Por: León Trahtemberg
Diario Correo, 10 de agosto de 2018
Diario Correo, 10 de agosto de 2018
Un individuo es descrito por su vecino de la siguiente manera: Steve es muy tímido y retraído, invariablemente servicial, pero con poco interés en las personas o en el mundo de la realidad. Un alma mansa y ordenada; tiene una necesidad de orden y estructura, y una pasión por el detalle. Podríamos preguntarnos entonces: ¿es más probable que Steve sea un bibliotecario o un agricultor?
Daniel Kahnemann comenta que la intuición mayoritaria lleva a pensar en Steve como bibliotecario por los estereotipos de los bibliotecarios que asaltan nuestras intuiciones, pese a que estadísticamente no es sostenible que, habiendo 20 veces más granjeros que bibliotecarios en Estados Unidos, la probabilidad de encontrar a un granjero de esas características “alma mansa y ordenada” es mayor que la de un bibliotecario.
Kahnemann, Premio Nobel de Economía 2002, usa cientos de ejercicios de este tipo para demostrar cómo las intuiciones muchas veces nos llevan a realizar juicios o tomar decisiones erradas, y cómo tomar conciencia de esto puede limitar los daños que ocasionalmente una decisión equivocada produciría. (Daniel Kahnemann, Thinking, Fast and Slow, Penguin, 2011, pág. 7)
En la era de las “fake news” en internet, rumores, troles e información desactualizada, sin duda el mejor antídoto es aprender a confrontar sentidos comunes e intuiciones, ser escéptico frente a lo que se nos vende como evidente, investigar por uno mismo la información que valida o descarta alguna teoría. Esa capacidad se construye desde las edades tempranas en los nidos y en los colegios, que deben girar de la fe ciega en “la verdad” por el escepticismo.