Álvaro Díaz Castro, Abogado en derecho de la empresa y minería
Para Lampadia
«Gestión es hacer las cosas bien, liderazgo es hacer lo correcto»
Peter Drucker
La definición de Peter Drucker dirigida a los empresarios abarca, en realidad, a gobiernos, los trabajadores y sus familias.
Debemos señalar que, con relación a establecer paradigmas de empresas pujantes, formales, creativas, solidarias, han fallado tanto el Estado como los gremios empresariales, educadores y la gran mayoría de líderes.
En los últimos 50 años, nuestro país ha estado fallando en gestión y liderazgo para forjar esa interacción sana y fructífera entre Estado – Sociedad Civil – Empresarios que, en realidad, son tres partes de un todo. Si esto se constituyera resultaría un ente sano- matices de más o menos control estatal- en una sociedad con oportunidades, trabajo digno, ahorro y perspectivas, empujando a una clase media sólida, educada, con salud y dignidad. En este orden de ideas, debemos precisar que una de las grandes fallas de nuestra sociedad ha sido, en resumidas cuentas, promover el enanismo empresarial, estigmatizando y castigando al mismo tiempo el éxito.
La política de Estado en Perú ha sido tibia. Como dice la biblia “a los tibios los vomito”. Por ello el discurso de que es política nacional la generación de empresas se contradice con la realidad al advertirse que solo quiere referirse a negocios o actividades de sobrevivencia. No tienen en cuenta que, a la empresa, así como para las personas es la felicidad, la presea al atleta, el aplauso al artista, le interesa lograr el éxito, en un “todos ganan”, mientras que hasta ahora pareciera ser que el criterio prevalente es que “todos pierdan”.
Enanismo empresarial es el lema.
En Perú los ingresos tributarios provenientes de todas las empresas formales son aportados, aproximadamente en un 80% por el 0.25% del total de las empresas. El 99.8% de las empresas (medianas, pero en gran medida pequeñas y micro empresas) aportan aproximadamente el 20% de los ingresos fiscales provenientes de empresas. Para COMEX Perú los porcentajes son muy similares (El Comercio 06 de junio del 2017).
Esa es la foto del sector empresarial en Perú. Resulta increíble en este contexto, constatar que precisamente a las empresas que paran la olla en el país se les ha endilgado un enorme cartel de corruptas, explotadoras, abusadoras, y un largo etcétera.
- Por ejemplo, para periodistas de un importante diario nacional (19 de noviembre 2018 – caso OEFA) el hecho que profesionales hayan laborado en una empresa minera, los descalifica totalmente para laborar en el sector público vinculado al sector minero.
- No existe en el Perú empresa que no tenga multas y procesos administrativos con entidades del Estado, así haya puesto a los más genios, exigentes y correctos profesionales del Perú, con todos los postgrados, tiempo, recursos e inspiración.
- Simplemente casi ninguna autoridad reconoce lo validado por la otra, y dentro de un mismo organismo es muy probable que tu tema sea visto según el criterio personal del funcionario asignado más la variable del ánimo con que despertó para recién saber su posición en el asunto que esté evaluando. Podría ser una interpretación diametralmente opuesta o distinta a todo lo que hasta ese momento se había tratado respecto de ese mismo tema.
- Siendo así, ello no descalifica a los trabajadores del sector privado para laborar en el sector público porque la empresa privada en que laboró pudo tener multas o procesos administrativos. El sesgo anti empresarial se manifiesta, como vemos, también en investigaciones periodísticas que se socializa de modo masivo.
Existen también funcionarios públicos de primera calidad, éticos, técnicos, comprometidos con su función que permiten que lo poco que funciona en nuestro país siga andando, pero son más especie en extinción que la hierba que lo puebla. Un gran aplauso y reconocimiento a esos héroes anónimos que construyen Patria.
Qué sería de nuestro Perú si el grupo de medianas y grandes empresas fueran, para ser conservadores, el 10% del total. El trabajo formal directo e indirecto (empresas proveedoras de bienes y servicios), como los ingresos tributarios se incrementarían de una manera exponencial, y con ello se podrían atender los programas (hoy inexistentes) de educación de calidad, prevención y atención de la salud, promoción del desarrollo y de la tecnología, todo lo cual conduce a la productividad, así como viabilizar el cierre de la enorme brecha de infraestructura pública que se necesita, impulsar los tantos y enormes potenciales que tiene Perú y que Raimondi los describió con detalle, en cada zona geográfica, por cada tipo de actividad (minería, pesca, agricultura, turismo, etcétera).
Pero lo cierto es que sin importar en qué lugar del país o con qué tipo de actividad, esfuerzo, creatividad o financiamiento se logre algo exitoso, lo primero que constatará el empresario, tras engorrosos trámites notariales, registrales y bancarios, es la presencia de la SUNAT requiriéndole cumpla con formalidades que al día siguiente probablemente las cambie en el afán absurdo que nadie entienda la normatividad y con ello hacer imposible saber cómo y cuándo deben cumplirse las nuevas exigencias sin incurrir en falta. Se encontrará con cargas y obligaciones laborales consideradas en el top ten de las más exigentes del mundo (aunque para el ministro de Trabajo todo ello no es información relevante). INDECI le pedirá requisitos que ellos mismo no los cumple ni en sus propias instalaciones, muchos arbitrarios e innecesarios para el fin de seguridad de las instalaciones. Las municipalidades agregarán procesos y engorrosa lentitud, si fuere el caso de exigencias de sanidad, además de lo que puedan pedir INDECOPI, APDAYC, o se requieran para las actividades vinculadas a telecomunicaciones, industria. Aduanas verá como decir qué sub o sobre valoraste, o qué le falta un requisito para que proceda la importación/exportación. Kafka no se imaginó cuan largo e intrincando podía ser el camino de “el proceso” si lo hubiera escrito en Perú.
