Ismael Benavides
Expreso, 22 de noviembre del 2024
¡Extraordinaria frase del presidente Milei cuando se refiere a los “zurdos” o la izquierda latinoamericana! No le falta razón a Milei, pues cuando vemos que en 1960 el PBI de un latinoamericano (a precios del 2010) era US$3,280.00 y el de un norteamericano era de US$15,000.00, es decir, 4.57 veces más. En el 2023, el mismo latinoamericano tenía un PBI per cápita de US$9,500.00 y un norteamericano, US$76,400.00, es decir, 8.04 veces más. Dicho de otro modo, en esos 63 años, el ingreso per cápita de un latinoamericano solo creció 2.74 veces y el de un norteamericano, 5.09. Algo hemos hecho mal para que América Latina, alguna vez llamada “el continente del futuro”, se haya quedado atrás y hoy esté siendo rebasada por países del sudeste asiático, cuya potencia pudimos apreciar en el reciente APEC.
La región empezó a perder su camino con la irrupción de la revolución cubana en 1959, romantizando a figuras de personajes con las manos manchadas de sangre como Fidel Castro y el Che Guevara. A esto se acompañaron las erradas políticas de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina), liderada por su entonces secretario general Raúl Prebisch, economista argentino que tuvo una gran influencia nociva en la región. La CEPAL promovió el “estructuralismo económico”, que interpretó el subdesarrollo de la región a través de la “dinámica global”, es decir, los países éramos subdesarrollados porque nos explotaban los países ricos.
Los aspectos centrales de ese enfoque eran:
La teoría del centro-periferia. Es decir, los países del centro (ricos) y la periferia (exportadores de materias primas) estábamos condicionados a exportar bienes de bajo valor agregado y a importar bienes manufacturados de alto valor, perpetuando así nuestra dependencia. En el 2024, esa es la base para la arcaica teoría de la izquierda peruana del “modelo primario-exportador”, que usan para atentar contra la minería.
Adicionalmente, argumentó la CEPAL, esto genera el permanente deterioro de los términos de intercambio, es decir, los precios de la materia prima tienden a caer y los manufacturados a subir. Hoy, el Perú prueba que eso es falso, pues tenemos los mejores términos de intercambio en la historia reciente, a raíz de los altos precios del cobre, el oro y nuestras agroexportaciones.
Fueron estas ideas las que llevaron a una industrialización forzada de sustitución de importaciones, que trajo como consecuencia industrias ficticias, protegidas con altos aranceles y un rol activo del Estado regulando la economía y creando empresas estatales que se convirtieron en feudos políticos y fuentes de enormes pérdidas para el Estado (Petroperú). Estas teorías, hoy desechadas pero aún alegremente abrazadas por gobiernos de izquierda, solo llevaron a la inflación, el endeudamiento y la pobreza que aún vivimos. La izquierda anacrónica en nuestro país aún abraza estas ideas ya desechadas en el basurero de la historia.
Basta ver países otrora ricos, como Cuba, con 90% de pobreza, sin luz ni agua; Venezuela, con 80% y 25% de pobreza extrema; Argentina, con 46% y 10% extrema; Nicaragua, 45% y 8% extrema; y Bolivia, que hoy colapsa sin dólares ni combustible, con 40% de pobreza y 10% de pobreza extrema. Pero esto parece no preocuparles a las izquierdas, ni como las élites gobernantes se enriquecen, como se ve con las fortunas de los Maduro, Ortega, Castro, Morales y los Kirchner, que son abrumadoras mientras sus pueblos se mueren de hambre.
En nuestro país, la izquierda que gobernó durante el Velazcato, y revivió hasta hoy desde el 2001, con la sola excepción del 2006 al 2011, hace gala de su avaricia por el dinero. Toledo, condenado; y Humala y Vizcarra, en camino; Cerrón, con millones en los bancos; Sigrid Bazán, sin explicar su costoso departamento en San Isidro; y la cleptocracia que subió con Castillo y muchos de sus congresistas, y las ONGs que reciben dinero del extranjero sin pagar impuestos ni dar cuenta de ello, son solo ejemplos de una izquierda que ha llevado al país a la inflación, el desempleo y 30% de pobreza.
Mientras tanto, la izquierda se opone a todo lo que es progreso: se opone a una nueva ley agraria que recuperará los 73 mil empleos perdidos; le regatea al alcalde de Lima el éxito de conseguir trenes donados que solo usarán los pobres; así como a Fujimori, que siempre pensó en los pobres, le regatean los honores que Japón le extiende; y a Alan García, el haber reducido la pobreza 42% en solo 5 años. ¡Cuánta razón tiene Milei! La izquierda que hasta hoy nos gobierna es una máquina de hacer pobres.