Por: José Enrique Vera
Gestión, 3 de junio de 2020
La mayoría somos conscientes que la informalidad es un aliado de la pandemia en curso. Las restricciones establecidas por el Gobierno durante la cuarentena no están cumpliéndose a plenitud por cierto grupo de la población; en especial, los informales.
Las entidades encargadas de los sectores económicos tienen una enorme responsabilidad por definir estrategias contra la propagación del virus, especialmente ahora que comienza la reapertura de actividades. Uno de los sectores con mayor grado de informalidad es el de transporte, en la cual, según la ENAHO 2019, el 89.9% de los trabajadores independientes dedicados al transporte terrestre de pasajeros viven en la informalidad.
Sabemos que las unidades de transporte colectivo son el entorno perfecto para la transmisión del virus, por lo que debemos poner bastante énfasis en las medidas planteadas y el cómo se vienen cumpliendo. El MTC junto con la ATU han establecido reglas estándares sobre cuidado e higiene (desinfección del vehículo, utilizar mascarilla, etc.); pero las deficiencias y condiciones del transporte público impiden lograr un buen resultado.
En las últimas semanas, las noticias han evidenciado que ni conductores ni pasajeros respetan la medida de operar con una capacidad no mayor al 50%. En Lima, excluyendo al servicio del tren eléctrico, corredores y metropolitano, el cual solo moviliza al 9.1% de la población según el Observatorio Lima Cómo Vamos; es casi improbable que los transportistas cumplan con esta medida, ya que sus ingresos están en función a los pasajeros, incentivándolos a aglomerar sus vehículos al máximo.
Asimismo, como la flota formal ha reducido su capacidad operativa, la población no se abastece, por lo que recurre al transporte informal, exponiéndose aún más al contagio. Quizás hoy es manejable el control en algunos paraderos por parte de los fiscalizadores de la ATU; pero con la reanudación gradual de las actividades, más personas necesitarán del transporte masivo, conduciéndonos a una situación mucho más caótico de la que estábamos acostumbrados.
Esta crisis es una buena oportunidad para reestructurar nuestro sistema de transporte púbico intraurbano y menciono algunas ideas. Una de ellas es lograr una formalización progresiva, si realmente estas empresas requieren de subsidios, entonces para acceder a la subvención debes formalizarte para migrar a los esquemas operativos integrados.
Esto a su vez debe estar asociado a contratos formales para sus trabajadores, fijando sueldos independientemente de la cantidad de pasajeros que transporten al día, eso aliviará en cierta medida su hambre por llenar el bus o la puja por el pasajero. Además, en estos días, el MTC ha anunciado un subsidio al combustible, pero ¿no sería mejor un apoyo económico a estas empresas, exigiendo a la par, inversiones/mejoras en sus flotas vehiculares vinculado al cuidado de pasajeros y conductores?