Patricia Teullet
Perú21, 30 de junio del 2025
«Una amenaza de cambio de Constitución, que seguramente algunos candidatos hará, no solo traerá inseguridad y desconfianza, desanimando la inversión privada; también volverá a poner en el tapete el rol subsidiario que debe cumplir el Estado», precisó Patricia Teullet.
En la última encuesta de Ipsos, encargada por Apoyo, la conclusión es que se percibe una mejora en la situación económica, con más empleo tanto en el sector formal como en el informal. A pesar de que la situación política y social sigue siendo inestable, pareciera haber motivos para mirar hacia el futuro con mayor optimismo, al menos en lo económico.
Las preguntas son: ¿cómo reaccionará la economía cuando empiecen a conocerse los candidatos para las próximas elecciones? ¿Cuáles serán los mensajes más repetidos y, especialmente, cuál será la posición respecto a la Constitución? Habiendo cientos de temas imprescindibles que abordar, como las medidas ante la minería ilegal, la inseguridad ciudadana, la falta de infraestructura; los servicios de salud y educación; la corrupción, los niveles de pobreza o la desnutrición…, la vigencia de la Constitución del 93 marcará la posición desde dónde y cómo se podrán abordar todos estos temas.
¿Por qué? Porque las reglas y libertades que promueve la actual Constitución alientan la inversión privada y, por ende, la generación de empleo. Ante la evidencia de cómo se han manejado los programas sociales supuestamente creados para reducir la pobreza, tenemos que aceptar que la creación de empleos es el mejor programa social con el que podemos contar.
Una amenaza de cambio de Constitución, que seguramente algunos candidatos hará, no solo traerá inseguridad y desconfianza, desanimando la inversión privada; también volverá a poner en el tapete el rol subsidiario que debe cumplir el Estado. Es increíble que no hayamos aprendido aún las lecciones de Petroperú y Sedapal, dos empresas estatales que son ejemplo de ineficiencias contra las cuales ni siquiera vale la pena protestar, porque no conducen a nada. Y no es que la empresa privada sea perfecta, pero, cuando menos, está sujeta a la competencia; y donde esta no la hay, queda sometida a los organismos reguladores.
En estas próximas elecciones, con 43 partidos inscritos, tendremos de todo; pero es casi seguro que habrá candidatos antisistema que incluso tomarán los modelos de Cuba y Venezuela, regímenes que han empobrecido a sus habitantes y beneficiado únicamente a una cúpula que ha adquirido un poder dictatorial y se burla de las elecciones democráticas. Países empobrecidos de donde se quiere migrar a la búsqueda de alguna oportunidad. Pensar en los 1.6 millones de venezolanos que han migrado al Perú es una buena reflexión al emitir el voto.
Y no solo se trata de posiciones ideológicas, se trata también de capacidad para gobernar. Con la elección de Pedro Castillo vimos muy de cerca lo que puede significar tener un país con un gobernante improvisado: decenas de cambios de ministros, cada uno más incompetente que el otro. Vimos lo que significa el Estado como botín. Las circunstancias hicieron que la cosa no llegara a mayores con la interrupción de su mandato. Pero ¿cuántos ‘Pedro Castillo’ podríamos tener como candidatos en las elecciones de 2026? ¿Cuántos con la probabilidad de ser elegidos por ciudadanos que, como es habitual, “votarán con el hígado” y no con la cabeza? El próximo periodo electoral marcará una diferencia. Ojalá que sea para bien y el Perú pueda recuperar el ritmo de crecimiento que le permita reducir la pobreza.