Por: Jessica Luna
Gestión, 26 de Octubre del 2022
Petroperú es la empresa estatal más grande del país. También es un modelo de incapacidad, corrupción, copamiento de cargos públicos y pobre gobierno corporativo, que utiliza de manera ineficiente el dinero de todos los peruanos.
En el mes de mayo, el MEF tuvo que otorgarle a esta entidad un préstamo de US$ 750 millones debido a la difícil situación financiera que atraviesa. Y solo hace unos días el MEF le entregó otro “salvavidas”, esta vez por US$ 1,000 millones, como aporte de capital para poder continuar operaciones. Ello no cubre todos sus compromisos, por lo que incluso se requerirían al menos US$ 500 millones adicionales en los próximos días.
Los US$ 1,750 millones otorgados a la empresa estatal en lo que va del año equivalen a casi ocho veces el presupuesto de Pensión 65 o cuatro veces el presupuesto de Qali Warma. Con ese dinero se podría también proveer agua y alcantarillado a 1.1 millones de peruanos.
Muchas han sido las críticas al MEF. Probablemente, no tuvo elección, ya que el riesgo de no otorgar estos recursos a Petroperú era el desabastecimiento de combustible en el país y, con ello, mayores incrementos en su precio. De hecho, ya se veían problemas de desabastecimiento en el norte del país y las perspectivas para los próximos meses son todavía complicadas.
¿Pero hay alternativas? Por supuesto que sí. El MEF no puede limitarse a otorgar dinero para tapar las ineficiencias de la empresa estatal, sino que urge un mayor involucramiento de este en Petroperú y en el plan estratégico del sector.
Por un lado, el MEF, con dos sillas en la Junta, debería impulsar cambios en su gobierno corporativo y mejoras en su administración. Los últimos aportes no solucionan los problemas estructurales por los que atraviesa la empresa estatal. No se puede estar de costado y solo girar los cheques cuando están arrinconados.
Por otro lado, el mal manejo de Petroperú y la pésima inversión en Talara vienen de hace años. Varios Gobiernos y gestiones del MEF han pasado y poco se ha hecho por evitar el desastre.
Talara es una pésima inversión. Ya son más de US$ 6,000 millones invertidos, dinero con el que se podrían haber construido cerca de 83 hospitales, más de la mitad de la brecha de establecimientos de salud. El monto equivale, además, a toda la inversión pública ejecutada en saneamiento durante los últimos cinco años (2016-2020). Con tantas necesidades en el país, hemos malgastado recursos en la ineficiente aventura empresarial del Estado.
Pero con una inversión de esa magnitud en la modernización de la refinería de Talara no se ha hecho nada por asegurar que sea viable. No solo el Minem, sino también y sobre todo el MEF, deberían enfocarse en un plan estratégico para atraer inversión privada, convocar a las mejores empresas en el mundo para impulsar la exploración y explotación de petróleo, mejorar el marco normativo del sector, así como atender la conflictividad social y los problemas socioambientales del sector.
Veamos algunos datos. En el 2021, la inversión total en exploración y explotación de hidrocarburos sumó US$ 313 millones, la mitad de lo registrado en el 2019. La inversión está estancada. Además, según la Defensoría del Pueblo, de los 136 conflictos a setiembre del 2022, el 19% corresponde a conflictos relacionados con actividades hidrocarburíferas, el segundo sector después de la minería.
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), entre los años 2012 y 2021, Petroperú acumuló pérdidas por más de S/ 14 millones, mientras que la refinería de Talara tendría pérdidas cercanas a los US$ 1,650 millones.
Las aventuras empresariales estatales siempre terminan mal. En transporte aéreo, aerolíneas de bandera como Transportes Aéreos Nacionales de Selva (TANS) o Aeroperú solo generaron pérdidas millonarias. En telecomunicaciones, la empresa estatal debía invertir US$ 500 millones al año, pero solo destinaban US$ 76 millones, por lo que los peruanos teníamos que esperar años por la instalación de una línea telefónica. Solo 30 de cada 1,000 peruanos contaban con una línea telefónica propia. Entel Perú acumuló pérdidas por más de US$ 40 millones y una deuda externa por US$ 198 millones y el 80% de los gastos eran para salarios.
A pesar de ello, se insiste con ideas probadamente fallidas, como la creación de la empresa nacional del cobre o la planta estatal de fertilizantes.
Las empresas estatales han demostrado históricamente ser un fracaso en el Perú. Solo generan pérdidas monetarias, ineficiencia y corrupción. Y todo eso con el dinero de todos los peruanos.