La asociación Foro Educativo organizó hace unos meses la conferencia nacional “Maestros, Sociedad y Estado / Bases para un Acuerdo Nacional por el Maestro Peruano”. Allí, se discutieron ideas clave en torno al rol que debe asumir el maestro peruano hacia el futuro de la educación pública nacional. Seguramente, el debate fue alturado y las conclusiones ojalá lograron vincularse al proceso de reforma del Ministerio de Educación, ojalá se hayan logrado sentar bases para un acuerdo nacional por el maestro peruano. Extraña, sin embargo, que aún no se haya tratado con seriedad el rol que deben cumplir los colegios como estructura física en torno a la educación de los niños peruanos. Menos aún, el rol que debe y puede cumplir el colegio en relación a la ciudad y sus ciudadanos.
En ese sentido, existen tres aspectos del colegio que vale la pena debatir. En primer lugar, cabe poner en duda la disposición del aula como la conocemos hoy. Como bien me explica Julio César Mateus, «El problema educativo pasa por abandonar la «cultura unidireccional y transmisiva». La idea de que el profesor controle toda la información (la computadora, la pizarra, etc.) y haga sentir al estudiante un «alumno» (etimológicamente: «sin luz”)». Adicionalmente, se entiende que la arquitectura y la disposición de un espacio puede condicionar lo ocurre en él y sobre todo cómo ocurre esa actividad en él. Entonces, si buscamos una nueva manera de aprender ¿buscamos aproximarnos a un tipo de aula 2.0? Se debe pensar en diseñar un aula en donde el profesor opere más como un coach, en donde el trabajo se realice de manera cooperativa, en donde el contenido sea multidireccional, en donde los estudiantes aprendan pero también enseñen[1]. El diseño arquitectónico del aula; además, no queda aislado de la relación que tiene un salón con el resto de espacios dentro de un colegio.
En segundo lugar, entonces, es pertinente reflexionar sobre la relación que existe entre las aulas de un colegio. ¿Acaso una al costado de la otra, unidas por un largo pasillo es la manera de estructurar una escuela? El colegio como un número de pabellones que de casualidad generan cierta espacialidad entre ellos más se acerca a un modelo de cuartel militar o de cárcel que a un modelo de centro de enseñanza e interacción entre miembros de la sociedad. Si es en los pasillos del colegio en donde ocurren los momentos de más rica interacción entre estudiantes, es pura casualidad. El pasillo está creado para circular y por eso su forma larga y angosta. Entonces ¿se podría repensar el pasillo para fomentar la interacción fuera del aula? Mejor aún ¿se podrían distribuir los salones en torno a patios que conformen las grandes unidades? Posiblemente de esa manera, la experiencia fuera de clases; tan importante como la experiencia dentro del aula, puede tomar dimensiones no pensadas antes. Es el caso del diseño para un centro preescolar en Timayui, Santa María, Colombia.
Escuela preescolar para la primera infancia en Timayui, Santa María, Colombia. Diseño de Giancarlo Mazzanti.
Finalmente, es importante reflexionar también sobre las posibilidades que ofrece la escuela como edificio público, y sobre el rol que puede tener la escuela frente a la ciudadanía en un pueblo, un barrio o un distrito. Ciertamente, la construcción e implementación de una escuela nueva en el Perú es materia de todos los años y; si se piensa más allá de los que se ofrece hoy en día con los centros escolares, se puede ir mucho más lejos. ¿Puede la escuela ofrecer espacio público a la ciudad? Definitivamente. Y en países como el nuestro, en donde el colegio ofrece también servicios a la ciudadanía como clases nocturnas, enseñanzas técnicas, acceso a bibliotecas y lugares de estudio; es un deber aproximar a la estructura física de la educación de una manera distinta. Es el caso de la Institución Educativa La Samaria, también en Colombia, en donde «el esquema libera una plaza pública cubierta en la esquina principal del barrio, comportándose como un amortiguador entre la vida del barrio y la actividad del colegio, ofreciendo un espacio para el disfrute de los habitantes y vinculando a la institución con la comunidad».
Institución Educativa La Samaria en Pereira, Risaralda, Colombia. Diseño de Campuzano Arquitectos.
En el Perú, la infraestructura educativa depende de la OINFE (Oficina de Infraestructura Educativa) que a su vez depende del Ministerio de Educación. La OINFE realiza esfuerzos para reparar, mantener, acondicionar y reacondicionar los centros educativos en todo el país. Sin embargo, carece de una visión y de un ámbito que permita reflexionar sobre la importancia de repensar la estructura física de la educación pública. Es importante que el estado y los miembros de la sociedad civil que están involucrados en el mejoramiento del sistema educativo pongan también sobre la mesa esta reflexión. Allí, se necesita invitar a los mejores pedagogos, sociólogos y psicólogos del país; y también a los mejores arquitectos y urbanistas del Perú para dejar de lado la idea de que en el Perú debemos hacer de los colegios estructuras sismorresistentes y basta. Pensemos más como en Colombia, el colegio merece crear mejores ciudadanos y también mejores ciudades.
[1] Ideas tomadas del artículo de León Trahtemberg ¿Para qué sirve la escuela? En donde enumera características de la nueva escuela por Seth Godin.