Jaime de Althaus
El Comercio, 31 de mayo del 2025
“Es deseable reducir el IGV, pero para eso necesitamos generar superávit fiscal, no déficit”.
La debilidad política y la falta de integridad están llevando a destruir el activo principal de la economía peruana, que es el equilibrio fiscal. La presidente Boluarte seguramente piensa que está comprando su permanencia hasta julio del 2026 cuando logra que el ministro de Economía increíblemente avale la ley que le regala a las municipales 2 puntos del IGV, una ley aprobada por unanimidad por congresistas que estarán pensando en apoyos locales para sus campañas electorales al Congreso o en ser candidatos a alcalde. O en beneficiarse con las obras.
Porque no es solo que estamos doblando el dinero para el festín de unas municipalidades que solo gastan el 60% de lo que reciben quizá porque no cabe más en el bolsillo de alcaldes y sus allegados que comienzan una obra, reparten el adelanto y la abandonan. Estamos además reforzando el incentivo a no recaudar ingresos propios (predial) porque para qué hacerlo si se les va a transferir más dinero aun, con lo cual los alcaldes se convierten en sultanes petroleros que reciben dinero caído del cielo que pueden gastar como les da la gana sin tener que rendir cuentas a vecinos que no pagan impuestos locales y por lo tanto no son ciudadanos fiscalizadores sino masa clientelar.
Se refuerza así el patrimonialismo y se incentiva la multiplicación de los gobiernos locales porque las comunidades campesinas o los pueblos quieren ser municipalidades de centro poblado (que ya suman 3.000 y esta ley les asegura más rentas), las que su vez quieren ser distritos, y así sucesivamente, para atrapar una porción del Tesoro Público. Una ingobernable estructura política de seis niveles de gobierno hiperfragmentados y patrimonialistas.
La gran lección de la hiperinflación: la necesidad absoluta del equilibrio fiscal, que ha sido una conquista histórica, ya se ha olvidado, o ha sucumbido ante el clientelismo y la debilidad patológica de la política. El IPE ha recordado que desde 2023 el Congreso ha aprobado 19 leyes que otorgan beneficios tributarios, sin contar las que crean gasto. Estamos regresando a los 80. Esta ley reduce el IGV a 14% restándole S/ 10.700 millones al gobierno central y a los gobiernos regionales, en circunstancias en las que hay que aumentar sustantivamente recursos para luchar contra el avance de la criminalidad que es una amenaza nacional y para mejorar radicalmente la salud y la educación públicas.
Podríamos darnos el lujo de ese reparto dispendioso a los municipios si estuviéramos creciendo a tasas altas e incrementando así los ingresos fiscales. Pero a mayor caos fiscal, menos inversión privada y menor crecimiento. Círculo vicioso. Para remate, el ministro desregulador fue despedido y la ley de reforma de Proinversión que permitiría multiplicar la inversión público-privada, va a ser observada.
Es deseable reducir el IGV, pero para eso necesitamos generar superávit fiscal, no déficit. Como lo está haciendo Milei, reduciendo el gasto y desregulando para crecer más y generar superávit fiscal. De esa manera va reduciendo impuestos para crecer más aun, en un círculo virtuoso. Es lo que tenemos que hacer acá. Pero necesitamos un Milei para eso.