Por: Álvaro Vargas Llosa
Correo, 30 de mayo de 2021
“Los que estamos defendiendo a Keiko Fujimori en esta campaña”, declara el escritor Álvaro Vargas Llosa, “no estamos defendiendo de ninguna manera que el modelo económico permanezca tal como está, sin cambios”. Advierte, asimismo, que cabe hacer una distinción entre Pedro Castillo y sus votantes.
A una semana de los comicios. ¿Cómo describirías el momento político que vivimos en el Perú?
Es un momento fronterizo en la historia del Perú. Reviste una importancia tal que los ojos de buena parte de la comunidad internacional están puestos sobre nosotros. Pocas elecciones han tenido una importancia tan grande dentro y fuera del Perú. Estamos en un momento extraordinariamente importante. Yo creo que todos los actores de esta campaña son muy conscientes de eso.
Los debates en primera vuelta no tuvieron mayor repercusión. El de mañana (hoy) sin duda será diferente.
Lo de mañana (hoy) es muy distinto por varias razones Primero, es una elección muy reñida. Al día de hoy estamos hablando de un empate. Como suele ocurrir en el Perú, va a haber un desplazamiento de votos como resultado de la acumulación de información que la gente está obteniendo. Segundo, con está reñida campaña entre dos candidatos anodinos (…) no está en juego poco. Está en juego algo tan extraordinariamente importante, como la posibilidad de que el país continúe siendo una democracia, y la posibilidad que el Perú pueda preservar lo mejor de su modelo económico, y hacerlo mejor e incorporar a más y más peruanos. Entonces, te estás jugando el futuro de la democracia y te estás jugando el futuro del sistema económico peruano.
En 2011, Mario Vargas Llosa definió esos comicios, en su primera etapa, como una disyuntiva entre el sida y el cáncer. ¿Nos encontramos en una disyunta similar?
No. Ahora estamos en una situación muy distinta. Aquí no estamos ante dos posiciones equivalentes. Aquí estamos ante una opcion, que es la del señor Castillo y la del señor Cerrón, que representan la apuesta por un modelo totalitario que ya conocemos, porque tenemos múltiples ejemplos en la región. Un modelo de economía estatizada que llevaría al Perú a retroceder por lo menos 50 años. Y, por otro lado, hay una persona que ha hecho un acto de contrición, que ha madurado, que ha aprendido de sus errores, que nos ha dicho a los peruanos, una y otra vez, que tiene un firme propósito de enmienda, que tiene la intención de, no solo cumplir con sus compromisos, sino de gobernar convocando a gente más allá del fujimorismo. Y no hay nada en su plan de gobierno que represente una apuesta golpista, una apuesta estatista. Así que mañana estarán frente a frente dos modelos, dos visiones de país, radical y frontalmente opuestos.
¿Cuán difícil fue para Mario Vargas Llosa, el más demoledor crítico del fujimorismo, la decisión de respaldar a Keiko?
Él empezó a finales de la primera vuelta un proceso de reflexión y también de diálogo, porque conversamos mucho sobre esto, en el que se planteaba la enorme disyuntiva de tener que optar por una de las dos candidaturas. Él aborda estas cosas, siempre, no como un político sino como un intelectual comprometido; es decir, un intelectual que se hace una composición del lugar y en función de ello opta y se compromete desde un punto de vista moral. Suele decir que habiendo actuado por lo menos 50 años combatiendo a los totalitarismos de izquierda no puede, ni por un instante, considerar la posibilidad de respaldar una opcion que represente eso. Entiende que los peruanos han decidido que la manera de frenar ese proyecto totalitario es votando por Keiko Fujimori.
¿No se apresuró el Nobel de Literatura, no debió esperar a que Fujimori asumiera, primero, algunos compromisos fundamentales?
Él tuvo claro, desde el primer momento, que había que optar. Primero, porque lo tenía muy claro. No necesitaba más información para ver que el peligro grave venía del otro lado. En segundo lugar, porque había poco tiempo. Si él tardaba mucho más, la posibilidad de poner en movimiento una corriente de opinión corría peligro (…) Él sintió la obligación moral de pronunciarse, independientemente de si eso servía, si corría riesgo o no, si era popular o impopular. Eso, para él, es siempre la última consideración.
¿Cómo es el retrato que te has formado del candidato Pedro Castillo?.
Yo tengo el máximo respeto por los votantes del señor Pedro Castillo. Hay, evidentemente, millones de votantes suyos que son personas que han sufrido muchísimo el retroceso de los últimos años. Yo hago una distinción entre Castillo y sus votantes. Él ha engañado al pueblo peruano. Lidera una faccion del Sutep, el Conare, que es básicamente un brazo del Movadef, que es un movimiento de fachada de Sendero Luminoso. Él mismo viaja a Bolivia acompañado de miembros del Movadef y él mismo asume la candidatura de Perú Libre sabiendo que el programa del partido que está representando se define como marxista-leninista. No es un ingenuo, es un hombre que sabe perfectamente lo que está haciendo, y que ha engañado al pueblo peruano valiéndose del dolor y el sufrimiento de muchos de sus votantes.
