Ismael Benavides
Expreso, 20 de setiembre del 2024
No he querido escribir aún sobre Alberto Fujimori en esta columna pues mucho se ha dicho sobre él, generalmente muy positivo, durante estos días, y solamente añadir que el balance de su gestión es largamente positivo y fue un gran presidente que rompió con la pesada herencia del Velascato y enrumbó al país a la paz y el desarrollo socioeconómico como quedó demostrado con la derrota militar de Sendero y el MRTA, y los indicadores económicos que elocuentemente describió Jorge Baca el domingo pasado en este diario.
Pero los peruanos parecen no entender y muchos insisten en chocarse con la misma piedra. Hace poco la ilustre, varias veces candidata de la izquierda, Verónika Mendoza, resaltó las bondades del “modelo boliviano”, instando a los peruanos a estatizar el gas y adoptar semejante esperpento. Resulta que ahora que empieza a implosionar ese modelo la inefable Verónika no dice esta boca es mía.
En Bolivia, después de casi 15 años de mantener un tipo de cambio fijo, sobrevaluado, de 6.90 bolivianos por dólar, se han consumido todas las divisas de las reservas del Banco Central, y solo le queda una pequeña cantidad de oro en sus bóvedas que podrá pignorar para conseguir efectivo. Esto ha llevado a la existencia de un mercado paralelo de dólares que más que duplica el cambio oficial, y hoy existe una extrema falta de divisas en el mercado para pagar sus importaciones, especialmente de combustibles y alimentos. Los bolivianos empiezan desesperadamente a comprar dólares en el mercado paralelo, inclusive soles que para ellos es una moneda sólida y convertible, llevando a un alza violenta de precios y escaseces de toda índole.
Todo empieza el 1o de Mayo del 2006 cuando Evo Morales en un arranque de populismo y con intervención de sus Fuerzas Armadas (remembrando a Velasco), tomó las instalaciones de las empresas privadas que explotaban el gas (su principal fuente de divisas) y tomó el control del 51% el accionariado y hasta el 82% de las ganancias. En ese momento las empresas dejaron de explorar para aumentar las reservas de gas, y hoy la producción es solamente el 50% de lo que fue hace 10 años y cayendo, y todas sus exportaciones de gas a Brasil y Argentina están comprometidas en respaldo a créditos. Sin las divisas del gas Bolivia está imposibilitada de importar combustibles para el transporte, que además subsidia, alimentos y otros productos que necesita para operar su economía.
La historia de Bolivia es la típica de las economías socialistas-populistas que inevitablemente colapsan en el tiempo. El caso boliviano es además repetitivo pues esta historia se repite periódicamente en sus gobiernos de izquierda. Con esta fórmula, la izquierda empieza estatizando los recursos naturales y generan por un tiempo ingresos extraordinarios para el estado, pero como todo lo gastan en presupuesto inflados y subsidios, y se paraliza la inversión, en este caso en los campos gasíferos, llevando eventualmente a la caída de la producción de esos recursos. Eventualmente el gasto estatal inflado lleva a una participación preponderante del Estado en la economía, y en Bolivia llegó a 42%, (hoy en Perú está cerca del 20%), El gasto público se vuelve insostenible y los subsidios distorsionan la economía llevando a una irracionalidad en el consumo, incluso fuga de productos a otros países. Para 2024 fuentes oficiales estiman el déficit fiscal de Bolivia en 7.8% del PBI, y el Banco Central ha dejado de publicar muchas cifras incluyendo el precio del dólar. Sin embargo, analistas reputados estiman que el déficit llegará a 12% del PIB, casi tan alto como en la pandemia, lo cual es insostenible e imposible de financiar, por la mala reputación y calidad crediticia de Bolivia en los mercados internacionales. Inevitablemente recurrirán a la maquinita.
La crisis recién empieza y se avecinan periodos de fuertes alzas de precios, escasez de divisas, desempleo y pobreza. Evo Morales el creador del pasajero “milagro económico” pretende regresar a la presidencia, marchando sobre La Paz. Pero así logre regresar no podrá con sus políticas salvar a su estado, y probablemente terminará entregándose a Rusia, China o Irán y sus pobladores fugando de la pobreza a Chile, Perú o Argentina. Los Peruanos especialmente los del sur no podemos caer en los cantos de sirena de Verónica y Antauro Humala emulando a Evo Morales que solo llevará a la pobreza como acostumbra a hacer la izquierda.