Entrevista a Jaime de Althaus
Expreso, 20 de mayo del 2025
Por Aaron Salomón
Sostuvo que el economista fue retirado del MEF por “empezar a abordar reformas profundas en temas críticos”, lo que generó resistencia en el MTC, a cargo entonces de su sucesor, Raúl Pérez Reyes.
Jaime de Althaus, ¿fue sorpresiva la salida de José Salardi del Ministerio de Economía?
Absolutamente sorpresiva, porque él era percibido como el mejor ministro de Economía que había tenido el Perú durante los últimos años y gobiernos. A diferencia de los anteriores, que se dedicaron a administrar la caja fiscal y la economía, él empezó a abordar reformas profundas en temas críticos. Uno de ellos era la sobrerregulación de la economía, que impide que se formalicen los informales y resta energía al crecimiento económico porque estamos sepultados en una hiperplasia normativa. Él abordó esto con un “shock desregulador” muy potente, pero generó resistencia.
La otra gran reforma que lanzó fue en infraestructura, donde las obras se comienzan pero no se terminan; es un mundo de corrupción. Planteó una reforma de Proinversión y de las Asociaciones Público-Privadas (APP): envió el proyecto de ley al Congreso, donde fue aprobado, pero el Ejecutivo aún no promulga la norma, y ni la promulgará, porque la va a observar definitivamente.
¿Porque hay ministerios que se quejan de que Proinversión tenga más poder?
Así es. La reforma básicamente empodera a Proinversión, que se convierte en el titular de los proyectos de APP, con lo que los ministerios pierden la facultad de hacer informes y permisos, que entraban en un pantano y nunca salían. Eso generó resistencias, particularmente en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Que estaba a cargo de Raúl Pérez Reyes, quien lo sucedió en el cargo.
Pérez Reyes, según parece, pidió que el Ejecutivo observe esa ley, y él es quien ha pasado ahora al Ministerio de Economía. Yo creo que el empresariado debería exigir que se promulgue la ley o que el Congreso simplemente insista y la promulgue.
Salardi también anunció la extinción de 14 programas de inversión pública, que hubiera generado ahorros por 4,000 millones de soles.
Esa fue una propuesta para pasar 14 programas de infraestructura a la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN), lo cual generó una especie de terremoto en el sistema de corrupción que rodea la obra pública, particularmente en el MTC, a través de Provías. Estas tres cosas generaron mucha resistencia a José Salardi, quien no tenía encima un Milei que lo respaldara en sus reformas, las cuales desbordaban claramente los límites ideológicos de la propia presidenta.
Cuando Salardi anuncia que estos 14 programas pasarían a ANIN, Boluarte dijo que se hacía una “optimización del gasto público”. ¿Qué pasó después?
Debe haber recibido presiones y llamadas, y ha sentido que su pequeña gobernabilidad se le caía.
¿Piensas que, en vez de un premier, Dina Boluarte ha nombrado a Eduardo Arana para que funja de su abogado?
Sí, él era ministro de Justicia y algún manejo tiene de las relaciones con el Ministerio Público y el Poder Judicial. Sin duda, siente algún tipo de protección con su presencia, pero Arana es un hombre inteligente.
Pero su labor no es proteger a la presidenta de sus asuntos judiciales.
Esa no es su labor. Ahora bien, Arana puede ser un hombre inteligente, pero se ha demorado mucho en avanzar una solución para el problema de los penales. Se ha aprobado esta ley para que tengan responsabilidad penal los delincuentes de 16 y 17 años, pero no hay cárceles en dónde meterlos.
Jaime de Althaus, ¿qué tan difícil puede ser construir una cárcel?
Es que hay falta de gestión. Eso se hubiera podido resolver con una APP o con obras por impuestos. De hecho, Salardi ya había planteado un programa de 2,300 millones de soles en obras por impuestos para temas de seguridad, de los cuales más de la mitad estaban referidos a penales. En el Ministerio de Economía había una persona con visión, dinámica, que planteaba soluciones. Y lo sacan. Lo sacan, además, en una jugada absurda para tratar de salvar la cabeza de Adrianzén.
¿A quién le entregó Dina Boluarte la cabeza de Salardi?
A la izquierda. Y terminó perdiendo soga y cabra, porque se quedó sin Salardi y sin Adrianzén. Apenas Fuerza Popular se enteró de que salía Salardi, inmediatamente optaron por la censura de Adrianzén.
Tú has escrito que la salida de Salardi podría precipitar la vacancia de Dina Boluarte.
Me pareció eso, pero, de todos modos, no veo todavía ánimos en Fuerza Popular, que sería determinante, para plantearlo. Esta decisión, sin embargo, debe haberles abierto a algunos miembros de esa bancada la idea de que quizá sería mejor prescindir de una presidenta que no le está haciendo bien al país.
Jaime de Althaus, ¿es cierto que Pérez Reyes es cercano al fujimorismo?
Dicen que su esposa es amiga de Keiko Fujimori, pero no tengo mayor confirmación. En todo caso, no creo que haya ninguna relación de otra naturaleza.
¿Y cómo será el papel de Pérez Reyes a cargo del MEF?
Pérez Reyes es un funcionario conocedor del Estado, ha sido ministro y viceministro de varias carteras, pero justamente por eso no es un hombre que vaya a reformarlo. Me preocupa que, en el MTC, él promovió la fórmula de Gobierno a Gobierno, que no es un buen sistema, porque los gobiernos cobran un montón y contratan a empresas de sus propios países, sin asegurar operación ni mantenimiento. Es decir, en vez de que el Estado peruano haga la obra pública, lo hace otro país cobrando mucho más. No tiene sentido.
Temores de la presidenta Dina Boluarte
La sorpresiva salida de José Salardi del MEF revela presiones internas y temores de la presidenta Dina Boluarte ante reformas que remecían intereses enquistados.
El plan de modernizar Proinversión y acabar con programas ineficientes chocó con la resistencia del MTC y terminó costándole el cargo al ministro más reformista del gobierno.
Para Jaime de Althaus, la presidenta entregó a Salardi como sacrificio político, debilitando su propia imagen y perdiendo el respaldo técnico más sólido de su gestión.
El reemplazo de Salardi por Raúl Pérez Reyes marca un retroceso en la intención de reformar el Estado y frena propuestas clave para enfrentar la corrupción en la obra pública.
La salida de Salardi pone en duda la capacidad de Dina Boluarte para sostener un rumbo reformista y alimenta rumores sobre una posible vacancia presidencial.