Luis García Miró Elguera
Expreso, 13 de julio de 2016
El sábado pasado, mientras finalizaba una buena faena en la plaza de toros de Teruel, una cornada seca seguida de un feroz derrote contra la arena en la axila derecha –que destruyó el pulmón y acabó con la arteria torácica– segaron la vida de una joven figura del toreo, Víctor Barrio, tras haber sido embestido por el astado “Lorenzo” de 529 kilos proveniente de la ganadería Los Maños. La muerte fue fulminante. Llegó casi sin pulso a la enfermería y fallecía escasos minutos después.
El hecho dramático conmocionó al mundo de los toros. Es evidente que, como todo en la vida, hay quienes consideran que la tauromaquia es un arte y otros que la tildan de tortura. Entre algunos de estos últimos hay quienes valoran en el mismo plano la vida de un ser humano con la del animal. Incluso hay casos de animalistas –quienes hasta se dan el lujo de exhibir pergaminos académicos– que estiman aún más a la bestia que al propio ser humano. Lamentablemente sucede que la esquizofrenia antitaurina ha alcanzado inaceptables ribetes de demencia desde toda perspectiva. Empezando por su absoluto desprecio por la figura de la persona, mientras se ceba patrocinando un furibundo proteccionismo hacia las fieras. Esta alienación quedó plasmada en sendos mensajes vía las redes sociales “festejando” la reciente muerte del torero Víctor Barrio. Destaca entre tantísima inmundicia un Twitt escrito nada menos que por alguien que se jacta de ser profesor de la escuela pública española. Leamos lo que redactó este cainita llamado Víctor Belenguer Santos: “Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa lo conocerían a la hora de la siesta) yo que soy un ciudadano muy educado hasta el punto de ser maestro me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la humanidad. BAILAREMOS SOBRE TU TUMBA Y NOS MEAREMOS EN LAS CORONAS DE FLORES QUE TE PONGAN ¡¡CABRÓN!!” Un comportamiento “pro animalista” que espeluznantemente aplaude e instituye la barbarie. Porque si hasta poco tiempo atrás los verdaderos antitaurinos mantenían su principio con toda dignidad, ocurre que los contemporáneos –más bien antisistema que antitaurinos– fríamente ensalzan la destrucción del ser humano al aplaudir que lo mate un animal.
Existe entonces una tremendista y extremista retórica ideológica –forjada por algunos que eufemísticamente se hacen llamar defensores de los animales– para anatematizar a quienes no aceptan sus ucases antidemocráticos y políticos. Primero, porque las bestias jamás deben colocarse al mismo nivel de las personas. Y segundo, porque si las culturas de determinadas sociedades tradicionalmente ponderan costumbres ancestrales –como el toreo– quienes discrepen de ello podrán hacerlo, pero respetando la libertad de optar por asistir o no a una corrida de toros. Jamás recurriendo a aquella anárquica violencia físico-verbal brutalmente impuesta por el colectivo antitaurino para prohibir que sigan celebrándose eventos taurinos en libertad.
Lampadia