Discurso de inicio del mandato
Glosado por Lampadia
Quiero empezar esta intervención, agradeciendo la confianza depositada en mí, por parte de todos los gremios de CONFIEP. Liderar la organización empresarial más importante del país, es un enorme honor, pero sobre todo un gran reto que llevaré con responsabilidad, dando mi mayor esfuerzo y dedicación.
Este es un desafío particularmente complejo, ya que el país entrará en un periodo electoral donde nos jugaremos el futuro.
Valoro y considero como ejemplos de empresarios, a aquellos hombres que se comprometen. Que asumen tareas y responsabilidades y que contribuyen desinteresadamente. Es decir, aquellos que se compran pleitos, cuando podrían estar 100 % dedicados a sus propias empresas. Creo que ese es el tipo de empresario que el Perú hoy necesita. Ese empresario que, parafraseando al presidente Kennedy, no pregunta: qué puede hacer su país por él, sino que puede hacer él por su país.
Paso a definir lo que serán nuestros ejes de acción durante este mandato que hoy se inicia:
- Trabajo con las regiones: el objetivo será recoger in situ la problemática que los empresarios enfrentan y, poder trabajar juntos en propuestas que nos ayuden a fortalecer el crecimiento y desarrollo de cada Región y del país. Sepan, que siempre tendrán en esta gestión que hoy se inicia, oídos atentos a escuchar y labios dispuestos a elevar sus propuestas.
- Trabajar decididamente por mejorar la Seguridad Ciudadana: vamos a poner énfasis en contribuir en el combate a ese flagelo en que se ha convertido la inseguridad que hoy impera en el país. La violencia y el crimen son hoy, sin duda, la principal amenaza que enfrentamos ciudadanos comunes, trabajadores y empresarios. La delincuencia viene cobrando muchas vidas de peruanos y eso no lo debemos tolerar; No podemos permitir que nuestros trabajadores sean amenazados; que nuestros empresarios sean extorsionados y que nuestros hijos vean su futuro truncado. La lucha contra la criminalidad es una línea que reforzaremos en colaboración con todos nuestros gremios y con los trabajadores. Con ellos hemos venido construyendo, desde hace más de dos años, una voz unitaria en respuesta a este álgido problema. Es así que, de manera conjunta, hemos, llevado propuestas al gobierno y lo seguiremos haciendo, porque en este esfuerzo no vamos a desmayar.
- Denuncia y Posición frontal contra las economías ilegales: Este será un pilar fundamental en nuestro próximo accionar. Una Nación en donde crecen sin control la minería ilegal, el tráfico de tierras, el narcotráfico y demás delitos, no va a poder ver un futuro próspero. Es sabido que estas actividades son la principal fuente de violencia en las calles de las ciudades; además, de consumir –en el caso de la minería ilegal– los recursos naturales que pertenecen a todos los peruanos, sin ninguna autorización y sin pagar ninguna retribución al estado, por extraerlos a su antojo. Trabajaremos de la mano con la SNMPE para elaborar un Plan de Acción y un paquete de propuestas para combatir este delito.
- Fortalecimiento de la relación con los trabajadores: fortalecer el trabajo conjunto con los gremios serios y responsables de trabajadores, será otra de las líneas de acción. Hoy, nos acompañan líderes sindicales a quienes les digo que continuaremos trabajando juntos. El objetivo, en base a una exitosa experiencia de años de Diálogo con Resultados, será el de fortalecer y escalar esta relación para defender juntos los principios democráticos. Empresa y trabajadores, es un binomio perfecto y una sólida base para una sociedad modera.
- Trabajar con vehemencia por bajar los índices de Informalidad: no escatimaremos esfuerzos en buscar que la mayor cantidad de empresas y trabajadores pasen a formar parte de la economía formal, y puedan así disfrutar de todos los beneficios que esta trae. Con un 78% de informalidad en el país, y sin una estrategia clara que procure que este enorme volumen de trabajadores participe de los beneficios de la formalidad, difícilmente podremos pensar en una Nación inclusiva, justa y unida.
- Defensa y promoción de la inversión privada: Finalmente, CONFIEP seguirá firme en su defensa de la inversión privada como vehículo indispensable en la generación de crecimiento, desarrollo y bienestar para todos los peruanos. La historia ha demostrado que el estímulo a la iniciativa privada es el mejor vehículo para conducir a los ciudadanos de una nación hacia la prosperidad. En ese sentido, saludamos que el Ministerio de Economía y Finanzas haya abierto sus puertas para establecer un diálogo permanente con los empresarios. Diálogo en el cual podremos aportar nuestras ideas, para conseguir el crecimiento que nos permita bajar la pobreza, a la velocidad con que lo hicimos en años anteriores; sin descuidar el equilibrio fiscal.
