Mirko Lauer, Observador
La República, 15 de febrero de 2019
La República, 15 de febrero de 2019
La declaración de Cuba sobre movimientos de tropas EEUU en el Caribe con la invasión de Venezuela en la mira, le añade un elemento a la crisis en torno de Nicolás Maduro. La Habana venía dándole a Caracas un apoyo efectivo pero modulado, y ahora ha decidido dar un paso al frente. Era de esperar, ¿pero por qué ahora?
Lo primero que viene a la mente es que Maduro ha pronosticado tantos complots internacionales contra su gobierno que ya se precisa una denuncia cubana para darle algún peso a una versión sobre peligro de agresión militar. Maduro necesita el escenario bélico para contrapesar los efectos de la campaña de ayuda humanitaria.
Podría ser que el gobierno cubano esté genuinamente preocupado. No solo por un ingreso de tropa a Venezuela, sino por los efectos que eso tendría en la posición de La Habana, por la fuerte presencia de cuadros y personal cubano en Venezuela. De hecho hasta aquí las presiones han sido sobre el régimen de Maduro y no sobre Cuba.
Aun si el desplazamiento de aviones y tropa es como lo describe la inteligencia cubana, eso no necesariamente anuncia un ataque inminente. También se le podría ver como parte del juego de presiones del cerco sobre Maduro, que en lo económico tarde o temprano afectarán también a la isla. Las sanciones estarían empezando a funcionar.
¿Cuán justificado el nerviosismo? Washington está en un evidente doble juego, donde de una parte niega la opción militar y de otra maneja la posibilidad en algunas de sus declaraciones. Por momentos pareciera que solo el antibelicismo del resto de países americanos le está impidiendo a Donald Trump apretar el botón rojo.
Da la impresión de que Maduro está soñando con un escenario de tipo Bahía de Cochinos, donde una invasión mal concebida y calculada consolidó a un dictador en el poder por más de medio siglo. Quizás es el sentido implícito de la declaración cubana, como una suerte de advertencia sobre el peligro para EEUU de una invasión.
De alguna manera Cuba se acaba de evidenciar, junto a China y Rusia, como el tercer portaaviones que busca sostener a un régimen cuya caída libre solo está siendo detenida por la fuerza militar, precisamente.