Pablo Bustamante Pardo, Director de Lampadia
13 de julio de 2017
La acusación hecha por Moro a Lula es súper acuciosa, detallada y escrupulosa, como de 900 páginas. De acuerdo a las leyes de Brasil, hay una segunda instancia y hasta que esta no lo condene, Lula no va a la cárcel. Moro ha declarado que no es conveniente dar prisión preventiva para un expresidente. En este caso, por ser la figura del presidente, él considera que no es conveniente hasta que se establezca la condena.
Mientras no haya una segunda instancia condenatoria Lula puede postular. Si un día antes, sale la segunda instancia condenatoria, caería su postulación.
En Brasil hay aparentemente dos tipos de inclinación: hay gente que dice que sería muy bueno que se le condene de una vez para que no postule y hay otros que dicen que sería muy malo que la condena sea antes de las elecciones porque, como piensan que no va ganar,consideran que lo ideal sería que el Partido de los Trabajadores (PT) tenga una derrota política en su haber. Si la condena sale después de la elección y él saliera elegido, se suspende su aplicación hasta que termine su mandato, en cuyo caso el haría todo lo posible por alargarlo de alguna u otra manera hasta que ya no importe si va a la cárcel o a un hospital.
Por otro lado, esta segunda instancia la va ver un juez en Porto Alegre, João Gebran Neto. Es muy riguroso y muy fuerte, ha respaldado más del 90% de las propuestas de condena del Juez Moro, muy pocas veces las ha cuestionado, sin embargo, se espera que Lula el PT y todos sus cómplices empresariales y no empresariales van hacer una presión brutal para acomodar la segunda instancia a sus intereses.
Hoy en día Brasil está revuelto, ayer la gente salió a las calles a festejar la condena, los miembros del PT y todos sus socios cercanos y lejanos estaban acomplejados encerrados en sus cuevas. Ya van a salir por supuesto, esa parece ser la situación.
En todo caso, como resumen, es una maravilla que un tipo que ha llegado a esos niveles tan asquerosos, evidentes y comprobados de corrupción sea condenado. Además, se ha atrevido a intervenir en la política de los vecinos de Brasil en la región, cosa inaceptable y, desde el punto de vista de cualquier peruano, tenemos que condenarlo a la cárcel.
Personalmente estoy súper contento que esto haya sucedido y, por supuesto, quisiera saber qué van a decir nuestras ominosas izquierdas. Aldo Mariátegui escribe una columna hoy día (que estamos publicado en Lampadia Ver: ¿Y su Lula, izquierda peruana?), donde lo describe muy claramente. Esto es un gran éxito, hay que cuidarlo, ahora los brasileños tienen que asegurarse que la segunda instancia no se malogre. Lampadia