Por: Lampadia
¿Qué impactos tendrá la nueva ley agraria?
Van quedando claros los impactos que tendrá la ley de régimen laboral agrario en el sector. De acuerdo a conversaciones de Lampadia con diversos productores, dichos impactos serán los siguientes:
En las grandes disminuirá la productividad
En lo económico, variarán según el tamaño de la empresa. La mayor parte de las grandes empresas agroexportadoras ya pagaban bonos de productividad más o menos equivalentes al 30% que se ha establecido ahora por ley. Lo que van a hacer ahora entonces es reemplazar los bonos de productividad por el bono establecido por ley. Pero el efecto de esto será una caída en la productividad, porque, como nos dijo un agroexportador, un trabajador se comporta igual que un banquero de Nueva York: lo que quieren es ganar más dinero de modo que el incentivo monetario es fundamental para que mejorar la producción, y de hecho la gente termina ganando mucho más que el promedio del sector agrario. Pero ese incentivo desaparece si el bono es obligatorio y no a cambio de mayor producción.
Algunas empresas grandes posiblemente intenten contener esa caída en la productividad fortaleciendo los esquemas de supervisión del trabajo, en la medida en que ya existen benchmarks por tarea. Pero el efecto de esto será parcial.
Competencia por trabajadores y estrategias de fidelización
Cada empresa grande había ido desarrollando sus propios sistemas de bonos. Todo eso desaparece. Además, la demanda de trabajadores en época de cosecha era tan fuerte y la competencia entre las empresas tan grande, que las remuneraciones y otras facilidades subían por efecto de oferta y demanda. Por eso, las empresas han ido desarrollando esquemas de fidelización de los buenos trabajadores (alimentación, transporte, préstamos, capacitación, etc.), para captar la mano de obra. Como podemos ver en el aviso siguiente, una empresa sortea hasta vehículos para atraer trabajadores.
Pero, como veremos, la oferta de trabajadores ahora aumentará porque empresas medianas y pequeñas saldrán del mercado.
Ejército de empleados en recursos humanos
El otro impacto que van a sufrir las empresas grandes, es que van a tener que doblar o triplicar el personal de su departamento de recursos humanos para atender todos los requerimientos de SUNAFIL y otras entidades del Estado en cumplimiento de la nueva ley. Por ejemplo, para cumplir con la obligación de recontratar preferentemente a quienes trabajaron en la campaña anterior, obligación que no solo atenta contra la libertad empresarial y contra la eficiencia porque obliga a recontratar incluso a quien no haya laborado bien, sino que es eventualmente inejecutable si es que se cambió a un cultivo que requiere menos mano de obra (que será la tendencia), por ejemplo, además de que habría que llevar el registro de todos los que se contrató para cada tarea. Las empresas necesitarán un ejército de empleados para justificar las decisiones que hayan tomado.
Y es probable que se abandone el cultivo del espárrago y de la variedad más común de arándanos, cuyos precios ya no serían rentables con los nuevos costos.
Medianas y pequeñas empresas se informalizarán o se pondrán a la venta
Este impacto, sumado al incremento de la remuneración mínima vía bono, será letal para la mayor parte de las medianas empresas. La tendencia será a que se informalicen o a que se pongan a la venta porque no podrán cumplir con lo establecido en la ley, sobre todo si la SUNAFIL deja de ser corrupta y se dedica a exigir el cumplimiento de las normas. Quizá terminen siendo adquiridas por las más grandes, con lo que se concentrará la tenencia de la tierra. En cuanto a las empresas menores de 50 hectáreas, simplemente se informalizarán o se pondrán a la venta igualmente. Los pequeños no podrán producir con los nuevos costos.
El resultado se notará a los pocos meses en la caída de la planilla electrónica del sector agrario y en el número de asegurados en Essalud. Será un retroceso social lamentable en un sector había logrado avanzar en derechos de los trabajadores.
La inversión caerá
El problema es que la expansión del sector se detendrá no solo por abandono de medianos y pequeños, sino porque los grandes ya no invertirán o lo pensarán mucho antes de hacerlo. El sector se ha convertido en un campo de batalla de la política entre grupos de izquierda por acumulación de poder. Ni siquiera se sabe si la ley actual persistirá, porque algunos grupos están pidiendo su derogatoria en demanda de mayores aumentos. La injerencia estatal en las decisiones internas será muy fuerte y la negociación por rama es un albur que afecta la libertad de empresa y que no se sabe cómo podría aplicarse ni qué rumbos tendrá. Demasiados riesgos para la inversión.
Otro esquema tributario
El propio tema tributario hubiese podido tener una salida mucho más productiva: no subir el impuesto a la renta de las empresas, pero sí subir apreciablemente el impuesto a los dividendos. De ese modo las empresas seguían expandiéndose y el Estado recaudaba más vía una mayor imposición sobre los accionistas. Pero no es inteligencia lo que prevalece en el Congreso.
Productores para el mercado interno afectados también se informalizarán. Nuevos motores desaparecen.
La ley es un golpe muy fuerte no solo a la agroexportación y a los pequeños productores, sino también a los ganaderos, a los avicultores y a los azucareros. A cualquier productor formal para el mercado interno. Y ni hablar de los proyectados dos nuevos motores de la economía: los sectores forestal y acuícola. Simplemente salieron de la ley.
Peor no pudo ser.