Castillo vs Fujimori
Compartimos a continuación un reciente artículo publicado por The Economist que esboza con bastante claridad los terribles riesgos que el Perú enfrentará en caso el candidato Castillo se haga con el poder en los próximos meses. Entre ellas destaca lo que ya veníamos advirtiendo en Lampadia: La región en la mira de las izquierdas, esto es, replicar las políticas públicas del socialismo del siglo XXI aplicadas a otros países de nuestra región, a destacar, Venezuela, Bolivia y Cuba, que socavarían gravemente las bases de nuestro de modelo de desarrollo, pero con el agravante de la débil gobernabilidad, y consecuente incertidumbre, que le supondría a Perú Libre no tener una mayoría en el congreso.
El futuro es pues sombrío de confirmarse los resultados a la fecha que dan como posible ganador al candidato Castillo; sin embargo, cabe resaltar que el conteo aún no considera las actas Impugnadas, observadas y más recientemente nulas presentadas por el partido FP a los organismos electorales, lo cual podría cambiar el escenario (ver Lampadia: El fraude no era en el Jurado, sería en las mesas). El cambio que propone Fuerza Popular está más en línea de lo que el país necesita en palabras de The Economist: mantener una vigorosa economía de mercado – que ha permitido reducir la pobreza y desigualdad como ningún otro país de la región – pero con un Estado más eficiente en la provisión de servicios públicos, a destacar, salud y educación.
Además, a diferencia de Perú Libre, Fuerza Popular tiene buenas probabilidades de contar con las alianzas en el Congreso, lo cual le permitiría tener una mejor gobernabilidad para enfrentar la calamidad a la cual nos enfrentamos con la pandemia. Una reactivación económica a través de una mayor liberalización de actividades en espacios abiertos y extensiones del toque de queda, pero sin descuidar la vulnerabilidad de los hogares que han caído en la pobreza, a través de programas de empleo temporal, bonos y préstamos a mypes. Y por supuesto por el lado sanitario, acelerar la vacunación con el sector privado, mejorar la provisión de respiradores de oxígeno y fortalecer la atención primaria, son propuestas que destacan en su plan.
Sin embargo, tenemos que contradecir a The Economist cuando afirma que el establishment conservador impidió que se avance en las reformas de Estado vinculadas a los servicios públicos y en la diversificación de la economía, más allá de la minería.
- La verdad es que la sociedad civil no presionó lo suficiente a los sucesivos gobiernos para mejorar los servicios públicos.
- En cuanto a la diversificación productiva, esta ha avanzado mucho, generándose por ejemplo el sector agroexportador, exportaciones de maquinaria minera, un sector de confecciones muy competitivo internacionalmente y un creciente sector turístico, potenciado por el desarrollo de la revolución de la gastronomía.
No nos extraña que The Economist y otros medios internacionales hagan afirmaciones de este corte. Incluso Michael Porter cae en lo de la diversificación, sin entender que la minería en el Perú tiene un alto valor agregado y es el sector que tiene más capacidad de generar la riqueza que nos permita avanzar en educación, salud e infraestructuras.
En cuanto al proceso electoral, esperemos que se respete hasta el último voto y que logremos evitar las amenazas de un gobierno que pretendería destruir nuestras instituciones y nuestro sector productivo, como si no hubiéramos tenido grandes avances. Ver en Lampadia: La verdad sobre el Perú – Crecimiento, desarrollo y mejoras sociales.
Lamentablemente hemos dejado que las narrativas de la izquierda cavernaria impregnen el ambiente de negatividad, sobre todo durante las crisis creadas alrededor de la pandemia, la sanitaria, económica, social y política. Todas propiciadas por el criminal gobierno de Vizcarra y sus socios de las izquierdas decimonónicas. Lampadia
Reformas frustradas están a punto de producir un vuelco hacia la extrema izquierda
Una segunda vuelta de las elecciones presidenciales está preparada para generar un gobierno populista y débil
The Economist
12 de junio, 2021
Traducida y comentada por Lampadia
Durante gran parte de este siglo, el Perú se destacó en América Latina como un éxito. La economía creció a una tasa promedio anual del 5.6% entre 2001 y 2016, mientras que la proporción de quienes viven por debajo del umbral de pobreza nacional cayó de más del 60% al 21% durante el mismo período. La desigualdad también se redujo, ya que los ingresos de las personas que viven en los Andes, durante mucho tiempo la zona más pobre, crecieron más rápido que el promedio nacional. Al igual que Chile y Colombia, a los que también les fue bien económicamente, Perú siguió políticas económicas de libre mercado y un crecimiento impulsado por las exportaciones, evitando el proteccionismo estatista que ha frenado a Argentina y Brasil.
