Luis Valdez Farías
Para Lampadia
La concurrencia del gabinete Torres al Congreso de la República ha revelado la poca capacidad política del Consejo de Ministros y la falta de coordinación al interior de la oposición para llevar a cabo un trabajo político efectivo.
La invitación a Aníbal Torres fue poco coordinada y no cabe duda que respondió más a un individualismo propio de aprendices de políticos que a una estrategia para dar una respuesta a las amenazas proferidas por el Presidente del Consejo de Ministros.
Torres se mantiene en el cargo desde febrero de este año y si así sucede no solo es responsabilidad del Presidente, sino también del Congreso. No es la primera vez que el ministro intenta incendiar la pradera, buscando polarizar el país y es claro que el mismo Torres ha cumplido ya su ciclo en el cargo.
El jueves por la mañana, Aníbal Torres anunció que asistiría con todos los ministros, en señal de respaldo. Un gesto, sí, que debía concretarse con una herramienta política: solicitar la confianza del Congreso. Y es que si tanto buscan enfrentar a la oposición como lo expresan en su discurso ¿Por qué no pedir el respaldo del Congreso a la permanencia de Torres en la PCM? ¿Por qué Aníbal Torres no “arrodilló a los golpistas” pidiendo la confianza del Congreso de la República a su gabinete?
No podemos olvidar que la cuestión de confianza sirve para hacer efectiva la responsabilidad de los ministros. La ocasión era ideal: un sector del Congreso cuestionaba el discurso del Presidente del Consejo de Ministros que había llamado a movilizaciones sociales, lo cual podría incluso traerle responsabilidades constitucionales y penales. Ante ello, pedir la confianza no hubiera sido un acto de provocación; al contrario, permitiría zanjar la discusión por algún tiempo. O incluso, en el supuesto que el Congreso otorgue la confianza, fortalecería al gobierno, pues quedaría demostrado que el Parlamento no es más que un “pistolero con balas de fogueo”.
Solicitar la confianza hubiera significado un acto de firmeza y lealtad con el Presidente y hubiera neutralizado, al menos temporalmente, a la oposición parlamentaria. Sin embargo, una vez más hemos visto que los integrantes del Consejo de Ministros no se caracterizan por su talante político, sino más bien se aferran al fajín, no tienen la entereza ni la valentía para arriesgar sus cargos al plantear una cuestión de confianza. Simplemente quieren mantenerse en sus cómodos puestos, con escolta y almuerzos 5 tenedores.
En el Congreso también hay lecciones que sacar de esta situación. La oposición debe mejorar su coordinación y entender que el principal problema del país no es el gabinete sino el entorno presidencial y el propio Pedro Castillo que está ahogado por denuncias de corrupción. Solo después de encarar ese problema y tener un rumbo político claro se podrán vislumbrar la salida a esta crisis política.