Por: Leon Trahtemberg
Facebook
El cambio de presidente con la renuncia del gabinete anterior ha dado lugar al nombramiento de nuevos ministros cuyos antecedentes, visiones y experiencias convertidas en decisiones tendrán un efecto duradero en su sector, especialmente si toman medidas acertadas en el corto plazo que durará su mandato.
En ese sentido, las conferencias que he dado este año y las columnas semanales previas a la renuncia de Martín Benavides, expresaban mi opinión discrepante con las políticas del ministerio especialmente respecto al inmerecido maltrato sufrido por la educación privada, y la urgencia de un cambio de visión en el sector que nos proyecte al futuro y nos desenganche del pasado tradicional y estandarizador que no nos deja despegar.
Mis pedidos/sugerencias al nuevo ministro de educación Ricardo Cuenca son: 1) Resolver de inmediato las dificultades para hacer llegar a todos los estudiantes las tabletas y materiales educativos que necesitan para su continuidad escolar, que a su vez serán los que requerirán para iniciar el próximo año escolar. 2) Convertir al Minedu en la institución ejemplar que incorpora a sus políticas de contratación de personal a las personas con discapacidad que tienen derecho a una oportunidad para hacer valer sus capacidades. (Es lamentable que eso no se exprese en el personal que contrata el Minedu, ni en el personal que uno observa en el Minedu cuando va de visita). 3) Desmantelar todo el aparato anti educación privada seria y vanguardista que se instaló con las gestiones anteriores (sin confundir eso con avalar la educación privada mediocre y estafadora). 4) Apostar por la autonomía e innovación de la que son capaces las instituciones educativas públicas y privadas si es que el ministerio confiara en ellas, y en lugar de ahogarlas con normas, exigencias administrativas y protocolos les diera el oxígeno del aliciente a sus iniciativas creativas y adaptativas a sus contextos específicos.
Ojalá que el Minedu entienda que en lugar de pisar el freno debe pisar el acelerador, y que la innovación que conlleva a la mejora de la calidad educativa no se produce de arriba (Minedu) hacia abajo (Instituciones) sino al revés. Las instituciones que innovan desarrollan una inteligencia colectiva que supera largamente la inteligencia ministerial, que debiera llevar a convertir al Minedu en una caja de resonancia de las innovaciones producidas por la gente que está en la primera línea de contacto con alumnos y padres de familia creando las fórmulas pedagógicas que mejor se ajustan a cada contexto.
Ojalá el nuevo Minedu tenga la visión, el coraje y la capacidad de gestión para crear las condiciones que se necesitan para que dejemos de ser un país complaciente con la mediocridad y que nos coloque en la primera línea de la vanguardia educativa universal.
En ese sentido, las conferencias que he dado este año y las columnas semanales previas a la renuncia de Martín Benavides, expresaban mi opinión discrepante con las políticas del ministerio especialmente respecto al inmerecido maltrato sufrido por la educación privada, y la urgencia de un cambio de visión en el sector que nos proyecte al futuro y nos desenganche del pasado tradicional y estandarizador que no nos deja despegar.
Mis pedidos/sugerencias al nuevo ministro de educación Ricardo Cuenca son: 1) Resolver de inmediato las dificultades para hacer llegar a todos los estudiantes las tabletas y materiales educativos que necesitan para su continuidad escolar, que a su vez serán los que requerirán para iniciar el próximo año escolar. 2) Convertir al Minedu en la institución ejemplar que incorpora a sus políticas de contratación de personal a las personas con discapacidad que tienen derecho a una oportunidad para hacer valer sus capacidades. (Es lamentable que eso no se exprese en el personal que contrata el Minedu, ni en el personal que uno observa en el Minedu cuando va de visita). 3) Desmantelar todo el aparato anti educación privada seria y vanguardista que se instaló con las gestiones anteriores (sin confundir eso con avalar la educación privada mediocre y estafadora). 4) Apostar por la autonomía e innovación de la que son capaces las instituciones educativas públicas y privadas si es que el ministerio confiara en ellas, y en lugar de ahogarlas con normas, exigencias administrativas y protocolos les diera el oxígeno del aliciente a sus iniciativas creativas y adaptativas a sus contextos específicos.
Ojalá que el Minedu entienda que en lugar de pisar el freno debe pisar el acelerador, y que la innovación que conlleva a la mejora de la calidad educativa no se produce de arriba (Minedu) hacia abajo (Instituciones) sino al revés. Las instituciones que innovan desarrollan una inteligencia colectiva que supera largamente la inteligencia ministerial, que debiera llevar a convertir al Minedu en una caja de resonancia de las innovaciones producidas por la gente que está en la primera línea de contacto con alumnos y padres de familia creando las fórmulas pedagógicas que mejor se ajustan a cada contexto.
Ojalá el nuevo Minedu tenga la visión, el coraje y la capacidad de gestión para crear las condiciones que se necesitan para que dejemos de ser un país complaciente con la mediocridad y que nos coloque en la primera línea de la vanguardia educativa universal.