Porque con sus acciones, a eso los han condenado los políticos.
León Trahtemberg, Facebook
15 de octubre de 2017
Hasta la fecha, los políticos no se ponen de acuerdo en una versión consensuada de lo ocurrido desde que surgió SL hasta la fecha. No hay acuerdo ni en cuanto al nombre de la época (¿guerra interna?), los juicios de los tribunales sin rostro, los aportes de la CVR, la defensa de los derechos humanos de todos (civiles, militares, senderistas), las responsabilidades de los militares, etc. Genera irritación el Ojo que Llora, la misma existencia y lo que debe contener el Museo de la Memoria, las muestras teatrales, cinematográficas y plásticas que relatan episodios de la época. Tampoco hay claridad en lo que se refiere a la apología del terrorismo o la proscripción de partidos políticos afines al senderismo como el Movadef que tiene reivindicaciones que el estado censura para efectos de una representación magisterial pero las respeta en cuanto a su libertad de reunión y expresión.
Cuando una editorial quiso colocar en un texto escolar algunas referencias sobre el discurso senderista intentando ayudar a los alumnos a entender qué decían los agresores del estado de derecho, fue censurada por inducir a los alumnos a un consumo inadecuado de información. Si un maestro quiere hacer una presentación crítica de nuestra historia incluyendo las razones del surgimiento de SL y MRTA y la estrategia del estado para combatirlos, será pasible de ser acusado de apología del terrorismo.
A la par hay una gran cobertura mediática de personajes del terrorismo como Abimael Guzmán, Maritza García Lecca, Martha Huatay y varios otros a punto de ser liberados, -falta poco para hacer una telenovela de la vida de Maritza Garrido Lecca-, que a falta de una versión consensuada entre los decisores de las políticas legislativas y educativas, tienen la cancha libre para presentar la imagen que les complazca. Una de las razones fuertes para estas desavenencias es la asociación entre la derrota del senderismo y el éxito atribuido al gobierno de Alberto Fujimori, quien por su vigencia política suscita antagonismos que dificulta la creación de esta versión consensuada para uso escolar.
¿No es hora que las mentes más lúcidas de todos los sectores políticos se pongan de acuerdo en una versión sobre esa época que pueda trabajarse en la escuela de modo que los alumnos además de estar informados, hayan tenido la oportunidad de confrontar críticamente aquellos aspectos de nuestra historia que deben dar lugar a reconocer éxitos y fracasos, aciertos y errores, en aras de su formación ciudadana? ¿Acaso es posible aspirar a que contribuyan a construir un Perú mejor a partir de la ignorancia de aquellos aspectos del pasado que aún perturban el presente y frenan nuestro desarrollo?