Iván Alonso
El Comercio, 24 de octubre del 2025
“Lo que hay que buscar son medidas que no requieran un cambio en la ‘gobernanza’, como se dice ahora, de la empresa”.
La remoción del señor Alejandro Narváez de la presidencia de Petro-Perú ha sido la primera medida económica del presidente Jerí. Es una señal de que el Gobierno y el Ministerio de Economía y Finanzas, en particular, toman, por fin, en serio las pérdidas de la empresa. Pero ¿qué otras medidas podría realistamente adoptar para acabar con ellas?
No es ningún secreto que para este economista la privatización de la empresa, entera o por partes, sería la medida más adecuada; pero no es realista esperar algo así de un gobierno de corta duración (ni siquiera del próximo gobierno, de la variedad que sea). Tampoco es realista, sino más bien iluso, vender el 49% de las acciones a un inversionista privado, como se ha propuesto repetidas veces. Ningún inversionista se pondría voluntariamente en una posición minoritaria frente a un estado que haya conducido a una empresa como se ha conducido Petro-Perú, salvo que el estado se comprometiera a recomprarle las acciones en determinadas circunstancias a un precio acordado de antemano. Por último, delegar la dirección de la empresa en un consultor o contratista externo no solamente es poco realista, sino además superfluo. ¿Qué atribuciones podría tener el contratista o consultor que no tenga ya el directorio? Y si las tiene, ¿por qué no ejercerlas, en lugar de delegarlas?
Lo que hay que buscar son medidas que no requieran un cambio en la “gobernanza”, como se dice ahora, de la empresa. Las condiciones exigidas (e incumplidas) como parte del penúltimo rescate –reducción de personal y venta de activos improductivos– no son suficientes. Las cargas de personal de Petro-Perú en la primera mitad de este año ascienden a US$37 millones; aun despidiendo a todo el personal, lo cual, por supuesto, es imposible, seguiría perdiendo US$130 millones. Cualquier venta de activos probablemente tenga que destinarse al pago anticipado de la deuda. En todo caso, el valor de las edificaciones, si todas se vendieran, lo cual también es imposible, alcanzaría para cubrir las pérdidas por dos o tres años. ¿Y después qué?
Más efectivo sería sacar a Petro-Perú del negocio de la comercialización de derivados del petróleo. El grueso de las pérdidas de la empresa proviene del segmento de producción y comercialización. Producción es esencialmente la refinería de Talara, que no se va a paralizar ni se va a vender. Pero la comercialización, que consiste en la importación y venta de combustibles, lubricantes y otros productos, es algo que puede hacer y que ya hace el sector privado. Ningún rincón del país va a quedar desabastecido. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»