El progreso se ha detenido en gran medida,
- Primero debido a los conflictos políticos que produjeron cuatro presidentes (y ocho ministros de finanzas) en cinco años.
- Luego vino la pandemia, que mató a 190,000 peruanos y empujó a 3 millones a la pobreza.
- Ahora, el futuro de Perú ha sido rehén de una elección presidencial dividida en la segunda vuelta. Con casi todos los votos contados, Pedro Castillo, maestro de escuela rural, agricultor de subsistencia y líder sindical, vencía por un pelo a Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori, el conservador que gobernó el país como autócrata en la década de los noventa. Ninguno de los candidatos es un modelo de democracia.
Castillo representa un grito por la justicia social del Perú que se ha sentido dejado atrás, particularmente durante la pandemia. Es un admirador de Evo Morales, el ex hombre fuerte socialista de Bolivia; su partido está dirigido por un apologista del comunismo cubano y la dictadura de Venezuela. Tiene poca experiencia política previa, ha concedido pocas entrevistas y escasa indicación de cómo y con quién gobernaría. Fujimori tiene mucho bagaje: cuando su partido obtuvo la mayoría en el Congreso de Perú en 2016-19, buscó sabotear un gobierno electo, destruir valiosas reformas educativas y capturar instituciones independientes. Pero atrajo el apoyo de muchos que temen una aventura de izquierda.
Perú ahora enfrenta varios peligros. La primera es de una pelea por el resultado, que no podrá declararse hasta dentro de varios días. Fujimori ha denunciado imprudentemente un fraude electoral, sin pruebas serias. La victoria de Castillo, suponiendo que se confirme, plantea otros dos riesgos. Una es que sigue el guion populista de izquierda en el que hizo campaña: la nacionalización de las minas y la convocatoria de una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución que podría permitirle tomar el poder casi absoluto, como hizo Morales. Dado que su mandato será endeble (obtuvo solo el 15% del total de votos en la primera vuelta) y solo puede contar con 42 de los 130 miembros del nuevo Congreso, que tendría que autorizar una asamblea, eso podría ser difícil. Pero si compra popularidad, por ejemplo, apoderándose de una mina o de las reservas del Banco Central, es posible. El otro riesgo, más probable, es el de un gobierno débil e incompetente que destruye los cimientos de la estabilidad económica y provoca una prolongada crisis de confianza. El sol, durante mucho tiempo una de las monedas más estables de la región, ya ha perdido el 8% de su valor frente al dólar este año.
La esperanza es que Castillo se dé cuenta de que para gobernar el país con éxito necesita apelar a la mitad que lo rechazó. Para lograr el mejoramiento que quiere en la vida de los peruanos más pobres del interior se requiere una economía creciente y sustentable. Hay un precedente. En 2011, los peruanos eligieron a Ollanta Humala, un ex oficial del ejército que había hecho campaña contra el “modelo” económico. Su gobierno introdujo algunas reformas útiles mientras mantenía la economía en marcha. Pero Castillo tiene menos conocimiento del mundo y menos tiempo para adaptarse que Humala.
Cómo llegó Perú aquí es una lección de cómo desperdiciar el progreso. Desde hace mucho tiempo quedó claro que el país necesitaba complementar su economía de mercado con un Estado más eficaz para proporcionar servicios públicos mucho mejores, entre ellos la atención de la salud. Diversificar la economía lejos de la minería requiere invertir más en personas, innovación e infraestructura. En cambio, el establecimiento conservador se opuso al cambio. El mismo fracaso en la creación de sociedades más inclusivas ha sumido a Chile y Colombia en el malestar. Como hemos subrayado en estas páginas en las últimas semanas, la polarización, la fragmentación y el populismo también están afectando a los gigantes de América Latina, Brasil y México. Pero el caso de Perú, con 18 candidatos en la primera ronda y luego una elección entre dos extremos en la segunda, es especialmente severo. Puede que todavía exista una mayoría moderada en Perú. Necesitará hacer oír su voz. Lampadia