Por Jorge Ruiz de Somocurcio
El Comercio, 23 de octubre, 2015
Mañana sábado a mediodía, en la emblemática playa Pescadores de Agua Dulce, el Club Regatas, conjuntamente con las municipalidades de Lima y Chorrillos, el Colegio de Arquitectos, la Asociación de Oficinas de Arquitectura y la Asociación de Pescadores José Olaya, estará entregando los premios del concurso de ideas para el reordenamiento de la playa. Se presentaron 55 propuestas. Cifra récord.
Han sido precalificados 10 proyectos. Lo que se busca para Pescadores es recuperar la playa, centralizar los servicios –maestranza, cámara de frío, local sindical– y un nuevo muelle de atraque. Y para un uso público más especializado, un mercado marino gourmet y restaurantes bajo el concepto “del mar a la mesa”.
Es la primera vez que un proyecto en la Costa Verde (CV) se trabaja de esta manera. Ni La Herradura ni el proyecto vial de seis carriles (sin veredas ni ciclovías) ejecutados por la gestión municipal anterior tuvieron un mínimo de concertaciones y consensos.
Se constituirá una asociación público-privada, en la que la Municipalidad de Lima tendrá a su cargo el malecón, los espacios públicos y el amoblamiento urbano, mientras que el Club Regatas promoverá la ejecución mediante obras por impuestos de todos los servicios, como parte de su responsabilidad social.
De otro lado, la semana pasada se iniciaron los trabajos preliminares para la construcción de un hotel en el acantilado de Larcomar y se polarizó el debate, entre quienes anuncian apocalípticamente que el hotel no resistirá un sismo o un tsunami y entre quienes indican que el hotel ha cumplido con todos los requisitos.
Consulté con dos de los mejores especialistas en el país sobre el tema. El ingeniero estructural Antonio Blanco afirma que 1 m3 de construcción pesa cinco veces menos que 1 m3 de acantilado y que una construcción más bien lo estabiliza. El ingeniero Julio Kuroiwa, experto en riesgos, dice que un tsunami puede tener 12 m de alto; con tener libre esa altura, el riesgo se reduce. Además, la mejor protección contra un tsunami es ganar playa al mar.
Creo que lo esencial es precisar el concepto del acantilado para la ciudad y el mar. Lo primero es que la CV no es un espacio natural; es un espacio artificial que deberá ser cuidadosamente planificado. Lo segundo es que la ciudad no acaba en el acantilado. La ciudad debe internarse en el mar a través de intervenciones urbanísticas desarrolladas en las siete quebradas de la CV, admitiendo que tengan instalaciones turísticas, comerciales, residenciales y culturales que integren la zona superior con la inferior y podrían llegar hasta la superficie del mar: el hotel de Larcomar se podría acoger a este principio con la recomendación de contribuir precisamente a esa integración.
Pero todo lo anterior no hace sino corroborar que es indispensable contar ya con un plan maestro concertado de la CV, que nos aporte una visión de conjunto más allá de unos episodios en su territorio.