¿Resulta creíble la moderación del discurso de Castillo y los anuncios de someterse a las reglas democráticas?
Tenemos muchos precedentes en América Latina. En todos los casos sucedió exactamente lo mismo, empezando por Hugo Chávez que, en vísperas de la elección que ganó en 1998, tenía un discurso muy parecido y ya sabemos lo que pasó. Ademas de eso, yo señalaría lo siguiente. La semana posterior a la firma de ese compromiso (Proclama de Lima), Castillo ha contradicho el contenido de lo que firmó. Ha vuelto a afirmar que va a respetar las instituciones “hasta que el pueblo lo decida”. Significa que llego al poder, convoco a referéndum, el pueblo decide que no respete las instituciones, entonces tengo que liquidar al Parlamento y reemplazarlo por una asamblea constituyente. Evidentemente, es una pasayada. De manera que, no solamente no le creo, sino que tenemos muchos ejemplos en América Latina.
El riesgo que representaría Perú Libre, a tu juicio, está más asociado al chavismo venezolano o al terrorismo de Sendero Luminoso?
Hay un poco de todo, evidentemente. Hay miembros muy cercanos a Sendero Luminoso a través del Movadef, de eso no hay ninguna duda. Pero yo iría más allá: que aquí hay una aspiración de colocar al Perú en la órbita de los países del socialismo del siglo XXI, es decir, de las dictaduras de la región. Estas sufrieron una derrota inesperada en Ecuador ante Guillermo Lasso. Lógicamente, en su desesperación, por tratar de recuperar y cobrar fuerza, han sentido que Castillo y Cerrón representan una gran oportunidad y por eso se han pronunciado abiertamente en favor de esa candidatura. Por eso les están dando soporte. Ya debe haber asesores enviados por ellos. Si no los hay los habrá pronto, porque es así como han actuado siempre. Claramente, aspiran a colocar al Perú dentro de su órbita. Ese millón de venezolanos sobreviviendo en las calles del Perú es un testimonio bastante clamoroso.
El antifujimorismo en esta elección parece odiar más a Fujimori que a Sendero Luminoso.
Es un universo muy amplio y contradictorio el antifujimorismo. Está mostrando un nivel de radicalismo que ya nada tiene que ver con la defensa de la democracia. Hay una intolerancia profunda, porque se suponía que lo que defendía este universo de personas era la democracia y la libertad. Y, por tanto, también la tolerancia. Hay un sector ahí claramente enemistado con la convivencia pacífica, la tolerancia y con los valores de la democracia. Hay gente que por cerrarle el paso a Keiko está dispuesta a entregarle el país al marxismo-leninismo. Luego hay otra gente que, efectivamente, no le falta razón. Por la historia del fujimorismo tiene enorme resistencia para optar por Keiko, pero el problema es que tienen que entender que no optar por Keiko implica optar directamente por un proyecto marxista-leninista.
¿Considera un error que Verónika Mendoza, con ascendencia en una izquierda moderada, se haya sumado al proyecto de Cerrón?
Yo creo que la izquierda moderada ha cometido un error histórico. Tenían una oportunidad de crear una izquierda democrática, una izquierda socialdemócrata, como hay en otras partes del mundo. Ellos han traicionado los valores de la democracia y se han entregado a un proyecto marxista-leninista, renunciando a la posibilidad de darle al Perú una izquierda moderada y democrática. Eso es lo que ha hecho Verónika Mendoza. Yo no entiendo por qué ella ha hecho esta barbaridad. Ella tenía una gran oportunidad de enfrentarse a Cerrón y a Castillo y decirle al Perú “aquí hay una izquierda diferente, el camino no es ese”. Yo creo que eso le habría ganado un prestigio entre los votantes de izquierda y, en la eventualidad de una derrota de Cerrón y Castillo, ella habría tomado el liderazgo de la izquierda peruana, ya prácticamente sin ninguna oposición. Ha perdido su oportunidad.
El triunfo de Castillo denota que el 30 % de la población detesta el sistema social y económico. ¿Se debe mantener el sistema tal como ha venido funcionando en las últimas dos décadas?
No, no. Se necesitan cambios reales. Si mantenemos las cosas como están, dentro de cinco años tendremos a alguien todavía más radical. No, no. Esto es muy importante entenderlo. Los que estamos defendiendo a Keiko Fujimori en esta campaña no estamos defendiendo de ninguna manera que el modelo se quede paralizado como está. El modelo peruano es uno que está a mitad de camino. Hace muchos años que no tenemos reformas.