Iván Alonso
El Comercio, 8 de agosto del 2025
“Aunque suene paradójico, la siniestralidad también puede aumentar si las compañías de seguros se vuelven más eficientes”.
La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) reporta lo que parece ser un alarmante incremento en la siniestralidad del SOAT, que ha pasado de 55% antes de la pandemia a 69% en la actualidad. El diario “Gestión”, recogiendo opiniones del sector asegurador en su edición de ayer, lo atribuye a los malos hábitos de manejo y la impunidad de los infractores, entre otros factores.
Las estadísticas del Ministerio de Transportes y Comunicaciones muestran una realidad distinta. El número de accidentes de tránsito a nivel nacional en el 2024 fue menor que en el 2019, antes de la pandemia, y mucho menor que el pico alcanzado en el 2013. El número de fallecidos en accidentes de tránsito también fue menor que en esos dos años. Entretanto, la población y el parque automotor han crecido. En términos relativos, el número de accidentes se ha reducido de 4,3 por cada 100 vehículos en el 2013 a 3,2 en el 2019 y a 2,3 en el 2024; y el número de fallecidos, de 1,4 por cada 1.000 vehículos a 1,0 y 0,8, respectivamente. Contra todo pronóstico, nuestras pistas son cada vez más seguras (o menos inseguras).
¿Cómo se explica, entonces, el aumento de la siniestralidad? El concepto no siempre es bien entendido. Se lo asocia a la frecuencia con la que ocurren los accidentes, olvidando la severidad del daño. Se necesita ambas variables para calcular los siniestros pagados, que, al dividirse entre las primas recibidas, dan como resultado la siniestralidad. Con el mismo número de accidentes, los siniestros pagados pueden ser mayores si los vehículos involucrados son de mayor valor, como indudablemente es el caso en el Perú de hoy; y si las primas no se ajustan proporcionalmente, la siniestralidad será mayor.
Aunque suene paradójico, la siniestralidad también puede aumentar si las compañías de seguros se vuelven más eficientes. En un mercado competitivo, las primas tienden a nivelarse con la suma de los siniestros pagados, los gastos administrativos y la rentabilidad del capital que respalda las obligaciones con los asegurados. Cuanto menores sean, proporcionalmente hablando, los gastos y el capital comprometido, mayor será la siniestralidad con la que puede vivir la compañía.
El problema no es que la siniestralidad sea alta o baja, sino que exceda la que se esperaba al momento de fijar las primas. A juzgar por sus estados financieros, el aumento en la siniestralidad reportado por la SBS no ha afectado la salud de las principales aseguradoras del ramo automotor.