Diarios cusqueños han dado la noticia de que la Municipalidad Distrital de Velille, Chumbivilcas, ha logrado un acuerdo con la minera Hudbay para que aporte un millón de soles para implementar Sierra Productiva (riego por aspersión, pastos cultivados, huertos, biodigestores y otras tecnologías) en unidades productivas campesinas de Velille y Livitaca, dos distritos de los 7 que integran la mancomunidad Chumbivilcas-Paruro.
La mancomunidad como tal está buscando un acuerdo similar con Xtrata Las Bambas, pero este se demoró por el conflicto en Espinar, alentado por el alcalde de Tierra y Libertad, Óscar Mollohuanca. Barrick, en la sierra de La Libertad, viene financiando también la aplicación de esas tecnologías emancipadoras en cientos de familias campesinas, pese a la oposición inicial de los antimineros. Antamina ha firmado un convenio con el distrito y la comunidad campesina de Cajacay y con el Ministerio de Agricultura, para construir una represa y obras complementarias por el valor de 34 millones de soles para incorporar 500 hectáreas, mejorar 200 y beneficiar a 1.500 campesinos.
Y así sucesivamente, si los antimineros no lo impiden. Las comunidades campesinas del Perú tienen en la mediana y gran minería responsables la gran oportunidad para salir de la pobreza, tecnificarse y crecer en el mercado. Lo que el Estado debiera procurar es una gran alianza comunidades-empresas mineras-Estado para transformar la agricultura y ganadería andinas y dar un salto de productividad. Con las tecnologías de Sierra Productiva, a una familia pobre la basta un quinto de hectárea para salir de la pobreza.
Quienes se oponen a esta gran posibilidad son los antimineros, el nuevo rostro de los anticapitalistas. Su gran mentor es el líder radical Marco Arana, que ha publicado un artículo en este diario contra “el paradigma del crecimiento económico depredador impulsado por las derechas liberales y las izquierdas tradicionales”, que deja “la naturaleza y los territorios que habitamos sometidos a los abusos del capital y a las arbitrariedades del mercado”.
Postular un desarrollo sin aprovechar nuestros recursos mineros no es solo despojar a los campesinos pobres de la gran oportunidad de una alianza como la planteada, sino que es como tener un carro para ir, digamos, a Ica, y optar por ir a caballo. Macroconsult ha mostrado cómo un incremento de solo 15% en las exportaciones mineras traería un aumento en los ingresos fiscales equivalente al presupuesto de educación del 2011. El IPE ha demostrado que si se ejecutara la cartera de proyectos existente de US$53 mil millones, los mayores ingresos fiscales generados equivaldrían a 3,3 veces el gasto en educación.
Podríamos pagar mucho más a los maestros, acabar con el 1 x 1 en la policía, mejorar los servicios de salud, y cerrar la brecha de infraestructura de 88 mil millones de dólares mucho más rápidamente. Esos nuevos proyectos generarían 2,4 millones de puestos de trabajo directos y en otros sectores, pues la minería ya no es de enclave sino que está muy integrada al resto de la economía: genera mucho desarrollo industrial y de servicios.
Pero la mitad de esa cartera está jaqueada por los antimineros, enemigos del desarrollo y de los pobres. Bravo. Felicitaciones.