Juan Stoessel
Perú21, 5 de octubre del 2025
“Nos encaminamos a un escalamiento de la crisis y potencial cierre del atractivo. Lo vivimos en 2010, cuando inundaciones lo tuvieron dos meses clausurado, generando una caída de 80% en el turismo receptivo”.
Si pidiesen describir Machu Picchu en una palabra, hasta hace un tiempo la mayoría hubiera dicho “maravilla”. Hoy, la palabra elegida sería “crisis”. Nuestro destino bucket-list se degrada de modo alarmante. Y las autoridades no hacen sino pelearse por quién tiene la propuesta más involutiva y populista. El caso más reciente: el gobernador regional de Cusco exige el manejo absoluto de Machu Picchu. Como siempre, los apetitos personales y partidarios por encima del bien común.
¿Cuáles son sus credenciales para manejar nuestro atractivo turístico número 1? Nunca defendió el turismo. Ante cada bloqueo (desde 2022 el llamado Frente de Defensa ha cerrado el acceso a Machu Picchu 17 veces) lo único que hizo fue ponerse de perfil. Frente a temas álgidos, como la venta directa de entradas, su reacción ha sido el silencio. No sorprende, el alcalde de Machu Picchu Pueblo es su compañero de partido. Cuando venció la concesión del Sanctuary Lodge, en lugar de convocar a concurso, intentó tomar control del hotel, tal cual pretende ahora con Machu Picchu. ¿Pero al menos ejecuta obras? Tampoco. Sumando el canon minero, gasífero y turístico, Cusco ha recibido más de 30,000 millones de soles. Pero la incapacidad de gestión del Gobierno regional es pasmosa: la carretera que une Cusco con el Valle Sagrado da lástima, la vía rápida para conectar la ciudad con el futuro aeropuerto de Chinchero no está ni en pañales y los servicios básicos en la región son paupérrimos.
La imagen del destino está muy golpeada. Los turistas ya empiezan a dudar. Y el Ministerio de Cultura, mostrando su nulo conocimiento de cómo funciona el turismo, pretende poner en venta las entradas para 2026 recién a fines de este año. ¿Creen que el extranjero planea sus viajes de un día para el otro? Esto parece una gran campaña, no de promoción, sino de disuasión.
Como sector, exigimos dos acciones urgentes e impostergables. Primero, gobernanza. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo tiene que liderar un equipo técnico, multisectorial, a cargo de Machu Picchu. No se trata solamente de vender tickets, hay que saber gestionar, invertir, poner en valor. Segundo, Machu Picchu debe declararse Activo Crítico. Esto permitirá una mayor disponibilidad de fondos, una mejor protección del sitio y garantizará su funcionamiento ininterrumpido. De lo contrario, nos encaminamos a un escalamiento de la crisis y al potencial cierre del atractivo. Lo vivimos en 2010, cuando lluvias e inundaciones lo tuvieron dos meses clausurado, generando una caída de 80% en el turismo receptivo. Advertidos estamos.