Nelson Torres Balarezo
Consultor del Instituto del Perú
Para Lampadia
En 1985, en 6to grado de primaria, hice mi primer “trabajo de investigación”. El profesor de sociales me pidió un análisis sobre el sector azucarero en Lambayeque. En aquellos años, la fuente absoluta de información para un estudiante lambayecano era la Guía Kemoy, un compendio con la principal información estadística del departamento, su historia, sus héroes, sus personajes destacados.
Busqué en la guía los datos que me pareció relevante investigar: la estadística de área sembrada, producción y productividad. Descubrí que, desde el inicio de la estadística, hasta el año 1972, la tendencia en los tres indicadores era creciente, lo que me parecía favorable. Desde ese año, había habido una caída libre en los tres indicadores, caída que siguió muchos años más ala de mi muy breve investigación. Pregunté a dos o tres adultos sobre las causas. Me mencionaron a Velasco y una reforma agraria que entonces no entendí.
Hice la presentación, concluyendo que Velasco era el responsable de la crisis del sector azucarero en Lambayeque. El profesor, probablemente afiliado al Sutep, me respondió que el análisis no debía restringirse a los números, comentó algo sobre “explotación capitalista del proletario” y dijo algo sobre el “beneficio impacto social”. La verdad no entendí su respuesta. Igual aprobó mi exposición y eso era lo único que me importaba.
Muchos años después, en un trabajo sobre las empresas agroindustriales, herederas de las Cooperativas azucareras creadas por Velasco, revisando indicadores de salud descubrimos que los índices de alcoholismo, drogadicción, desnutrición y enfermedades de transmisión sexual eran notablemente más altos en los pueblos alrededor de las ex cooperativas que el resto del país y, por cierto, muy superiores a cualquier distrito rural. El impacto social fue, en todo caso, también negativo.
Ayer, en un evento en Barranca, escuche a un nuevo líder cooperativo, dirigente de una pequeña cooperativa del Valle del Río Santa, hablar sobre los logros de su organización. Más allá de los números, muy promisorios, mencionó varios temas interesantes, en primer lugar “el teto de vencer la desconfianza generada por las antiguas cooperativas” (si, las creadas por Velasco), llenas de corrupción en ineficiencia y luego muchos otros, entre los que destaco la frase “nadie nos ayudó nunca, ni el gobierno, nos dimos cuenta que sólo podríamos salir adelante con la nuestra”, en concordancia con el primer principio del modelo cooperativo: adhesión libre y voluntaria, con un propósito específico.
La reforma de Velasco fue, desde una perspectiva estrictamente económica y productiva, nefasta para el país. Desde una perspectiva social, hay matices y diversas formas de estimar su impacto. Sin embargo, desde la perspectiva cooperativa, fue terrible desvirtuar un modelo válido, que articula a pequeños productores rurales en muchos países (desde Argentina y Brasil hasta Francia y Canadá), siendo un vehículo útil y viable para su articulación eficiente con el mercado.
Lampadia