Es importante insistir en que debemos orientar nuestros mayores esfuerzos en perseguir estos seis objetivos, pues el Perú enfrentará próximamente un periodo electoral en condiciones nunca ante vistas:
- Influencia de las economías ilegales en la política
- Desencanto de la gente con la política
- Polarización.
- Falta de acceso de miles de peruanos a servicios básicos; a una salud, educación y medios de transporte de calidad.
- Inseguridad ciudadana desbordada.
Por ello, los empresarios, nos debemos comprometer, más que nunca en defender con toda nuestra energía, los principios de una economía social de mercado; buscando que esos beneficios lleguen a todos. Quiero detenerme acá unos segundos para destacar el rechazo y condena absolutas por parte de CONFIEP hacia aquellas empresas –en cualquier sector de la economía– que hayan incurrido en actos de corrupción. Los empresarios serios y comprometidos no nos queremos ver asociados a ellos. En ese sentido, es fundamental resaltar, que la gran mayoría de empresarios de este país, queremos hacer las cosas bien: generar riqueza y desarrollo, innovar, crear puestos de trabajo con beneficios sociales. Y por unas pocas empresas que han estado envueltas en actos de corrupción, el sector privado no puede ser estigmatizado. Y quiero en este espacio mencionar a CAPECO, mi gremio; del que aprendí tanto, y el que me permitió conocer esa maravillosa experiencia de diálogo y de búsqueda permanente de consensos. Por ello, se hace necesario hacer una reseña de lo que es –no tengo duda– un ejemplo de manejo de crisis en una organización. Una organización en la que se tomaron las decisiones que se debían tomar en su momento; separando a las empresas que debían salir, a pesar del duro golpe que esto traería a sus finanzas, y a su representatividad, además del ambiente de tensión y conflictos desagradables que generaría. Pero CAPECO optó por los valores, sin dudarlo; fortaleciendo luego los códigos de ética y controles para vigorizarnos con alianzas que nos trajeran renovados valores y con empresas que compartieran nuestra visión. Hoy la Cámara de la Construcción es una institución respetada y apreciada por la opinión pública. Y desde lo más profundo de mi consciencia puedo decir que me siento orgulloso de pertenecer a ella; además de agradecido con la gente que me acompañó estos últimos cuatro años y con los expresidentes que iniciaron este difícil, pero necesario camino.
En ese camino fue fundamental la relación, tejida con esmero, con la Federación de Trabajadores de Construcción Civil. Esta edificación de lo que hoy en día es un espacio de confianza granítico, se ha cimentado sobre bases sólidas; cimientos cuyos insumos fueron y siguen siendo la seriedad, el respeto y el valor de la palabra empeñada; insumos tan consistentes como el concreto y el acero.
Una de las más hermosas experiencias ha sido, sin duda, el observar que son muchísimas las cosas que nos acercan; muchas más de las que imaginaba. Y es esa experiencia la que quiero traer hoy a CONFIEP. Los gremios de trabajadores son actores importantes de la Sociedad Civil y a diferencia de lo que algunos –fuera de este recinto– puedan pensar, un aliado fundamental en la promoción de las inversiones.
Hoy que nuestras instituciones y partidos políticos han sufrido un deterioro en su capacidad de convocatoria y representación, la Sociedad Civil debe asumir un rol más protagónico en el quehacer nacional. Tenemos organizaciones que tienen más de 50 años de vida institucional, que representan expectativas de forma integral para sus afiliados y no de forma particular para aquellos que las gobiernan. He ahí una gran diferencia con muchos de los partidos que hoy tienen vigencia en el Perú.
Pero la plataforma de diálogo, de consensos y de propuestas no debe quedar limitada a empresarios y trabajadores, debe ampliarse, involucrando a la academia y a los colegios profesionales. Sé que hay varias iniciativas que exploran posibilidades similares. Y digo que es necesario integrarnos a fin de concretar un gran espacio único para la nación, en lugar de diluir esfuerzos. Pero quiero ir más allá: propongo Sra. Presidenta que el Acuerdo Nacional pueda ser convocado por los actores que lo integran y no únicamente por el gobierno. El país pasa por momentos de incertidumbre, sobre todo de cara a las elecciones del próximo año. No puede ser que no tengamos como nación una cierta predictibilidad sobre las ideologías y políticas que regirán los destinos de la nación a partir de Julio del 2026. En razón a ello, es que se hace imprescindible construir o reactivar ese espacio de diálogo mencionado anteriormente. Soy un convencido de que es hora de que la SC asuma un rol más protagónico. A grandes males, grandes remedios, por eso, sostengo tercamente que ese gran remedio está en manos de la SC. El modelo económico, criticado por algún sector ideologizado, ha traído, qué duda cabe, resultados positivos; pero es fundamental defenderlo.
