Mijael Garrido Lecca Palacios
La República, 03 de marzo de 2016
Hubo una mañana de clases universitarias en la que todas sus palabras sonaron roncas. Las arengas que habían gritado la noche anterior en contra de Conga habían quebrado sus gargantas y sus voces habían fraguado una cofradía que le declaró la guerra al capitalismo en nombre del Perú. Y ustedes ganaron, compañeros: fueron la conciencia de (la) clase. Primó el falso dilema: fue agua sí y oro no. A pesar de que no estuvimos de acuerdo, me sentí parte de una generación que rompía la inercia infame del silencio. Y creí que las voces fuertes de los jóvenes solo podían anunciar tiempos mejores. Es que la sola posibilidad de que nuestro medio ambiente se contamine los llevó a las plazas y a los puños en alto. Aunque nada había sido contaminado aún, era un riesgo que no asumiríamos. Quisiera olvidar todo esto porque la fuente de agua más importante del mundo ha sido envenenada con petróleo en nuestro país. Ya no es un riesgo; es una tragedia. Cuando la inversión privada puso en supuesto riesgo el agua, el capitalismo fue el enemigo que llenó las plazas de proclamas y que tatuó los muros –de Facebook– con consignas de “el neoliberalismo mata”. Hoy nuestra Amazonía muere ahogada en petróleo, y hay silencio. Y no digo que no estén gritando, pero ya no dicen nada. Ustedes me explicaron que el libre mercado era el enemigo del medio ambiente y que necesitábamos más Estado y menos mercado. Pero una empresa estatal acaba de encajar el más profundo golpe que el agua de nuestro país ha recibido. ¿No hablaremos ahora del “modelo”, compañeros? ¿No habrá documentales en Cannes cosechando aplausos justicieros? ¿Será que el capitalismo no mata, sino la ineptitud –venga de donde venga–? Quisiera olvidar esa mañana en la que me sentí parte de una generación mejor. Porque todo era mentira y llegarán nuevas hornadas de jóvenes que presten su voz distraída a ideas muertas, mientras nuestro medio ambiente se sigue haciendo mierda y mientras los peruanos más pobres siguen tan jodidos como siempre. Lampadia