará a elegir más de lo que ya recientemente tuvimos?
Pero se protesta por eso y no se hizo para exigir mejores servicios del Estado, mejores funcionarios, menos corrupción. ¿Por qué? La primera respuesta es que hay interesados en sembrar caos y violencia. Protestan los periodistas y tuiteros cuando a los manifestantes violentos se les acusa de simpatizar con Sendero Luminoso o de estar infiltrados por intereses de fuera del país. Tal vez sea exageración; pero muy probablemente no. El resultado de las investigaciones lo dirá. Por el momento, claros indicios ya hay.
A diferencia de ello, no se escuchan ni leen protestas respecto a la manera en que se ha expuesto a la Policía ante manifestantes violentos y armados. Las imágenes de la turba atacándolos y disparándoles con hondas y avanzando en contra de los policías mientras ellos solo intentan protegerse son patéticas y representan una injusticia.
El gobierno tiene miedo de actuar con violencia excesiva y modera la represión porque sabe que la parte vociferante de la opinión pública se les lanzará en contra; que habrá denuncias por cada muerte entre los manifestantes sin importar cuán violentos hayan sido estos para provocar una respuesta.
La que se libra en el Perú en estos momentos es una batalla desigual. Los manifestantes pueden atacar la propiedad pública y privada; pueden incendiar comisarías y sedes de gobierno e impedir la operación de los aeropuertos; pueden bloquear carreteras durante varios días, impidiendo el abastecimiento de productos básicos a localidades donde ya se sufre de escasez y un aún mayor incremento de precios; pueden atacar ambulancias e impedir la atención médica urgente. Por su parte, en cambio, es poco lo que la Policía puede hacer: sí, ha habido algunos detenidos y se supone optimistamente que las cámaras permitirán identificar a otros, pero no solo no ha habido represión, sino casi contemplación.
¿El gobierno habrá estimado un plazo para que estas manifestaciones y bloqueos terminen o esperarán a que los propios manifestantes sean los que decidan dar por terminada su protesta por aburrimiento o falta de financiamiento?
Mientras hay quienes sufren los horrores de una guerra que no pueden evitar, en el Perú se inventan situaciones de conflicto y se pone en riesgo a las personas exigiendo una agenda vana e incumplible.