La disminución de la pobreza de un 65 % a un 23 %, es decir más de 40 puntos en quince años, es un hecho innegable y un logro envidiado por otros países.
Sin embargo, se le carga al Modelo Económico responsabilidades que no tiene. El hecho de que nuestros hospitales, escuelas y carreteras se encuentren en condiciones inadecuadas y que los servicios que ofrece el estado, sean de mala calidad, claramente no obedece a una falla en el modelo económico, y las cifras así lo demuestran:
S/ 43,600 millones en obras paralizadas. (Según la Contraloría)
S/ 20,200 millones entregados a Petroperú, además de la deuda que arrastra por otros U.S. $ 4,400 millones. (Según el Instituto Peruano de Economía)
S/ 24,300 millones al año que se pierden en corrupción. (Contraloría)
S/ 16,300 millones al año que se devuelven del presupuesto de inversiones por falta de ejecución. (Según MEF)
Si agregamos estas cifras, pasamos los S/ 120,700 millones que son equivalentes a:
900 hospitales construidos y equipados con 50 camas cada uno. Es decir, casi 40 hospitales por región.
12,000 colegios con 10 aulas cada uno. Es decir 500 colegios por región.
1,600,000 viviendas del programa Techo Propio. Es decir, se tendría prácticamente resuelta la brecha en vivienda.
El Perú nació a la vida independiente en condiciones difíciles; dejó de ser el centro del virreinato para ser un país más, pero ocupando la parte del continente menos comunicada con el comercio mundial de aquella época. Tampoco fue favorecido con extensas tierras de cultivo mínimamente amigable. Una costa árida, compensada someramente por valles dispersos.
Una sierra difícil, con una cordillera cuyas cumbres se alzan por encima de los 6,000 metros sobre el nivel del mar, en menos de ochenta kilómetros, dibujando paisajes desafiantes, entre valles empinados y abismos infinitos que desafían a la mejor ingeniería para trazar los caminos.
Una selva agreste e inexpugnable, además de aislada; donde no era sencillo hacerla producir y menos sacar los productos obtenidos.
Vaya que heredamos un territorio complicado; pero, aun así, tuvimos civilizaciones que pudieron dominarlo y expandirse hasta formar grandes imperios, venciendo a la naturaleza para comunicar a sus pueblos a través de caminos y para alimentarlo inventando los andenes.
Se sumo a este territorio difícil, la falta de un proyecto nacional, que fue reemplazado por proyectos individuales y caudillistas que se disputaban el poder y sus prebendas a través de las armas. Basta recordar que tuvieron que pasar 50 años para que el país tenga su primer presidente civil. Es así que perdimos oportunidades de desarrollo en varias ocasiones. La era el guano y del salitre y los varios ciclos de precios favorables a nuestros minerales. Pero hoy que las condiciones han cambiado 180 grados.
Nos encontramos en la cuenca del Pacífico que es el mar del presente y del futuro; ya que mueve el 47 % del comercio global y contribuye con el 60 % del PBI mundial. Los precios de nuestros minerales de exportación se encuentran en muy buen nivel. Y hemos batido récords en exportaciones de productos agroindustriales. Me pregunto, que ocurriría si pudiéramos construir las irrigaciones que por años han sido postergadas, o si pudiéramos explotar la inmensa cartera de proyectos mineros paralizados o con avances desesperantemente lentos.
No podemos desperdiciar una vez más esta posibilidad que el destino pone en nuestro camino. Es hora de decir basta de oportunidades perdidas, basta de derrotas y basta de subdesarrollo. Este país tiene todas las posibilidades para ser un gran país y sólo depende de los peruanos el emprender esa ruta. Y del liderazgo de todos aquellos que tuvimos –con la bendición de Dios– la oportunidad de tener una buena educación, y el privilegio de ser líderes emprendedores, gracias también a nuestro esfuerzo, ciertamente. Por eso pienso que, lo que la vida y sin duda nuestro esfuerzo nos dio, podemos retribuirlo. Y que mejor depositario de esa contribución que un país que lo tiene todo para ser próspero; que tiene tanto espacio para crecer, y tanto por construir. Pero un país al que solo le falta la decisión de su gente. La decisión por entregarse a la búsqueda por convertirlo en una Nación grande.
Ha llegado la hora en que los peruanos de buena fe, honestos, laboriosos y esforzados nos unamos para salir adelante.
Porque hay algo de lo que podemos estar seguros: NADIE LO HARÁ POR NOSTROS… ES NUESTRA TAREA.
Lampadia