Jorge Morelli
Expreso, 11 de diciembre de 2016
El conflicto de Las Bambas es el caso emblemático del gobierno de PPK, como el de Conga lo fue del gobierno de Ollanta Humala. Humala fracasó clamorosamente en el caso de Conga. El gobierno de PPK no puede fracasar en el de Las Bambas.
El vicepresidente Martín Vizcarra ha asumido el problema y el riesgo político que conlleva. Si consigue salir airoso, puede aspirar a ser un virtual jefe de gobierno desplazando a Zavala del premierato y relegando progresivamente incluso a PPK al vistoso papel de jefe de Estado, anfitrión de desayunos marineros.
Vizcarra ha regresado a Cotabambas el miércoles a presentar el plan para el que pidió a la población una tregua hace mes y medio. El plan incluye saneamiento, educación, salud, ganadería, carreteras. “Lo otro –añade el vicepresidente- es cómo logramos la institucionalidad… ¿Cómo articulamos los tres niveles de gobierno (local, regional y nacional)?”. En efecto, lo “otro” importa a un nivel aún más básico que el que el Gobierno sospecha.
Las comunidades de Cotabambas reclaman una servidumbre de paso por la carretera en tierras comunales que usa la empresa minera para sacar la producción. Si la comunidad no tiene título de propiedad, sin embargo, no tiene contrato legal exigible con la empresa. Sin propiedad, no hay seguridad jurídica. Sin propiedad, la comunidad no puede ser socia de una empresa para invertir en agua y en bosque.
A falta de propiedad, lo que se haga por la producción o la educación no pasa de ser una tienda de oxígeno dependiente de la voluble decisión política del gobierno de turno. Es por eso que el Gobierno está ahora de rodillas en Las Bambas. Llega a un “acuerdo” que es una claudicación. Ofrece gestionar ante la fiscalía la liberación de los detenidos por la violencia; ofrece a las comunidades 17 millones de dólares –un virtual rescate–; da tres meses a la minera china para que cambie su estudio de impacto ambiental (EIA), que habría sido modificado sin consulta a la población. A nadie le consta si es cierto o cuáles serían sus alcances. Vizcarra no lo esclarece. En suma, el Gobierno manipula políticamente a la población y a una empresa en situación de rehén.
Por este medio Vizcarra va camino de fracasar en sus objetivos políticos. Y lo grave es que el Perú va camino de fracasar en Las Bambas como en Conga.
Es la propiedad lo que se halla en los cimientos de la institucionalidad que se aspira a construir. Las comunidades no tienen propiedad porque el gobierno local, el regional y el nacional no solo están desarticulados entre sí, sino de las comunidades en primer lugar. Es el primer peldaño de la escala institucional lo que falla en la arquitectura de la democracia peruana.
En casi 200 años de república, el Estado peruano –con informática y comunicaciones hoy– no ha podido titular la propiedad. Mientras no lo haga, las comunidades no serán libres, el Estado seguirá incubando conflictos y apagándolos uno a uno, atizando la violencia a cambio de réditos políticos, comprando acuerdos que son dádivas vergonzosas para compensar con tiendas de oxígeno la falta de una atmósfera de libertad económica que respirar.