Por Jorge Ruiz de Somocurcio, Arquitecto-Urbanista
Caretas, febrero 22 de 2018
Medellín, la segunda urbe de Colombia y capital de Antioquia, es una ciudad tocada por el ave Fénix. Supo sobreponerse a los días aciagos en que era conocida como la sede del cártel más grande de cocaína del mundo. Enmendó su violenta realidad con políticas sociales, económicas y de seguridad en las que participaron todas sus fuerzas vivas.
Le tocó enfrentar las tareas propias del regreso de la violencia y reinserción de miles de jóvenes pobres y familias vinculadas al narcotráfico y finalmente reinventar la ciudad, con sus 4 millones de habitantes.
Medellín es el mejor ejemplo de esa afirmación: “los países serán lo que sean sus ciudades”. Hoy Colombia ha iniciado un histórico proceso de paz y reconciliación que tienen en Medellín su referente.
Para lograr lo que Medellín ha hecho, tuvo que pasar por diferentes hitos urbanos, de la mano de decisiones políticas consensuadas, inquebrantables y que tuvieron continuidad.
Fue la primera ciudad en Colombia en dotarse de una línea en Metro la década de 1980, con lo cual enriqueció el imaginario y al orgullo de su gente y democratizó el acceso a los servicios.
Otro hito clave fue la renovación urbana del barrio de Moravia en la década de 1990, a cargo del urbanista Gilberto Arango. Era uno de los lugares más peligrosos y pobres de la ciudad, asentado sobre el basurero metropolitano y cooptado por bandas paramilitares. Hoy día viven ahí 50 mil personas en condiciones dignas y el basurero es un vivero. Y se invitó al mejor arquitecto de Colombia, Rogelio Salmona, para diseñar el equipamiento del barrio que hoy luce impecable con su piel de ladrillo caravista al sol.
El año 2000 los barrios populares de los cerros recibieron unas instalaciones de primer nivel para actividades culturales, educativas y comunales: las famosas bibliotecas. Hoy tienen miles de visitas.
Un nuevo hito fue el Metro-Cable, un tipo de teleférico que conduce a los habitantes de los cerros, hasta las estaciones del Metro. Funciona de maravilla.
Y finalmente acaban de inaugurar un sistema de tranvías que integra la ciudad en el sentido este-oeste.
Es un placer subir al tranvía climatizado, impecable, que solo se detiene en las estaciones dispuestas y recorre en media hora el trayecto que antes demoraba 2 horas en microbuses.
La cosa no queda ahí, Medellín ahora se dispone a recuperar completamente su río insignia con un parque lineal en la faja marginal.
En paralelo, caminan acciones de buen gobierno, simplificación administrativa y lucha contra la corrupción. Odebrecht no llegó a sentar sus reales en esta ciudad.
Todo eso condujo a que en el año 2016 Medellín fuera elegida como la ciudad más innovadora del mundo, desplazando a Nueva York y París. Hoy el exalcalde y exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, es uno de los favoritos en las elecciones presidenciales de Colombia que se celebran en mayo próximo.
Si bien la población de Lima es el doble de la de Medellín y las soluciones no son imitables, hay un modo de hacer ciudad que marca un referente. Eso es lo que motiva esta reflexión.