Por: Patricia Teullet
Perú21, 1 de abril de 2019
Miro fotos de las casas de Fuerabamba: 2 o 3 pisos, 6 habitaciones; garaje y camioneta 4×4. Un gran hospital y un colegio de S/8 mllns. completan el pago de S/1.5 mllns. por familia. Entonces, me hace sentido la protesta, el bloqueo de carreteras, la manipulación de dirigentes y el despiste del Gobierno: salvo que haya algo que no nos han mostrado, todo es material y no hay sensibilidad ni principios acompañando esa avalancha de bienes materiales que, tan pronto como se reciben, pierden sentido: ni la escuela ni el hospital reciben niños o enfermos; antes que eso, mejor camas vacías o comuneros desfilando uniformados con sofisticados ponchos, pero con el toque humilde de la olla común que gana bonos con periodistas. Allí se hace populismo.
Se ha defendido a comuneros y dirigentes, con el argumento de que tienen derecho a “pedir y negociar” en un negocio “entre privados”; que nadie discutiría ese derecho si se tratase de “sanisidrinos”. Podría decirse que allí también el gasto egoísta incluye grandes casas y camionetas; sin embargo, difícilmente permitiría el Estado que quienes vendieron el terreno para un centro comercial, una vez construido, bloqueen la Javier Prado por querer más dinero.
Se suponía que la descentralización ayudaría a repartir la riqueza, mejorando la vida de los habitantes de las regiones donde esta se genera. Lejos de eso, impuesta por el Apra y cedida por Toledo y su premier Ferrero, esta ha sido descuartizadora, alejándonos de convertirnos en una verdadera nación. Tal vez no haya reversión; pero algunos ajustes se podrían hacer.