Juan Manuel Arribas Berendsohn
El Comercio, 2 de setiembre del 2025
“¿Quién debe definir hacia dónde se debe evacuar en caso de que haya una avalancha? La respuesta es: los alcaldes».
Uno de los parajes más bellos del país es nuestro Callejón de Huaylas, en Áncash. Sin embargo, esa belleza de nuestra Cordillera de los Andes esconde peligros inmensos que sabemos que están presentes. La misma naturaleza nos lo recuerda con los aluviones de Ranrahirca, en 1962, y de Yungay, en 1970.
En la zona hubo aluviones el 20 de junio del 2023, así como el 7 de mayo y el 9, 19 y 20 de junio de este año, pero aparentemente la población no es muy consciente de ello.
¿Quién es el responsable de avisarle a la población y de prepararla? ¿Quién debe definir hacia dónde se debe evacuar en caso de que haya una avalancha? La respuesta es la misma: los alcaldes.
Y lo que es peor: el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña publicó hace un mes un estudio en el que menciona claramente el peligro de ocurrencia de un aluvión en la cara sur del Huascarán, el cual llegaría entre 6 y 12 minutos al mismo río Santa, dependiendo de qué tan grande sea, condenando al distrito de Mancos, ubicado en la provincia de Yungay, a desaparecer.
Según este estudio, estarían envueltos, en su versión más grande, 26 millones de metros cúbicos de materiales. El aluvión sería muchísimo mayor al que ocasionó la desgracia de Yungay, que aproximadamente tuvo 6 millones de metros cúbicos.
Pero mientras que los alcaldes se escudan en completar eternos procedimientos burocráticos adicionales para difundir la noticia, o tratan de superar la inercia a hacer algo en concreto, es urgente que, de inmediato, se desplieguen sistemas automáticos de alerta temprana para brindarle a la población minutos preciosos para poder ponerse a salvo y, de la misma manera, se identifiquen y señalicen zonas seguras donde la gente pueda ir para evitar el caudal del aluvión.
Me da mucho gusto que el Instituto Geofísico del Perú vaya a desplegar cuatro sistemas de alerta temprana antes de fin de año, pero los alcaldes pueden ponerse a trabajar inmediatamente en ubicar y señalizar estas zonas seguras, para lo cual no necesitan presupuestos o recursos adicionales, solo la decisión de hacerlo con sentido de urgencia.