No sólo es mucho tiempo, que no se tiene, sino recursos, especialistas que no aportan ningún valor al producto/servicio, indolencia, corrupción, desvío de atención y esfuerzos, mucha frustración, dudas.
La simplificación administrativa no debe pasar por entidades públicas de modo aislado, por procesos independientes. Debe verse, como lo impulsó Hernando de Soto en los noventas, de modo integral, masivo, coherente.
Pregunté a varios de los más prestigiosos estudios de abogados del Perú cuántos trámites (entiéndase permisos/autorizaciones) se requiere para poner en marcha una mina en el Perú, y ninguno tiene un número igual, como tampoco lo saben las autoridades del sector público.
Aún más complejo es el tema tributario, societario o laboral. En concreto, en cinco años anteriores al 2017 crecieron en más de quinientos por ciento la cantidad de permisos que debe obtener un empresario para poner una mina en marcha. La realidad no es distinta en los sectores pesqueros, industriales, textiles, financieros o cualquier otra actividad.
En China o en los países “tigres del Asia” lo que se promociona, paralelo a los héroes históricos (que no solo deben ser de las guerras), son a los científicos, artistas, deportistas y empresarios de éxito. Se invoca, impulsa, alienta, a que puedas ser uno de ellos. Se da el entorno para que en algún nivel así sea. Igual habrá pequeños y micro empresarios, pero que se sentirán bien si logran poner en marcha la mediana o gran empresa soñada, y se alegrarán por quienes lo logran, porque entonces tendrán más clientes que consumirán lo que ellos ofrecen. Se genera un círculo virtuoso y no de resentimientos. No existe el enjambre legal ni los sobrecostos absurdos, no existen los requerimientos, estudios e informes que no aportan valor ni seguridad al Estado, al ciudadano o al empresario.
Armando Lara, presidente de la comisión de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nos ha recordado estos días que el actual Congreso, y de algún modo el Ejecutivo, siguen promoviendo normas legales llenas de prejuicios que no se ven en ningún otro país del mundo. Por ejemplo, en el tema de responsabilidad de los representantes legales en la aprobación del esquema tributario empresarial, señala que en Perú se ha tomado una “…posición sumamente agresiva de parte la norma, no observando los principios de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario…”, “…lo que no puede hacer una legislación es que ante la duda (de si trata de una planificación agresiva o una economía de opción), se establezca una presunción en contra del contribuyente…”. La excusa del legislador fue que Perú quería ponerse a la altura del OCDE. Un representante del OCDE les está diciendo que están a la altura de cualquier cosa, pero no del OCDE. Al final de cuentas, estoy seguro, el OCDE aceptará que un país es garantista, correcto, seguro si hace las cosas bien de acuerdo a sus propias características, plasmadas, eso sí, en un lenguaje común mundial. El OCDE no quiere que se impongan cosas sin racionalidad y previo análisis de viabilidad del propio país donde se está emitiendo la normatividad. No importa cuán bonitas estén escritas las normas, sino que sean útiles, se puedan cumplir y cumpliéndolas se logren los objetivos previstos.
Marta Ruiz-Arranz es asesora económica principal del departamento de países del Grupo Andino del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ha realizado una co-investigación reflejada en el libro “Creciendo con productividad: una agenda para la región andina”. Analiza qué pasa con el sector empresarial en Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela. El resumen es que sufrimos de “enanimo empresarial”.
Las empresas resultan poco productivas, débiles, de corta vida.
Es cierto que no sólo es responsabilidad del Estado, pero gran en parte sí lo es. El sistema educativo es bastante deficiente, tanto en la educación básica como en la formación profesional superior. No existen entidades, gremios o esfuerzos orientados realmente a capacitar a los empresarios y prepararlos para la cancha, advertirle de los riesgos, compartir experiencias, generar propuestas.
La complejidad, demoras y altísimo costo de ser formal no estimula a tomar ese camino. Como dice la canción, por eso y muchas cosas más…, optan por la informalidad. Así, quedan al margen de todo ello, y probablemente toda su utilidad sea competir sin pagar impuestos, planillas ni permisos.
Ser formal, en un ambiente sano, normas claras (fácil cumplimiento y predecibles), las necesarias (no menos que las que requieran, pero ninguna más), transparente (baja corrupción), rápidas, garantistas. Tributos justos, empleo sin sobrecargas ni exigencias tan duras. No se habla de hacer favores o un régimen especial, sino simplemente de abrir la ventana y ver lo que funciona en el mundo (los tigres asiáticos, los países exitosos de Europa del Este, Australia, China) y hacer lo que hace un empresario para lanzar un producto: benchmarking, es decir, comparar, medir pros y contras, copiar lo mejor, tropicalizarlo (adaptarlo) de modo inteligente, satisfacer necesidades reales de un modo disruptivo (siempre mejor).
Borrar de la educación básica y superior la promoción al enanismo empresarial y promover el éxito, la mediana empresa y los- conocidos entre los emprendedores- unicornios, debe ser el norte.
Un conocido software internacional indicaba en su publicidad que era solo para pequeña y mediana empresa, entonces le pregunté qué era para ellos mediana empresa, y dijo, bueno si facturas menos de quinientos millones de dólares o tienes menos de mil trabajadores. Ok, me quedó claro. Ese el estándar- mundo de referencia de mediana empresa.
Como nos recuerda Marinelly Montoya Vásquez “el buen juicio proviene de la experiencia, y la experiencia proviene del mal juicio”. Creo que en Perú ya estamos con bastante experiencia, toca aplicarla transformada en buen juicio. Lampadia